“Es una idea que surgió porque a Remelluri le preocupa mucho nuestra relación con la comunidad -cuenta Telmo-. Empezamos a hablar del proyecto en 2019, y lo iniciamos en 2020, en plena pandemia de la COVID”.
Cuatro años después se ha convertido en un proyecto mucho «más ambicioso y más bonito» de lo que él pensaba, porque aquella idea deja entrever cómo una bodega ayuda a su pueblo.
Entre los cinco hijos y nietos de viticultores han puesto en el mercado 8200 botellas de vino que han fermentado y madurado en Remelluri. Cinco elaboraciones diferentes entre sí, reflejando la variedad y la riqueza de un mismo pueblo. Cinco nuevas marcas que comparten la estética y el diseño en sus etiquetas.
Tienen la fuerza, la artesanía y la pasión de los pequeños elaboradores, de los que Telmo Rodríguez asegura “están llamados a ser los salvadores de la Rioja moribunda”.
He detenido el coche nada más entrar en la Granja Nuestra Señora de Remelluri, en Labastida, donde se respira la atmósfera de la quietud. La claridad del monte va de la mano del murmullo del otoño.
Las ramas de diferentes árboles se pasan mensajes por encima de las viñas durmientes. Suena una campana, se escucha el insistente cantar de un gallo acompañado por los pájaros del Toloño. El viento emite en las hojas el sonido de la primera pandereta de la Navidad.
Acudo para conocer de primera mano un mensaje de mutua cooperación entre una bodega y los hijos y nietos de aquellos viticultores de Labastida. Siempre hemos sabido que estamos aquí para ayudarnos y que la vida está hecha de momentos que significan todo.
Lo dijo Saramago: “el único milagro que podemos hacer será seguir defendiendo la fragilidad de la vida día a día”. Hacia ese milagro camino, deseando escuchar a estos jóvenes que impulsados por Telmo se han lanzado de viña y corazón a la hermosa tarea de convertir las uvas de sus ancestros en vino.
Junto a las oficinas de Remelluri me encuentro con Telmo, que me lleva a una sala donde sentados alrededor de una mesa redonda están Alberto Martínez, Iñigo Perea, Jorge Gil, Luis Salazar y Alain Quintana. Y en el centro de la mesa, cómo no, sus vinos como cinco milagros. Sus primeros y formidables vinos.
.- ¿Dónde arrancó esta iniciativa, Telmo?
Dentro de esa idea de ayudar a la comunidad… Una de las cosas que hicimos cuando yo volví a Remelluri en 2010 fue un estudio en profundidad de lo que era Remelluri, el Toloño, el monasterio, lo que era la divisa de Nuestra Señora de los Ángeles del Toloño, lo que históricamente fue Labastida…
… para darnos cuenta de la importancia de Labastida en la historia del vino, que fue el pueblo más importante de Rioja en la industria del vino.
Los 300 cosecheros de 1670
Eso mismo lo ponemos en la etiqueta: 300 cosecheros en 1670, 260 bodegas, tú imagínate un pueblo con semejante historia… y que no quede ninguna bodega, o muy pocas.
.- Quedar bodegas quedan, notorias e importantes.
Pero no se puede comparar con aquellos 300 cosecheros. Es como si nos estaríamos apagando, es la decadencia, el final, el vacío, el silencio, la ceguera, la falta de cultura, y al final, como pone en la otra parte de la etiqueta de los nuevos vinos “en el 2020 comienza este proyecto con cinco hijos de viticultores, que yo he ayudado a hijos de viticultores relacionados con la viticultura y el pueblo desde hace muchas generaciones.
.- ¿Qué es lo hermoso de este nuevo proyecto?
Que los cinco hijos de viticultores han vuelto a hablar de su pueblo. Lo bonito de entrar en este contexto de pueblo es lanzar un mensaje muy potente, dejando ver que si esto ocurriera en todos los pueblos, de una forma silenciosa y efectiva, transformaríamos Rioja y volveríamos a lo que fue Rioja en el siglo XVII. Pueblos, términos, cosecheros, barrios de bodegas que también se han abandonado… Al final esto es como volver a aquella Labastida.
“Imagínate otros cinco más, de otros cinco términos diferentes. Sería una fotografía de Labastida alucinante, con vinos muy diferentes unos de otros”.
«El Rioja del siglo XVII fue pueblo»
.- Has dicho que “se ha convertido en algo mucho más importante» de lo que pensabas. ¿Qué es este grupo para ti?
Esto podría ser el inicio de un movimiento mucho más importante aún, porque hoy en día estamos haciendo un mapa con todos los términos de Labastida. Esto es muy contagiable.
