Julián Madrid, padre de Roberto, Rodolfo y Juan Ramón, no quería ver, en los años 60 del siglo pasado, a sus hijos convertidos en «esclavos» de la tierra de viñas y vino.
Son muchos los capítulos de su vida que recoge esta conversación, pero no sólo es lo que dice. Es cómo lo cuenta. De qué manera conjuga en su corazón y su cerebro la memoria histórica del acontecer vitivinicultor de su padre, su hermano pequeño, y ahora su hijo Iker y su sobrino Iñaki.
A sus 81 años vive implicado sentimentalmente hasta el tuétano en el sector vitivinícola. Y eso a pesar de verse a sí mismo como “un intruso”, como “un desertor del arado”. Lo dice porque se formó como perito industrial y trabajó durante 35 años en Bizkaia (primero en Zaldibar y luego en Berriz), en el sector del Metal.
Entiendo la dureza de lo que afirma, y porqué. Aún así, Roberto Madrid me ha entregado generosamente suficientes palabras, razones y matices para sacarle de esa deserción, de ese intrusismo que en realidad fue otra cosa.
“¿Tú qué quieres, ganar dinero o hacer buen vino?”, le preguntó su hermano Juan Ramón en 1980, a punto de poner en órbita empresarial a Bodegas Casa Primicia.
“Hombre!, hacer buen vino”, le contestó Roberto sin dudarlo ni tan siquiera un segundo.
El nuestro es un Diálogo lleno de emociones. Sentados frente a frente en lo más alto de Casa Primicia, pegados a la muralla de Laguardia, durante la entrevista tomaremos la añada 2018 del vino “Julián Madrid” en honor a su padre, que representa junto con su madre el origen de todo.
La familia Madrid, sustentada en su segunda generación por los hijos de Julián y Teresa, Roberto, Rodolfo y Juan Ramón, tienen dos lugares que enamoran en Laguardia.
La Casa situada dentro de la muralla (la obra civil más antigua de la Villa, del siglo XV), que obtuvo su padre por una renta más que aceptable, además de un posterior contrato vitalicio.
Y la casa familiar transformada en bodega a 400 metros de la muralla. Entre una y otra la familia Madrid se ha hecho fuerte en reconocimientos y premios por sus grandes vinos.
Una familia sólida en el mutuo apoyo y la entrega al intenso deseo de perseguir, desde 1980, el mejor vino.
Un ‘ángel’ salvándole de todo
Roberto Madrid es una persona de palabra, íntegro, generoso, sincero, cercano, un hombre que va de frente, alguien que en más de una ocasión me comentará que ha sido «un hombre con suerte».
.- ¿Has sentido siempre un viento favorable, entonces?, le pregunto
Mi secretaria solía decirme que yo tenía «un ángel que me salvaba de todo». Aquello no era mérito mío, hay que ser sinceros. Por ejemplo, en la empresa de Bizkaia a los meses de hacerme cargo de ella empecé a tener pedidos no porque yo era más guapo o sabía más, sino porque el sector empezó a ir bien, con pedidos de Barreiros, Pegaso, etc.
Décadas después fueron desapareciendo Altos Hornos, Babcock & Wilcox, La Peña, La Naval… O en Eibar, hicieron lo propio Alfa, Lambretta, Guisasola Sport, Star. El caso es que Roberto trabajó en el sector 35 años, hasta el 2001… sin dejar de atender el legado de su padre en Laguardia.
“Tuve una suerte tremenda, salvando una crisis tras otra. Todos pensaron que en la próxima el viento arrastraría mi empresa, pero siempre había “algo” que me salvaba, como decía mi secretaria.
En Gasteiz impulsando el logo de ABRA
.- Esta entrevista surgió al verte en Vitoria-Gasteiz el pasado 26 de septiembre, el día de la presentación de la nueva marca de ABRA.
Ya conoces a mi hijo, que es quien lleva la gestión de Bodegas Casa Primicia. Iker me llamó para decirme que ellos habían empezado las vendimias y que necesitaba que fuera al acto de ABRA, donde se presentaba el nuevo icono.
Yo tengo 81 años y veo los toros desde la barrera… Al decirte esto pienso en todas las frases que están en desuso, tanto en el mundo taurino como en el del boxeo, pero que explican muchas situaciones.
.- Por ejemplo…
En el boxeo se dice “está contra las cuerdas”, o “dar un golpe bajo”. En los toros se habla de “una larga cambiada”, o de “banderillas de castigo”. Es un compendio de la vida. Qué decir del título de aquella película que vi en Logroño, cuando estudiaba en mi adolescencia, “Más dura será la caída”.
.- ¿Estás pensando en el vino?
Mira, antes el vino estaba de moda. Recuerdo cuando fui a trabajar a Bizkaia en los años 60. En mis viajes a Madrid, todos los restaurantes estaban llenos de vinos de Paternina, de Salceda, de Campo Viejo… Por entonces, en los 60, mi padre era un viticultor y cosechero que hacía vinos a granel.
