Empecemos contando cómo se forja ese paisaje cultural, una historia que comienza en los asentamientos de los primeros cazadores y recolectores en las cuevas de la Sierra, continúa expresada en los numerosos dólmenes levantados por los pastores primigenios, luego se manifiesta en los importantes castros celtas, en los castillos medievales, en las iglesias y palacetes del barroco, en las pioneras bodegas de crianza del siglo XIX… así hasta acabar en las esculturales bodegas de la actualidad.
Ninguna comarca vitícola prestigiosa del mundo tiene tan alta concentración de evidencias históricas y prehistóricas, tan elevado número de monumentos, tal riqueza de vivencias, que comienza incluso antes de la concesión del Fuero de Laguardia por los reyes navarros y se mantiene luego en la Edad Moderna casi hasta nuestros días con la figura de la Hermandad de Laguardia de Álava, en la que se incluyen esta villa y los pueblos circundantes.
Ese Paisaje Cultural ha evolucionado hasta el presente configurando un paisaje agrario esencialmente vitícola, no en vano estamos ante uno de los viñedos más viejos del mundo, un viñedo instalado en estas mismas laderas de la Sierra hace más de mil años, en un momento de especial aridez climática y en una comarca ya de por sí árida y seca, de suelo pobre, donde solo la vid y el olivo han podido resistir tantos siglos.
Su peculiar topografía, como una isla separada por la Sierra y el río Ebro, su singular historia marcada por ser baluarte del reino de Navarra durante muchos siglos, así como el monocultivo vitícola milenario, han condicionado la idiosincrasia de sus gentes, sus costumbres, sus tradiciones, su argot, su folclore y su vertebración con los pueblos norteños del País Vasco a los que ha vendido durante siglos su famoso vino.
En una comarca límite, el cambio climático en el que estamos inmersos se vive con especial preocupación. A esa preocupación se une la globalización del mercado del vino, la expansión de la viña y la multiplicación de la producción de vino en regiones vecinas más adecuadas para huerta, cereal y otros cultivos, la actual pérdida de rentabilidad de la viña que pone en peligro que nuestros jóvenes continúen con la tradición de sus mayores…
Por todo ello, nuestra pequeña comarca está viviendo estos últimos años un momento de grandes cambios, una transición económica y sociológica que cuestionan su identidad cultural, poniendo en peligro el mantenimiento de sus tradiciones.
Para evitarlo animamos al Alcalde de Laguardia y otras autoridades municipales, a las asociaciones bodegueras, hosteleras y culturales, a embarcarse en esta iniciativa de puesta en valor de nuestros vitivinicultores, de su historia y su cultura.
Hemos escogido el territorio de la vieja “Hermandad de Laguardia” a imitación de la candidatura de Saint-Émilion, el primer paisaje cultural vitícola declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuyo territorio no se correspondía con una localidad ni una Denominación de Origen sino con una entidad política medieval ya desaparecida como era la Comuna de Saint-Émilion, compuesta por la villa homónima y varios pueblos vecinos.
Hemos escogido la Hermandad de Laguardia, compuesta por las localidades de Laguardia, Oyón, Elciego Samaniego, Villabuena, Baños de Ebro, Leza, Navaridas, Páganos, Lapuebla de la Barca, Elvillar, Kripán, Lanciego, Viñaspre y Moreda, como territorio a trabajar porque posee un conjunto de valores excepcionales que la convierten en paradigma mundial de los Paisajes Culturales Vitícolas.