.- Tú crees en el pueblo, Labastida en este caso.
Creo profundamente en el pueblo. El Rioja del siglo XVII fue pueblo. En Labastida hubo tres barrios con un total de 260 de bodegas. Y creo que el único lenguaje posible de Rioja hoy que tiene futuro es el lenguaje de pueblo. Es lo único que existió, que un poco lo hemos intentado tapar, y creo que hay que volver a esa idea de pueblo.
.- ¿Tiene esto que dices a fecha de hoy arraigo en otros lugares?
Este lenguaje coincide con otros pueblos de España, como Ribadavia, o los vinos de Tomelloso, que en la cultura y la historia de nuestro país solo tenemos el nombre del pueblo, algo que estaba en el Quijote o en Quevedo.
En Labastida también lo tenemos. Además de todo eso, el pueblo no se mete con nadie, que es lo bonito. Ahora volvemos a querer explicar tu mejor viña, y eso nos lleva a un término. Eso tiene mucha chicha y un mensaje brutal, porque es el futuro de nuestra tierra. Y más si tienes la ambición de hacer buenos vinos.
Cinco vinos ambiciosos
.- ¿Qué decir de estos nuevos cinco vinos que hoy tiene el mercado?
Estos vinos son ambiciosos, los hemos colocado en un nivel de precio de ambición, porque son vinos muy buenos.
.- ¿Era fundamental que esta historia de mutua colaboración acabara con la producción de cinco nuevos vinos?
Se trataba -contesta Iñigo Perea, y los demás asienten- de darle nueva vida al cosechero, o una continuidad, porque de otra forma estábamos destinados a cerrar nuestras pequeñas explotaciones. Nosotros manteníamos la ilusión, pero los tiempos no son los mejores, y las trabas son enormes.
.- Sé que eres de los que piensa que “somos hijos de las crisis”, y que ésta es una oportunidad para ser más audaces y hacerlo aún mejor.
Las crisis hay que utilizarlas bien. Siempre han ayudado a generar ideas. El Medoc Alavés del siglo XIX fue por la crisis. Ya entonces se dijeron “mejoremos los vinos”.
No es bueno que hoy haya una nueva crisis, pero aprovechémosla para reaccionar. Veámosla como una oportunidad. Yo diría que estos cinco vinos no van a tener problema para salir adelante, en principio.
«Ahora todos estamos destilando vino»
.- En Francia ya han arrancado miles de hectáreas de viña.
Todo está muy difícil, pero lo que no se puede hacer es producir más vino barato. En Francia dicen que van a arrancar 100.000 hectáreas de viñedo, que ya han arrancado 10.000, y aquí estamos destilando vino por primera vez.
Recuerdo que casi me empalan porque hace tiempo dije que había que destilar el vino, cuando ahora todos estamos destilando vino.
.- El proyecto nació en el año de la COVID…
Este proyecto nació al margen de la crisis. Nació porque tenia que nacer y era el momento. Tiene que ver con Remelluri, con un momento de mi carrera y con las ganas de ayudar.
.- Ahora me contarán qué han aprendido de ti, Telmo. Pero dime qué has aprendido tú de ellos.
Para mí ha sido una aventura muy bonita ayudarles, que es lo mejor que un ser humano puede hacer. Nosotros luchamos todos los días contra la crisis, que tenemos una buena que se nos viene encima, pero estos son proyectos que te ayudan a ser mucho mejor.
Mi mensaje siempre ha sido que hay que ayudarse, colaborar y ser generosos. Hay que romper con esa idea de que hay que criticar al vecino para tú medrar. Eso está desterrado.
Nosotros empezamos en el COVID, no pudimos relacionarnos mucho. Ahora yo les tengo que dejar tranquilos. Ahora tienen alas y pueden volar por sí mismos.
«La AVENTURA empieza aquí»
.- ¿La aventura acaba aquí, o la aventura continua?
La aventura empieza aquí. Yo siempre voy a ser para ellos como un mentor, o como un acompañante.
“¿Cuál es vuestro plan?”, les he preguntado. De los cinco, uno hará su bodega, otro le ayudará… Lo que les he prometido es que haciendo este vino iban a ganar diez veces más.
Nosotros les seguimos ayudando con la presentación, para superar las pegas burocráticas que tienen los jóvenes emprendedores, además de la barrera y trinchera que es la comercialización.
Estos vinos tienen la ambición de ser algunos de los mejores vinos de Rioja, para lo cual tienen que ser capaces de llegar al ecosistema de los comerciantes y restaurantes que apoyan los grandes vinos. En ese sentido les haremos un seguimiento.
