Mirada cautiva de Labraza, siempre observando el acontecer diario por el mismo ojo medieval. Un paisaje invariablemente igual y perpetuamente diferente. «Por una mirada, un mundo», ofreció el poeta.
Julio Flor.
Calla el ojo de cíclope de Labraza a la entrada del pueblo fortaleza. Conozco tus nubes, querida Comarca, tus largos silencios, el suave rumor de tus hogares. El trasiego de la sangre, el vino que recorre los calados de tu alma. Y estoy confiado de que te mires , te mires al mirarme.
Esa intensa manera tuya de mirar un mundo cercano, ay, como si estuvieras formada de curiosa infancia e Historia milenaria. Te miro, Labraza me miro en tu ojo, te conservo en mi retina, te guardo en mi memoria para cuando llegue la noche. Tu mirada se edifica con los hilos que tejen los sueños.
Recuerdo ese proverbio árabe. «Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación». A veces se escribe con la mirada, compendio de luz y suspiros. En tu visión oculta y solitaria, Labraza eterna, leo: «Mirarte, Rioja Alavesa, es sentir cómo eres, quererte como eres».
Te contemplo. Te observo. Te guardo en un sueño, para cuando llegue la noche.
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¡Qué gozada!
Qué fácil y qué bien se explican todos los sentimientos que a uno le llegan con esta mirada a Labraza.
Muchas gracias, Fernando. Un abrazo!
¡Qué bonito!
Gracias, Carmen!