Dic 19, 2018

“Dios no está de acuerdo con el Hambre del Mundo”

El sacerdote de Laguardia, Antonio Mijangos, de 81 años, atesora 28 años como cura en Laguardia. Su cabeza es una biblioteca de intensos recuerdos, muy bien ordenados, traídos y llevados, para compartir su historia, la personal y la colectiva, con el Blog Rioja Alavesa.

Toni-Laguardia

ANTONIO MIJANGOS pasea en solitario un lunes por las calles de Laguardia.

La voz que clama dentro y fuera de las murallas de Laguardia (I).

“Nací en Laguardia. Soy hijo de familia de Laguardia. Nací en la calle Santa Engracia, si bien por pocos días no nací junto a la muralla, ya que mis padres tuvieron que dejar su casa porque se hundía”.

.- Toda tu infancia corriendo tras una muralla medieval.

Mi infancia transcurrió en la calle Santa Engracia, jugando con los niños… Han pasado desde entonces 81 años. Más o menos, antes de ayer.

.- Quiero conocer tu vida, contarla a retazos en el Blog, Antonio Mijangos.

¿Mi vida? Bueno… anduve como sacerdote por América. Y ya he recorrido media Álava. Son unos cuantos kilómetros, ¡eh!

Antonio-Miji

EL SACERDOTE Antonio Mijangos, tras la entrevista con el Blog Rioja Alavesa.

La entrevista es un río navegable. En este caso lo es. Ha llegado un momento en el que el periodista no precisa de guión. Basta un viento favorable. Menos aún cuando la conversación fluye de manera natural. Es… cómo decirlo… cual si uno encontrara en el otro a un ser generoso, sincero, que abre puertas y ventanas.

Hijo de agricultores de Laguardia que elaboraban vino a granel de sus viñas, nacido murallas adentro, el sacerdote Antonio Mijangos es un entrevistado soñado. Es… cómo contarlo… cual si uno se encontrara con la sabiduría amiga de una vida entregada a sus herman@s de aquí, en Álava, y de allí, en Ecuador, al otro lado del mundo. A veces el mundo es una Laguardia en grande, con sus murallas llenas de puertas abiertas.

Con capacidad crítica, este cura de 81 años atesora en lo que dice el espíritu del sermón de la montaña, como si la sabia Sierra hablara por su garganta. El suyo es un sermón que explica la película de la vida sin cortapisas.

Toni-d-Cerca

FUE un lunes frío -el de la entrevista-, al que Antonio le puso calidez y cercanía.

Con Antonio se escucha lo que se tiene que escuchar, sin medias tintas ni cortapisas. Es el cronista de un largo tiempo que llama a las cosas por su nombre. Puede que no te guste, puede que incluso te incomode, precisamente por eso debemos escuchar lo que anuncia, lo que canta. Es la voz crítica que se escucha alto y claro tras el pórtico de Santa María de los Reyes, la voz policromada que clama tras las murallas de Laguardia.

.- ¿En qué parte de América estuviste como misionero?

En Ecuador, en la provincia de Los Ríos, en la costa. Siempre estuve en el cogollo de aquella provincia, en toda la zona bananera. Fundamentalmente me dediqué a fundar cooperativas, y a organizar los sindicatos de los peones agrícolas.

.- ¿Cuántos años pasaste en el otro lado del océano?

En Ecuador pasé catorce años. Se dice pronto. ¡Catorce años!

.- ¿Hay un antes y un después en tu vida tras esos catorce años en Ecuador?

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CATORCE años en Ecuador marcaron -para bien- la vida de Antonio Mijangos.

Sí. La estancia en Ecuador me marcó. Lo digo sencillamente: El ser humano está por encima de la ley. Lo fundamental es el ser humano, y la religión está al servicio del ser humano. Eso me dije: “Aquí el ser humano no es solo espíritu, sino un cuerpo, y al cuerpo hay que alimentarlo. Antes de hablar de Dios, hay que llenarle el estómago”.