.- ¿Cuál fue el compromiso inicial con ellos?
Ayudarles a tener una imagen, una idea, un mercado, que es donde nosotros estamos más preparados.
“Vosotros haced en el campo la mejor viticultura y traed las mejores uvas. De la etiqueta me encargo yo”, recuerda Alain que les dijo Telmo.
Esto es una corriente, una idea -retoma Telmo-. Me gustaría que dentro de 15 años hubiera, de hecho estamos estudiando una botella con un molde, que hubiera 30 cosecheros en Labastida. Y que todos los términos de Labastida estuvieran en este proyecto.
Hablan los protagonistas de esta Historia
.- ¿Cuál es el precio de estos vinos criados al abrigo de Remelluri?
Los vinos se van a vender entre 25 y 28 euros la botella. Espero que eso proteja sus viñedos. Como van a hacer vinos mucho mejores que esas bodegas industriales, ellos van a poder optar a comprar viña.
Alberto Martínez, de 48 años
Tataranieto de agricultores. “Mi padre era un cosechero que elaboraba vino y lo vendía a terceras bodegas. En mi casa siempre se ha mamado la viña y en el 2004 dejamos de elaborar vino para vender únicamente la uva”.
“Estudié Enología, que no terminé por problemas familiares. Un hijo de Labastida siempre está hablando del campo, de las viñas, incluso con los veraneantes de Bilbao, que hoy saben más de viñas que nadie”.
Iñigo Perea, 33 años
Su padre de Labastida y la madre 50% de Labastida y otro 50% de Bilbao. Tataranieto de viticultores por tres ramas. Desde los 18 años dado de alta como autónomo en agricultura, “antes con mi difunto abuelo y con mi padre después. Siempre en las viñas”.
“Las viñas han sido siempre mi ilusión. Era de los que no me gustaba estudiar, porque sólo quería ir al campo, donde llevo 14 años y a día de hoy no me arrepiento. Hoy la viña de la que elaboro mi vino tiene unos sentimientos familiares muy bonitos”.
Jorge Gil, con 50 años recién cumplidos.
“Estos son un poco cabroncetes y me llaman el veterano del grupo. Ahora mismo llevo 31 vendimias. Me enganché al campo al volver de la mili. Recuerdo que hice un curso de Viticultura en Laguardia durante año y medio. Eso me abrió la mente, fuimos a Burdeos. Allí saltó algo en mi mente, porque hasta entonces el campo para mí era ayudar a mi padre, que yo trabajaba en una bodega”.
“Mi abuelo era agricultor, igual que mi padre, que también era viticultor, llegando a ser bodeguero de Remelluri durante 30 años. Lo mamé, es verdad, pero no con el cariño que ahora siento por la viña a pesar de lo duro que es el campo.
“Los cinco estamos en este mundo por pasión. ¿Por dinero? Sí, pero sobre todo por pasión”.
.- Conoces a Telmo hace tiempo.
Ya desde 2018 vi que Telmo tenía la pasión de ayudar. En Remelluri si te tienen que dejar algo, te lo dejan. Y si te tienen que hacer un favor, te lo hacen, pero de toda la vida. Es una casa siempre abierta a ayudar. Gente que queremos mejorar la viña, nuestro territorio, Labastida.
Luis Salazar, 44 años.
“Mi familia ha sido toda agricultora, venimos de Briñas por parte de padre, y mi tío y mi padre fueron cosecheros, llegando a elaborar un vino que salió al mercado con etiqueta, un vino que vendían al grupo Mondragón. Hasta que un año les pusieron el caramelo en la boca de pagarles bien las uvas”.
“Llevo en el campo toda la vida, desde pequeño, habiendo realizado 25 vendimias. He tenido bodega en Labastida, que ahora está dada de baja, que llegamos a elaborar vino con etiqueta”.
Alain Quintana, 27 años.
“Tengo el orgullo de decir que me he criado en casa de agricultores. Mi padre no elaboró nunca una botella de vino, pero mi abuelo sí lo hizo. Mi padre no elaboró vino porque se fundó la cooperativa de Labastida”.
“No aprendí la elaboración de vino en casa, pero la viticultura y el campo han sido parte de mi vida. Estudié la carrera de Enología en Logroño, hice una estancia en Borgoña de julio a octubre, y al año siguiente marché todo un año vitícola a California.
En 2015 empecé a elaborar dos barricas, poco a poco”.
.- ¿Hubieras tirado para adelante sin Telmo?