De este modo evitamos problemas de propiedad del nombre por parte del Consejo Regulador o problemas de oposición administrativa del Gobierno vecino como cuando planteábamos propuestas también interesantes (“Sonsierra”) y, sobre todo, conseguimos que nuestra propuesta cumpla mejor que ningún otro Paisaje Cultural Vitícola del mundo las condiciones exigidas por UNESCO: delimitación precisa, continuidad territorial, integridad, autenticidad, antigüedad, ausencia de infraestructuras contaminantes del paisaje, originalidad etc,
Otro día hablaremos en extenso de la Hermandad de Laguardia, de su génesis y sus valores universales y excepcionales. En este artículo solo queremos esbozar la propuesta UNESCO y para ello nos vamos a fijar a modo de ejemplo en un capítulo concreto, las “CATEDRALES DEL VINO ”, para sorprender y maravillar al lector con unos monumentos religiosos de la Hermandad de Laguardia extraordinarios y desconocidos.
Desconocidos porque resultan “tapados” al turista por una tejavana de Calatrava, un hotel de Gehry o una nave de barricas que tiene apenas cuarenta años de pasado. A este respecto me viene a la memoria una frase dicha por Frank Gehry hace veinte años cuando nos presentaba en Elciego su propuesta de hotel escultural: “haré mi obra más baja que la iglesia de San Andrés que tenemos aquí al lado porque quiero respetar su belleza, su esbeltez, su grandiosidad.”
Y vamos a contar hoy la misteriosa génesis de estos monumentos religiosos porque de su análisis se derivarán importantes argumentos para justificar alguno de los valores universales y excepcionales que tiene el paisaje cultural de la Hermandad de Laguardia, génesis que tiene mucho que ver con la alta especialización vitícola que alcanzaron Laguardia y otras villas sonserranas durante el medievo.
Hemos demostrados en anteriores publicaciones, recogidas en parte en este blog, que esa alta especialización vitícola de Laguardia se debió a su proximidad con Vitoria y con otras comarcas alavesas, húmedas, frías e inapropiadas para la vid, comarcas que demandaban grandes cantidades de vino y, en contraprestación, aportaban a Laguardia todo lo que ella no tenía en cantidad suficiente (grano, caballerías, madera o carbón).
Prueba de ello es un valioso documento del Infante Don Sancho de Castilla autorizando a los vecinos de Vitoria en el año 1283 a que traigan vino de Laguardia y otros lugares de la Sonsierra de Navarra “porque sodes poblados en cabo de regno e es tierra de montañas do no a vinnas, e vivides por acarreo”, Esa autorización excepcional entre dos reinos en guerra propició el nacimiento de “la traviesa”, una “autopista del vino” entre la castellana Vitoria y la navarra Laguardia por la que circulaban anualmente miles de caballerías cargadas con pellejos repletos del preciado líquido.
A la vera de esa ruta que “atravesaba” la Sierra y que vertebró Álava, aprovechándose de ese vino que fue una fuente de ingresos fundamental en muchos lugares medievales, crecieron docenas de pueblos como Peñacerrada, Treviño, Bernedo o Lagrán que ayudaron en el transporte, con sus mulateros, carreteros, herreros, albeítares, mesoneros, pellejeros, carpinteros, ganaderos. Gentes que conformaron esa población alavesa que hizo posible que el vino de Laguardia llegara a Vitoria cada primavera.
A mediados del siglo XIV, la institución por el rey de Navarra del cargo de “guarda del sello y de la saca de vino”, para cobrar impuestos por la salida de vino de Laguardia nos da idea de la importancia que está adquiriendo este comercio en la zona. Otra prueba del enriquecimiento de Laguardia en el reino de Navarra es que era considerada como “buena villa”, lo que a su condición de realenga se le unía el derecho de asiento en Cortes y a estar presente en los actos de coronación y juramento de los reyes.
Otra evidencia de ese altísimo valor comercial del vino de la Villa y Tierra de Laguardia es que en 1336 los Concejos de Logroño, Navarrete, Haro, Briones… se quejaron a los reyes castellanos denunciando la introducción de vino en Vitoria por parte de los sonserranos: ”Et por esta razón que son ricos e poblados los logares e las villas de Navarra e que son empobrecidos e despoblados las villas e logares de nuestro regno”.