.- ¿Había mucha pobreza?

Mucha. Y sigue habiéndola. Hay un sistema de explotación brutal… El grupo de sacerdotes vascos quisimos darles una orientación: “Dios es vuestro padre, y Dios no está de acuerdo con la situación vuestra, y Dios no está de acuerdo que pases hambre. Eso que te han dicho que “eres pobre y que pobre has de morir”, eso es mentira.

“Tú tienes que luchar por tus derechos y porque esos señores que son tan ricos, esos señores te den trabajo, y te den de comer, porque te lo mereces”.

Pobreza-Ecuador

EN junio de este año, un 9% de la población de Ecuador padecía «pobreza extrema».

.- Eso os crearía problemas con los poderosos.

Los creó, por supuesto. Encontramos una oposición frontal por parte de los dueños de las haciendas y por parte de nuestros diplomáticos españoles en Quito.

.- ¿Qué años fueron aquellos?

Yo marché a Ecuador en el año 1964, y estuve allí hasta 1978.

.- Marchaste en plena Dictadura franquista.

Todavía estaba Franco en la jefatura del Estado. Nuestra concepción de Iglesia… el Vaticano estaba preparado para cambiar la mentalidad. En nuestro caso fue la situación de la gente de allí la que nos hizo cambiar. El embajador español se puso totalmente de parte de los dueños de las tierras, intentó que cambiáramos de mentalidad, intentó que los sacerdotes más revoltosos salieran del país… pero bueno, salimos adelante.

Ninos-Ecuatorianos

«ANTES de hablarles de Dios, hay que llenarles el estómago», dice Mijangos.

.- Vuestra tarea continuó, a pesar de las mil trabas.

Tuvimos un gran obispo de Otxandio, un gran obispo.

.- ¿Cómo se llamaba?

Bittor Garaigordobil.

.- Hombre, Bittor! Le conocí, y le entrevisté a su vuelta a Urkiola.

Exacto. Era un gran hombre. Fui muy amigo de él. Congeniábamos en muchas ideas, en análisis de la realidad. Estuvimos siempre muy próximos. En plan de broma, le decía: “Bittor, creo que la primera labor de un obispo es no estorbar” (ríe Antonio al recordarlo). Y ciertamente la cumplía. El tío llegaba a tu parroquia y lo primero que te preguntaba no era “qué haces”, sino “qué quieres que haga yo”. Es decir, se ponía a tu servicio.

Solía decir con mucho sentido común: “el que conoce la parroquia eres tú, no yo; o sea, yo aquí no tengo la última palabra”. Toda esa manera de pensar, de comportarse y de actuar de Bittor repercutía luego positivamente en todo nuestro trabajo.

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BITTOR Garaigordobil, el de Otxandio, fue obispo de la Provincia de los Ríos, en Ecuador.

.- En total, ¿cuántos sacerdotes vascos estuvisteis en Ecuador?

De las tres provincias vascas… hubo un momento que en las tres provincias de Los Ríos, El Oro y Manaví llegamos a estar más de ochenta sacerdotes vascos.

.- ¿Los ochenta en la misma onda evangélica?

Había pluralismo, pero nos decíamos lo siguiente: “ante todo, tú y yo somos amigos, y estamos trabajando en lo mismo, tú con tu mentalidad y yo con la mía”. Así fue, de tal manera que anteponíamos todo a la amistad entre nosotros.

.- ¡Qué suerte, Antonio!

Había un gran respeto dentro de ciertas líneas dispares. Todavía recuerdo una discusión que tuvimos cuando nos juntábamos dos veces al año y discutíamos de lo habido y por haber. Un guipuzcoano llamado Mario, majo como él solo, se me quedó mirando y de repente me suelta: “Antonio, ¿de verdad tú crees en Dios?”.

.- Jajaja (reímos juntos).

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ANTONIO, 48 años después de la anécdota que cuenta, en el Pórtico de Santa María.

