Feb 15, 2024

Sin agricultores el País se muere (I)

 

Una ola de desesperación y hartazgo ha salido estos días del mundo rural europeo y ha tomado las grandes urbes. También en el País Vasco los tractores han salido de su “gheto” y han inundado nuestras calles, tomándolas con una determinación insólita en un colectivo tradicionalmente sumiso.

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Van “armados” con pancartas que expresan lamentos desgarradores: “el campo se muere”. La imagen de esos cientos de tractores alaveses ante el Gobierno Vasco exige un cambio radical de actitud.

Miguel Larreina González. Doctor en Ciencias.

Lo que hemos visto estos días, esa sublevación de “los parias de la tierra”, de los silenciosos e invisibles, de ese colectivo de gentes del campo que he llamado en algún libro “el Gigante dormido”, esto no lo he visto en cincuenta años en los que me ha tocado vivir muchas crisis agrarias, pero ha sido en estos días cuando he comprendido la magnitud del declive de la actividad agraria.

Sin agricultores el País se muere

En Bruselas, tal vez por las inminentes elecciones europeas, la respuesta de los políticos de la UE ha sido rápida. Igualmente, en Francia o Alemania, no así en España donde el tratamiento dado a esta protesta por muchos medios de comunicación y la mayoría de los políticos me ha parecido lento, como ignorando ese tsunami de protesta, distrayendo la atención con asuntos secundarios, llevándolo al absurdo en algún caso, adjudicándoselo a la extrema derecha, mofándose del colectivo incluso.

Obviamente las motivaciones de un colectivo tan amplio, con millones de agricultores y ganaderos de decenas de países, con cultivos y dedicaciones distintas, son muy variadas pero en todos los idiomas hemos escuchado eso de “El campo se muere” o “No queremos subvenciones, queremos precios justos” o “Agricultura sin censura” o “Queremos vivir del campo” o “Soy agricultor no ingeniero informático”, “Sin agricultores no hay Vida” …

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No sé en otras partes de Europa, pero en la Euskadi rural el voto a los partidos de extrema derecha es prácticamente cero, por lo que achacar a esa ideología lo que se ha visto en las capitales vascas, especialmente en Vitoria, es querer cerrar los ojos a la magnitud del problema. Por otro lado, la mayoría de las reclamaciones, mejor o peor expresadas, me han parecido en general acertadas y justas. Así por ejemplo, en un pasquín que corría por la Cuadrilla de Laguardia se leía:

“No a la reducción de la PAC. Prohibir la entrada a la UE de los productos alimenticios externos que no cumplan las normas de sanidad que nos exige la UE. Fin a la competencia desleal de países terceros con relación a la producción de alimentos. Precios justos de nuestros cultivos: viñedo, cereal, carne. No a la reducción de la subvención al gasoil agrícola a profesionales. No a las expropiaciones de tierras con fines no agrícolas. Prohibición del vino de mesa en las denominaciones de origen españolas. Precios de uva razonables con relación a los rendimientos en Rioja. Arranque del viñedo opcional y subvencionado por la DOCa Rioja”.

Otro de los errores que he visto en los medios vascos ha sido intentar relacionar la actual tractorada con las que hubo a finales de los años setenta y principio de los ochenta del siglo XX. ¡Ni punto de comparación! En aquellas se protestaba por la subida del gasóleo y otras cuestiones en medio de una crisis económica que se sabía coyuntural, hoy sin embargo es algo más profundo: hay miedo y desesperación por la supervivencia de las explotaciones, por el futuro de los hijos en el campo.

Sin agricultores el País se muere

Entonces se albergaba la esperanza de que la entrada en el Mercado Común traería buenas consecuencias, como así fue inicialmente; la moneda única también nos libraría de los vaivenes inflacionistas de nuestra débil peseta, como así ocurrió. Hoy los agricultores no tienen esperanzas a las que agarrarse, no hay ningún cambio previsto en el futuro que permita ser optimistas y por el contrario hay proyectos inminentes que hacen temblar a más de uno.

