O no, quizá no esperaban ya una mano humana. Dormir, soñar, tal vez morir.
VIÑEDO de montaña inclinándose en Ribeira Sacra sobre el río SIL.
El mundo las había olvidado. Nadie sabía que aquellas terrazas con muros de piedra más altos que seres humanos estaban allí, en Ribeira Sacra, en una pendiente infinita, cual abismo, a la que Fernando González se asomó y se entregó en cuerpo y alma hace 44 años, habiendo consolidado su proyecto Adega Algueira hace 26 años.
Lo increíble es que aún permanecen ocultos kilómetros de bancales donde crecieron y prosperaron viñas. Es como si la naturaleza se hubiera tragado toda una civilización, ocultándola, silenciándola.
FERNANDO González, también conocido como Fernando Algueira.
No se trata sólo de un trabajo histórico, que sí, sino arqueológico, cultural, ambiental, paisajístico. No se trata de hacer un espectáculo con este viñedo de montaña. Se trata de restituirlo con objetividad al lugar que merece.
VIÑEDOS en escalada subiendo hacia el cielo.
Calladas, durmientes, ocultas… hasta que Fernando González, cual Quijote, sabiendo que no eran ni molinos ni gigantes, sino un mundo mágico de vino bajo las estrellas, encontró la fuerza, la chispa y la inspiración para elaborar y criar vinos.
“Malditas pendientes”, dirán algunos. Benditas pendientes, decimos los demás al contemplar el Machu Picchu gallego tallado en piedra y viñas.
Mágico, ancestral, todo es superlativo en este rincón de Galicia. Te duermes y te despiertas soñando. El paisaje invita a la epopeya, a la épica, y sin embargo esta historia que nos cuentan Fernando y su hijo Fabio nació en una aldea gallega, Villaoscura (Sober), gracias a la abuela de Fernando, llamada Estrella, que le enseñó a amar incondicionalmente la naturaleza.
Con esa luz tan antigua, Fernando Algueira ha desvelado un mundo, levantando sobre la niebla sacra un relato que enamora.
Si viajamos a los siglos que van del IX al XII, los monjes construyeron sus monasterios en la comarca donde está situada Adega Algueira, en un escenario de tranquilidad y sosiego, un lugar perfecto para elaborar y criar vinos. Es más, diría que la propia bodega tiene el espíritu de aquellos monasterios en una parte de su arquitectura.
«Emocionarse y llorar hasta la lágrima»
Antes de acudir a la entrevista con Fernando y con Fabio, mi amigo Alberto y yo recorrimos a pie el día anterior por nuestra cuenta estos parajes de leyenda durante seis horas…
¡CÓMO no fotografiarse en estos parajes!
… exclamando como tantos “¡Qué maravilla de lugar! ¡Cómo es posible que esto no se conozca en el mundo entero!»
“He visto a viticultores de otras zonas de España llorando al contemplar estas viñas. Emocionarse y llorar hasta la lágrima”, me dirá Fabio al día siguiente.
FABIO y Fernando… Los «Algueira» se pasan el testigo.
Estoy en un salón de la bodega con Fernando González y su hijo Fabio, de pie frente a un vídeo magnífico elaborado por el joven, una bella forma de narrar un proyecto que me llevará a abrir mucho los ojos para exclamar en más de un momento “¡Madre mía!”.
La primera conversación es con Fernando, que sabe contar su historia con la misma magia que posee Ribeira Sacra, después de haberse convertido en uno de sus escultores, difusores y guardianes…
FERNANDO, escultor, difusor y guardián de un mundo.
.- Así que aquí habitó el silencio durante décadas, Fernando.
Hace 44 años la zona padecía la despoblación. Piensa que después de la Guerra Civil aquí no quedó nadie. Yo me había criado con mi abuela Estrella en la aldea.
La buena Estrella
.- Bonito nombre, Estrella, el de tu abuela.
Encontré una foto de ella ahora en la casa que heredé de mi madre, que falleció el año pasado… Mi abuela fue para mí fundamental. Posiblemente hoy sea viticultor gracias a ella. Gracias a ella aprendí a amar la naturaleza.
FOTOGRAFÍA de ESTRELLA, encontrada en la casa materna.
.- Por ella, ¡eh!
Mi abuela Estrella me crió en la aldea hasta los 11 ó 12 años.
.- ¿Qué valores te transmitió?
Me transmitió el valor que ahora se lleva tanto: lo natural, lo ecológico. Nosotros comíamos lo que producía la abuela. No había tienda en la aldea.
