La avifauna singulariza y revaloriza también este Paisaje Cultural vitivinícola de Rioja Alavesa, llenándolo de vida.
“Por San Blas la cigüeña verás; y si no la vieres, año de nieves”. Estas fechas de primeros de febrero en que se celebra San Blas me dan juego para hablar de refranes o de nieves, incluso para hablar del patrono del precioso pueblito de Páganos que está de fiesta estos días, pero voy a optar por referirme a las cigüeñas y con ellas a algunos personajes de la singular avifauna que frecuenta nuestra insólita Rioja Alavesa.
Miguel Larreina González*
Y digo insólita porque en nuestra árida comarca, con un porcentaje de monocultivo de la vid de cerca del 90% que no se da en ninguna otra región vitícola, parece que no es muy normal que estemos hablando de cigüeñas, garzas, cormoranes, estorninos o pollas de agua, pero he aquí que sí, que las hay y que merece la pena perder unos minutos para hablar de ellas en este tercer capítulo del Atlas por cuanto les dan un toque de distinción a nuestras viñas y nuestros vinos.
En efecto, nuestra avifauna singulariza también este paisaje cultural vitivinícola de Rioja Alavesa, lo singulariza y lo revaloriza porque le da un plus de naturaleza, de respeto medioambiental, de protección de lo frágil, de ecología,… Esos valores ecológicos expresados en una flora y fauna muy peculiar, han propiciado la inclusión de una parte del territorio en la Red Natura 2000, que protege los enclaves más importantes (Zepa Sierra de Toloño, Sotos y Riberas del Ebro, Lagunas de Laguardia) con las siguientes figuras de protección: Biotopo Protegido, LIC y Humedal Ramsar.
Por ejemplo, si nos fijamos en las rapaces como expresión de la biodiversidad de Rioja Alavesa-Sonsierra, por ser, en muchos casos, la cúspide de la cadena trófica, la lista de ellas es especialmente llamativa: aguiluchos laguneros, águilas perdiceras, águilas reales, alguna pareja de alimoches en primavera-verano, varias parejas de águilas calzadas, una importante colonia de buitres, halcones peregrinos, azores, gavilanes, milanos, lechuzas, algún búho real,…
La dieta de estas rapaces exige, entre otras presas, la presencia abundante de sabrosas piezas aladas, como la paloma o la perdiz, o de pequeños mamíferos como ardillas, conejos, liebres, ratones, lirones… Esta fauna invisible que prospera, fundamentalmente, en los encinares bajos, en los coscojales y en los ribazos entre viñedos, es disfrutada por esas rapaces y por otros depredadores que deambulan por la zona, como el zorro, la garduña, la gineta y algún gato montés.
Súmese a todos ellos el abundante jabalí y el tímido corzo de los encinares y robledales altos y obtendremos una visión aproximada de la riqueza de los ecosistemas terrestres de Rioja Alavesa-Sonsierra.
Pero el título del artículo nos invita hoy a hablar de los ecosistemas acuáticos más que de los terrestres, porque esta árida comarca tiene también pequeños retazos húmedos y frescos, pequeños paraísos llenos de vida como son los sotos del Ebro y las lagunas.
El río Ebro a su paso por Rioja Alavesa permite la presencia de una franja de vegetación ribereña, los sotos, en los que dominan el chopo, el fresno, el sauce blanco, el aliso, el álamo y el olmo.
Estos sotos se han declarado “espacios protegidos como Lugar de Interés Comunitario (LIC)”, pues sostienen una vida animal rica y diversificada: anfibios como el tritón jaspeado, la rana verde, el sapo común, reptiles como la culebra de agua, mamíferos como la musaraña común, la rata de agua y otros muchos que esporádicamente bajan al río, como el zorro, el tejón o la gineta; también hay evidencias de que la nutria y el visón se pasean de vez en cuando por algún soto.
Aquí pescan y viven la garza real y la cigüeña, al igual que el martinete. Muchas aves pequeñas nidifican también aquí, como el ruiseñor, el mirlo, el carbonero o el verdecillo,… Aves de presa como el milano negro y el ratonero anidan en estos árboles de los sotos, cazando en los cultivos de los alrededores. En algún farallón junto al Ebro, aprovechando una grieta de entre las rocas, cría alguna pareja de búho real, lo que da una idea de la abundante caza que por aquí encuentra.
Otras láminas acuáticas muy ricas en avifauna permanente o esporádica la constituyen las lagunas. En la Rioja Alavesa ha habido desde tiempo inmemorial abundantes lagunas de origen endorreico, más o menos grandes, generadas por el agua acumulada en la gran esponja que es la Sierra. Muchas de estas lagunas las ha ido desecando el hombre a lo largo de los siglos, para poner esas planicies en cultivo, pero otras han llegado hasta nuestros días, como el Complejo Lagunar de Laguardia, extraordinario biotopo protegido por el convenio RAMSAR.
En estas lagunas se puede observar más de cien especies de aves, siendo las más reseñables el cormorán, el martinete, el somormujo, la garcilla bueyera, el pato mandarín, la focha común, el ánade azulón, el porrón común, el rascón, , el zampullín, la garza imperial y real, el aguilucho lagunero,… Además, durante los pasos migratorios y la invernada son visitados por diversas especies de anátidas y limícolas.
Me quedo con cuatro imágenes que con mayor o menor fortuna fotogénica he conseguido tomar en algún momento y que inserto aquí para deleite de los lectores. La primera se refiere a ese momento mágico en que ves llegar a la garza imperial que baja de la laguna de Laguardia a pescar en “el salto” de Elciego. Otra imagen sorprendente que nos habla de la abundante pesca del Prao y la buena calidad de sus aguas ( indicativa de una viticultura poco intervencionista y respetuosa con los acuíferos que no se da en otras regiones) fue ver a esa colonia invernal de cormoranes glotones.
La tercera estampa es más otoñal y me la daba ese árbol amigo que tantas reflexiones me ha inspirado (“.. que ni sé cuando es de día ni cuando las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor…”) en el que descansaban cientos de estorninos prestos a recoger la racima que queda en los viñedos tras la vendimia. Otro espectáculo insólito es el de las “cigüeñas podadoras” que sobrevuelan una y otra vez las viñas cercanas al río, con el fin de recoger los sarmientos podados para poder construir sus nidos en los sotos.
Saboreen las fotos, imaginen el placer de sacarlas y anímense a hacerlo. Cojan la cámara y a pasar unos días o unas horas en Rioja Alavesa haciendo “bird watching” o como quieran llamar al turismo ornitológico o a la simple contemplación de un Paisaje Cultural Vivo y Singular.
* miguel.larreina@gmail.com
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Miguel qué hermosura de texto que permite seguir tu mirada por nuestros campos y cielos…
Qué riqueza de lenguaje al describir esa fauna que juega con nuestros campos y nuestros cielos…
Paisaje, paisanaje, afán por buscarse la vida, tiempo de ocio que podemos llenar de creatividad y de comunicación con nuestro tiempo, ese érase una vez…mañana. Como la navarra de la jota, que tiene los ojos azules de tanto mirar los cielos.
Gracias, Victoria. Azul
Ya podríamos haber estudiado así la asignatura de Naturaleza… hubiera sido muy distinta, verdaderamente.
Me han encantado esos nombres relacionados con la ornitología, qué bonitos esos porrones comunes, cormoranes glotones, martinetes, verdecillos. A mí me da mucha envidia que podáis ver cumplido el dicho de «por San Blas, la cigüeña verás». Qué suerte.
Enhorabuena por esta preciosa lección de vida.
Muchas gracias, Karmele. Saludos cordiales.