La institución del Principado de Viana por el rey Carlos III de Navarra en 1.423 y el hecho de que más de la mitad del principado lo constituyera la Villa y Tierra de Laguardia nos da una idea de la importancia de los laguardienses que eran descritos así en el Censo Fiscal de la Merindad de Estella del año 1427: “…viven sobre la labranza de pan y vino, y un año con otro cogen pan y vino para su provisión y para vender y con aquello se sostienen sin que se ayuden ni usen de otras mercaderías”.
Y a la par que Vitoria y Álava crecían en población y riqueza, la demanda del vino de Laguardia se disparaba, los precios de la cántara subían y ello incitaba a nuevas plantaciones de viña. Obviamente, conforme crecía el viñedo aumentaba la riqueza de Laguardia y por eso no debe extrañarnos que en un documento del año 1494 Fernando el Católico se refiera a los hidalgos de Laguardia como “rrycos e abonados e fasendados”.
Las nuevas viñas requerían agrandar las bodegas y de esa época de finales del XV y principios del XVI son los varios cientos de bodegas subterráneas que horadan el suelo de la villa de Laguardia y sus aldeas, por lo que es fácil imaginar a los maestros bodegueros trabajando a destajo, y a los carpinteros y cuberos haciendo las grandes cubas que albergaban cada otoño una cosecha creciente. Así que no es de extrañar que la población de Laguardia se disparase, rozándose los mil fuegos en el año 1537, población muy importante si tenemos en cuenta que Vitoria tenía por entonces 1.762 fuegos.
Y todo ese dinero que se empezó a mover gracias al comercio del vino fue económicamente importante tanto para Laguardia como para Vitoria y tuvo mucho que ver con la inclusión de esta comarca en Álava, hasta el punto que pudieron ser estas estrechas vinculaciones vinícolas Vitoria-Laguardia las que en el año 1.502 configuraron el actual mapa de Álava con la incorporación de la Hermandad de Laguardia.
En definitiva, eran muchos jornales y mucho dinero el que generaba cada año ese “petróleo rojo” de la Hermandad de Laguardia, y fueron muchos años beneficiándose toda Álava de ese negocio millonario: ganaderos, arrieros, madereros, carpinteros, funcionarios o eclesiásticos. Se comprende así esa gran importancia socioeconómica del vino de la Hermandad de Laguardia en el conjunto de Álava.
Un documento de 1556 se refiere a un concierto entre el Concejo de Laguardia y “los procuradores y cofrades de Nuestra Señora de Mendiguren y la Madalena de la ciudad de Vitoria y de Nuestra Señora de Estíbaliz y de la Hermandad de Arcaya, está tratado y concertado que por razón que los trajineros y mulateros de las dichas cofradías bajan hasta dicha villa con sus recuas a llevar el vino de los vecinos… que con libertad los dichos trajineros puedan venir a sacar y que sacarán dicho vino”.
Otra cita del Ayuntamiento de Laguardia del año 1592 resume esa importancia del vino, destacando “lo mucho que importaba al bien común de la dicha villa por consistir como consiste el principal trato y granjería de los vecinos de ella y su sustento y comida en el vino que cogen de sus propias heredades…”.
Pero además de la importancia de la viña de Laguardia desde un punto de vista socioeconómico, hay que subrayar que ha condicionado absolutamente la idiosincrasia de sus gentes. Como los ingresos de los que dependían provenían durante siglos de un solo producto (el vino) y de un solo cliente (el mercado vasco), ello generaba una serie de debilidades e incertidumbres que forjaron una cultura singular.
La viña, a diferencia de otros cultivos, genera por su longevidad una exigencia de permanencia en el terreno, un “contrato vital” por generaciones. El viticultor planta una viña de la que se aprovechará más su nieto que su hijo. Esto crea unos estrechos vínculos con el terruño, una filosofía vital que no tienen el cerealista, el hortelano, el ganadero.