El vino era entonces un vino imbebible que llegando el primer calor, ahora por mayo, ya que la gente no sabía lo que era una fermentación, no sabía de levaduras, no sabía nada, y aquello refermentaba con los primeros calores. Los vinos se movían y se avinagraban. Por lo cual todo el mundo padecía grandes dolores por úlcera de estómago.
… UN TIEMPO en el que rodaron carretas con ruedas como éstas.
.- ¿Tanto los blancos como los tintos?
Los blancos eran cobre puro, con una oxidación total. El vino blanco no tenía aroma… ningún vino lo tenía.
Cuando no se conocía otro vino
Al no haber maceración ni una fermentación controlada el aroma se va a los ángeles. Era un vino oxidado, pero era “riquísimo”, jaja. Mira, cuando no conoces otra cosa, lo que hay es bueno.
.- Jajaja, eso suena a verdad.
Aquí había un problema muy gordo: que la gente mayor no bebía agua. Decían que el agua estropeaba los caminos.
AGUA, presente en Galicia en ríos, manantiales, nubes, arcoiris…
.- Jajaja.
Por eso no bebían agua. Les dabas un vino avinagrado y lo bebían encantados. Y luego había otra cosa interesante, que entonces no se bebía apenas cerveza, porque no había frío, y la cerveza caliente es algo imbebible.
.- Bendito frío.
Recuerdo la primera nevera que compró mi mamá cuando yo tenía 12 ó 13 años. De la marca Aitona.
.- ¿Sabes que Aitona, del euskera, significa Abuelo?
Aún está allí en la aldea, en Villaoscura, del ayuntamiento de Sober.
LA naturaleza sepultando las puertas de los que emigraron.
Aquel trabajo en la Banca, en Madrid
.- Dice tu hijo que nos sentemos.
Estoy mejor de pie por mis dolores de huesos, y de pie pienso mejor. Aquella época me marcó muchísimo la vida. ¡El cariño de tus abuelos! Era un mundo tan natural, y con gente buena.
.- ¿No había maldad?
Bueno, sí, quizá alguna rencilla, pero no había contaminación, no había coches, no había nada. Cogíamos un palo y aquello se convertía en un caballo, montábamos en él y trotábamos. Todo eso a mí me marcó para toda mi vida.
BODEGA ALGUEIRA, en cuyo interior cantamos al pasado.
BAJO nuestros pies, el vino escucha el relato en el interior de la bodega.
Un pájaro de aldea que necesitaba volar
.- ¿En qué año naciste, Fernando?
En 1955. Con el tiempo entré a trabajar en la Banca. Empecé a trabajar con 17 años en Madrid. Me bastó con tener Bachiller y COU, y un poco de contabilidad. Gané una oposición y entré a trabajar en el Banco Pastor, Banco gallego. Lo bonito de todo eso fue que aquel era para mí un Madrid precioso, pero que no me cautivaba.
.- La aldea seguía dentro de ti.
Yo era un niño o más bien era un pájaro de aldea que necesitaba volar de árbol en árbol. Así que volví a Galicia y trabajé muchos años en Banca
RACIMO escultura en Doade, la aldea donde se encuentra la bodega.
Viñas abandonadas y recuperadas junto al Sil
.- ¿Cómo nació Bodegas Algueira aquí en Ribeira Sacra?
Nació porque conocí a Ana, nos casamos y cuando llegamos aquí de la Luna de Miel de Ibiza mi suegro me dijo: “Hombre, si queréis en septiembre vamos a ver unas viñas que están todas abandonadas al lado de río Sil, que aquello no vale para nada”. Eso decía mi suegro. “Vamos a ver si cogemos unas uvas”.
FERNANDO con su esposa Ana Delia Pérez.
.- Estás hablando de los albores de vuestra bodega, con todo el futuro por delante.
Veníamos por una carretera intransitable en un Seat 1500 y cuando doblamos la curva ésta… de repente me veo este paisaje junto al Sil.
.- ¿Qué viste exactamente?
La ribera impresionante, ¡ESTO!, un espectáculo del río tan enorme, el embalse… que en esta zona hay tres embalses seguidos… las laderas precipitándose sobre un río de 35 kilómetros.
Habéis estado por aquí, si a vosotros os ha parecido espectacular, imagínate lo que me pareció a mí.
«Nunca había comido tales uvas»
.- Veo tu rostro y me imagino lo que sentiste.
