Lo acertado sería hablar del gesto callado del viticultor y ciclista aficionado Jaime Riofrancos Ruiz de Vergara, de Elciego, que ganó este año el Concurso de Poda organizado entre viticultores de Cussac Fort Médoc y Elciego. Pero el detalle de Jaime es más amplio, va más allá, expresando en ese impulso lo que hace la gente con la solidaridad que da buenos frutos en todas partes.
Aconteció el pasado 28 de octubre en la Orbea Gravel Rioja Alavesa, en la que participaron mil ciclistas por las diferentes carreteras, entre viñedos, con mayor o menos dificultad, con mejor o peor forma física.
Al igual que ya hizo el año pasado en la cuesta que sube a San Roque, en su pueblo, donde está la piedra corazón con la que su cuadrilla homenajea a su añorado amigo y ex alcalde de Elciego, Luis Aldazabal, un amante del ciclismo como Jaime se dedicó a dar alas con sus empujones a quienes estaban a punto de bajarse de la bicicleta.
Desde Elciego Jaime marchó a Baños de Ebro, donde vio pasar a los ciclistas más en forma de la prueba, como Haimar Zubeldia, Abraham Olano o Iban Mayo, volviendo a ser allí con sus brazos el motor de quienes tenían mayor dificultad para subir la fuerte pendiente.
Lo curioso es que ese gesto ya lo había protagonizado en 2022. De hecho fueron muchos los que le recordaban de los «empujones» del año pasado, agradeciendo la ayuda.
Me dice Jaime que en la edición de la Gravel del año que viene 2024 lo volverá a hacer, como si fuera una especie de tradición. Será su contribución a la prueba en el deporte que ama. Su misión será empujar a la gente en las dos, tres o cuatro cuestas del recorrido en las que le dé tiempo a llegar, que esos empujones se agradecen y son metáfora de una forma de sentir y entregarse a los demás.
Imaginad cómo acaba Jaime tras esa tarea. Deshecho, reventado, casi roto. Todo por ser el brazo, el corazón que ayuda con un hermoso gesto. Todo por ofrecer su apoyo y también por sentir el agradecimiento de la gente en un precioso evento tan deportivo como social en Rioja Alavesa.
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Con un par, sí señor. Prometo apuntarme a la Gravel del próximo año si me aseguran que habrá ángeles como Jaime en todas las cuestas de la.prueba, jajaja. Hermoso gesto, me alegro que no pase inadvertido
Gracias, Noa
Es una imagen bellísima, una alegoría que tod@s deberíamos poner en marcha en nuestro entorno más cercano, aunque cueste. O precisamente por eso, porque cuesta. Lo que no es sencillo de cumplir no siempre merece la pena.
Os felicito!
Gracias, Lea
Qué bueno! Me acuerdo del empujón que me dió el año pasado! Este año, le reconocimos enseguida y le agradecimos los empujones del año pasado y de este! Con un ángel como él, podríamos subir el Tourmalet sin despeinarnos! Eskerrik asko bihotzez krak!
Milesker, Sabin
Es un artículo de Navidad, un texto regalo para cualquier día del año, tan sencillo como extraordinario ser. De primera!
Gracias, Kerman
Esté donde esté, Jaime siempre es un ángel, sobre todo ayudando.
Gracias, Maria Del Carmen
Es bueno echar una mano. Pero hay que saber cómo y cuándo. Siendo niño, al subir la cuesta de Laguardia, en la Vuelta Ciclista a España, uno de mi pueblo empujó con tal fuerza al ciclista que lo tiró al suelo. ¡Qué bien vienen las pequeñas ayudas! ¡Bonita lección la tuya! ¡Ojalá haya muchos que sepan echar una mano a los cansados del camino! Jaime, ayúdales, pero no los tires al suelo (es broma).
Gracias, Antonio
Hay gente que inevitablemente tienen brazos y manos solidaridas.
Esta gente es de lo más impertinente, empeñados en caernos bien.
!Euuupppp!
Gracias, Alberto