No hay una, sino muchas miradas hacia el paisaje. Al igual que no existe uno, sino muchos tipos de paisajes.
Mª Cruz Porcal Gonzalo*
De la mirada geográfica y del paisaje del viñedo es de lo que me voy a ocupar aquí, a modo de breve introducción, en un territorio que constituye un laboratorio privilegiado para ello: Rioja Alavesa, una comarca fronteriza de intensa historia, extendida superficialmente a lo largo de 315,8 Km2 y poblada por 11.484 habitantes (año 2016), en donde la Naturaleza y la Cultura se funden de forma integrada en sus paisajes.
NATURALEZA y Cultura. Sierra y viñedos en otoño, tras la vendimia (M.C. Porcal).
Unas pocas fotografías me van a servir de hilo conductor para esbozar lo que podría calificarse como una “presentación en titulares”.
Antes de ello debo decir que describir, descifrar, explicar y comprender paisajes de dominante natural, rurales o urbanos, agrarios, industriales o terciarios, excepcionales o cotidianos y hacerlo –cada vez más- con objetivos de conservación, ordenación y gestión son tareas desarrolladas desde tiempo atrás por la geografía.
En este quehacer geográfico, por encima del análisis de documentación cartográfica, estadística y bibliográfica, el trabajo de campo y los recorridos por el territorio se erigen como instrumentos clave para poder interpretar y comprender el paisaje en toda su complejidad. En este caso, un paisaje vitícola claramente predominante fruto de la acción modeladora del hombre sobre el medio ecológico a lo largo de la historia, en función de contextos socioeconómicos, técnicos, políticos e ideológicos variados.
CARTEL en el puerto de Herrera anunciando la entrada en Rioja Alavesa.
Un paisaje del viñedo que si tuviéramos que adjetivar admitiría, sin duda, múltiples calificativos:
Paisaje agrícola, y por lo tanto, paisaje productivo de valor económico, base de unos vinos de calidad internacionalmente conocidos desde antaño.
Paisaje histórico, evolutivo y vivo que hunde sus raíces en el tiempo.
Paisaje vernacular, en tanto que es un paisaje vivido por una comunidad para la que el viñedo y el vino constituye su marco de vida
Paisaje turístico ligado a un enoturismo en auge, articulado en una red de establecimientos de alojamiento y restauración y en una oferta de actividades recreativas cada vez más diversas, que ha contribuido a difundir la imagen de Rioja Alavesa en un panorama de creciente competencia territorial.
Paisaje percibido de distinta manera según las coordenadas temporales y el perfil, la intención, la formación, la predisposición e incluso los prejuicios de quien lo mira.
PAISAJE de viñedo en Elciego ( todas las imágenes son de M.C. Porcal).
Miradas de viticultores y bodegueros, que lo mantienen y lo construyen; residentes e hijos de los pueblos, que lo viven de forma habitual; turistas y visitantes, que temporalmente lo disfrutan y descubren; administración europea, estatal, regional o local que influye en su ordenación y gestión; científicos variados que persiguen su estudio desde diferentes presupuestos conceptuales y metodológicos; pintores y escritores que filtran la realidad paisajística por el tamiz de la recreación artística y la connotan, etc.
Pero, a su vez, un paisaje cultural, que como tal representa las “obras conjuntas del hombre y la naturaleza” (art. 1 de la Convención del Patrimonio Mundial) y un paisaje con valor patrimonial, entendido como herencia territorial y legado, poseedor de una significativa carga afectiva, simbólica, identitaria.
MAHASTI ARTEAN – ENTRE VIÑAS: Encuentro de Miradas.
Ese carácter poliédrico y complejo hace que interpretar el paisaje de Rioja Alavesa represente –al menos para mí- un reto intelectual y estético sumamente gratificante.
¿Pero cómo leer el paisaje del viñedo en su forma y en su fondo, esto es, en su fisonomía, funcionamiento y significados?