Por señalar otra diferencia importante entre las tractoradas de antaño y la de hoy, mencionaré una cuestión “filosófica”. Entonces los responsables políticos máximos, por ejemplo, los de Diputación de Álava, tenían gran respeto y aprecio por los agricultores y en el equipo foral siempre había un diputado agricultor, otro diputado ganadero, un diputado viticultor como José Ignacio Besa, Juanjo Sáez de la Cuesta, Rafa de Miguel…

Así que no me comparen tractoradas, por favor. Antes, los agricultores estaban en los equipos de Gobierno, y hoy no sólo no están, sino que hasta les han quitado el Departamento de Agricultura y les han metido con Medio Ambiente. ¿Cabe mayor humillación, mayor desprecio por un colectivo de agricultores y ganaderos alaveses? ¿Le extraña a alguien que una de las reivindicaciones agrarias alavesas de hoy sea que quieren un Departamento Foral de Agricultura?

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Y lo que digo para Diputación se puede decir igual de un Gobierno Vasco que evita los conceptos de agricultura y ruralidad y llama a la Consejería encargada del tema “Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente”. Al negar la palabra AGRICULTURA parece negar a los actores principales, los AGRICULTORES, un colectivo en extinción, mal pagado y peor tratado, que se ve en la obligación de llevar sus tractores a la ciudad para que sepamos que aún están ahí.

Al esconder la palabra Agricultura bajo el nombre de Medio Ambiente, la Administración Vasca puede estar mandando un mensaje subliminal de que son los agricultores los principales destructores del Medio Ambiente, algo que todos, también los agricultores, queremos perfecto. Pero ese mensaje es absolutamente falso: es la industria, el comercio, la ciudad… el principal destructor del Medio Ambiente. Vénganse ustedes para el Gran Bilbao, una zona carente de agricultores, y vean los altos niveles de contaminación en la que vivimos la mitad de la población de Euskadi.

¡Sostenibilidad y Medio Ambiente! A los que se les llena la boca con esas palabras se les olvida que malogrando a los productores locales nos abocan a la ciudadanía a comer vainas de Marruecos, manzanas de Chile, merluzas de Argentina o Namibia, corderos de Nueva Zelanda, y a beber vino del “Quinto Pino” ¿Qué hacen esos aviones, barcos y camiones que transportan esos productos agrarios durante cientos o miles de kilómetros sino cargarse el Medio Ambiente?

Sin agricultores el País se muere

 

Hace dos años escribí en este blog siete artículos referidos a este tema que englobé bajo el título “Agricultura palabra tabú”, que resumía en mi definición de AGRICULTOR: persona conocedora del medio natural, dotada con sobradas habilidades y con gran conocimiento de las técnicas agrarias, que, tras una gran inversión en suelo, maquinaria y edificios, se dedica a cultivar su tierra para obtener alimentos para la colectividad, de cuya venta obtiene unos beneficios que permiten a su familia vivir con dignidad en un medio rural que mantiene con su presencia”.

Este matiz triple de inteligencia, habilidad y experiencia lo ocultan nuestros responsables políticos, no hablan nada de esta valía profesional de los agricultores, como si no tuviera importancia económica cómo manejan a la perfección una comarca, un pueblo y un cultivo. Tampoco hablan apenas nada de ellos y sus familias, de cuántos son, quiénes son, cómo viven, qué inversiones vienen haciendo desde hace décadas en fincas y maquinaria, hasta qué punto están endeudados, qué problemas colectivos tienen, qué futuro les aguarda.

No se puede ocultar a los consumidores las verdaderas funciones del AGRICULTOR, dejándolo a merced de los mercados y los lobbies de distribución. Los mandatarios vascos deben despejar esa niebla que envuelve al colectivo de agricultores vascos hasta hacerlos casi invisibles para nuestra sociedad urbanita. Veamos a continuación las funciones de la agricultura que se les están pasando permanentemente por alto a la hora de abordar la cuestión

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El primer error que están cometiendo los responsables agrarios vascos es considerar a los agricultores un minúsculo colectivo que apenas aporta el 1% del PIB de Euskadi, cifra que los lleva a creerse esa maldita frase del “buey y las cien golondrinas” que espero que tras esta tractorada no se vuelva a escuchar nunca más. La Agricultura es, además de un sector económico, un servicio público que se ocupa de la producción de alimentos de calidad, saludables, respetuosos con las normas de seguridad alimentaria.