Con la ilusión que me empuja sí hubiera tirado para adelante, pero no hubiera llegado a donde estoy ahora, con 27 años. Para llegar donde estoy hubiese necesitado 18 años más. Es decir hubiera conseguido llegar a donde estoy ahora a mis 45 años.
¡ Cómo hemos cambiado !
.- Vistos estos seis años, os quiero preguntar a todos. ¿Esto que habéis vivido es la historia de qué?
Ha sido importante que cada cual eligiera su viñedo más importante -dice Alberto-. Por sus características particulares, por el aprecio que se le tiene. Luego empezamos a elaborar la primera cosecha de 2020 con una enorme ilusión, la primera añada, la que presentamos.
Todos hemos mejorado la viticultura, quitando los pesticidas, insecticidas y herbicidas.
.- ¿Había condiciones por parte de Telmo?
Condición ninguna. Lo único acertar el día de la vendimia, que bastó un día para vendimiar cada viña elegida. Si hemos eliminado pesticidas es por intentar hacer las cosas mejor. Pero cada uno ha hecho en su viña lo que ha querido.
Jorge. Yo tengo algo en ecológico que traigo a Remelluri. No porque haya certificado la viña en ecológico, sino porque la trabajamos así. Antes de empezar este proyecto los cinco ya éramos buenos agricultores. En mi viña la producción que tuve en el 2019 y 2020 a la que he recogido este año ha ido bajando. Nuestra agricultura es hoy diferente.
En estos tiempos tan convulsos
.- ¿Es mejor?
Sí, pero antes no hacíamos mal las cosas. Nos está ayudando a llevar a otras parcelas, de las que no hacemos vino, al ver cómo reacciona la parcela a la que no labro tanto.
Luis. Yo he trabajado viñas generalistas que las he vendimiado a máquina. No puedo hacer lo propio con viñas cuyos vinos van a llevar mi nombre. Si podemos hacer las cosas mejor y eso repercute en el producto final, por qué no lo vamos a hacer. Sobre todo en estos tiempos tan convulsos.
.- ¿Cómo os han cambiado estos años como seres humanos, como vitivinicultores?
“Hacer las cosas bien me ha dado un enorme satisfacción. Como a todos me gusta tener las viñas curiosas, bien hechas… y si luego tienes que vender esa uva a una miseria, entonces no lo puedo hacer. En mi cabeza me digo “joder, quiero tenerlas curiosas y en el mejor estado posible”, nos dice Alberto con convicción.
“Este proyecto me ha dado la satisfacción de tener las viñas perfectas. Cuando antes era otra cosa, porque tontos no somos, y yo como tres veces todos los días”.
Ha sido… como un largo embarazo
“Se ha dado en nosotros una evolución como cultivadores de la tierra, porque hemos ido aprendiendo el oficio, y ahora hemos dado un paso más allá que es comercializar una marca que lleva nuestro producto –tercia Luis-. Nos hemos dado cuenta que haciendo las cosas bien ganamos más y vivimos mejor”.
“Se lo decía el otro día a mi hermano -interviene Jorge-, esto ha sido como un largo embarazo, bonito y duro a la vez, pero cuando nace tu hijo, para mí han sido los momentos más valiosos de mi vida. Esto no es lo mismo, pero se le parece.
Cuando embotellamos el vino, le pusimos el lacre a las botellas y luego se etiquetaron y las metíamos en la caja, ese momento me dije “hostias, que ya está”. Solo pensarlo se me ponen los pelos de punta.
“Recuerdo que en su día le dijimos a Iñigo que no se perdiera esta oportunidad -toma Alberto la palabra-. Y creo que no se habrá arrepentido”.
Iñigo: “Me lo pensé porque de la viña que saco el vino es la que mejor me pagaba Remelluri, que el último año que la vendimié para ellos me pagaron la uva a 2 euros el kilo. Joder, que son dos euros el kilo. Pero ellos me convencieron y no me arrepiento.
El emocionante nombre de los CINCO vinos
“He sido padre de dos gemelas hace año y medio”, dice Iñigo con una sonrisa de oreja a oreja.
.- Zorionak!
Eskerrik asko. Y el otro día cuando presentamos el vino al pueblo me sentí igual de emocionado que cuando nacieron las gemelas. Joder, que es el trabajo de mi tatarabuelo que plantó esa viña.
Esa viña la labraba mi abuelo con los machos, luego se labró con una mula mecánica, y ahora la labro yo con un tractor pequeño, y me siento en la obligación de cuidarla, que el día de mañana ojalá quiera llevarla alguna de mis hijas. No nos vamos a hacer ricos, pero estamos manteniendo Labastida con un patrimonio familiar.
