LAPUENTE y Ezquerro junto a un cartel del Centenario.
El Consejo Regulador no lleva cien años trabajando por el vino Rioja. Está mintiendo en más de tres décadas en las que no hizo nada, tres décadas de hambrunas, asesinatos, guerra, postguerra y represión en la viña riojana.
El nacimiento del sello “Rioja”, como el de otras muchas “marcas registradas” que surgen en el vino europeo hace un siglo, nace en un contexto de fraude y crisis generalizados, como nos recuerda la canción de la época: “Ay, ay, ay,… los almacenes de Haro los vamos a quemar, que muere mucha gente del vino artificial”.
En ese momento en muchas regiones vitivinícolas francesas se está viviendo el nacimiento de las Apelaciones de Origen (AOC) como defensa de las marcas colectivas de vinos.
En el año 1908, con el viñedo riojano destrozado por la filoxera y las grandes bodegas importando masivamente vino de otras regiones, la Cámara de Comercio de Álava propuso a la Diputación alavesa que acordara con las Diputaciones de Logroño y Navarra registrar una marca común y evitar así el uso fraudulento del nombre “Rioja”.
La Diputación Foral se opuso a la iniciativa, porque, según el Diputado Echave Susaeta, “la uva alavesa era de mejor calidad y mayor precio que la de Logroño, por lo que no interesaba a los alaveses el que se diera igual trato a unos y otros”.
Por esa época comienza la Asociación de Viticultores Riojanos a interesarse en la consecución de una Denominación o sello que impidiera que las grandes bodegas riojanas comercializaran desde Haro y Logroño vinos foráneos, utilizando incluso alcoholes industriales para su encabezamiento.
Las grandes Bodegas como Bilbaínas y Franco-Españolas, agrupadas en la Asociación de Exportadores de Vinos de la Rioja, se posicionaron en contra de esos intentos de Denominación alegando la “libertad de comercio” y que esos alcoholes industriales, que en varios casos ellos mismos comercializaban, “no eran nocivos para la salud”.
LA Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930).
Esta diferencia de criterios duró muchos años, hasta el punto que en 1921 los viticultores del Sindicato Agrario Católico Riojano se quejaban públicamente de que unos pocos bodegueros, “media docena de “vivos”, cercenaban “el derecho de 50.000 vitivinicultores riojanos”.
Con el golpe de Estado del Dictador Primo de Rivera en 1923 la situación cambió y los viticultores riojanos fueron oídos según se desprende de los boletines de ese año en los que se refieren al “espléndido puntapié de una bota bien calzada”, felicitándose de que “ha llegado la hora de la justicia y el derecho, ha pasado la del caciquismo y la tiranía”.
Con la oposición frontal de los grandes bodegueros, en 1925 se publicó una etérea e inconcreta Real Orden que autorizaba a la “región riojana para la creación, con el carácter de marca colectiva, de un precinto sobre los envases…”. Un año más tarde, el 22 de octubre de 1926, un Real Decreto disponía la creación de un futuro Consejo Regulador de la Denominación Vinícola Rioja que incluyera una parte indeterminada de las provincias de Logroño, Álava y Navarra que así lo quisieran.
REAL Decreto de 1926 exigía una definición previa de lo que era «Rioja».
La “región riojana” de las que hablaban la Real Orden de 1925 y el Real Decreto de 1926 era absolutamente imprecisa y abierta en sus inicios, hasta el punto de que además de todo el viñedo de la Rioja Alavesa y parte del de la provincia de Logroño se pretendía incluir la mayor parte del viñedo de Navarra, algo que la generalidad de los pueblos navarros luego rechazaría.
Esa inconcreción de la región riojana la expresaba claramente el citado Real Decreto de 1926, obligando el Gobierno “a la delimitación previa de la zona a la cual pudiera aplicarse el calificativo Rioja, toda vez que no se trata de un nombre geográfico español que corresponda a un término administrativo ni político…”.
El 11 de enero de 1927 se constituye oficialmente el Consejo y empieza a trabajar en el Reglamento de la Denominación, que se aprobará por el Gobierno el 24 de febrero de 1928, aunque al no tener todavía qué pueblos estaban o no considerados como parte de la imprecisa “región rioja”, pues no se podía poner sello alguno a los vinos. Como veremos a continuación los años 1927 y 1928 serán muy ricos en acontecimientos sobre esta cuestión.