Creyéndose ese ridículo 1% se olvidan que de los agricultores depende la industria agroalimentaria (sin viña no hay bodega) y se olvidan de valorar la contribución de la Agricultura al mantenimiento de empleos distintos de la agricultura. Cada empleo en agricultura genera dos empleos suplementarios: el dueño del taller o de la tienda, el panadero, el personal del ayuntamiento o de la bodega, el farmacéutico, el empleado de la Caja o el de la gasolinera… no son agricultores, pero su existencia está vinculada a ellos.

Omiten también valorar la gestión por los agricultores del espacio rural, de la organización y ocupación equilibrada del territorio. La densamente poblada Euskadi tiene dos realidades opuestas, una pequeña “Euskadi llena” gestionada por las grandes urbes y una gran “Euskadi vaciada” gestionada fundamentalmente por los agricultores y ganaderos, que ocupa unos 4.400 km2 (62% del total) y el 5% de la población (unos 118.000 habitantes).

Euskadi no sería nada sin ese mundo rural que no produce sino una ínfima parte del PIB.

Sin agricultores el País se muere

Se olvidan igualmente de vincular la actividad agraria con la belleza del paisaje y la mercantilización de esa estética. La relación agricultura-turismo genera unos ingresos económicos cuantiosos que no se adjudican a la agricultura, que no se incluyen en el PIB agrario. Por ejemplo, los cientos de miles de enoturistas que se acercan cada año a la Cuadrilla de Laguardia generan unos ingresos a la Comarca y las ciudades vecinas de decenas de millones de euros.

En definitiva, la aportación de los agricultores vascos a la economía del país es muy superior a unas falseadas cifras del PIB, pues contribuyen tanto en el plano cuantitativo como cualitativo en su prosperidad y bienestar. Dicha aportación no se está explicando suficientemente a la ciudadanía vasca por lo que es urgente hacerlo, especialmente a niños y jóvenes en las escuelas y universidades.

Otro error que están cometiendo los responsables agrarios es no vigilar el cumplimiento de la ley de cadena alimentaria, propiciando precios muy bajos al agricultor y muy altos al consumidor, no formando debidamente a unos consumidores que separan exageradamente las manzanas en el árbol de las manzanas en la frutería, la leche en el caserío del tetra brik en la estantería del supermercado, el vino en la cooperativa de agricultores de la botella de vino joven en la enoteca o en el bar.

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Esta desinformación oficial hace que los consumidores detrás de una botella de leche a 1,20 euros no vemos al ganadero cobrando la miseria de 0,40 euros/litro o tras nuestra botella de vino joven de 4 euros no veamos al viticultor cobrando la uva o el vino a una cifra ruinosa, con diferenciales de precio entre origen y destino de quinientos por cien de media en productos agrarios y de más trescientos en productos ganaderos.  

El tercer error se refiere a la creencia de que la agricultura está muy subvencionada por la Unión Europea y por tanto los gobernantes europeos tienen derecho a poner a los agricultores unas durísimas exigencias medioambientales de obligado cumplimiento, exigencias que son en gran parte las causantes de que decenas de miles de tractores, es decir decenas de miles de familias, hayan salido a las carreteras estos días pasados.

Lo que debemos preguntarnos es si los agricultores están realmente muy subvencionados. ¿Cuánto nos cuesta la Política agraria común” a los ciudadanos de la UE? De un presupuesto de la UE de 169.500 Millones de euros, algo más del 30% se dedica a las ayudas a la agricultura y al Desarrollo Rural, unos 53.000 millones de euros/año. Cifra que así dicha suena muy fuerte.