“Esto ya se ha dejado todo abandonado. La gente se tuvo que ir”, me decía mi suegro. Y «que la posguerra trajo mucha hambre». En este lugar no había mucha ganadería porque aquí no había mucho cultivo alternativo. Mientras le escuchaba, probé las uvas y me quedé mirando todo aquello de una manera intensa.
.- Algo pasó dentro de ti.
“Dios mío, vaya uvas que hay aquí», pensé.
HOMENAJE a dos uvas gigantescas en Doade.
Nunca había comido tales uvas. Ahí me cautivó todo. Un tiempo después volví con mi suegro al lugar, que no hablaba muy bien de todo aquello.
“Domingo, le dije, pues a mí esto me gusta”.
“¿Te gusta?”.
“Mucho!”.
“Te lo regalo todo”. Así heredé las viñas, recién casado.
“Toma, aquí te queda todo”, me dijo mi suegro. Así empezó la chispa en Algueira.
.- ¡Qué bien lo cuentas, Fernando!, como si hicieras una novela con tu vida.
FERNANDO con su OBRA, en la viña, décadas después.
Recuperamos las viñas del bosque, comprando otras viñas del río hacia arriba, localizando parcelas como ésta para juntar todo lo que aquí ves (miramos el vídeo realizado por Fabio), que hoy es la milla de oro, donde tenemos las viñas más espectaculares de toda la Ribeira Sacra.
.- Ahí está el Sil, tan perpetuo.
Nuestro gran río. Hace varios años cruzamos al otro lado del río, plantando viñas en la otra ladera. En uno y otro lugar plantamos en 1990 diferentes variedades blancas autóctonas gallegas, que casi estaban perdidas. Godello, Treixadura, Albariño, todo de cepa baja. Fue un trabajo apasionante, lógicamente un sueño.
.- Un sueño y un desafío para viticultores despiertos.
Todos los días te acuestas soñando y te levantas soñando, casi te sientes un Quijote. Empezamos en esta zona, donde está Cortezada, una viña que es un monumento, fíjate bien lo que hay aquí!
CORTEZADA, un viñedo con muros llamados socalcos cual murallas.
.- Madre mía!
La fotografía del New York Times (1925)
Mira los montacargas por donde sacamos la uva.
IMAGEN del vídeo en la época de vendimias.
Esto estaba lleno de bosque que cubría todos los bancales. Ahí había unos pinos inmensos, que los sacamos en camiones. Destoconamos todo, limpiamos todo, lo preparamos, arreglamos algún bancal y esta viña… resulta que hay una foto de una fotógrafa periodista del New York Times, sacada en 1925.
.- Ahora va a hacer un siglo que se hizo esa foto
Mira qué viña.
.- Guau!
CORTEZADA hace un siglo. (Foto Ruth Matilda Anderson, del NYT.
El trabajo humano que hay aquí. Y luego te voy a presentar en una fotografía a los héroes que hicieron la viña, que trabajaron en su recuperación total.
.- ¿Cómo descubriste esa viña durmiente bajo los árboles del bosque?
A mí me gustaba mucho la pesca… que es curioso, porque por el viñedo lo dejé todo. Cuando iba a pescar, todo esto estaba lleno de bosque, y por aquí había un camino, que es el camino real, una derivación de la vía Braga-Astorga, que es la vía Appia.
Bajábamos por aquí (nos va señalando sobre la fotografía del viñedo recuperado) con mucho trabajo al río Edo, un río truchero muy bueno. Venía caminando y empezó a relampaguear y tronar, que con lluvias así coges más truchas. Al volver intenté meterme por otro camino, era muy joven, pero me di cuenta que era imposible subir.
NOVENTA y nueve años después… visitando la viña con Fabio.
«Cada vino me ha costado once años»
.- Ahí estaban los bancales de altos muros.
¡Y qué bancales!, llenos de retama! “Tengo que localizar al dueño”, me dije. Lo localicé. Eran dos hermanas de Castro Candelas. La viña estaba abandonada, sobre todo la parte de abajo. Ahí empezó la chispa de recuperar todo. Entonces pensamos en hacer un vino blanco, porque esta zona es muy suave, con una orientación suroeste.
.- Te parecería increíble, como me lo parece ahora a mí.
Aquí recuperamos entorno a cinco hectáreas y pico. Para recoger las primeras uvas nos tiramos trabajando en estos bancales de Godello y de Blanco lexítimo, unos once años.
UNOS cortan los racimos, mientras otros los cargan.
LAS vendimias de entonces, las vendimias de hoy…
.- Por eso decías en una entrevista que cada vino te ha costado once años.