Así, a finales de 1927 el entonces Diputado Foral de Navarra Mariano Arrasate propuso en carta a los Ayuntamientos navarros que una gran parte de sus viñedos quedase incluida dentro de la zona y obtuviesen a partir de entonces el derecho a usar el título de vinos de Rioja. Los políticos navarros argumentaban que casi toda Navarra debía estar incluida en la futura DO Rioja porque el concepto Rioja no estaba delimitado geográficamente y porque muchos viticultores riojanos compraban vino en Navarra para venderlo como Rioja.
EL tren que se inventó la Denominación Rioja.
Finalmente sólo unos cuantos pueblos navarros ribereños del Ebro mostraron su interés en incorporarse a la apelación “Rioja”, mientras que el resto de localidades se incorporó a la DO Navarra y conviene reflexionar sobre ello porque arroja mucha luz sobre la anómala génesis de nuestra Denominación: no será la historia, ni el terroir, ni el mercado, ni la vinífera, ni la tradición,… las que forjarán la Denominación “Rioja”, sino el ferrocarril a Bilbao y la disponibilidad de puentes sobre el Ebro.
Tampoco eran razones vitícolas porque, salvo Viana, los otros pueblos navarros que se van a ir incluyendo a lo largo del siglo XX en el concepto “Rioja” habían sido siempre escasamente vitícolas; así, Huetz de Lemps les da en la primera mitad del siglo XIX a sus viñas mucho menos del 6% de la superficie labrada de cada localidad, con cifras muy bajas tanto para Andosilla (104 Has entonces y 1.175 Has hoy ), Azagra (150 Has entonces y 1.499 Has hoy), Mendavia (63 Has entonces y 1.739 Has hoy), San Adrián (63 Has y 601 Has hoy).
Al otro lado del Ebro, junto a las estaciones de ferrocarril de Rioja Baja va a pasar otro tanto, localidades escasamente vitícolas que producían lo justo para autoabastecerse multiplican por siete su viñedo y por veinte su producción actual de uva. Así Alfaro pasa de las 428 Has de viñedo justo antes de la filoxera a 4.297 Has hoy y Aldeanueva de 266 Has a 1.536 Has. Lo único que tienen en común estos pueblos navarros y riojabajeños con lo que había sido durante siglos la tradicional región vitícola Rioja, es el fácil acceso al ferrocarril de Bilbao inaugurado hacia 1863.
GRANDES bodegas de crianza se opusieron a la idea de una DO.
El 30 de marzo de 1929 aprueba por fin el Ministerio la “Relación acordada por el Consejo Regulador Rioja de los pueblos de las provincias de Logroño, Álava y Navarra”, delimitando la zona “Rioja” con todos los pueblos incluidos, que son los seis pueblos navarros mencionados, todos los de Rioja Alavesa y una parte de los de la provincia de Logroño, poco más del 60% de los actuales, divididos en dos zonas Rioja Alta y Rioja Baja, sin mención alguna a Rioja Alavesa-Sonsierra, el corazón y la esencia del vino tinto Rioja tradicional durante cuatro siglos.
Obviamente este olvido tiene mucho que ver con el hecho de que la recuperación del “nuevo viñedo Rioja” se había producido esencialmente por las plantaciones en Rioja Baja pues los pueblos de monocultivo vitícola de Rioja Alavesa-Sonsierra no se habían recuperado del tremendo golpe de la filoxera, teniendo entre ambas comarcas unas cuatro mil hectáreas, poco más de la cuarta parte de lo que tenían antes de la catástrofe.
INJERTANDO en Elciego.
El 10 de marzo de 1929, reunidos en Elciego representantes de los pueblos de la Rioja Alavesa y Sonsierra manifiestan “Que constituyendo los pueblos alaveses de Baños de Ebro, Lapuebla, Elciego, Villabuena, Navaridas, Laguardia, Elvillar de Álava, Leza y Samaniego, con los de la provincia de Logroño, Ábalos y San Vicente de la Sonsierra, una zona vitícola de importancia perfectamente definida por las características especiales del vino que elaboran, de tipo completamente distinto a los de las zonas Rioja Alta y Rioja Baja, únicas que en el Reglamento se admiten y cuyo tipo expresado no encaja en ninguna de ellas…” acuerdan pedir que se autorice a estos pueblos a constituirse en zona vitícola autónoma y que se cree la denominación Rioja Alavesa.