.- Cada uno de vuestros vinos es el nombre del término de distintas parcelas de Labastida. Empieza tú Alberto, ¿por qué elegiste Larrazuri?
Está al sur de Labastida, cerca de la frontera con el puente de Haro. Lo tuve muy claro. Nadie nos obligó a elegir un viñedo u otro. Elegí esa viña porque es de mi familia de toda la vida. Se plantó en la postguerra, que mi abuelo Ignacio Martínez Amurrio, el Chato, era republicano.
Viñas de paz en aquella Guerra
Cuando estalló la guerra se tuvo que esconder porque habían matado a su compañero. Así que se escondió nueve meses. Cuando le pillaron le condenaron a 22 años de cárcel. Al final hizo ocho años de trabajos forzosos. Cuando le llevaron preso mi padre tenía un año y su hijo mayor tenía 5 años.
.- Qué tiempos tan difíciles para tu abuela y sus cinco hijos.
Mi abuela vivió como pudo. De ser unos cosecheros fuertes que marchaban muy bien se quedaron casi sin nada. Cuando mi abuelo volvió de la cárcel tenían apenas una viñita vieja. Menos mal que la finca de Larrazuri no se había vendido.
Entonces no dejaban plantar viña, sino tan sólo cereal. Mi abuelo puso leguminosas, garbanzos y lentejas, y cada año, en la huerta que tenían hacían injertos que iban metiendo en cuatro renques con las lentejas entre medio. En ocho o diez años se completó la viña. Y diez años más tarde se plantó todo de Tempranillo, con algo de Garnacho, Graciano, Viura, Malvasía y Moscatel.
.- Iñigo, la tuya se llama Espinobendito
Es un término de Labastida, carretera de Haro. Mi viña se llama Zuzarán, que es valle ancho, pero no pude optar a ese nombre, pues estaba registrado. Nunca dudé que el vino saldría de esa parcela.
Ay las viñas, con raíces en el corazón
Es la viña más querida por mi familia, la que tiene más arraigo, que en su día mi difunto abuelo plantó muchos frutales, que la viña está muy bonita, con melocotones de viña, manzanos, cerezos, todo entre cepas. La viña está en diferentes alturas con tapias de piedra, y tiene Tempranillo, Garnacha, algo de Viura, Malvasía y Graciano.
Antes la podaba para producir kilos porque era la que mejor me pagaban, y ahora si a una cepa la tengo que dejar cuatro pulgares, se los dejo, porque quiero buenas uvas. Antes la abonaba con abonos químicos, hoy en día le echo abono natural.
.- En tu caso, Jorge, el vino se llama Saigoba.
Está entre Briñas y Labastida. Es una viña de 1,4 ha, con cinco tablares y orientaciones diferentes.
Fue la primera viña que compré, la primera con la que empecé en el campo con mi padre, cuando él ya no podía seguir trabajándolas.
Es una viña muy especial, con un muro de piedra muy largo y muy alto en uno de los bancales. Posee una energía diferente para mí. Yo quería hacer un vino de esa viña desde hace muchos años. En un 90% es Tempranillo, y luego Viura, Garnacha, Graciano muy poco, y Moscatel de grano gordo, que también va al vino.
Entre Briñas y Labastida
.- ¿Y ese nombre de Los Herreros, Luis?
Tenía otros nombres para el vino, pero estaban registrados. También está entre Briñas y Labastida, que la Cooperativa también ha sacado un vino con ese nombre, que es de la misma zona.
Es una laderita con varias orientaciones, de mi familia de siempre. Se plantó en 1979, cuando mi padre y mi tío empezaron a tener familia. Mi padre tenía remolacha, cereal, patatas… lo que era un agricultor de toda la vida. Empezaron a hacer el cambio a la vid. En aquella época plantaron muchas viñas. Está en una zona especial, cerca de Las Beatas de Telmo. También está Ysios por allá, o Roda, que ha comprado debajo nuestro.
.- Alain ha elegido el nombre de Espirbel, casi como el famoso director de cine.
Lo tenía clarísimo, porque a mi abuelo casi le pasó lo mismo que al abuelo de Alberto. Mi abuelo, a base de trabajar, hizo una hacienda muy buena que luego repartió entre sus cuatro hijos. Por circunstancias de la vida mi padre tuvo que vender bastante, quedándose con esta viña porque yo me iba a quedar en el campo.