Sin agricultores el País se muere

Pero esa partida gigantesca la matiza el eurodiputado agrario Paolo de Castro: «debemos explicar que este presupuesto no es solo para 10 millones de agricultores sino para 450 millones de personas consumidoras». Esto supone que la aportación de cada ciudadano europeo a la agricultura es ridícula, de 0,30 euros/día o 118 euros anuales, menos de la mitad de lo que nos cuestan las partidas de Defensa o de Seguridad ciudadana.

En el mencionado trabajo “Agricultura, palabra tabú” demostré algunas verdades referidas a las “ayudas” al Desarrollo Rural: son “compensaciones” europeas gestionadas por Gobierno Vasco, escasas, deficientemente explicadas a los contribuyentes, mal repartidas entre agricultores e industria agroalimentaria, desigual entre Territorios Históricos con claro perjuicio para Álava, discriminatorias con los pequeños, especialmente injustas con colectivos concretos como el de los viticultores y cosecheros alaveses.

En definitiva, los responsables agrarios vascos tienen que cambiar de chip pues se están cometiendo muchos errores estos últimos lustros, siendo el más importante de ellos no estimar la gran importancia socioeconómica de este pequeño colectivo de agricultores y ganaderos, apenas 3.500 familias dedicadas fundamentalmente a esa actividad, algo más de la mitad de ellas en Álava (la mitad de éstas en la Cuadrilla de Laguardia).

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Destaco la pequeñez del colectivo agroganadero vasco porque es más fácil mimarlo y cuidarlo como se merece por su labor, es muy fácil para un País Vasco relativamente rico atender sus pequeñas reclamaciones, es más fácil para Gobierno Vasco y Diputación Foral de Álava tener en consideración a este pequeño colectivo dándole ante la ciudadanía la dignidad y el reconocimiento que se merece no solo por sus productos, sino por cuidar de la mayor parte del territorio vasco, nuestro mundo rural.

Después de redactar este artículo me entero de que los responsables del agro vasco de Gobierno y Diputaciones van a dar una rueda de prensa explicando los compromisos que han adquirido a favor del sector agrario vasco. Espero que no sean promesas electorales o una mera voluntad de dialogar con los agricultores, como expresaba el ministro de Agricultura, o medidas facilonas como la moratoria a lo de los fitosanitarios, o la retirada de la exigencia de barbechos como prometía Von der Leyen.

Sin agricultores el País se muere

En próxima entrega hablaremos de esas propuestas. Ojalá alguna de ellas hable de volver al tradicional nombre de Departamento de Agricultura de Álava o/y de sentar en la mesa de Gobierno a una representante del agro. En todo caso, no infravaloremos lo que ha pasado estos días, aunque la cólera de las Organizaciones Agrarias se apacigüe en las reuniones de Palacio por el “síndrome de la moqueta gorda”.

La imagen de esos cientos de tractores alaveses ante el Gobierno Vasco exige un cambio radical de actitud porque si no me temo que esto no ha hecho más que empezar.

16 respuestas a “Sin agricultores el País se muere (I)”

  1. Javier Yarza dice:

    Artículo muy esclarecedor de los problemas de la Agricultura.

  2. DALMACIO MARTIN dice:

    Otro artículo de Miguel Larreina, sin posibilidad de réplica por lo certero que resulta.

    Haces un perfecto análisis, primero referido al mundo rural, para a continuación, hacer un repaso del interés que hoy manifiestan en nuestro territorio las instituciones.
    Diputación/Gobierno Vasco. Incluso Europa. Claro que no es lo mismo antaño cuando el diputado de agricultura era un agricultor, y vemos que el paso del tiempo el Diputado del ramo, pasa a ser un funcionario.
    Y no me parece mal, siempre que ese Diputado/funcionario se acercará cada poco a ver los problemas de los agricultores a pie de tierra.