Al mes siguiente se vuelven a reunir en Elciego para analizar la respuesta negativa del Consejo y deciden no poner la precinta en sus vinos.
Por otro lado, la oposición de los grandes bodegueros a un control mínimo consiguió retrasar la aplicación de los Decretos, y que los alcoholes industriales siguieran permitidos unos años más a pesar de su toxicidad, y así mismo, que se retirara la inicial exigencia de una etiqueta con el texto explícito “este vino no es de la Rioja” que deberían llevar todos los vinos producidos en las bodegas riojanas que contuvieran uva o vino de otras zonas españolas.
EL crack económico de 1929 enterró el proyecto de DO Rioja.
Pero meses después, la crisis económica mundial que siguió al crack bursátil de 1929 ya había hundido el consumo de vino y dado al traste con el proyecto de Denominación y su Consejo Regulador, conceptos que permanecerían en el congelador las tres décadas siguientes. Las bodegas criadoras, como Palacios, Bilbaínas, Rioja Alta, CVNE, Franco-Españolas…, sufrieron de forma especial el crack, reduciéndose el embotellado de vino hasta la tercera parte de los años anteriores.
Muchos viticultores que trabajaban en esa época como peones para unos pocos terratenientes, volvieron a sentir el hambre y la miseria como su realidad diaria, quedando su malestar patente en 1930 cuando instan a “insistir telegráficamente ante el presidente del Consejo de Ministros y los Ministros de Economía, Hacienda y Estado para que se pongan en funcionamiento las medidas pertinentes para atenuar las crisis vitícolas y cerealistas».
Desgraciadamente, la proclamación de la Segunda República española en 1931 coincidirá con una fortísima retracción de las ventas de vino Rioja y la caída en picado de los precios de la uva. En esas condiciones, la Denominación y su Consejo desaparecieron, pues las cosas en la viña riojana no estaban para bromas ni burocracia, se trataba de sobrevivir, por lo que el Ministerio dispuso la disolución en 1934 de un Consejo Regulador que no había llegado más que a delimitar la región Rioja, delimitación que como ahora veremos cambió grandemente en los años setenta y ochenta.
REVUELTA agraria de San Vicente, Labastida, Ábalos… en 1933.
Que los viticultores riojanos no estaban para bromas lo demuestran las revueltas sociales ocurridas en 1933 y 1934, al poco de aprobarse la Reforma Agraria, con la efímera proclamación de un comunismo libertario, movimiento utópico que exigía al Gobierno republicano un justo reparto de la tierra que estaba en manos de unos pocos terratenientes, muchos de ellos foráneos. La quema de los Registros municipales de Labastida, Briones, San Vicente y pueblos de los alrededores pretendió cándidamente abolir los títulos de propiedad, así “la tierra era de nadie y de todos”…
“Calmados los ánimos” de los viticultores a base de muertos, represión y cárcel, en el año 1935 el panorama del sector vitícola riojano seguía siendo desolador como recoge un informe de la época que decía que “existen en poder de los cosecheros fuertes stocks sin realizar y las escasas transacciones que se vienen efectuando se hacen a tipos no conocidos desde los años anteriores a la Gran Guerra y, desde luego, no remuneradores ya que los jornales, abonos, sulfatos y demás gastos que su cultivo y fabricación exigen se han aumentado en grandes proporciones con relación a aquella época”.
EL embotellado en la bodega comenzó a finales de los años treinta.
Entre tanta crisis, no hay que olvidar que Bilbao sigue creciendo en población y cada vez demanda más vino, por lo que la Diputación de Álava ve una oportunidad tras el fracaso de la DO Rioja para reactivar una comarca muy deprimida como es Rioja Alavesa. Así, el 11 de junio de 1936 se publica en el diario “la Rioja” que la Diputación de Álava propone la creación de una Cooperativa vinícola en Rioja Alavesa y “solicitar del Ministerio de Agricultura la designación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen para Rioja Alavesa”.