Por otra parte, el largo ciclo anual viña-vino incrementa el riesgo de accidentes o problemas: si en abril son las heladas las que quitan el sueño al viticultor pues pueden dar al traste con la futura vendimia, en mayo-junio son las plagas y enfermedades, en julio y agosto la sequía extrema o las granizadas esporádicas, en septiembre son las lluvias o el podrido del fruto o su maduración incompleta, en octubre-noviembre el correcto desarrollo y acabado de unas fermentaciones que permitan obtener un buen vino sano.
Y eso solo en la faceta productiva, porque en la faceta comercial las preocupaciones no eran menores. Así durante el invierno-primavera preocupaba, que una vez obtenida su buena cosecha, vinieran los arrieros y vinateros a llevársela y la pagaran bien, que no hubiera un cosechón en otros pueblos y tardaran en llegar a su “cueva” o lo hicieran con precios ruinosos. Les preocupaba también que no hubiera una guerra, una crisis económica o una epidemia por Vitoria o Bilbao, que disminuyera el consumo de vino, que no se complicaran los caminos y puertos por la nieve… ¡Qué estrés!
Vivir solo de la viña en una experiencia secular de triunfos y de fracasos, de fortuna y calamidades, alimentar a su prole todo un año solo con esos pocos cientos de cántaras que rendían sus cepas, forjó un carácter especial de sus gentes, un peculiar modo de ser, de pensar y de creer, una cultura singular que dependía extraordinariamente del cielo y de todo el santoral.
Con esa incertidumbre permanente, con esa dependencia vital del cielo y los meteoros, ¿cómo no iba a rivalizar cada pueblecito con sus vecinos por cuál hacía la iglesia más alta, más bella? ¿cómo no iban a poner santos protectores en cada esquina? ¿cómo no iban a llenar la Comarca de ermitas y cruceros? ¿Cómo no se iban a pasar el año entre conjuros, letanías, procesiones, romerías, ruegos “pro pluvia” o acción de gracias?
En realidad, la viña y el vino nos van a explicar el porqué Laguardia es tal cual la vemos en el siglo XXI, una comarca con las estructuras del siglo XII con las que la concibió el rey navarro Sancho el Sabio al concederle su fuero, pero con la arquitectura del XVI-XVIII.
Entre por donde entre el visitante a la Comarca, de inmediato capta su excepcional riqueza patrimonial, no en vano nos encontramos, por ejemplo, ante la comarca más blasonada de toda la región o la que tiene más bienes por kilómetro cuadrado declarados Patrimonio Nacional o Conjunto Monumental con la categoría de Bien Cultural Calificado.
¿Por qué vive la comarca esa pujanza económica durante los siglos XVI y XVIII evidenciada en multitud de suntuosas edificaciones renacentistas y barrocas? ¿Cómo con el comercio del vino como único recurso económico reseñable, tuvo lugar ese tremendo impulso constructor, esa frenética actividad en tan pequeña comarca, ese ir y venir permanente de canteros, carpinteros, albañiles, herreros, escultores…?
La explicación de esa segunda pujanza estuvo en el auge de Vizcaya en los siglos XVI-XVIII, que consolidó el monopolio lanero y recuperó el comercio de hierro, creciendo casi un 80% su población. Ello supuso que el consumo de vino de la Hermandad de Laguardia se doblase, de cinco a diez millones de litros, destacando Laguardia, con producciones entre tres y dos millones de litros, seguidos de Elciego con casi millón y medio de litros y otra media docena de localidades con varios cientos de miles de litros cada una.
El mejor ejemplo de este esplendor vitícola-oleícola de la Hermandad de Laguardia son sus monumentales iglesias, templos hechos mayoritariamente con vino y sudor de los viticultores. Por eso las llamamos “las catedrales del vino”. Su construcción-ampliación en los siglos XVI-XVIII estuvo condicionada por esa dependencia del cielo que impulsó a los cosecheros de pueblos minúsculos a construirse las iglesias más altas, las más bellas, las más ricas y ostentosas
Y digo “monumentales” sin ningún ánimo de exagerar porque varias de estas iglesias han sido declaradas “Monumentos Nacionales”, y si este reconocimiento es comprensible en grandes y ricas ciudades que tenían decenas o centenares de miles de habitants, es más difícil de comprender en poblaciones cien veces menores.
