Mar 16, 2021

Queridos Aniceto Mijangos y Rosario Martínez

Hablar de los muertos con el sacerdote Antonio Mijangos Martínez es, por extraño que parezca, dar aún más valor a la vida.

Antonio Mijangos Martínez

ANTONIO contempla la fotografía que se hicieron su padre Aniceto y su madre Rosario.

Esta entrevista es un yacimiento. No tendréis que excavar en ella para desentrañar los tesoros que porta en su interior, sino en vosotros mismos. Las palabras del sacerdote de Laguardia, que va camino de sus 84 años, expresan sentimientos que viajan en lo más hondo. En el centro de la tierra que nos habita.

Hay frases que van al interior y tocan una tecla, desencadenando una conversación sincera, una partitura para la memoria. Con esa música homenajeamos además a quienes habitaron un día estas tierras, plantaron viñas y sembraron mil afectos, dejando en sus moradores actuales una huella indeleble.

Julio Flor Gamo / Laguardia.

Antonio Mijangos Martínez

EL fallecimiento de mi madre, el pasado 13 de febrero, está en el origen de esta conversación.

Antonio Mijangos Martínez fue una de las personas que me llamó por teléfono para darme el pésame por la muerte de mi querida madre. Lo que me dijo y cómo me lo transmitió fue un consuelo en aquellos primeros días en los que vagaba perdido.

El día de su llamada amanecí recordando lo que Daniela Gamo me había dicho unos días antes de morir, que me querría más allá de la vida y la muerte.

Sé que las palabras abren puertas en nuestro interior, a veces sin darnos cuenta. Cuando otros hablan con cariño de sus muertos, están hablando de los nuestros. Y así pasa con casi todo…

Las palabras son el viento que nos mueve

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LA conversación tuvo lugar en la tierra de la vid y el vino. (Foto Josemi Rodriguez Martínez).

Esta conversación con Antonio Mijangos, que refiere nombres propios, entre otros los de su padre Aniceto y su madre Rosario, bien pudiera ser un homenaje a los que un día vivieron en la Comarca. Es decir, puede llevar a lector@s a pensar en sus propios queridos muertos, los de cada cual.

.- “Los muertos ayudan a vivir” me dijiste al darme tus condolencias por la reciente muerte de mi madre. Es una frase que tú llevas dentro.

Tengo muy presente las actitudes de mis muertos, su estilo de vida, su comportamiento, la manera de trabajar, la manera de relacionarse con los demás. Es alimento para mi espíritu.

.- Hablas de tu padre y tu madre, sin duda.

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ROSARIO Martínez y ANICETO Mijangos, los padres de Antonio.

Mi padre Aniceto me dio tres consejos fundamentales. Pero más que dármelos los encarnó con su vida. En mi padre vi honradez, pero honradez a carta cabal. El segundo consejo fue la actitud de ayuda a los amigos

Fíjate, muchos años después de su muerte un señor mayor me dijo en la calle “siempre recordaré a tu padre, no solo por su amistad, sino por el hambre que les quitó a mis hijos”.

.- ¡Hermoso homenaje!

El señor mayor me contó que después de la Guerra su familia lo estaba pasando mal y que mi padre lo sabía. Mi padre era agricultor, tenía tierras, tenía patatas, alubias… y se las daba a su amigo.

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AÑOS DUROS. Peones agrícolas cargan la oruja en Laguardia. (Foto Lorenzo Ugarte).

.- Solidaridad en tiempos de postguerra. ¿Y el tercer consejo?

“Lo que pienses que tienes que hacer, hazlo”. O sea, no esperes, no le des muchas vueltas, no pierdas el tiempo pensando lo que tienes que hacer. Hazlo. Mi padre no hablaba mucho, vivía su estilo.

.- A ti se te ha muerto hace poco tu amigo el sacerdote Alfredo Zabala…

En su funeral, al final de la homilía, les dije: “En la vida todos vamos dejando huellas. Querámoslo o no, dejamos huella. Al principio se sabrá quién dejó aquellas huellas, luego serán anónimas, pero ahí están. Cuando veáis huellas de bondad, de entrega, de preocupación por los pobres, esas son de Alfredo”.