Cualquier proyecto de Denominación, llámese “Rioja” o “Rioja Alavesa”, se fue al garete al estallar inmediatamente la Guerra Civil 1936-39, pues a los miles de viticultores riojanos que cayeron en esos años en los frentes de guerra hay que sumar los cientos y cientos de viticultores fusilados y represaliados en sus pueblos en el primer momento de 1936, pues la derecha caciquil se vengó de las revueltas agrarias de 1933 y 1934 con las famosas “sacas” perfectamente narradas en el libro “Aquí nunca pasó nada, la Rioja 1936”, de Jesús Vicente Aguirre
LOS asesinatos de viticultores silenciados de 1936.
Tras la tragedia vivida en la viña riojana durante los años treinta luego siguieron la Segunda Guerra Mundial y los cuarenta años de franquismo que impusieron precios bajísimos del vino (entre 1 y 2 pts/litro o un céntimo de euro)… Hablar de Denominación de Origen a esos precios era una ensoñación, como ridículo sería hablar durante las dos décadas siguientes de un inoperante Consejo Regulador que se activó levemente en 1953, tras un cuarto de siglo totalmente muerto.
El 17 de enero de 1956, reunidos en Elciego representantes de varios pueblos alaveses y de la Asociación de almacenistas de Bilbao, se debate si es conveniente o no que esta zona pertenezca al Consejo Regulador de la marca Rioja y “rechazaron por unanimidad el pertenecer a dicho organismo y acto seguido se acuerda elevar con todo respeto un escrito a la Dirección General de Agricultura suplicándole que esta región quede excluida conforme a los deseos unánimes de todos los agricultores”.
En el Consejo Agrario del Cantábrico, en octubre de 1956, se acordó: “Que se realicen las gestiones oportunas para que los vinos de las comarcas alavesas elaborados con uva recolectada en los términos municipales de Álava, queden protegidos como denominación de origen con el nombre geográfico de Rioja Alavesa”. ¡Estamos en lo más duro de la dictadura franquista y es obvio que esa reivindicación de autonomía nada tiene que ver con el nacionalismo vasco!
SOLDADOS italianos en Labastida.
En noviembre de 1956, el Consejo Regulador llegó a proponer a los viticultores de Elciego, los más reacios a la incorporación, “la posibilidad de que emplearan etiquetas específicas en las que se resaltara el lugar de procedencia del vino, usando la denominación “Elciego-Rioja Alavesa”, pero tampoco aceptaron. Hasta el Tribunal Supremo tuvo que terciar, dando la razón a los alaveses en la sentencia de 1961. ¡Qué bueno sería que algunos políticos de Vitoria se leyeran esos documentos!
Todavía en el año 1972 la viticultura era un cultivo considerado ruinoso según un estudio de la Estación Enológica de Haro, pues un viñedo Rioja de 40.000 hectáreas producía apenas 100 millones de litros mal pagados (unos 5 céntimos de euro/litro) y vendidos mayoritariamente a granel lo que empujaba al abandono del cultivo y al arranque, especialmente en su feudo histórico de Rioja Alavesa-Sonsierra que tenía todavía la mitad del viñedo de los siglos anteriores.
CRISIS vitícola de Laguardia en los años cincuenta.
Un cambio de ciclo económico en el mundo, que en nuestro entorno se dejó sentir especialmente en el País Vasco, impulsó el consumo de vino Rioja. La creciente demanda de vino atrae rápido a capitales foráneos que compraron tierras, levantaron modernas bodegas o incrementaron la capacidad de las antiguas adquiriendo miles de barricas que era preciso llenar de vino, lo que elevó considerablemente los precios de la uva, incentivando al viticultor a plantar.
Podemos decir que la DO Rioja y su Consejo Regulador se redefinen y nacen con los Reglamentos de 1970 y 1976, es decir que tiene unos 50 años como Denominación real.
En aquellos años predemocráticos y preconstitucionales, la DO Rioja era una realidad endeble y absolutamente cuestionada por las instituciones alavesas. Así por ejemplo, “el Acta de la sesión del Consejo Regulador del 8 de junio de 1973 recoge la petición hecha por determinadas localidades alavesas a la Diputación Foral de Álava para que solicite una Denominación de Origen Rioja Alavesa con su propio Consejo Regulador autónomo.