“Mario -le contesté- ¿acaso crees que si yo no creyera en Dios, estaría aquí?” Éramos de mentalidades dispares, pero nuestro objetivo común era ayudar al pobre. “A éste -decíamos-, hay que salvar a éste”.

.- En 1964, no se podría comparar las realidades de Laguardia y los pueblos de la provincia de Los Ríos, en Ecuador

Era un salto en el vacío.

.- ¿Cómo era Laguardia de 1964, la que tú dejaste atrás al viajar a Ecuador?

Era un pueblo obrero, pobre, manejado por una serie de grandes familias. La inmensa mayoría de los pueblos de Laguardia vivían trabajando de peones para esas familias. Yo marché de Laguardia cuando todavía en la plaza había lo que se llamaba el “mercado de trabajo”. O sea, los peones salían a la plaza…

.- Como en Andalucía los jornaleros.

Laguardia.

Exacto. El patrón, gran patrón o pequeño propietario que necesitaba mano de obra, llegaba temprano a la plaza por la mañana. Recuerdo que eran grupitos de hombres. Estaban en la plaza charlando entre ellos y fumándose un cigarrito, esperando que llegara el patrón. La pregunta era

“¿A cómo váis?”

Y ellos decían “a 20 pesetas”, “No, yo os pago a 19 pesetas”. Discutían hasta la conformidad. “De acuerdo, a 20. Os espero en casa”. En casita el patrón les servían una copita de orujo y unas galletas María y a trabajar a la viña.

.- Eran trabajadores eventuales.

Eso es. Había entonces una frase muy típica de Laguardia: “La nieve es negra”, lo que quería decir que cuando nieva no hay trabajo, ni dinero para comida. Esa era Laguardia de entonces.

Laguardia-Postal-Navidad

LAGUARDIA con la Sierra nevada… Una nieve que podía ser «negra» hace décadas.

En aquella época hubo un intento por parte de un cura de hacer una cooperativa agrícola-vinícola. Y la hizo. Pero el fracaso fue total. Para mí que luego he estado metido en el mundo de las cooperativas, el gran fallo de aquel cura fue ser “muy cura y poco gerente”.

.- Hay que saber combinar la vocación y la profesión.

Claro. Le llegaba un señor que había entregado en la cooperativa 2.000 kilos de uva, y ese señor tenía que comer de octubre a junio. La cooperativa le daba el dinero, calculaban mal y le daban más de lo que luego le tenían que dar.

.- ¿Qué fue de aquellos hacendados de Laguardia, los que acudían a la plaza a buscar peones agrícolas?

Esas grandes familias han desaparecido. Aquí surgió luego el nuevo empresario moderno, pero siguen los peones. Y te diré que Laguardia no es lo que aparenta. Económicamente el nivel ha subido una barbaridad, pero en nuestras casas hay gente que no lo ha pasado nada bien estos últimos años de la crisis.

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«LAGUARDIA se muere», asegura Antonio Mijangos. ¿Quién lo diría, verdad?

“LAGUARDIA SE MUERE… HACE 40 AÑOS SE COMPARTÍA LA VIDA. HOY NOS HEMOS CONVERTIDO EN UNA SOCIEDAD SIN CHISPA”.

Pero claro, la gente viene a Laguardia y dicen: “qué maravilla, qué bien se vive, qué nivel económico…”; pero yo les diría: “entra en el portal de esa casa y sube al  piso, entonces verás”.

Los que somos de aquí vivimos con una nostalgia de lo anterior, viendo que aquello ya no, pero que esto tampoco. En Laguardia tenemos la sensación de que Laguardia se muere. Y se muere.

Esta semana pasada he estado haciendo un pequeño trabajo, recorriendo las calles, contando la gente que vive en Laguardia. Estoy a punto de terminar el trabajo.

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EL sacerdote ha realizado un trabajo de campo para conocer «la herida» de Laguardia.

.- ¿Qué nos puedes avanzar?