Gracias a Dios la buena se quedó en casa, una viña que está siempre de punta en blanco porque está cerca de un camino por el que pasa mucha gente. Desde pequeño era la viña que estaba perfecta, siempre inmaculada, del año 75, con un fruto exquisito. El sarmiento de esa viña viene de otra muy antigua que también era de la familia.
Telmo, profesor, impulsor, alma del proyecto
.- ¿Qué papel le atribuís a Telmo? ¿Qué ha sido para vosotros?
Es el impulsor de todo -dice Alain-. Las ganas las tienes, pero no te atreves a saltar. La persona que te da el empujoncito que te hace falta.
Joder, y que te pone el paracaídas, añade Luis.
Hasta el momento -continúa Alberto- todo lo que se habló en los inicios, en el 2019, se ha cumplido con creces. En este proyecto yo entré por Jorge, que nos avisó.
Al descargar aquí la uva, en Remelluri -toma Jorge Gil la palabra- tengo mucha relación en la casa. Telmo siempre quiso hacer algo así. Yo lo contaba en Labastida y la gente me decía “bah, algo sacará”. Pero Telmo quería ayudar a los demás. “No sé lo que sacará -les decía-, pero él siempre ha estado a favor de obra”. Si yo venía aquí con un problema Telmo, y si no Mariví, siempre nos ayudaban.
.- Entonces es un viejo proyecto de Telmo que por fin ha hecho realidad.
Siempre estaba con esa tarara de que los jóvenes se tirarían a hacer vino -recuerda Jorge-, porque él veía que el cambio generacional cada vez estaba costando más.
Ayudar a «los pequeños» mejora la Comarca
Mi estancia en Borgoña me la consiguió Telmo -recuerda Alain-. Fui a un sitio espectacular. Cuando llegó el momento de marchar a California, Telmo me dijo “no se te ocurra”, pero me fui igualmente. Cuando tenía que volver de California le dije que no me atrevía a hacer vino, “vuélvete y ya veremos cómo lo hacemos”.
“Yo tengo los fines de semana un establecimiento en Labastida -retoma Jorge la palabra-, donde vendo la prensa, y hace poco entró Abel Mendoza, que es muy buen tío, que sabe además, y hablando de este proyecto… que él lo está haciendo ya con Jade Gross.
Abel Mendoza me dijo que “nadie puede hacer esto, lo que hace Telmo con vosotros, sin perder dinero y perder tiempo”. Eso es así, porque para hacer esto que hace Telmo tiene que haber esa parte de generosidad. “Ayudar a un pequeño nunca te supone una quiebra, me decía Abel, y sin embargo mejoras el entorno, el pueblo y la Comarca una barbaridad”.
.- ¿Qué piensas tú, Iñigo?
Es dar y recibir. Telmo nos lo puso muy fácil, nos ha dado sus medios, su instalación. Igual le hemos podido causar incordios a la hora de trabajar en bodega. Aquí hemos elaborado y almacenado nuestro vino durante cinco años, sacando al final entre 1.200, 1.300, 1.500, 1700 y 2500: 8.200 botellas en total.
Cuando se cambia a mejor el rumbo de una vida
.- ¿Y a partir de ahora, qué?
Esa pregunta nos la llevamos haciendo mucho tiempo. Cada cual es una circunstancia diferente. En mi caso -dice Jorge Gil- lo tengo muy claro. Yo voy a seguir haciendo este vino, lo mejor que pueda cada año.
Y si esto va bien, quiero hacer otro vino de la misma parcela, con los tablares de orientación este-oeste. Y tengo en mente también sacar un aceite.
.- ¿Qué nos dices tú, Luis?
Sin Telmo todo esto no hubiera sido posible. Para nosotros ha sido un profesor, un gran comunicador. Hemos aprendido mucho de él. Nosotros estamos mejor solos en el campo, es mi caso, trabajando en lo mío, haciendo lo que me gusta. Con él estamos empezando a andar otros caminos, e intentar seguir.
.- Seguir contra la crisis.
Mi bisabuelo se llamaba Luis Salazar Ochoa, mi abuelo Luis Salazar Pereda, mi padre Luis Salazar Pereda, yo Luis Salazar Calleja, mi hijo Luis Salazar Torres… pero no quiero que sea agricultor, aunque parezca mentira.
.- ¿Qué te gustaría que fuera?
Esto no. Ahora mismo como están los tiempos, no. Y eso que esto que te estamos contando puede ser una solución.
.- ¿Ha cambiado Telmo el rumbo de vuestras vidas?
Totalmente -dicen los cinco a la vez-. “Ahora puedes ver otros horizontes”, señala Luis.