Al poco tiempo, una Moción del Diputado Foral Julio Martínez Bujanda al Diputado General de Álava en 1977 pedía “fijar las posibilidades de creación de un Centro Regulador que ampare la denominación “Rioja Alavesa”… Lo justificaba en base a la preocupación de los viticultores alaveses y al hecho de “la indiscutible calidad, personalidad y características propias de los vinos de Rioja Alavesa en contraposición de la gran superficie de viñedos que componen el total de la Denominación”.
EN la antigua etiqueta, Rioja Alavesa era respetada y valorada.
El tema no fue a mayores porque hay que recordar que en aquellos años de finales de los setenta la uva y el vino de Rioja Alavesa estaban valorados por las bodegas de crianza como los mejores de la DO, y se permitía poner con grandes letras “Rioja Alavesa” en las etiquetas; las contraetiquetas del Consejo llevaban todas bien visible el mapa de la zona Rioja Alavesa, así como el escudo y el nombre de Álava.
Contrariamente de lo que pasa en nuestros días en que han desaparecido todas esas prerrogativas, no había hace 50 años agravios suficientemente fuertes que hicieran plantearse en serio una Denominación diferenciada.
Por otro lado, la Denominación “Rioja” de 1975 se parecía tanto a la actual como un huevo a una manzana: El 60% del territorio de la provincia de Logroño (hoy Comunidad de La Rioja) estaba excluido de la Denominación y en cuanto a la pequeñísima zona en que estaba permitida la crianza, los reglamentos eran aún más restrictivos”. En sólo 34 municipios (un centenar menos que en la actualidad) se podía criar vino y estos estaban principalmente ubicados en la zona de Rioja Alavesa- Sonsierra y en la zona adyacente de Rioja Alta próxima al Ebro.
Veamos las razones que daban para justificar esas restricciones Ángel Jaime, Vicepresidente del Consejo y Director de la Enológica de Haro: “La zona Rioja presenta un núcleo central caracterizado por una ecología particular en cuanto a clima y suelo, que han producido tradicionalmente las máximas características de calidad, y al alejarnos de ese núcleo que es una elipse cuyo eje mayor es Haro/Laguardia, las características del Rioja se van atenuando, asemejándose a las de zonas vitícolas limítrofes”.
CORTA y barata la vendimia de 1970.
Paralelamente a un crecimiento de la viña, tuvo lugar una incorporación constante de nuevos territorios a la Denominación; así, con el Reglamento del año 1976 (¡hace solo 50 años!) entran en la DO Rioja con todos los honores muchos pueblos cerealistas de la provincia de Logroño de muy escasa tradición y vocación vitícola y nulo “terroir”: Foncea, Galbárrulli, San Millán de Yécora, Bañares, Baños de Rioja, Castañares de Rioja, Cidamón, Cirueña, Hervías, San Torcuato, Tormantos, Bezares, Berceo, Estollo, Matute, Villarejo, Santa Coloma, Daroca, Lardero, Sorzano, Torremontalbo, Albelda, Nalda, …
En total, el mapa de Rioja de 1976 ganaba 37.476 hectáreas teóricas. Poco más tarde, en 1981, el Consejo Regulador acordó incluir la amplia zona que ocupaban los términos de Aguilar, Arnedillo, Cervera, Herce, Igea, Préjano y Santa Eulalia Bajera. “Estamos hablando de muchos municipios “nuevos”, con una superficie agraria útil muy superior a la de toda la Rioja Alavesa”, denunciaba yo en publicaciones de la época. En el Reglamento del año 1.991 aún se amplió la DO con Torrecilla sobre Alesanco, Herce, Leza de Río Leza, Aguilar de Río Alhama, Cervera, Cornago, Igea, Aras y Bargota, pueblo este último que ha crecido hasta las 458 Has en solo tres décadas.
LA vida real del Consejo es de unos 70 años, nunca de 100.
Entonces, ¿qué celebran todas esas localidades de incorporación reciente a la DO Rioja, el centenario o el cincuentenario? ¿De qué cien años hablan los actuales mandatarios de un Consejo Regulador que estuvo inoperante durante décadas? Por otro lado, como hemos demostrado, si lo que quieren celebrar es el centenario del Consejo deberán esperar sentados muchos años más.