Así, están declaradas en su conjunto como Monumentos Histórico-Artísticos en el territorio de la Hermandad las iglesias de Santa María de los Reyes y de San Juan Bautista en Laguardia, la de San Andrés en Elciego, la de Santa María de Moreda, la de Nª Sra de la Asunción en Elvillar, la de Santa María de Oyón … Otras iglesias tienen un aspecto concreto del templo al que han declarado Monumento, como los retablos mayores de las iglesias de San Acisclo y Santa Victoria en Lanciego,…
Insisto en la idea de que esa dependencia vital del cielo les impulsó a construir las iglesias más altas, las más bellas, las más ricas y ostentosas, rivalizando con los pueblos vecinos y lanzando con sus altas torres un doble mensaje: a los santos del cielo les mandaban un mensaje de “somos buenos y viejos cristianos, protegednos de desgracias y calamidades” y a los arrieros que pasaban de largo a cierta distancia un mensaje de “ venid a comprar aquí, a nuestro pueblo, somos importantes y honrados vinateros”.
La imponencia física de las torres de iglesias como la de Leza, Elciego, Elvillar, Oyón… visibles desde muchos kilómetros se complementaba con los sonidos de las gruesas campanas que tañían al unísono desde diversos puntos de la Comarca en un concierto atronador. Tenían pues esos “monumentos” una mezcla de plegaria o expiación y de anuncio publicitario.
Para comprender las razones por las que se elevaron estos monumentos entre las viñas del sur de Álava situemos primero estas “Catedrales del Vino” en el tiempo. Exceptuando alguna obra románica o gótica, la mayoría de las grandes iglesias que hoy vemos en la Comarca se levantan o amplían en el siglo XVI (aunque se terminen uno o dos siglos más tarde) y se levantan sobre templos más humildes construidos en la Edad Media.
¿Con qué dinero levantan un monumento pétreo tan ostentoso esas cincuenta o cien familias que viven en una aldea anónima que solo comercia con vino y un poco de aceite? ¿Con qué dinero pagaron a los canteros, constructores, escultores, carpinteros, pintores, orfebres, campaneros o vidrieros,… que estuvieron durante muchos años trabajando en cada templo?
Obviamente lo tuvieron que hacer con el dinero procedente del vino y en menor medida del aceite. No tenían otra opción rentable, y no solo con el dinero de los diezmos y primicias, sino también con las donaciones “mortis causa” o las herencias a favor de la Iglesia.
Hay que recordar que en aquella época la mayor parte de las viñas y olivares de cada pueblo eran propiedad de cuatro o cinco hijosdalgo y un número parecido de clérigos, de ellos era la mayor parte del vino que se comerciaba con el norte del País Vasco. El resto de las familias del pueblo tenía, si acaso, unas viñitas y unos pocos olivos para el auto abastimiento.
Así que el gran negocio de esos pocos cosecheros se basaba en el sudor de unos peones mal pagados y esto generaba unos remordimientos de conciencia en el lecho de muerte que se traducían en importantes donaciones para una capilla, un retablo, un órgano, un coro o para traer las carísimas reliquias de tal o cual santo.
Porque si magnífico es el aspecto exterior de las iglesias, aún más lo es la colección de esculturas y pinturas de su interior, o la colección de órganos que poseen, cual si fueran catedrales de grandes ciudades. En efecto, parece que se nos olvida establecer una comparación de poblaciones, como si tuviera el mismo poderío económico una aldea de trescientos habitantes o una capital de provincia de treinta mil.
También se nos olvida hacer una visión de conjunto de una Hermandad de Laguardia que se ha movido en la Edad Moderna entre las cinco y diez mil personas y que tiene una docena de templos que conforman un conjunto extraordinario. Ahí está lo insólito de estas “Catedrales del Vino”, en la fuerza del conjunto y no tanto en las bellas individualidades.