En primer lugar, observándolo y analizándolo a distintas escalas y con diferentes niveles de detalle; a grandes rasgos -o lo que es lo mismo en su conjunto y en sus líneas más destacadas- y en detalle. Lo primero puede hacerse desde el aire o desde un mirador, con una mirada que se sitúa en la distancia. Lo segundo, a pie de campo, en comunión con el paisaje, analizándolo y percibiéndolo con todos los sentidos, diseccionándolo en sus componentes y volviéndolo a reconstruir.
La interrelación dinámica entre elementos naturales y humanos queda sintetizada en la imagen bien conocida de Rioja Alavesa tomada desde el Balcón de La Rioja, esto es, hacia el Sur.
PANORÁMICA de la Depresión del Ebro desde la sierra de Cantabria-Toloño.
Tras la vegetación arbórea de carácter mediterráneo que aparece en primer término tapizando parte de la vertiente meridional de la sierra de Cantabria, se abre un paisaje amable de horizontes dilatados y clara orientación agrícola perteneciente a la Depresión del Ebro, con el Sistema Ibérico como telón de fondo.
Esta topografía visible de altitudes modestas salpicada por pequeñas lomas y cerros y tajada por barrancos sirve de asiento a las tierras de cultivo, distribuidas en un puzle de parcelas de distintas formas y tamaños así como a los asentamientos de población, enlazados todos ellos por vías de comunicación.
Sin duda, este paisaje debe mucho a la acción de la erosión diferencial que, con ritmo lento, ha excavado las arenas, arcillas y limolitas del Terciario continental, dejando en resalte otros materiales más duros (areniscas) visibles en los cerros y lomas y, en particular, a la labor del río Ebro que, en el extremo meridional de la Comarca, ha generado un amplio sistema de terrazas, apenas perceptibles en esta fotografía.
PANEL informativo acerca del paisaje vislumbrado desde el Balcón de La Rioja.
Pese a ello, se vislumbra que ha sido el hombre el gran modelador de este paisaje, vistiendo y desvistiendo históricamente ese armazón físico con usos del suelo diferentes y organizándolo en función de sus sistemas de valores, sus conocimientos y los contextos socioeconómicos y políticos existentes, convirtiéndolo, en suma, en un producto cultural.
Las cualidades del observatorio paisajístico del Balcón de La Rioja, situado a 1020 m de altitud, y en particular la amplitud del espacio visualizado que se disfruta desde este mirador, han fomentado su uso turístico. Como indica el panel informativo colocado por la Diputación Foral de Álava: “le invitamos a que se ponga cómodo, se olvide de las prisas y se sienta con si estuviera en el balcón de su propia casa…para ver horizontes lejanos…y más cercanos”.
Esta imagen inicial nos da pie y nos incita a descender en altitud, ampliando el nivel de detalle, con el afán de definir algunas claves paisajísticas, de conocer el carácter de estos paisajes vitícolas y de desentrañar sus principales rasgos. Abramos, por consiguiente, una puerta al viñedo y al paisaje.
LLANURA, loma y cerro; viñedos, matorrales mediterráneos y villa medieval .
Una puerta (imagen 7) en la que se vislumbran ya algunos elementos: viñedos en espaldera, una pequeña loma cubierta por matorral y, en último término, la villa de Laguardia, con su emplazamiento defensivo en el cerro. Laguardia, calificado como “uno de los pueblos más bonitos de España” que, con sus 1.428 habitantes (2015), constituye la segunda entidad de población más grande de la comarca tras Oyón-Oion (3.210 hab.).
En todo caso, atravesaremos la puerta en la próxima entrega para adentrarnos en el territorio y, recorriéndolo, descubrir las claves del paisaje.
*Doctora en Geografía. Profesora Titular de Geografía Humana de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
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Tomar altura me parece interesante.
Sorprende desde ese balcón el largo paseo del Ebro, sus meandros, se siente bien y en cada orilla nos deja una huella diferente, respetando la diversidad, ayudándonos con sus cascajos a conseguir vinos con «gracia». Virtud que no se opone a que los arcillocalcareos nos proporcionen estructura y capacidad de guarda.
La geografía hace al hombre y en nuestro caso llega cargada de regalos que se suman a los que nos da «la pila».
Muchas gracias, Victoria. Saludos cordiales!