«¿Cómo vendes 2000 botellas en estos tiempos?»
“Nosotros hemos sido cooperativistas en Labastida -indica Iñigo-. Se implantó la moda de producir kilos, te pagaban, y valía todo. El año pasado compré una viña plantada en 1928 a un agricultor de aquí, de Labastida, que se iba a jubilar.
La compré porque hablé con Remelluri, y este año ha ido para ellos, de otra manera es inviable con la producción que ha tenido. Pero esta viña puede acabar yendo a otro vino mío”.
.- Así que con Telmo, tenéis un paracaídas, ¿eh Luis?
Porque lanzarte al vacío, no sé yo. Hacer vino puede ser más fácil o más difícil, pero ¿venderlo? ¿Cómo vendes 2000 botellas en un mercado saturado de gente buena, y en unos tiempos tan complicados?
Joder, no es solo hacer el vino. Es que hay que distribuirlo y venderlo, llegando a sitios donde nosotros no hubiéramos llegado con nuestros medios.
.- ¿La crisis ha venido a aguar la fiesta del proyecto?
Rioja tiene que cambiar –asegura Alberto-. Estamos en la tormenta perfecta. Cada vez somos menos en el campo, el ‘baby boom’ se jubila, no hay mano de obra, mucha burocracia, precios… Es como si el destino dijera “vamos a por vosotros”, y se está juntando una con otra. Ahora nos hemos dado cuenta que hay que arrancar viñas.
Yo no conozco otra cosa que la crisis -añade Alain-. Cuando empecé con todo esto ya estaba hecho una mierda. Yo no conocí años buenos, y aquí estoy.
Contra la batalla administrativa y burocrática
.- ¡Cuántos se darían con un canto en los dientes en Rioja Alavesa por tener una oportunidad como la vuestra!
A la presentación del proyecto que hicimos en Labastida vinieron unos amigos míos de Lanciego y Samaniego -cuenta Alberto-. Los dos agricultores. Me dijeron, “joder, oye, si Telmo quiere venir a mi pueblo y hacer lo mismo, dile que me llame”.
.- ¿Hacen falta más proyectos como este de padrinazgo y mecenazgo en Rioja Alavesa?
“Hacen falta muchos Telmo. Muchos”, dice uno y asienten los demás con la cabeza.
El problema es la dedicación que requiere en tiempo y economía -apunta el veterano Jorge-, sabiendo que vas a elaborar un vino bueno que va a ser mi competencia, porque estos vinos nuestros, aquí en Labastida, le van a quitar un número de botellas a “Los Lindes” de Remelluri.
Solo con la batalla administrativa y burocrática que nos imponen las administraciones a los pequeños y a los jóvenes agricultores, sólo por eso ya no es viable ni salir de casa -lamenta Iñigo-. Sin Telmo seguiríamos donde estábamos, tratando de sacar la cabeza entre tanto impedimento y tanta traba. Así de claro.
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Madre mía… Comentaría tantas cosas. Tantas! Este es uno de esos reportajes que lo cuenta todo, o casi todo. Impecable, emocionante, sin pelos en la lengua. Entren y lean
Gracias, Juan
Bravo por Telmo y los cinco de Labastida. No son una banda. Son sortilegio e inspiración para Euskadi entera
Gracias, Gabirel
Bravo, bravo y bravo.
Gracias Telmo por dar esta oportunidad a estos cinco jóvenes viticultores de Labastida.
Aurrera.
Eskerrik asko, Martha
¿Es poco si digo que me encanta?
¿Me quedo corto si aseguro que lo contado y cómo se cuenta roza lo sublime?
Muchas gracias, Telmo y compañía.
Eskerrik asko, Julio Flor.
Mila esker, Kepa
Dios mío, Julio Flor, perdóname. Leo lo tuyo desde Barcelona. No dejes de escribir nunca así. Desvelas un mundo tan hermoso y maravilloso como desconocido para mí. Me bebo tus reportajes a grandes tragos, maridando textos y fotografías. Me dan… no sé, algo tan humano y a la vez esta magia inmaterial con la que ahora apago la luz y duermo. Gracias. Bona nit.
Gràcies, Clara
Me ha encantado este artículo, Julio. En realidad, me ha encantado la iniciativa en su conjunto, que pone en valor algo que es a menudo invisibilizado: el aporte de las bodegas a la comunidad. Aplaudo su conciencia comunitaria; y beberé los vinos de estos cinco bodegueros con un sentimiento añadido de estar saboreando su pasión por el bien común, más allá del bien individual. Zorionak a los cinco.
Eskerrik asko, Rosabel
Y de repente no está todo perdido.