Espero haber convencido a algunos lectores con un ejemplo concreto como estas “catedrales del vino” sobre la idea que propongo a los responsables comarcales en sus distintas facetas: la Hermandad de Laguardia tiene un “paisaje cultural” excepcional y original, sobre todo original, digno de ser contado a los cuatro vientos para que lo analice la UNESCO y lo inscriba como Patrimonio Mundial.
CONTINUARÁ.
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Gracias Miguel Larreina por articular una gran propuesta como ésta. Mi único lamento es que no haya salido de las entrañas del pueblo. Ojalá las autoridades locales y comarcales, y el asociacionismo en general, sobre todo, tengan la altura de miras que necesita Rioja Alavesa. Todos a una, como en la trainera!
Gracias, Aguilera
Desconocía la existencia de «La Hermandad de Laguardia». Espero saber más de ella en siguientes artículos. Lo que no desconozco es que aún no hay en el Estado español un solo paisaje vitícola declarado Patrimonio Mundial. Aquí hay una propuesta sólida. A ver si cuenta con el respaldo popular que necesita. Suerte. Toda la del mundo. Y más
Gracias, Clara
Miguel hace un llamamiento al Alcalde de Laguardia y otras autoridades y asociaciones de la zona con el fin de embarcarse en una iniciativa fundamental para la Comarca, los vitivinicultores, su historia y cultura.
Su llamamiento me parece primordial y apropiado, pero opino que sería de un valor irremplazable que la Candidatura de la Hermandad de Laguardia a Patrimonio Mundial contase con una Asociación de voluntarios de las diferentes localidades de dicha Hermandad, con la misión de ayudar, empujar, divulgar, desarrollar actividades de apoyo a dicha Candidatura y a la vez servir de soporte, fundamento y estímulo a las diferentes autoridades, con el objetivo de conseguir un fin largamente deseado.
Si hay gente con ganas de colaborar y cree oportuno crear dicha Asociación, que sepan que a mí me tienen ya como asociado y con disposición de colaborar en lo que crean conveniente ante tan loable fin.
Gracias, Fernando
Excelente propuesta. Y un objetivo claro… Reconocimiento a un conjunto de valores consolidados.
Ojalá con el transcurso del tiempo Rioja Alavesa se convierta en el hogar de muchos músicos, escritores, pintores, creadores y artistas en general. Es lo que envidio de otras hermosas zonas vitivinícolas.
Gracias, Carlos
Todo lo que sea crear musculatura social, comunidad y ciudadanía comprometida con su tiempo y con sus pueblos es saludable. Imprescindible diría también. Y más en estos tiempos difíciles que nos toca vivir.
Eutsi goiari!
Eskerrik asko, Amaia
Me parece una propuesta muy interesante y ojalá la apoyemos todos, particulares, empresas e instituciones. La antigua Hermandad de Laguardia y sus aldeas, como se le decía antiguamente, unidos todos los pueblos defendían sus vinos y propiedades. Es normal que ahora defendamos juntos nuestra cultura multisecular y nuestra riqueza patrimonial. Debemos mojarnos todos, porque el bien a conseguir es para todos. Yo aporto mi pequeño grano para hacer un gran pan.
Gracias, Antonio
Muy loable esta iniciativa de Miguel.
Creo que es obligado dar a la Comarca un impulso de trascendencia que suponga avanzar en el desarrollo de esta maravilla producto de la naturaleza y del hombre. Este proyecto cumple con creces nuestro deber para con nuestros predecesores.
Recuperemos también el antiguo nombre Hermandad de Laguardia, creo que expresa mejor lo que ha sido, lo que es y lo que será esta Comarca y sus gentes.