Mira esta foto. En esos bancales están trabajando, para recuperarlos, tres generaciones, el abuelo, el hijo y el nieto. El abuelo era un buen cantero. El nieto tiene hoy treinta y pico tacos. Al final no vino para las viñas, y eso que el abuelo le transmitió todo el cariño por ellas.
ABUELO, hijo y nieto, mano a mano en una viña que parece una cantera.
Esa familia en un día de trabajo hacía un metro de bancal. Un metro. Recuperar todo eso fue una locura, pero cuando eres joven eres atrevido, sueñas, y te quieres comer el mundo.
Todo por «algo tan valioso» como el vino
– ¡Qué bancales, madre mía!
Aquí hay bancales de tres metros y pico de altos.
.- Esto es el Machu Picchu gallego.
Es el mismo concepto.
VIÑAS sobre el abismo, hace años, en Ribeira Sacra
Tenemos el clima pero no tenemos el suelo para cultivar algo que es vital para nuestro pueblo: el vino. En otros lugares tienen diferentes cultivos para el hombre, o pasto para los animales, pero en una ladera así no funcionan. Es el gran trabajo que hizo el hombre por conseguir algo tan valioso como es el vino.
.- Lo que dices es más que una poderosa metáfora.
El vino lleva miles de años con nosotros, desde Mesopotamia o más allá, y mira hoy dónde estamos. Y aún seguimos dándole vueltas a ver quién consigue el mejor vino del mundo.
El vino se adapta a todos los tiempos. Aquí hay historia y patrimonio. Lo más espectacular para la familia Algueira es el haber recuperado todo esto.
FERNANDO a vista de pájaro, sobre el Sil.
.- ¿Hubiera sido hoy recuperable todo esto… si hubiese dormido bajo el bosque otros 30 años más?
No. Por dos razones: algunos de esos arbolitos hoy están protegidos. En aquel momento nos dejaron talarlos. Hoy no te dejarían porque aquí estaban los famosos alcornoques, las encinas, el padrairo, y no hubiésemos podido hacer un cambio de cultivo.
Kilómetros de viña sepultada junto al Sil
Imagínate dejar esto sepultado… Y hay kilómetros de antigua viña en la ribeira do Sil. La huella del hombre quedó atrapada por la tela de araña de la Naturaleza.
.- ¿También cultivaban la vid al otro lado de la ladera, lo que hoy es mayoritariamente bosque?
También. Pero aquello es el norte y vinieron al sur. Allí lo cultivaban, pero tenían mal vino. Antes los pueblos eran los propietarios de los montes comunales. Uno de este pueblo no podía solicitar monte común en el pueblo de enfrente. Los de allá querían plantar de este lado, pero las tierras eran de esta gente.
LA huella del hombre, «atrapada por la tela de araña de la Naturaleza».
Eso era un tema complicado. En el norte la viña no maduraba, lo hacía mal, y el sur era otra historia. Hace décadas aquí no conseguíamos vinos de 11 grados al lado del río, cuando yo empecé hace 40 años.
.- ¿Cuándo se vendimiaba?
El 29 de septiembre, por San Mateo. Y ahora estamos vendimiando con 16º de graduación alcohólica el 23 de agosto. Eso es para los negacionistas. Pero aquí hablas con la Naturaleza y te lo cuenta ella.
«La viticultura de montaña más grande del mundo»
.- El vídeo elaborado es certero y elocuente.
SOBRE una colina se ha erigido una estatua a los portadores de uva.
Aquí tenemos un espectáculo de lo que el hombre hacía por ganar el pan de cada día. No era un salario, eh!, era otra cosa, lo sé por la señora Licereta, que era la bisabuela de Cesarito. Licereta trabajó aquí para preparar el sulfato al lado del río, subiéndolo en hoyas de barro para que los hombres lo aplicaran.
.- Había trabajos de mujeres y trabajos de hombres.
Así es. En esta vista aérea del viñedo, tú puedes poner el dedo con los ojos cerrados donde te de la gana, que hay viñedo. Mira, mira, por todos los sitios hay viñedo en bancales.
Si todo esto se hubiese mantenido, hubiésemos sido la viticultura de montaña más grande del mundo. Con diferentes microclimas y orientaciones. La magia de un lugar es a qué lo dedicas.
VENTANAS de la bodega, similares a las de los monasterios.
.- Esto sería antes de la vid un despeñadero, un acantilado peligroso.