    Hoy tenemos un problema muy grave.
    La caída de la producción ligada a las sequías, inundaciones, granizadas…, etc.
    Los precios cada vez más bajos para los productores.
    La regulación de Europa que impone calibres a las frutas y hortalizas.
    El aumento de los costes de fertilizantes, pesticidas y combustible.
    La burocracia en papeleos.
    Y los productos de otros países a precios más bajos.
    Los agricultores pierden. La agroindustria, la gran distribución, en definitiva, las multinacionales GANAN.
    Ejemplo.
    Un litro de leche fresca cuesta 2€, pero a los agricultores se les paga 55 céntimos. Por cada litro de leche a ese agricultor el pienso le cuesta 23 céntimos.
    Nuestros viticultores saben lo que les cuesta el kilo de uva y lo que le pagan.
    Yo quería llegar a esta parte que me parece fundamental.
    Garantizar precios justos a los agricultores, recompensar a quienes producen alimentos sanos respetando el suelo.
    Para ello, hay que educar al consumidor, desde las escuelas, decirles que hay productos que importamos y que no respetan las normas de Europa.
    El 83% de la soja de nuestras fincas, provienen de Sudamérica (el 40% del Brasil).
    Brasil el mayor consumidor de pesticidas del mundo (algunos contienen activos mortales, paraquat). Pero curioso: es Europa, las multinacionales son los que le venden a Brasil y recomprados en forma de soja.

    Los consumidores debemos valorar la Agricultura y a los agricultores que producen con cariño productos sanos.

    Hay que educar al consumidor, y decirle que lo más natural no es el precio, sino la calidad y lo sano.

    Un abrazo, Miguel

  3. Una vez leído el artículo de Miguel, directo y realista, mi primer pensamiento ha sido que me gustaría que estas tractoradas sirvieran como punto de partida para una reflexión, de la Administración y del Sector, sobre la agricultura que queremos y del modelo de explotación más acorde para llegar a lograr esa agricultura.
    No están los tiempos para realizar acciones de ambulatorio, el enfermo (el sector agrario) está muy achacoso y con una necesidad de cirugía inmediata, dada las muchas afecciones que tiene.
    Cuando hablo de AGRICULTURA yo la entiendo como vertebradora del territorio, y en el artículo de Miguel me han encantado las definiciones que hace de AGRICULTURA y de AGRICULTOR, resumiendo perfectamente toda la labor que desarrollan en el medio rural: labor de organización, equilibrio del medio natural, de aspecto económico, de su necesidad para la industria alimentaria, de su influencia en la belleza del paisaje, de su influjo sobre el turismo rural, y especialmente sobre el enoturismo.
    Lógicamente, estoy totalmente en contra de que hayan sido relegados a un segundo nivel los Departamentos de Agricultura en nuestras Instituciones, Gobierno y Diputación.
    Cuando se hace un organigrama para un funcionamiento de una entidad, la distribución de los niveles es primordial para observar la sensibilidad y la escala de valores, y creo que la AGRICULRURA no ha sido bien tratada.

  4. Antonio Mijangos Martínez dice:

    Miguel, como siempre acertadísimo en tu análisis. El campo vasco se queda vacío. Se va a convertir en un gran parque donde pasear los de la ciudad con sus perritos los fines de semana, oyendo el piar de los pájaros y el susurro del agua. Las Cajas de Ahorro, los servicios sanitarios, la seguridad social, los servicios públicos y sociales se han confabulado para dejarnos solos. Solo nos dejan los servicios de orden público para estar bien protegidos y vigilados para que cumplamos las leyes fitosanitarias del campo y no demos trabajo a inmigrantes. Y para esta labor gastan incluso en helicópteros. ¿Te extraña, Miguel, que los agricultores de hoy aconsejen a sus hijos que se vayan del campo?
    Me ha causado impresión la soledad de los agricultores en estos días. No ha salido en su defensa nadie. ¡Qué poca repercusión ha tenido en la prensa y la televisión vasca! Para estar enterados hemos tenido que acudir a la tele y prensa nacionales.
    Como a los pobres del mundo, sólo nos queda el derecho al pataleo. El Campo se muere, dices, Miguel. Pero ¡ojo!, los agricultores han demostrado que este muerto está bien vivo.