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ALFREDO Zabala, recientemente fallecido por COVID en un hospital de Gasteiz.

.- Veo que tu padre era, en esa medida, como Alfredo.

Mi padre era de los que no hablaban mucho, pero si prestabas atención, rápidamente veías cómo era. Ellos supieron transmitirnos sus valores con su vida. Yo soy distinto a mi padre, o a mi madre, pero ellos me transmitieron algo que llevamos dentro, a veces sin enterarnos de que lo llevamos.

.- ¿Lo que dices para tu padre, vale para tu madre?

Mi madre me habló más, pero el que me educó sin palabras fue mi padre. Con sus hechos. Mi madre era una mujer recta, de una sola palabra. Profundamente creyente, pero rompía los moldes de la época, no rezaba mucho, pero era de un sentido cristiano. La única vez que intentó influir en mi vida fue por miedo, cuando le dije que me marchaba a América.

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PRIMERA misa de Antonio en Laguardia (1961), junto a sus padres.

.- A las Misiones de Ecuador.

Sintió miedo por mí. Y se opuso. No porque no quisiera que yo fuera misionero, no, no. Ella había tenido un hermano en Argentina del que nunca supieron más de él… hasta que yo me iba a ordenar como sacerdote. Entonces llegó a casa una carta de América. ¿Pero quién nos puede escribir? Era su hermano. La carta decía que se había enterado que yo iba a ser cura, “y quiero estar en Laguardia”. Y se vino.

.- ¿Cómo fue su oposición a tu marcha a Los Ríos (Ecuador)?

Primero diciéndome que no fuera. Y luego escribiendo con mucho cariño y muchas faltas de ortografía (había estado en la escuela solo hasta los 9 años) una carta al Obispo.

Puerta-San-Antonio

JUNTO a su vivienda, cercana a la puerta de San Antonio por la que se accede a la Villa. 

.- ¡Qué me cuentas!

Diciéndole que me prohibiera ir. Aquel obispo, Peralta Ballabriga, un día que vino aquí a Laguardia me dijo “quiero hablar con tus padres, y sobre todo con tu madre”. Yo le llevé a casa. “Señora, usted me escribió una carta”. Yo dije “¡Cómo!”. “En la carta me pide que te prohíba ir a Ecuador”. Me quedé pegado.

.- ¿Qué le contestó el Obispo?

“Señora, estoy totalmente de acuerdo con usted, pero no le puedo prohibir, es mayor de edad. Yo le puedo aconsejar, y le voy a exigir que me escriba una carta diciendo que va voluntariamente sin presión de nadie y sin mandarle yo. Pero va a ir”.

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EL hijo de Rosario y Aniceto es uno de los habitantes de Laguardia, murallas adentro.

.- ¿Cambió tu madre de actitud?

No. Mi madre se resistió hasta el final. Con el tiempo estuvo muy contenta, muy feliz, cuando vio que sus miedos no tenían razón de ser.

.- Esa foto en la que están juntos tu padre y tu madre se la sacaron para que tú te la llevaras a Ecuador.

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LA FOTOGRAFÍA en un portarretrato que cuelga en una de las paredes de su vivienda.

Sí. Fue una iniciativa suya. Mi padre se sentía orgulloso de que yo me ofreciera voluntario para ir a América. Y cuando venían los compañeros misioneros por aquí a verle, para él era una gozada.

.- ¿Crees que aquella Misión de Los Ríos te ayuda a vivir, con todos aquellos recuerdos de catorce años de tu vida pasada?

Tengo claro que mis tres centros de educación han sido mi familia, el Seminario y Ecuador. Mis valores más profundos vienen de mi padre y mi madre. El Seminario me dio cultura, conocimientos, saber estar y comportamiento. Ecuador me marcó.

.- ¿De qué manera te marcó?

Padre-c-Misionero

SU padre con el sacerdote Raimundo Velasco en una visita que le hizo al volver de Ecuador.