Puedo avanzar que dentro del Casco Viejo no llegamos a residir 500 personas, incluidos los rumanos, musulmanes y latinoamericanos que están viviendo aquí en pisos alquilados. No llegamos a 500 dentro del casco urbano!

.- Tú habrás conocido una Laguardia con muchos más vecinos y vecinas.

Yo he conocido Laguardia con 3.500 habitantes. Los datos no engañan.

.- Luego volveremos sobre esa frase tuya “Laguardia se muere”, pero cuando te has referido a la “nostalgia de lo anterior”, ¿a qué te refieres?

A la vida comunitaria del pueblo de mi juventud, en los años 50. Laguardia vivía hacia fuera, volcados en la calle. Nos conocíamos todos con nombres y apellidos.

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EN la panorámica de Laguardia, podemos intentar ver el ayer y el hoy. Incluso el mañana.

Cuando yo era niño y mi padre me enviaba a un recado, “vete donde fulano de tal”, tenía además que decirme dónde vivía y si tenía un burro o tenía un caballo… Es que estábamos en la calle y nos relacionábamos todos. Ahora la gente joven de Laguardia no conoce a los mayores.

.- Y eso que sois muchos menos vecinos

No preguntes por nombres. Nadie sabe. Cada cual vive en su pequeño castillito, apartado de los demás. Aquel espíritu comunitario y organizativo… ¡Un pueblo tan pequeño y resulta que ha tenido una sociedad cultural, una banda de música, un coro, que organizaba teatro, que organizaba fiestas, danzas!

Ahora estamos viviendo del pasado. Los grupos que funcionan es porque se agarran a lo antiguo, a lo que hemos tenido. Nos hemos convertido en una sociedad sin chispa.

.- ¿Se habla de este tema en las tertulias de Laguardia?

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ANTONIO Mijangos ante las puertas de la iglesia Santa María de Laguardia.

De esto no se habla. Hace cuarenta años a los jóvenes los veíamos todos los domingos alrededor del pueblo, recorriendo los bares, compartiendo la vida. Ahora, nos preguntamos dónde están en las fiestas del pueblo los jóvenes de Laguardia. Están en Nájera, en Logroño, en Vitoria. Cogen sus coches y desaparecen de aquí.

.- Si vamos por décadas, tú en los años cuarenta eras un niño. ¿Cómo transcurría tu vida entonces?

Iba a la escuela Víctor Tapia, salía a las cuatro y media de la tarde. Éramos entonces 400 alumnos, todos de Laguardia. Si me preguntas por la formación que allí recibimos a finales de los 40, te contaré que cuando llegué al Seminario tuve buenas notas en matemáticas, geografía y lengua castellana. Tal es así que los dos primeros años en el Seminario apenas tuve que estudiar.

.- ¿Quién fue aquel buen maestro que os enseñó tanto?

Don Celso Gurrea, un maestro originario de Logroño, un gran amante de Laguardia que se quedó a vivir entre nosotros.

.- Trata de volver a tu infancia, recorre en una carrera imaginaria para nosotros aquellas calles y callejas.

Toni-CAlleja

CALLEJAS de Laguardia, próximas a la muralla, por las que tanto corrió en su infancia.

En estos mismos días de otoño, ya por la tarde, había muy poca luz, pues solo teníamos cuatro bombillicas en las calles. Los viejos te chillaban porque al correr les estorbabas y te tropezabas con ellos. Entrábamos en todas las casas, en todas, que las puertas estaban abiertas. Conocíamos las casas de todos los amigos.

Ja, todo el pueblo era nuestro. Y así hasta las nueve de la noche, que era la hora de acudir a casa. Una vez en casa, nos sentábamos en la cocina y hacíamos los deberes. Era el único sitio caliente de la casa, porque se hacía fuego. Luego te ibas a la cama, donde hacía un frío que pelaba.

.- ¿Fue aquella una de las épocas más felices de tu vida?