Y mira, hemos conseguido asentar la viticultura encima de una piedra, desafiando la gravedad, en un lugar sin apenas tierra. Aquí llevamos la cepa al límite, entre la vida y la muerte.
“A ver si sobrevives sobre una piedra. A ver si llueve para que no te mueras, porque no te podemos regar”, dice como dirigiéndose a una de sus cepas.
Hacer sostenible esta viticultura
.- Son problemas, pero también habrá ventajas.
La ventaja es que todo es indígena, todo local, las variedades crecen con su luz y sus sombras. Norte, sur, este y oeste. En una llanura nunca hay sombras. En la llanura la viña se come el sol todo el día. Si embargo aquí puedes tener una viña a la sombra al mediodía. Son los recursos de la montaña
.- Algunos os preguntarán cómo lo hicisteis, o por qué seguís aquí.
Sí, porque piensan que esto es una locura. Estamos porque este lugar nos da algo a cambio. Siempre tiene que haber un retorno. En los países hay leche de cabra, de oveja, de vaca, y ninguna vive en el mismo lugar. Si las cambias, el queso no es igual.
.- ¿Cómo se hace sostenible una viticultura como ésta?
Esto va a ser un reto… Mira el vídeo. Mira, aquí está la parcela a la que mi suegro me acompañó el primer día. Aquí empezamos y luego compramos todo esto, y nos queda un trozo de bosque, que también es nuestro, pero vete contando, que casi se adivinan las parcelitas.
Nosotros queremos suelos vivos donde habiten las plantas espontáneas que nazcan y todos los seres vivos que deben estar ahí con su diversidad.
FERNANDO entre las viñas y el bosque.
«No había ni una sola viña en pie»
.- ¿A cuántos agricultores les compraste las parcelitas?
A más de sesenta personas. Viñas todas abandonadas, que no había una sola viña de pie. Así las fuimos recuperando. “¿Para qué lo quieres, hombre”, me preguntaban los propietarios. Algunos me las regalaban pensando que estaba loco. Compré parcelas por 500 pesetas, que tampoco era entonces poco dinero. No las acepté como regalos, les daba un dinero a cambio y hacíamos un papel.
.- Eran viñas que entonces no tenían valor económico.
Y aparte de eso ya no se sabía quién era el dueño, porque la migración aquí fue terrible. La gente, como se sabe, se fue mayoritariamente a Sudamérica y ya no volvieron nunca más.
MIENTRAS tanto la fuente de la aldea siguió dando agua.
.- Y el vino siempre de por medio
Sí, porque todo esto es cómo se puede hacer un vino diferente en un lugar muy distinto. Si tú haces una calicata con una cepa de 90 años, que parece un Bonsái, veras que la raíz pivotante, la que busca el agua, entra por las grietas de las rocas.
La cepita busca la vida en todas las grietas
.- ¿Qué lectura haces?
El que plantó aquí anduvo escarbando y encontró algo de hueco, de tierra, y metió allí la cepita, y ella va buscando la vida por todas las grietas, por eso nosotros pedimos que llueva a partir de mayo una vez al mes como mínimo, hasta la vendimia.
EN ocasiones más piedra que tierra…
.- Todo lo que nos cuentas es lo que te atrapó para siempre, Fernando.
Se dice “en la cocina con mucho cariño y a la luz de la lumbre”.
Como no tengas cariño por esta viticultura, como no tengas pasión, y necesidad de ir allí todos los días, porque si no vas a la viña parece que te perdiste algo.
Fabio, el testigo que mantendrá «todo esto»
Tengo la suerte de tener en mi hijo Fabio un testigo que puede seguir manteniendo esto, al que le va a seguir costando trabajo mantener todo esto. Mantener una viña pequeña aún puedes, pero mantener 30 hectáreas es cosa muy seria.
.- ¿Puedes decir que ahora ya sabéis manejar la Ribeira Sacra?
Creo que a la Ribeira Sacra nadie sabe manejarla. Estamos intentando aprender, pero cuarenta años tampoco es mucho tiempo.
FABIO González y su padre FERNANDO posando juntos para el Blog.
Fernando se tiene que marchar. Así que hacemos un par de fotos, nos despedimos de él y, muy agradecido, continúo la conversación con su hijo Fabio González, de 38 años.
– ¿Cómo has mamado toda esta pasión de tu padre, Fabio?
Mi relación con el vino siempre fue de amor-odio. Hubo un tiempo que me daba vergüenza reconocerlo, pero es algo razonable que le pasa a muchos hijos de viticultores bodegueros.