De tal manera me marcó que cambié en muchas cosas a nivel religioso y moral. Ecuador me hizo cambiar. Llegué con unas ideas a Ecuador y volví a mi tierra con otras. Volví con otra idea del papel del cura. Suelo decir que si no hubiera ido a Ecuador seguiría siendo un cura conservador. En Ecuador recibimos mucho más de lo que dimos.

.- ¿Quiénes de los que ya murieron te ayudan a vivir?

Aniceto, después La Rosario, mi madre. Y luego compañeros sacerdotes, por ejemplo Bittor Garaigordobil. Otro que me influyó mucho por su sencillez y su inteligencia, Joseba Legarza, de Ondarrola, que yo le solía decir “lo que vales y lo que sabes, y cómo lo ocultas”. Otro fue el amigo que supo estar a mi lado en los momentos más difíciles, Andrés Bezares. Y el último ha sido Alfredo.

Bittor-Garigor

BITTOR Garaigordobil fue obispo de la Provincia de los Ríos, en Ecuador.

.- Todo esto que estamos hablamos ¿es únicamente patrimonio de la religión?

No. Es patrimonio de los que sientan en su interior la interdependencia con los demás. Aquí todos damos y recibimos. Lo bueno y lo malo. Eso brota de la humanidad. Yo estoy convencido de que dentro tenemos mucha más bondad que maldad, pero hay momentos en los que nos sale la maldad. Esa es la lucha de la conciencia humana.

.- Habrás contemplado muchas veces esta foto de tus padres cuando estaban vivos.

Era la única foto que tenía en mi despachito de Ecuador.

.-¿Cuánto tiempo hace que Aniceto y Rosario murieron?

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ANICETO en una de sus viñas, en Laguardia. El de la dcha. es su hijo Antonio con sotana.

Más de 20 años han pasado. Primero murió mi padre, con 74 años. Su muerte la recordaré siempre. Mi madre y mis hermanas se habían ido a acostar. Aniceto y yo nos quedamos charlando y fumando los dos un cigarrillo sentados en torno a una mesa, hasta que le dije “Padre, es hora acostarse”. Le acompañé hasta la cama. Yo me quedé un rato más leyendo, dejando la puerta abierta de su habitación. En un momento determinado le escuché a mi padre cantando.

.- Se murió cantando, eh!

Era una canción religiosa. “Este hombre está feliz cantando” pensé. De repente se calló. Me levanté corriendo y ya había muerto acostado en su cama.

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LA conversación nos hizo sonreír, incluso reír, a la vez que nos llenó de serenidad.

.- Años después murió tu madre.

Mi madre murió con 86 años. Recuerdo de siempre su sonrisa triste. Pero con la enfermedad de Alzheimer que contrajo tuvo en sus últimos años una sonrisa impresionante.

.- ¿Se ha desvanecido su recuerdo y su «compañía» con el paso de los años ?

Cada vez soy más consciente de que lo bueno que tengo es heredado. Al final lo que sale en mí es mi padre y mi madre. En mí sale Mijangos y Martínez. Se lo dije al obispo Garaigordobil, que me contestó que de “eso estaba convencido él hacía tiempo” y dijo más: “la educación del Seminario es puro barniz, lo que está en el fondo es tu padre y tu madre”.

.- Estamos hablando de dos personas que no tuvieron una gran formación académica.

Nada. Hablamos de un agricultor y de una mujer que dejó la escuela a los 9 años, y a los 12 estaba de criadita en Bilbao.

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ATARDECER desde una de las balconadas de Laguardia. (Foto Josemi Rodriguez).

Si cultura es la capacidad de saber estar donde tienes que estar, sin humillaciones y sin chulerías, con dignidad, mi padre y mi madre eran muy cultos, aunque apenas conocieran las cuatro reglas. Tenían honradez, dignidad y sabían transmitirlo.

.- ¿Con qué fuerza están en tu cabeza?

Hasta llegar a hablar con ellos. Hablo con mi padre. Cantidad de veces me digo a mí mismo “Aniceto, ¿qué tal tu hijo?”, en plan de broma. Muchísimas veces, me lo pregunto. Tengo a mi padre muy presente por el gran sentido común que tenía.