  5. Jorge Martinez Bravo dice:

    Agricultores y agricultoras ¿a quién estamos defendiendo?
    Llevamos días de lucha y protestas que bajo mi punto de vista han nacido por inercia, porque los vecinos protestaron y también teníamos que protestar. Y no nos faltan razones ¿pero qué razones?
    Antes de continuar, quiero aclarar que el que suscribe es agricultor, técnico agrícola, asesor y consultor a nivel internacional. Desde hace unos años con la dirección técnica de APRORA (entre otras cosas), aunque ahora no escribo como tal sino a título particular y tratando de que seamos reflexivos y sepamos porqué luchamos y qué queremos nosotros, y que esta lucha sea por nosotros y por nuestro futuro, no por el presente de otros.
    No pretendo hacer un análisis exhaustivo, pero al menos tratar de que seamos críticos y voy a comentar sólo algunos puntos que me parecen de especial interés por su trascendencia.
    ¿De qué va la PAC? ¿Es tan mala la PAC? No todo es malo en la PAC, por supuesto que no, si somos sinceros gracias a la PAC miles de millones de euros han posibilitado un desarrollo agrario estatal sin parangón con anterioridad.
    Tal como llevamos diciendo muchos técnicos desde hace años, la PAC también va de garantizar una agricultura de futuro, con suelos vivos, con agua y acuíferos no contaminados. Y sí los abonos y los fitosanitarios, queramos o no, los contaminan. Por eso es necesaria una regulación. Porque realmente tenemos tecnología y medios para poder cultivar de manera rentable, optimizando los abonados y los pesticidas. Una de las protestas que más escucho es que se sigan permitiendo pesticidas y abonos, que seguirán matando nuestros suelos, reduciendo la biodiversidad, con ello favoreciendo el desequilibrio natural y los insectos plaga (y con esto más pesticidas), y contaminando nuestros acuíferos.
    Con todos los respetos ¿esto nos beneficia a los agricultores y agricultoras? ¿Nos garantiza una agricultura con futuro o es pan para hoy y hambre para mañana? ¿Dónde cultivarán y qué nuestros hijos con suelos muertos y aguas contaminadas? ¿Qué agua beberemos en nuestros pueblos y ciudades? Sinceramente creo que con esta lucha quienes más están ganando nuevamente son las agroquímicas.
    La PAC no va sólo de tener tractores y maquinaria nueva (por cierto, bastante sobredimensionados si hablamos globalmente). La PAC va de regadío, de nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura, de recuperación de suelos, de cultivos de calidad y de garantizar alimentos y agua de calidad para nuestro futuro y el de toda la sociedad. La PAC también va de presente y de futuro.
    Nos guste o no la PAC va y tiene que ir de medioambiente, tal como está sucediendo en todas las industrias, la reglamentación medioambiental es cada vez más exigente ¿y aun nos extrañamos con lo que estamos viviendo climáticamente? Señores tenemos preparación y medios para hacerlo bien. Siempre que queramos. Y casualmente parece que a quienes lo están haciendo hasta les va bien.
    Otro argumento sobre el que quiero dar mi opinión es el de “que los alimentos del extranjero lleguen con las mimas garantías que los de aquí”. También en esto quiero dar mi opinión porque he trabajado o colaborado en explotaciones e industrias agrarias en México, Kenia o Perú. Explotaciones que exportaban una buena parte de su producción a EEUU y a la Unión Europea. Todo lo que se exportaba no es que cumpliese con las mismas garantías, es que las superaba y con creces. Otra cosa es lo que se quedaba en los países o tenía otros destinos. Lo que sí sucede es que sus costes son menores.
    De todo lo que estoy oyendo como reivindicaciones, quizá el exceso de burocracia y el cumplimiento de la ley de la cadena alimentaria sean los dos puntos con los que puedo estar más de acuerdo. Del resto de puntos, hay mucho que analizar desde un punto de vista técnico y se pueden decir muchas cosas. Pero que lo que se diga, sea con datos reales y contrastados, no bulos o frases fáciles y populistas.
    Seamos críticos, muy críticos. Estamos en un momento crucial para reivindicar lo que necesitamos realmente nosotros, las agricultoras y agricultores, para que esta lucha no caiga en saco roto y que tengamos presente, pero también futuro..