No, pero la recuerdo con mucho cariño. Una época en la que no había entre nosotros distinción de situaciones económicas. Tuve la suerte de que mis padres eran pequeños agricultores. Económicamente estábamos bien. Teníamos viñedo. Mi padre elaboraba el vino y lo vendía a granel.

Toni-Navidad

JUNTO a una panadería de Laguardia que nos desea «Feliz Navidad y Amor».

.- ¿A quién se lo vendía?

Venían bodegueros de San Sebastián o de Bilbao y le compraban la cosecha entera. Era de auténtico tebeo cómo hacían los contratos. Después de probar el vino le decían

“Aniceto, ¿a cuánto la cántara?”.

“A 54 pesetas”.

“Mía es”.

Esas eran palabras sagradas. Mi padre cuidaba el vino sabiendo que era de aquel señor, y ya podía venir quien fuera a ofrecerle más dinero. Y el señor de Bilbao, igual, ya podía bajar el precio del vino, que mantendría el precio dado a mi padre. Era palabra de vascos, se daban la mano y ya estaba hecho el contrato.

.- ¿Había entonces un sentimiento de ser vascos aquí en Laguardia?

No, de vascos no. Había sentimiento de alavés. Es decir, el sentimiento de defender lo nuestro. Pero había una muy buena relación con los vascos. ¿Por qué? Unos venían a comprarnos el vino, y otros venían a pasar aquí el verano. Eran “los veraneantes” que venían aquí porque los hijos tenían problemas de bronquios o pulmones.

A nuestra zona la llamaban “el pulmón del País Vasco”. Eran tan habituales, que eran unos más. Se integraban en la vida del pueblo, y sus hijos jugaban con nosotros.

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BELLEZA en Laguardia, tanto dentro como fuera de sus murallas. En su gente!

.- ¿Cuándo ha arraigado en Laguardia el sentimiento de pertenencia al País Vasco?

Poco antes de llegar la Autonomía. En los últimos años de Franco se empieza a notar un movimiento de nacionalismo vasco.

La guerra del 36 provocó odios. A los vencedores les repateaba el euskera y los vascos. Pero eso fue desapareciendo. Luego llegó el movimiento de crear una ikastola… Es cuando yo vuelvo de Ecuador en 1978.

.- ¿Con qué Laguardia te encuentras a tu vuelta, catorce años después de tu marcha?

 

CONTINUARÁ…

18 respuestas a ““Dios no está de acuerdo con el Hambre del Mundo””

  1. Fernando m. Bujanda dice:

    Tuve la suerte de participar en la Mesa de Inmigración de Rioja Alavesa, donde también solía acudir Antonio.
    Sus conocimientos de la realidad de la población inmigrante en la zona, hacía que su criterio fuera totalmente fiable.

    Ajustado en sus comentarios, y con un talante especial, creo que nunca le ha gustado destacar. Para mí, en estos aspectos, siempre ha sido un referente.

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Muchas gracias, Fernando m. Bujanda. Se puede estar o no de acuerdo con lo que dice Antonio Mijangos (Especialmente con ese «Laguardia se muere», que levantará ampollas en algunos), pero después de haber entrevistado en este país a mucha gente -la mayoría conocida en diferentes ámbitos de la Cultura, la Universidad, la Política y la Comunicación-, te diré que sus reflexiones parten de datos, de reflexiones, de su gran capacidad para pensar. No creo que haya nadie que ponga en duda su sabiduría. Y su cercanía. Ninguna de sus frases debiera desecharse, mejor pensar que son un toque de campana, de atención, una manera de levantar una alerta ante lo que puede venirnos encima. De ponernos entre todas y todos a repensar el futuro en el que él ya piensa y trabaja con determinación. Y con datos.

      Un privilegio pasar con él tres horas largas de un lunes en Laguardia. Cada minuto mereció la pena… la alegría, quiero decir. Saludos cordiales.

  2. Fernando m. Bujanda dice:

    Totalmente de acuerdo con tus acertados comentarios.