.- Es como si le pidieras consejo.

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«ANICETO, ¿qué tal tu hijo?», es la pregunta interior que le hace Antonio a su padre. 

Exactamente. Él es mi consejero número uno. Pienso en sus valores, y casi acierto a saber qué me diría. Algunas veces me pregunto cómo actuaría mi padre en esto o en aquello. “Aniceto, ¿tú qué harías aquí, eh?”. Y encuentro la respuesta, gracias al sentido común que tenía mi padre.

.- Eso es un prodigio, Antonio.

Sí lo es.

.- Es un afán de escucha permanente, y una sensibilidad.

A veces es una conciencia. Es muy curioso lo que te voy a contar: mi padre sabía hacerse engañar. A ver si me explico. Cuando le pedían ayuda, él ayudaba sin creer en el que le pedía ayuda. Se hacía el engañado.

.- Esta conversación nuestra, que refiere nombres propios, bien pudiera ser un homenaje en general a todos los que un día vivieron en la Comarca.

Así lo creo.

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JOSÉ Luis Berzal en 2020 con el vino dedicado al aita (fallecido hace 27 años) entre sus brazos.

.- Jose Luis Berzal presentó un vino en homenaje a su fallecido padre… Como tú dices, los muertos ayudan.

Ya no hay gente viva que conociera bien a mi padre, pero si los que le conocieron me oyen hablar, o me leen, dirán que estoy haciendo un Aniceto idealizado, lo que es inevitable. El amor tiene estas cosas.

.- Has pensando alguna vez en volver a verles en “la otra vida” en la que tú crees.

Creo en la resurrección. Lo fundamental es que en el Cielo voy a sentir el amor de Dios. Hasta ahora me lo imagino, pero allá lo voy a sentir plenamente. Ese amor de Dios me va a dar una percepción humana. La muerte es la muerte del cuerpo, pero es la vida del espíritu.

.- Qué mal se lleva en nuestra cultura la mera idea de la muerte.

Basándose en la leyenda de Adán y Eva, un escritor decía “¿Os imagináis la sorpresa y el miedo de Adán cuando vio el primer atardecer, cuando vio que la luz se apagaba y venía la oscuridad? ¿Os imagináis la alegría de ese mismo hombre cuando vio el amanecer?”.

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AMANECE en Rioja Alavesa, desde una laguna de Laguardia. (Foto Josemi Rodriguez).

.- ¿Así entiendes la muerte, Antonio?

Sí. La muerte es la noche oscura. El amanecer es la resurrección. Pero sin tiempo, porque para Dios no hay tiempo. Como tampoco lo hay para el amor. La capacidad de amar es atemporal.

.- He escuchado muchas veces decir a otros que cuando se mueran vendrá a buscarle su madre, o su padre, o su amada o amado… y aquí hablan de sus muertos queridos. Se lo he escuchado decir tanto a creyentes como a ateos.

Si la otra vida va a ser compartir el amor, un amor distinto, un amor sin fisuras, sin dudas, un amor pleno, lo lógico es que yo quiera estar con los que he querido y me han querido. Es lógico que juguemos con esa idea.

.- Nos leerán, y algunos dirán, “está muy bien, pero yo no puedo creer en eso”.

Antonio-Dintel

 

Fíjate lo que te voy a decir. Si al morirme resulta que no hay amanecer, sino que ahí se ha quedado todo, a mí no me importa, porque la idea de la otra vida, la idea de la resurrección, de vivir en la luz, a mí me ha ayudado a vivir aquí.

.- Es un pensamiento que amplía el horizonte, Antonio.

Alguno, quizá porque no entienda bien lo que digo, me tratará de imbécil por haber vivido en la mentira. Me importa un bledo. Si fuera mentira, esa mentira a mí me ha ayudado a vivir. Esa mentira a mí me ha ayudado a ayudar a los demás. Esa mentira a mí me ha ayudado a no hacer daño a nadie. Entonces… Feliz mentira.

.- Pero tú no crees que es mentira.