  6. Emilio Aguillo dice:

    «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo»
    Jorge, esgrimes muy buenas razones, pero algo no encaja cuando la PAC no asegura el recambio generacional, y sin agricultores no hay agricultura, sin agricultores ni ganaderos no hay pueblos; no me imagino vivir en una ciudad e ir en Metro a la viña azadón en un hombro y la alforja en el otro.
    Para mí el problema siempre es el mismo, el problema son los dineros, y para que haya continuidad en la actividad agraria y ganadera tiene que haber rentabilidad. Jorge, sin dinero no hay vida, ni en el campo, ni en ningún otro sitio.
    Cualquier planteamiento para garantizar el presente y el futuro de la agricultura debe pasar sine qua non por la rentabilidad.
    Cuando digo rentabilidad hago referencia a la de los agricultores, las grandes empresas ya la tienen.
    Si queremos cuidar el medio ambiente, que haya vida en los pueblos, etc., etc., estas frases que se dicen, o hacemos rentable el trabajo de los agricultores, o bien que nos contrate la administración como jardineros (en calidad de funcionarios) y así poder cuidar este maravilloso campo, y como dice Antonio puedan venir los de la ciudad, en Metro si prefieren, a pasear con sus mascotas en un ambiente limpio, sano, cuidado y visualmente armónico, vamos, que les recuerde al paraíso al que un día serán llamados.

  7. Begoña Tudela dice:

    Puedo entender el sarcasmo y la ironía de Emilio Aguillo cuando confronta al campo con la ciudad. Lo rural y lo urbano. Pero que no se equivoque. Somos muchísim@s los que valoramos y agradecemos el trabajo de los agricultores, bien planteado por Larreina. Quien pretenda maliciosamente enfrentarnos, se equivoca. Mis continuos comentarios en este Blog son una prueba de lo que digo. Hoy vivo en una ciudad, pero cuando me jubile formaré parte del mundo rural, y no será únicamente para pasear a mi perrita. Y cuando vaya a vivir con mi compañero al lugar que sea, desde la distancia amo Rioja Alavesa y os deseo todo lo mejor, con el respeto y la dignidad necesaria, como la que alienta este magnífico Blog

  8. Miguel Larreina dice:

    Gracias a todos por vuestras enseñanzas. Coincido con todos vosotros en casi todas vuestras apreciaciones. Por supuesto también con la matización de Antonio de que «los agricultores han demostrado que el muerto está bien vivo». Efectivamente, los agricultores europeos, también en nuestra comarca, han demostrado estar vivos, bastante unidos y muy hartos de la desidia e incapacidad con la que las autoridades agrarias les están tratando en estos años.
    Respecto a Jorge solo dos matizaciones. La primera sobre su frase «No todo es malo en la PAC», por supuesto que no. Tiene la Política Agraria Comunitaria cosas muy interesantes a nivel general y a nivel particular a ciertas zonas y cultivos. No así a la viña y más concretamente a los viticultores y cosecheros de Rioja Alavesa que es de lo que nos preocupa en este blog. Y la culpa no es tanto de la PAC sino en cómo se gestiona ésta por la Administración Vasca que ha sido descuidada con esta comarca y este cultivo.
    En cuanto a la segunda afirmación que quiero matizar «Nos guste o no, la PAC va y tiene que ir de medioambiente». ¡Claro que sí! En un planeta gravemente herido desde el punto de vista medioambiental todo debe estar tocado por el respeto medioambiental, pero especialmente aquellas actividades que influyen en la degradación ambiental mucho más que la agricultura: la industria, el transporte, el comercio, el turismo… Lo que no puede ser es lo que se acaba de hacer en Álava, que el concepto «Medio Ambiente» haya tapado y manchado la palabra «Agricultura». El día que los Comisarios , Consejeros o Diputados de Industria, Comercio o Transporte…llamen a sus departamentos respectivos «Medio Ambiente e Industria» (o Transporte o Comercio) revisaré mi consideración de que lo que se ha hecho con los agricultores y ganaderos alaveses es una afrenta injustificada.

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