A mí me tocó vivir una época de incertidumbre cuando era niño. Desde un principio fue mi padre quien tiró del carro con una dedicación absoluta, una obsesión y un sacrificio total. Luego se incorporó mi madre.
.- ¿Cómo lo recuerdas?
Veía su entrega total, abriendo camino y “a ver dónde nos lleva todo esto”. A veces notaba su frustración, no estando el tiempo que le gustaría conmigo, con su hijo. Cuando era niño, el vino me sabía a rayos, pues no lo entendía. “¿Tanta dedicación para “esto”?, me preguntaba.
.- ¿Cuándo se produjo el cambio en ti?
Durante años me dediqué al mundo de la música, en Madrid primero, que yo quería salir de aquí. Luego estuve varios años trabajando en Londres. Y es curioso, porque cuanto más lejos me iba, más valoraba lo que dejaba atrás.
FABIO González delante del edificio de la bodega Algueira.
.- “Se canta lo que se pierde”, decía Antonio Machado
Me pasó algo parecido. Es verdad que volvía para ayudar a mis padres con el inglés, o en las vendimias, o en el restaurante. A la vez, empezó a gustarme el vino, que lo entendí con veintipocos años.
El primer vino que le hizo llorar de emoción
Una vez, comiendo en un restaurante gallego en Londres, comprobé que tenían uno de nuestros vinos. Recuerdo que cuando metí su aroma en mi nariz, se me escapó una lágrima de emoción.
BOTELLAS en la tienda de Adega Algueira.
.- ¡Qué morriña tan dulce!
Era como sentir a mi padre y a mi madre a mi lado, con la dimensión certera de lo que estaban haciendo. Aquello era muchas cosas, también la necesidad de abrirme camino lejos de ellos. Había que volver, pero sin frustración, sin huir al mundo del vino. De hecho me vine de Londres cuando allí estaba en mi mejor momento, trabajando mucho y ganando dinero.
.- “Ahora que estoy bien, me vuelvo”.
Así fue. Volví y me traje a Malin, mi mujer, sueca, que ese ha sido el mayor hito de mi vida. Traerme a una sueca a Galicia que no hablaba español, y no conocía nada de la cultura gallega, y ponerse a vivir día a día con sus suegros. Mi padres son encantadores, pero… Ella fue una campeona. Y aquí hemos tenido una hija.
PIEDRA Y HOMBRES en la Ribeira Sacra.
.- Hoy habla castellano, conoce la cultura gallega… ¿Se ha enamorado del proyecto Algueira?
Yo me estoy preguntando aún si se ha enamorado de mí, jajaja.
Desde Ribeira Sacra a La Place de Burdeos
.- No hay mayor muestra de amor, Fabio, que lo que ella ha hecho, jajaja.
Nuestro proyecto es muy amplio. Algueira está en un momento muy bueno. El año pasado hemos entrado en La Place de Burdeos, lo cual indica un buen camino.
BURDEOS, tantas veces citada en este Blog.
.- La Place de Burdeos y exportando a veinte países de la Tierra… ¿Sois profetas en vuestra tierra?
En Galicia tenemos una muy buena marca. Lo que yo siento es cariño por parte del mercado gallego. Seguro que porque mis padres hicieron cosas muy grandes que en su momento no se vieron.
FERNANDO Algueira y Ana Delia Pérez, los padres de Fabio.
.- ¿Define bien el trabajo en las viñas de Ribeira Sacra las palabras “viticultura heroica”?
Es verdad que es una viticultura complicada, pero no somos dados al concepto de lo heroico, primero porque se ha utilizado demasiado como estrategia de marketing, más que por darle valor al viticultor.
Lo que nunca nos gustó demasiado es la idea de que si quieres trabajar en Ribeira Sacra tienes que ser un héroe. Y eso, me temo, deshumaniza todo esto. Es cierto que el factor humano aquí es esencial, es duro, pero nadie es un héroe por estar aquí.
«VITICULTURA Heroica», poderoso reclamo turístico para la zona.
No hay que ser héroes para trabajar aquí
.- ¿A qué problemas os enfrentáis?
A eso iba. En un momento de cambio climático, o de falta de trabajadores, y la carencia de gente joven, lo último que debemos hacer es asustar y decir que hay que ser un héroe para estar aquí. No, aquí hay que tener pasión, te tiene que gustar mucho lo que haces y te tienes que organizar muy bien.
IMAGEN del vídeo grabado por Fabio durante la vendimia.