Un grupo de personas felices nos hablan de un proyecto compartido y regenerador, de una Labastida que crece con este sueño.
Y no está todo perdido, de la mano de un Telmo generoso y ambicioso, no de dinero sino de esperanza.
Y no está todo perdido, Julio, si continuas hablando de lo que es realmente valioso en la vida.
Gracias a todos vosotros. No está todo perdido
Gracias, Alberto
Todo lo que sea APOYAR A LOS VITICULTORES es justo y necesario
Gracias, Begoña
Y tú, Julio, tú también haces un milagro… aunque no sé si tus palabras son vino, o si conviertes el vino en palabras
Gracias, Arene
Proyecto de futuro con viticultores maduros, luchadores y comprometidos.
Enhorabuena.
Gracias, Carlos
Me gusta la iniciativa de Telmo. Existe todo un Congreso de grandes empresas invirtiendo en ayudas a pequeñas empresas como un sistema de mecenazgo y está produciendo buenos resultados en las dos direcciones.
Un networking, de alguna manera es lo que busco para Elciego pero liderado por Alejandro Aznar, la fundación de bodegas Murua y los pequeños aportando esencia y costumbres del lugar: artesanía del conocimiento y estilo de ser. Nuestros atributos singulares.
Gracias, Victoria
Adelante con la esperanza, que mueve muchos molinos
Gracias, Marita
El vino me consta que es espectacular, pero narrado por Julio dan ganas de ir ahora mismo para Labastida y visitar ese proyecto tan ilusionante 🍷
Gracias, Fernando
Son vinos muy buenos, todos diferentes y que expresan la personalidad de cada viña, si a eso le sumas la ilusión con la que están elaborados resultan vinos auténticos y únicos que enlazan como dice Telmo con la historia vitícola de Labastida.
Zorionak
Eskerrik asko, Pedro Pablo
Un proyecto muy realista, nacido desde la base, generoso, transformador y fácilmente extrapolable a otras localidades de Rioja Alavesa.
Una bocanada de aire fresco, que da energía y abre un camino muy interesante a los pequeños vitivinicultores.
Telmo, muchas gracias por esa gran labor de la transmisión del conocimiento.
La tradición oral de transmitir el conocimiento, enseñar con el ejemplo, y el pensamiento de generación en generación es el verdadero camino de aprendizaje de los pueblos.
La lectura de las entrevistas a todos los participantes del proyecto deja un sabor muy gratificante.
Gracias, Fernando
Me encanta leeros a tod@s porque cada un@ saca lo mejor de su interpretación y Julio Flor es muy bueno en su estilo periodístico porque trata cada pieza informativa con mimo y pasión, siempre enmarcando el contexto, con rigor y profundidad. A través de los viticultores nos acerca a los proyectos, ideas, preocupaciones, reflexiones, esperanzas, de la Comarca de Rioja Alavesa. Gracias a Telmo y a los cinco protagonistas del artículo por los conocimientos y esperanza que nos transmiten. Salud y suerte!
Gracias, Carmen
Zorionak por este magnífico artículo..
Besarkada bat.
Mila esker, Urko
Qué buenas noticias son éstas para Labastida y su comarca, Julio !!
Es ilusionante que salgan más iniciativas de estas como Fidel y yo en su día arrancamos con los hermano García, Joseba y Koldo o con Catalin. Estos trabajos son los que pueden garantizar el futuro de esta nuestra tan querida comarca, al igual que nuestros padres y abuelos superaron sus diferentes crisis, esto genera ilusión y espero poco a poco podamos ayudar entre todos a más pequeños pero grades productores en cada pueblo y en cada casa !! Felicidades a ellos y a Telmo por su apoyo!!
Noticias así necesitamos a diario, nos llenan de ilusión y de ganas por seguir creando!!
Gracias, Carlos
Excelentes, tanto la iniciativa y el proyecto, como -espero- los frutos actuales y futuros.
A Telmo y a mí nos une un mismo orígen -Irun- y el amor por Labastida, aunque yo solo puedo ir unos pocos días al año -antes eran un par de meses al año-, sin faltar mi visita anual y mi seguimiento casi diario -gracias a Internet- de todo o casi todo lo relacionado con Labastida, ese hermoso pueblo que llevo siempre en mi corazón y en mi mente.
Animo guziei eta dena ondo joan dadila!
¡Ánimo a todos y que todo vaya bien!
Juanma Sarasola Murgia
(Hijo, nieto, sobrino, primo y padre de veraneantes/visitantes)
Eskerrik asko, Juanma