Gracias, Emilio
Gracias por vuestras aportaciones. Coincido con todos, por supuesto también con la «Asociación de Voluntarios» que propone Fernando. Pero debo hacer una aclaración: Lo difícil de estas candidaturas estriba en elaborar una narración contundente y original que cumpla los requisitos de UNESCO, no tanto en la fuerza de quien la apoya, si son muchos o pocos, autoridades o ciudadanos de a pie.
Y ocurre que los argumentos de la Hermandad de Laguardia son tan potentes, «tan UNESCO», tan atractivos y originales que no se necesitan ni Ministros, ni Lehendakaris ni Diputados Generales. Mejor estaría que lo apoyasen, pero no son imprescindibles. Esto no va de ilustres y poderosos, esto va de territorios excepcionales y el vuestro lo es.
Tened por seguro que tres o cuatro personajes de la Comarca como vosotros (Fernando, Antonio, Carlos, Emilio… ) constituidos en «grupito» de apoyo a la Candidatura llegaríais muy muy lejos, casi hasta París.
Gracias, Miguel
Oportuna y apasionante propuesta de Miguel. Mi apoyo incondicional para ayudar en dicha iniciativa. Saludos
Gracias, Francisco
La verdad es que es una narración trepidante y una historia apasionante que toda la población de la Comarca debería conocer. La pena es que no se conoce realmente lo que ha sido y, por ende, lo que es toda la Hermandad de Laguardia. Ojalá se consiga sensibilizar primero a la población y luego a todos los agentes públicos y privados para poder conseguir las herramientas y vías necesarias para presentar a la UNESCO nuestras historia y nuestra realidad. Muchas gracias a Miguel por ilustrarnos y por hacernos vibrar con nuestra historia. Soñar es libre y si todos vamos en una misma dirección y sentido puede que consigamos que los sueños se hagan realidad.
Gracias, Juanma
Me ha parecido un reportaje extraordinario y muy bien desarrollado. Tengo que reconocer que llevo por la zona solamente 16 años y cada día que estoy en Rioja Alavesa, en el viaje que hacemos desde Logroño a la bodega de Samaniego, al llegar a Laguardia y en el trayecto a Samaniego nunca nos cansamos de comentar la belleza del paisaje, su originalidad y la enorme fuerza que tiene el mismo, pero no solo en ese trayecto sino en toda la Comarca, lo que unido a todas esas reliquias del tipo dólmenes, castros, castillos, iglesias… conforman un paisaje único, capaz de complementarse totalmente con el mundo del vino, lo que hace que el enoturismo cada día tenga un auge mayor. Me ha gustado mucho el artículo y por poner algún pero al mismo, me hubiese gustado una foto del interior de la Iglesia de Samaniego, mi pueblo.
Gracias, Pedro
Miguel nos lanza un reto, sé que la narración, que es lo más difícil, es factible hacerla y es precisamente por los argumentos de la Antigua Hermandad y por el gran conocimiento que Miguel tiene de ella. Sus diferentes libros publicados dan fe de ello.
El reto es que un grupo de voluntarios, que estén dispuestos a defender nuestra cultura multisecular y nuestra riqueza patrimonial, tal como escribe Antonio.
Y siguiendo con el escrito de Antonio, yo también estoy dispuesto a aportar mi grano, para que entre todos los que creemos que esta iniciativa es importante para Rioja Alavesa, trabajemos en lograr un gran pan.
Sólo falta pasar de las palabras a los hechos, solo es necesario, según Miguel, que un pequeño colectivo se empiece a mover. Yo me sumo, como he dicho anteriormente, a ese colectivo.
Estoy convencido que una iniciativa abierta, con un fin tan loable como este, y con una narración ajustada al 100% a los argumentos UNESCO, será respaldada por autoridades, sindicatos y asociaciones.
El fin perseguido merece la pena.
Gracias, Fernando
Sin duda es una propuesta posibilista, que evita algunos de los «inconvenientes» que otras inciativas similares tuvieron en el pasado; aunque sin duda también plantea nuevos retos. Dificultades que con una mirada generosa, amplia y de futuro son más que superables.