.- ¿Cuántos años lleváis tu esposa y tú implicados?
Nueve años.
.- ¿Qué has aportado al proyecto?
En estos años lo más importante que he aportado ha sido ilusión, al margen de otras cosas materiales. Mis padres habían dedicado a esto toda la vida y tenían un hijo con la guitarra y con la música en Londres, sin saber si habría continuidad…
Cuando yo les dije a mis padres que volvía, que venía para quedarme, la felicidad de los dos les llevó a ampliar la bodega y realizar otras inversiones. Yo no tenía ni idea, pero solo con mi llegado se pusieron manos a la obra.
.- Qué maravilla!
Al volver hice un curso importante de sumillería en el Instituto Gallego del Vino con el tutor Juanjo Figueroa, que se convirtió en mi hermano en el mundo del vino. Quería formarme para entender dónde me metía. Y supongo que aporté modernidad y sangre nueva para el proyecto.
La importancia del vino
.– ¿Qué has descubierto en este mundo del vino?
Qué buena pregunta, Julio. Y qué difícil de contestar.
He descubierto la conexión que hay entre viñedo, el vino y la humanidad, tan ancestral, y cómo se ha ido desarrollando en el mundo, con la importancia del vino como un elemento que ha ido siempre de la mano del hombre.
.- ¿Qué sabes de Rioja Alavesa?
Hemos tenido más conexión con Borgoña o con el Priorat. Pero Rioja Alavesa es espectacular, allí tenéis a Telmo Rodríguez, en Labastida, un icono del vino y muy cercano a nuestra familia, partícipe de que hayamos entrado en La Place.
Conozco también el proyecto Aiurri de Alma Carraovejas de Pedro Ruiz en Leza. Tengo el honor de conocer bien a Pedro, formándome en un Master que está organizando. Diría que Pedro es una de esas figuras del vino que interpreta muy bien los sitios, entrando en ellos con sumo respeto, que tú lo conoces bien.
.- Hacía falta un buen psicólogo como él en el mundo del vino.
Absolutamente.
TELMO Rodriguez y PEDRO Ruiz, referentes en la cultura del vino.
TRANSPORTANDO uvas en la viña que Juan Valdelana tiene en Ribeira Sacra.
Hacia dónde llevar la nave Algueira
.- ¿Por dónde quieres llevar la nave Algueira en el futuro?
Las bases que ha asentado mi padre de viticultura y entendimiento del viñedo, de vinificación de parcelas es algo que no hay que tocar. Es la piedra clave de todo el proyecto.
Mantendremos la inversión en Enoturismo, que llevamos 20 años haciendo esto, dando una experiencia a la gente con nuestro restaurante, y desde hace 15 años tenemos un barco en el río para que la gente vea las viñas desde el río.
.- ¿Recuperarás más varietales?
Seguiré recuperando variedades, que tenemos 35 variedades autóctonas en Galicia y de momento estamos trabajando con 15.
No compraremos mucho más viñedo. Y seguramente le haremos algo más de caso a renovar el ámbito de la gestión de empresa de Algueira.
.- Sé que contáis con al menos veinte referencias de vino.
Veinte referencias de vino para el mercado quizá sean muchas, pero a nivel nuestro, personal, filosófico, de cómo entendemos la Ribeira Sacra en nuestro proyecto nos gustaría tener 50 referencias, por los matices.
VEINTE referencias de vino en la tienda de la bodega.
En Algueira gana el tinto al blanco por goleada
.- ¿Cuántas referencias son blancas?
Cinco son blancas, el resto es tinto. Gana el tinto por goleada. Ribeira Sacra es más de tintos que de blancos, que la Godello y la Mencía son variedades traídas de El Bierzo hace 200 años.
Y la finura, la elegancia, el equilibrio, la complejidad que conseguimos en los tintos es más destacable que en blancos.
.- Vuestra hija tiene 2 añitos y medio. Tendrás que elaborar una estrategia para que no sienta el amor/odio que tú tuviste.
Lo bueno es que aprendes de los errores del pasado. Espero darle a entender la parte mucho más amable y divertida del mundo del vino… Ya le hemos hecho un vino que se llama Maya, como ella.
.- Tenéis dos vinos en homenaje a dos mujeres
A mi madre Ana y a mi hija Maya. Hay que mimarlas, hay que convencerlas de alguna forma para que no se vayan. A mi madre Ana le hizo ilusión el vino, pero es humilde, sin afán de protagonismo, siempre situada en las filas de atrás.