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Gracias a mi fe, yo creo que es verdad. Pero si me dijeran todo eso, a mí me daría igual. Yo me pongo en esa tesitura y les diría lo que te acabo de decir. A mí la fe me sirve para vivir el cada día. No es algo teórico que guardo en el baúl de los recuerdos, no, no. Es vital. Me sirve para vivir cada hora de mi vida. Y a reconocer lo que debería ser y no soy. Es la de fe la que me mueve.

.- Me dijiste que no enterrara simbólicamente hablando a mi madre. “Mantenla contigo”.

Tu madre no puede ser de repente un ser anónimo que ha de olvidarse. No la perdamos. Hagámoslos vivir entre nosotros. No en un sentido macabro, no, ni en un sentido de triste melancolía. No. Hacerles vivir con ánimo en nosotros. Es más que un consuelo… No sé, son cosas que yo siento, quizá incluso tonterías mías.

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CONVERSANDO con una joven en la plaza de Laguardia.

.- Dónde quieres que algún día «descansen» tus cenizas, Antonio.

En una viña. Ya se lo dije a mi sobrino. “Esa viña de Valleandrés no la vendas”. “¿Por?”. “Porque quiero que aquí me entierres, en la viña de tu abuelo”. Lo otro eran viñas. Ésta era la Viña. Cuando digo enterrar, digo echar una parte de mis cenizas. Para mí el cementerio es tan anónimo como el Collado de Laguardia. No me dice nada. En esto que digo se da un sentido de pertenencia a la tierra.

.- Eso hicimos con las cenizas de mi padre, las llevé a su huerta, la Maricabrera, en la Castilla que duerme entre el Tormes y la Sierra de Gredos.

Es muy parecido a lo que yo quiero.

.- El otro día en el funeral de Alfredo Zabala dijiste que todos dejamos huella. ¿Qué huella crees que has ido dejando tú?

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EN su vivienda, junto a la camiseta que le ha dedicado el jugador del Athletic.

El amor a mi pueblo. Esta es mi huella. Y cuando digo pueblo, estoy hablando de toda la Rioja Alavesa. Siempre he querido hacer, donde estuviera, lo que tenía que hacer. Mi huella ha sido el amor al pueblo donde he estado destinado, fuera en Ecuador, en Obécuri o en Agurain.

.- Tu último querido muerto, el último que se ha ido, tu amigo Alfredo, ¿cómo te va a ayudar a vivir?

En su estilo de ser. Alfredo era la bondad personificada. Era un amigo fiel, sin pelos en la lengua, capaz de dar la cara por su amigo donde hiciera falta. Aunque luego llorara, pero en un momento dado tenía esa fuerza y ese coraje. Y luego su coherencia. Alfredo no se casaba con nadie, se sacrificaba por todos, pero no se casaba con nadie. Tenía una libertad interior impresionante.

Alfredo-2

ALFREDO se fotografía con niñ@s en el día de su Primera comunión.

Cuando fue vicario, representante de los sacerdotes en el mundo rural, le cantaba las cuarenta al cura que estaba haciendo el bobo en un pueblo, pero luego le cantaba, si hacía falta, las cuarenta al Obispo.

.- Su muerte, tan de repente, te parecerá mentira.

Sí. Todo ha ido a una velocidad enorme. Físicamente estaba ya muy agotado. El coronavirus le ha atacado fuerte, pero es que lo ha encontrado muy débil.

.- Los muertos queridos nos ayudan a vivir, incluso nos pueden pellizcar y empujar, pero lo que nos ayuda a vivir de verdad es la vida, los vivos que siguen aquí. Y esas viñas, este paraíso que tenéis aquí entrando por todos los sentidos.

Antonio-Chari

CON CHARI García Ugarte, en la puerta antigua de su hotel-restaurante «Los Parajes».

Exacto. Y estamos en la pelea de la vida, el precio de la uva, la pandemia, el cierre de la hostelería, la reapertura… Esto ayuda a vivir. Ahora, el recuerdo te impulsa a hincar el pico, a no quedarte de mero espectador, a bajar a la arena.