  3. Miguel Larreina dice:

    ¡Qué gran persona Antonio! Su conocimiento de la realidad de Laguardia y Rioja Alavesa, su análisis objetivo, hacen que sus palabras tengan un gran valor y se conviertan en un aldabonazo en nuestras conciencias. Ojalá tomen buena nota los vitorianos responsables de diseñar el futuro de Laguardia y Rioja Alavesa.

    Gracias Antonio!

  4. Txiki dice:

    No sé, sabes, creo que si hubiese encontrado un cura como éste hace años, tan aitite, tan majo, como eso que le dicen al Dalai Lama de «pozo de sabiduría», a lo mejor seguía creyendo en Dios. Eso que les dijo en Ecuador a la gente, qué pasada, no?… Es como si lo estuviera diciendo hoy en día aquí y allá en tantos lugares terráqueos. Me apetece un montón seguir leyendo. ¿Qué más dice? Qué tío más guay

  5. Amigo Julio, muchas gracias por esta fantástica entrevista que dice mucho y bien de los dos. De ti, porque dejas hablar a Antonio con libertad, aunque pueda que no guste a todos. Y que, sobre todo, dice mucho de Antonio, de D. Antonio, como le llaman con cariño y admiración muchos paisanos suyos en Laguardia. A él le aplicó otro amigo, que conoce muy bien esos mundos, una expresión muy querida por el papa Francisco: Antonio «olía a oveja», es decir, vive en medio de la gente, comparte con ellos alegrías y sinsabores como propios y que ejerce ese difícil arte de la «empatía critica» que probablemente lo da el vivir intensamente y sin renunciar a mejorar. Al releer la entrevista, me he fijado en lo que dice sobre «Laguardia se muere». Me ha evocado un librito que leí el año pasado de Paco Cerdà, «Los últimos. Voces de la Laponia española». Ya va por la segunda edición. El periodista se recorre un montón de pueblos de Guadalajara, Teruel, La Rioja, Burgos, Valencia, Cuenca, Zaragoza, Soria, Segovia y Castelló. Un territorio frío y montañoso con 1.355 pueblos y con una media de menos de ocho habitantes por kilómetro cuadrado. A partir de la página 35 empieza a exponer, en diálogo con la investigadora María Pilar Buriilo, algo de lo que se podría hacer ante esta situación que no es exclusiva de Laguardia o que, en todo caso, está más agudizada en otros lugares de la «piel de toro». Lo indico, simplemente, por si puede ayudar. Sin mas. ¡Felicidades a los dos! Espero con impaciencia y alegría la segunda entrega

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Muchas gracias, Jesus Martinez Gordo, por tus sugerentes palabras. Por las que dedicas a D. Antonio. Y por tu reflexión final. Como poco, debemos contemplar la posibilidad de que el gran barco se esté hundiendo, agonice… Si fuera así, como dice Mijangos, no puede ser que la Banda de Música siga tocando su melodía cual si no pasara nada. Saludos cordiales.

  6. Maria Jesus dice:

    Esa es una realidad que hablo con Antonio habitualmente. Los valores han cambiado mucho a peor. Es una pena, nos morimos de éxito y esto no es bueno. Gracias Antonio por todo lo que nos aportas.

  7. Jon Mancisidor dice:

    En pocas palabras, pero suficientes: Me ha encantado la entrevista a Antonio Mijangos. Estoy esperando la segunda parte, que se hace desear

  8. Rita dice:

    Don Antonio, una gran enciclopedia.
    Gran párroco y por supuesto gran persona
    Cuando habla, te hace pensar, y mucho.

  9. Jose Luis Gamarra dice:

    Un gran hombre y buen amigo, en unas de sus vacaciones, venidos de Ecuador junto con Andres Bezares, vinieron a Barakaldo donde resido y nos casaron, mas tarde en otro viaje de Ecuador volvieron a Barakaldo y Bautizaron a mi hija mayor.

    Una gran entrevista. Un Abrazo muy fuerte Antonio

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