FAMILIA ALGUEIRA al completo.
El próximo vino será para mi mujer, Malin. El de mi madre es fino y elegante como ella. A mi mujer quiero hacerle un vino tinto, porque también hay que romper ese concepto de que el vino de mujer sea blanco. Quiero hacerlo con la uva Mouraton, una uva poca conocida, de una gran finura, maravillosa.
FERNANDO con su esposa Malin Karlsson.
«Dígaselo con un buen vino»
.- Hemos pasado del “dígaselo con flores” a “dígaselo con un buen vino”.
Hay que buscar fórmulas para hacer vino, que está la cosa como está.
.- ¿Qué dice la gente de Burdeos o Borgoña que viene a visitaros?
Exclama sorprendida “¡Pero esto qué es!”. O se llevan las manos a la cabeza para preguntarse “¿Cómo es posible que esto no se conozca en Burdeos?”
He visto a viticultores de otras zonas de España llorando al contemplar las viñas. Emocionarse y llorar hasta la lágrima.
Nuestro propio distribuidor en Dinamarca vino hace años a conocer la zona y hoy tiene aquí una bodega. ¡Qué más se puede decir!
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Está todo dicho y muy bien dicho. Eso es La Ribeira Sacra. Como una «meiga» buena que te atrapa y te embruja. De ahí solo pueden salir esos maravillosos vinos que conozco de la mano de Fernando desde hace 15 años y me parecen un regalo para la vista, el olfato y el paladar. Muy buena entrevista, Julio. Felicidades
Gracias, Marita
Dios mío!, parece una inmensa mina a cielo abierto. Y son bancales para cultivar miles y miles de cepas para elaborar el vino de Ribeira Sacra. Qué maravilla, qué texto tan poderoso y cercano, y qué decir del gran reportaje fotográfico. Todo tan bien explicado. Enhorabuena. Me encanta tanta verdad!!!
Gracias, Maruja
Qué tarea tan maravillosamente loca. Recuperar todas esas viñas es de colosos, por no decir de dioses. Toda mi admiración para Fernando Algueira. Iré más pronto que tarde a visitaros. Menudo legado para sus hijos Fabio y Malin!!!
Gracias, Clara
Caray, esos raíles que se dirigen, como una utopía, como un sortilegio, hacia el cielo infinito, cual si fuera una escalera de miles de metros para llevar la uva a la estratosfera, y en una bodega celestial hacer por fin el vino de Ribeira Sacra. Y tanto que Sacra. Mi admiración para Fernando y Fabio, mi abrazo para Julio por contarlo como nadie en el mundo del vino. Zorionak!
Eskerrik asko, Arene
Ay, la importancia de las abuelas que nos criaron y nos amaron sin medida, dándonoslo todo todito todo!!
Yo también tuve como Fernando una Estrella que configuró mi corazón de arriba abajo.
Gracias, Sandra
Se agradece, y mucho, leer una historia enorme que sale del vientre de la infancia, cuando el palo de una escoba nos hacía de caballo, y un regato de pueblo nos servía para navegar al mundo de la fantasía con Tom Sawyer y Huckleberry Finn
Eskerrik asko!!
Milesker, Kepa
Casi en el mismo instante de comenzar la conversación con Fernando y Fabio sabes que te estás impregnando de ese mundo mágico gallego, de ese que hablan las crónicas ancestrales.
Porque solo con esa determinación y valentía es posible empezar esa obra mágica que nace y se desarrolla entre bancales y piedras milenarias, al arrullo silencioso del Sil. El hombre, sencillamente solo, compartiendo la infinita sabiduría de la naturaleza.
Y hablaron de todas esas personas que antes de ellos convivieron con esas viñas. Gentes duras y valientes, siempre al borde de cualquier precipicio. Transmisores de ese increíble legado que hoy recoge la familia González, sabiendo que unos años después, tal vez cientos o miles, otros mágicos gallegos relaten a sus hijos como sus antecesores entendieron, respetaron y dieron vida entre unas piedras imposibles al borde del río Sil.
Gracias, Alberto
Qué belleza, cuánto sudor y empeño por un trabajo bien hecho, un lienzo, una verdadera escultura natural y humana.
Gracias, Amaia
Fijaros lo que digo, una tiene miedo a lugares tan telúricos no vaya a ser tan hermoso y mágico que una se quede enganchada y ya no vuelva de allí, como le ocurrió a la sueca Malin. Y si encima el vino es bueno… ¡qué más puede pedirse!
Gracias, Daniela