.- La muerte de los nuestros puede hacernos por contradictorio que parezca amar más intensamente la vida

Aprovéchala, estruja la vida. Goza de la vida.

.- Y transforma esas uvas en vino.

Exactamente. Planta, mima y trabaja esperando el fruto, elabora el vino…

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EL Sol ilumina la Comarca, tocando con sus rayos la iglesia de Elvillar. (Josemi Rodriguez).

.- Y brinda por la vida

Nos hablaban en el Seminario “de un santo triste, un triste santo”. Yo digo “cristiano triste, cristiano nostálgico, cristiano amargado, un triste cristiano”. Jesucristo quiere que vivamos el día a día (da golpecitos sobre la mesa de madera). Y que sus criterios los tenemos que transmitir a los demás con alegría.

.- La alegría es un brindis en si misma.

A mí lo que me interesa es que la gente sea buena. Me importa un bledo que la gente vaya o no vaya a misa. ¿La religión puede servir para ayudar a ser buena gente? Sí. Y si no fuera así, es que su religión es falsa. La religión verdadera te tiene que servir para vivir.

36 respuestas a “Queridos Aniceto Mijangos y Rosario Martínez”

  1. F. Bujanda Ciordia dice:

    Preciosa entrevista. Parece mentira, hablar de la muerte y su lectura ser un puro relajo.

    No conocí a sus padres, pero observando lo que Antonio dice de ellos, y conociéndole a él, no me cabe duda de que los valores que le distinguen, de honradez, solidaridad, y persona de una sola palabra, son heredados de padre y madre.

    Sobre Alfredo, qué voy a decir yo, una persona amiga y muy cercana. Coincido plenamente con las valoraciones que hace Antonio de bondadoso, sensible, amigo fiel, con paz interior….

    Para finalizar, me gustaría, como creyente, resaltar una de las muchas buenas frases que nos lanza Antonio en la entrevista, me refiero a la siguiente: «La idea de la resurrección me ha ayudado a vivir aquí».

    Una vez más, estoy de acuerdo al 100%.

  2. Begoña Tudela dice:

    Soy lectora de libros, novelas, ensayos, poemas… Al leeros, Antonio y Julio, he tenido la sensación de haber leído un libro completo. Un gran libro.

  3. Faustino Aguirrezabal dice:

    Gracias por ayudarnos a vivir con esos principios tan importantes y al mismo tiempo tan sencillos, Antonio, pero que cuesta mucho ponerlos en práctica. Un abrazo y que sigas muchos años a nuestro lado.

  4. Jesús Mari Eizmendi dice:

    Excelente escrito tejido entre Antonio y Julio.
    Los valores transcienden a la vida y la muerte.
    La vida es comprometerse en la mejora de la sociedad, lo explica muy bien Antonio

  5. Arene Amezaga dice:

    Vuestra conversación, que ya he leído dos veces, me ha resultado hermosa, tierna y sanadora!

  6. Antton Guridi dice:

    Fantástica entrevista. Nuestros aitas nos marcan. Ahora nos toca a nosotros cuidar y amar a nuestros hij@s, y transmitir sus valores. La vida es una aventura apasionante y bella

  7. Lea Madariaga dice:

    Rosario, Aniceto, Antonio… qué maravilla de personas, qué dulzura.
    Mijangos es un sabio humanista, una de las luces que nos iluminan y acompañan en este a agridulce camino que es la Vida…

  8. Jose Miguel Rodriguez dice:

    Sin palabras… Qué grande mi primo.

  9. Yolanda Martínez de dice:

    En la gente sencilla, en las cosas sencillas, encuentras mejor el sentido de tu propia existencia. Me encanta cómo siente y vive la religión, simplemente cercanía, y coherencia entre lo que dices y haces, y si es posible sin que apenas se note. La muerte siempre nos marca, pero muchas veces nos mejora y nos hace más sabios.