Si lo que quieren es celebrar el aniversario del sello “rioja” en la primera botella deberán esperar cuatro años más, hasta el 2029 cuando se cumpliría un siglo del primer Reglamento de la DO Rioja y del momento en que se fijan los pueblos que tienen derecho a pertenecer a ella, salvo que sus prisas se deban al temor de no estar presentes en la efemérides.
Y si lo que quieren celebrar es la apelación vínica “Rioja”, más que de cien años se debería hablar de cuatrocientos años, al menos para la apelación vínica “Rioja Alavesa” y en este sentido hago una sugerencia a nuestra Consejera de Agricultura, Amaia Barredo: ¿para cuándo organiza Gobierno Vasco nuestro inminente 400 Aniversario del vino “Rioja Alavesa”?
(CONTINUARÁ)
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Buen articulo. Deseando leer la segunda parte.
Gracias, Antonio
Al pan, pan; y al vino, vino. Más allá del titular, es muy buena la explicación del somero contexto histórico de este último siglo y pico. Un trabajo valiente, de los que gusta leer
Gracias, Juan
Se estará montando una buena, me imagino. La DO Rioja querría celebrar el «centenario» sin contestación alguna. Menos mal que tenemos al Blog Rioja Alavesa. Los datos, los hechos, piden que este artículo se convierta en noticia en otros muchos medios de comunicación. ¿Lo harán? ¿Hay libertad de prensa en el territorio de la hoy DOCa Rioja? Veremos.
Gracias, Antton
Alguien dirá que no es el momento, y que ya está Miguel fastidiando a la DO Rioja. Yo creo que sí es el momento. Le felicito por el trabajo de investigación, y por los muchos datos que nos aporta. El propio Consejo, si tuviera solvencia y talante abierto, le felicitaría por un trabajo tan fino. Eskerrik asko, Miguel
Eskerrik asko, Begoña
Si es como lo cuenta Miguel, no hay más que hablar. Si es así, es así y punto en boca. Que cada palo aguante su vela.
Gracias, Jon
Excelente artículo. Con rigor histórico y fruto de muchas horas de trabajo y meticulosa investigación.
Es una impresionante LECCiÓN de Historia que evidencia donde está el auténtico ORIGEN.
Gracias, Carlos
¡Una muy buena lección de historia! Resulta que la historia de esos “cien años” es la crónica de la inoperancia de una institución y la historia de un grito continuado a lo largo de tantos años por la independencia de los vinos de Rioja Alavesa. Yo creía que la distinta vara de medir era de estos últimos cuarenta años, pero no, el Consejo regulador ha tenido siempre dos: una de permisividad e incorporación de zonas que nunca fueran vinícolas y otra de obstáculos, impedimentos y negativas con los que siempre estuvieron dentro.
Miguel, tu artículo desarma argumentos basados siempre en el poder, pero no en la justicia y en la verdad.
Gracias, Antonio
Excelente trabajo Miguel.
«Nunca dejes que la realidad estropee una buena historia»; esta es la acertada síntesis de este artículo.
Que la historia no estropee una buena campaña de marketing, en palabras de Julio.
Esta es la Historia de Rioja bien documentada, desacreditando el manido slogan «unidad, unicidad y tipicidad»; demostrando que desde el inicio subyace en la Comarca una necesidad de diferenciación.
En la actualidad, en todas las convocatorias que desde Diputación y Gobierno Vasco periódicamente hacen al sector vitivinícola para recoger el sentir de la Comarca, siempre el punto central es la diferenciación, al igual que hace 100 años; y vista la Historia podemos decir que sin formalizar la marca Rioja ya había deseos de diferenciarse.
Seguimos igual que hace 100 años. Seguimos sin entender el significado de la palabra «diferenciarse».
Diferenciarse no es llamarse igual y hacer lo mismo.
Gracias, Emilio
Impresionante trabajo de recopilación de datos históricos.
Deseando que se publique la segunda parte.
Enhorabuena.
Gracias, Roberto
Gracias a todos por vuestras aportaciones, consideraciones y criticas. La creencia errónea que comentaba Antonio de que nuestras reivindicaciones de diferenciación eran cosa de estos últimos 40 años es una idea extendida por los manipuladores de la Historia, y ya sabéis eso de que «la Historia la escriben los vencedores».