Estamos en un momento nuevo para los ayuntamientos y Cuadrilla recientemente conformados; aquí tienen una preciosa iniciativa para impulsar junto al conjunto de la sociedad riojanoalavesa que todos conformamos.
La «Hermandad de Laguardia» es como bien dice Miguel «una vieja y multisecular institución alavesa», que aún existe y sigue perviviendo.
Soy de los que considero que estas oportunidades de trabajo son necesarias para nuestra Comarca, independientemente del resultado final, de si seremos capaces de llegar a París o no; pues en el camino seguro que hacemos más comarca, que no es poco. Saludos.
Gracias, Gonzalo
Lo lógico es llevar toda Rioja Alavesa, pero qué “ casualidad” que Labraza no forme parte de esa Hermandad.
Vergüenza es lo que siento, sabiendo que la barbaridad que se quiere hacer en Labraza colocando molinos de 200m a 1,5 km del pueblo y que a la UNESCO no le gustan en vez de defendernos para que esto no suceda nos dejáis excluidos. Seguiremos luchando como hasta ahora, SOLAS pero convencidas de lo que queremos para nuestros sucesores.
Gracias, María Begoña
Gracias a los nuevos comentaristas por vuestras aportaciones. Especialmente interesante me parece la generosa oferta de Fernando Martinez Bujanda. Un embajador-coordinador de su talla incrementaría las posibilidades de éxito de la Candidatura. Yo estaré feliz de poner mi pluma desinteresadamente a su servicio y el de las otras personas que se han ofrecido a empujar.
Y respecto a lo que dice Begoña, creo sinceramente que la candidatura de la Hermandad de Laguardia va a beneficiar a toda la Comarca y los alrededores, también por supuesto a una bella Labraza que no está sola en su defensa de su belleza. Muchos somos solidarios con ella.
Gracias, Miguel
Miguel, Julio, al fin he tenido un rato para leer con atención tan nteresantísimo artículo, con sus comentarios.
Si esta candidatura, podría conseguir que el proyecto no se vea truncado, y así beneficiar a toda la Comarca, me encantaría poder hacer lo que esté en mis manos para que tome forma, si así lo desean el resto de municipios y actores privados.
Que «La Hermandad de Laguardia» ojalá represente con orgullo a toda nuestra querida Comarca.
Aquí está un humilde representante de mis vecinos y vecinas para aportar todo lo que esté en mis manos, incluso si fuera necesario encabezar este movimiento, aunque, sinceramente pienso al igual que en otros comentarios, que seria más enriquecedor que sea impulsado desde la ciudadania, y el asociacionismo, con el apoyo institucional que este caso merece. Quizas, lo primero sea reunirnos. A por ello!!
Gracias, Raul
Miguel, que con sus libros nos había enseñado la Historia, la Cultura y su engarce con Euskal Herria, hoy nos lo pone en valor con la propuesta para que sea reconocida por la UNESCO, es un nuevo paradigma, imaginativo y posibilista. ZORIONAK Miguel.
Desde Donosti podemos también aportar nuestro gramo a la propuesta de Fernando. Con la seguridad de que el relato será creativo y contundente.
Eskerrik asko, Jesús Mari
Gracias a todos por vuestras aportaciones, especialmente al Alcalde de Laguardia por su ofrecimiento. Más que nunca, en este momento la Comarca necesita autoafirmarse, marcarse metas superiores.
Gracias, Miguel
Los temas de contenido histórico y cultural con reconocimiento de la UNESCO tienen un extraordinario atractivo y si lo vinculamos al vino lo tendrá más.
Me parece una extraordinaria propuesta la de Miguel Larreina. Comparto que tenemos los ingredientes esenciales para hacer una narración contundente basada en evidencias históricas y de patrimonio con extraordinaria originalidad territorial, tal como dice Miguel. Pongámonos a trabajar. Tú tienes que liderar el equipo inicial Miguel. Aurrera!
Eskerrik asko, Xabier