  10. Manolo dice:

    Dos personas humildes, sabios y luchadores en beneficio de la comunidad y en «PRO» de RIOJA ALAVESA.
    Manolo González

  11. Ricardo Andollo dice:

    Los dos ganaron el cielo, con los más pobres…

  12. Ines ibañez dice:

    Muy interesante reportaje

    De tal polo tal ASTILLA. Antonio eres todo bondad, me agrada mucho que recuerdes a Alfredo, gran sacerdote y persona

  13. Jesus Martinez Gordo dice:

    Leyendo este diálogo (que no entrevista) entre estos dos buenos amigos, he recordado una de las cartas del teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, pocos meses antes de ser ahorcado en el campo de concentración de Flossenbürg (1945) por su participación en uno de los varios atentado contra Hitler.

    En esta carta, escrita a dos de sus sobrinos, les decía que el silencio provocado por la ausencia de un ser amado no lo llenaba nada, ni nadie. Y que Dios tampoco estaba interesado en ello ya que es el nexo que nos permitía seguir conectados y relacionados con la persona querida. Semejante silencio, fundado en el amor vivido y, a partir de ese momentoto, así compartido, era particularmente doloroso, sobre todo, al principio de la separación. Pero también era cierto que acababa siendo visitado, más tarde o más temprano, por el recuerdo agradecido. Y cuando esto acontecía, se abrían las puertas para ser experimentado como anticipación de una vida en plenitud y, por ello, como fuente de viva esperanza.

    Os confieso que éste es un silencio que me ha tocado comprobar muchas veces, como a vosotros. Y que lo sigo comprobando con frecuencia. Gracias por volver a recordarme que al ser un silencio fundado en el amor compartido, Dios no lo puede llenar porque ya está pleno de Él, sin dejar de ser doloroso. Por eso, si está fundamentado en el amor compartido, no merece la pena atarearse en llenarlo de ruido. Y si no lo está, cuanto antes se olvide, mejor que mejor.

    Gracias Antonio y Julio

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Ese silencio, y otros muchos, lo lleno de un profundo amor y agradecimiento. Y con las sabias palabras de Antonio. Y estas tuyas. Gracias, Jesus.

  14. Alberto Lanza Perez dice:

    No pondría ni una coma más, por si rompo la magia.
    Hay mucho, todo, en lo que fijarse y degustarlo.
    Me ha impresionado, y me ha dado un largo tiempo de reflexión, el concepto de aceptar lo que te hace feliz, aunque al final no sea del todo cierto lo que pensabas.
    Mucha sabiduría…
    Un abrazo por este regalo

  15. María Jesús Olarte dice:

    Antonio en «estado puro». Eres una joya de persona, de amigo, de ciudadano. Eres transparente y un excelente testigo de Jesús. Gracias, mil gracias!

  16. Lola Fernandez dice:

    Una entrevista entrañable pese a hablar de un tema tabú como es la muerte. Sin duda somos lo que somos por nuestras vivencias y por la huella que dejan en nosotros nuestros padres. A ti Julio y a este señor les honra recordarlos con tanto cariño. Felicidades por la entrevista que deja ver la parte humana tanto tuya como la de tu querido amigo, se abre por entero dejando ver qué más allá de lo divino todos somos humanos

  17. Pedro Antonio de Marcos dice:

    Quiero decirte Antonio que tú dejas huella estando vivo.
    Tengo la suerte de vivir contigo en el pueblo y de ser tu amigo.
    Gracias, a ti y a tus padres.

  18. Javier Madrazo dice:

    Me ha encantado el diálogo entre Antonio y Julio.

    Me ha ayudado a profundizar en el sentido de la muerte y de la resurrección. He “atrapado” muchas de las ideas y expresiones. “Los muertos nos ayudan a vivir”, “En la vida todos dejamos huella», “Te quiero más allá de la vida y de la muerte”, “Lo bueno que tenemos lo hemos heredado de nuestros seres queridos”, “Si al morirme no hay resurrección no me importa, esa idea me ha ayudado a ser mejor y a vivir feliz», “Cuando me muera vendrá a buscarme mi padre y mi madre, mi amado y mi amada”.

    Gracias por la entrevista. Yo también creo que después de la noche oscura de la muerte vendrá el amanecer de la Resurrección. El amor acaba venciendo a la muerte.

    Un fuerte abrazo a Antonio y a Julio.

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