Pero no, los que quieran hablar de Centenario deben atenerse a la realidad de una Historia aún caliente y que los más viejos del lugar aún recuerdan y que está escrita en los viejos libros del vino Rioja, narrando esa triste y vacía realidad de los años treinta, cuarenta, cincuenta,… del pasado siglo.
Así que a los ignorantes y manipuladores que culpan de los anhelos de diferenciación al nacionalismo vasco gobernante en Rioja Alavesa y Euskadi entera en los últimos 40 años hay que desmentirlos con datos que demuestran que es precisamente en estos últimos 40 años de gobierno nacionalista, especialmente en los últimos 20 años, cuando Rioja Alavesa ha ido perdiendo paulatinamente su fuerza, su voz, su imagen,…, hasta su nombre.
Gracias, Miguel
Gracias a ti Miguel, por no tener miedo a la verdad.
A buen entendedor pocas palabras bastan.
Gracias, Emilio
He leído varias veces este escrito …
Enhorabuena Miguel por las verdades históricas que relatas, y al blog RIOJA ALAVESA por difundirlas.
Es un verdadero trabajo de investigación que -a la vez de rigor histórico y entretenimiento- nos demuestra la realidad de nuestra tierra.
una vez más vemos que lo primero que hay que hacer para construir una mentira y que la gente lo crea, es tener de tu lado a periodistas y medios de comunicación afines a la causa.
Algunos se retorcerán y gritarán, pero en la vida le pese a quien le pese hay una sola verdad.
Enhorabuena Miguel, deseando leer lo que escribes siempre. Un fuerte abrazo
Gracias, Eusebio
Agradecer el esfuerzo que hay en este articulo por dar informacion. Si que, cuando se habla de Rioja Baja, quizá habría que decir que no solo los pueblos de la rivera de Navarra o Aldeanueva y Alfaro constituyen esta zona de la DO. Los municipios del sur, en las laderas del sistema ibérico, tienen una historia de cultivo de la vid que se remonta a siglos, tal y como se recoge en el citado libro de Huetz de Lemps, que dice «…es probablemente en el valle del Cidacos donde los viñedos han progresado más. En 1587, una real provisión había prohibido la entrada de ganado en las viñas, incluso después de la vendimia». O cuando afirma «… en 1784, las viñas habían invadido las tierras municipales y los terrenos baldíos de Arnedo, donde la mayoría de los habitantes de la ciudad viven de estas viñas…». Quel, mi pueblo, aparece en el catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 con una descripción muy ilustrativa, «… y doscientas y veinte y quatro Bodegas fuera de la población en tres Barrios que llaman Las Coronas que contienen en total cincuenta mil Cantaras de Cubaje». La superficie de viñedo en aquella época, 542 Has, era muy similar a la que actualmente tenemos en el municipio.
Con esto simplemente quiero arrojar un poco de luz respecto a lo que el cultivo de la vid ha sido en algunas zonas de Rioja Baja a lo largo de la historia, quizá un poco alejadas de los focos por no haberse instalado capital proveniente de Francia en el siglo XIX.
Enhorabuena Miguel, nuevamente, por este trabajo incansable que haces por defender la identidad de Rioja Alavesa.
Gracias, Javier
Gracias por tus precisiones, Javier. Efectivamente Arnedo y alrededores han tenido históricamente un viñedo importante y de calidad. Lo que ocurre es que no ha participado en los siglos XV-XIX en el concepto «vino Rioja» por dos razones:
1º.- Porque su producción se vendía como «vino del país» en un entorno muy próximo, en el propio Arnedo, así como en Calahorra y otros pueblos no vitícolas de Rioja Baja, incluso con pequeñas partidas en tierras sorianas de los Cameros.
2º.- Porque los casi 200 kilómetros que separaban Arnedo de Bilbao, el doble de Labastida por ejemplo, hacían imposible el viaje por razones económicas y microbianas. Es por esto que hasta que se instalan a gran escala los alambiques en Arnedo y alrededores a finales del XVIII no llega el fruto de los viñedos de Arnedo como aguardientes y destilados al País Vasco, pero nunca como vino «Rioja» hasta la generalización de los trenes a finales del siglo XIX.
Gracias, Miguel