Detener la caída vertical del Vino
.- ¿Qué ha pasado con el vino de Rioja?
Tuvo un éxito tan tremendo que ahora hay que parar esta caída.
Hace tiempo leí que el Rioja moriría de éxito. No sé qué estímulos tiene que hacer el mercado de valores del vino, los Consejos Reguladores y las Instituciones para parar esta caída en vertical que llevamos.
.- ¿Confías que se pueda parar?
Creo que sí, que se podrá parar.
.- Tú naciste en el año 1943.
Soy hijo de la postguerra. Mi padre no hacía otra cosa que vino. Era un trabajador nato, ahí tienes las fotografías de mi padre Julián Madrid y mi madre María Teresa Castañeda.
Trabajaban de sol a sol, pero mi padre tenía una obsesión, que los tres hijos nos marcháramos de aquí. A mí me mandó estudiar peritaje industrial a Logroño.
En los 60 había que «huir» de Rioja Alavesa
.- Industrial, no Agrícola.
Lo normal es que hubiera hecho perito agrícola, pues en Rioja Alavesa no había fábricas de ningún tipo.
En Laguardia disponíamos entonces de un instituto laboral, pero era agrícola. Yo tenía una tía en Logroño que me acogió durante mis estudios, que por entonces tenía 15 años.
Mi vocación no era perito industrial. Yo hubiera estudiado algo relacionado con el Humanismo, el Derecho o algo relacionado con la Agricultura. Pero allí estaba en aquellos estudios, a pesar de mi alergia al hierro. Y fíjate… luego he vivido toda mi vida del hierro.
.- ¿Cuál era la idea de tu padre?
Mi padre nos decía que había que huir de Rioja Alavesa, que aquí no había futuro. En aquella época los vinos eran de Maceración Carbónica en los subterráneos de Laguardia, con un esfuerzo terrible, entrando aquí con carretillas. Era impresionante. Todo el pueblo oliendo a tufo tras la vendimia.
.- Vuestro padre pensaba en sus hijos, en vosotros tres.
“Mis hijos no tienen que ser esclavos de la tierra”. Esa era su frase. Recuerdo que hacían el vino y esperaban a los vinateros de Bilbao, que venían con sus coches y dormían en la Fonda Pachico: los Minaur, Zacariz, Zamalloa, Barroeta, Osinalde… “Han llegado los bilbaínos”, decíamos.
«Enhorabuena, has vendido el vino»
Cuando por fin compraban el vino le daban la enhorabuena al cosechero como si a mi padre o a los demás les hubiera tocado la lotería. “Enhorabuena, que has vendido el vino”.
.- Imagino la angustia de los que no conseguían venderlo por entonces.
Temblaban cuando llegaba el mes de mayo porque venía la nueva cosecha y tenían el vino en sus bodeguitas. Los últimos se daban el tortazo.
Aquellos vinateros compraban lo que querían y al precio que les daba la gana. Eran los dueños del cotarro. Lo llevaban a la Alhóndiga, a Bilbao, luego lo embotellaban y se hacían millonarios.
.- Te preguntarías cómo sería Bilbao.
¿Cómo será Bilbao?, sí, eso me preguntaba. La primera vez que conocí Bilbao fue en el ecuador de estudios de Peritos, con 18 años. Alquilamos un autobús para pasar el ecuador y nos fuimos a Bilbao, que aparcamos al lado de La Palanca.
.- En la calle San Francisco.
Estuvimos desde el viernes, todo un fin de semana, que dormimos en el autobús. Bilbao era Broadway en nuestro imaginario, era como Nueva York. Cuando llegaban los bilbaínos a Laguardia mi padre iba con la burrita y un caballo, que él era “clase media”, fíjate cómo serían los demás, que los había que no tenían animales de carga.
Mi padre contaba con vacas, vendía leche, tenía una huerta con conejos y gallinas, además de unas viñitas… Ellos hacían de todo por sus hijos.
El «Bodegón Madrid» en Vitoria-Gasteiz
.- ¡Qué hermoso homenaje les estás haciendo a tus padres sencillamente describiendo lo que hacían por sacaros entonces adelante!
Lo suyo era un acto total de generosidad para con nosotros. Lo que hizo el padre no lo olvidaremos nunca.
Pero mi padre “no quemó todas las naves” como dicen que hizo Hernán Cortés. Mi padre se fue a Vitoria y montó un bodegón, el Bodegón Madrid, en la calle Barrancal, donde compró una lonja con sus hermanas. Dejaron en Laguardia todo abandonado, salvo las fincas, y empezó a vender vino a granel en Vitoria: botas, porrones, garrafones, vendiendo la tira de vino.
.- Sacrificio, a la vez que una ilusión enorme.
Se levantaba a las cuatro de la mañana, trabajando sin parar. Aquello era una barbaridad, luchando para sacarnos adelante. Lo que hicieron es impagable. Ay, si mi padre levantara hoy la cabeza y viera todo lo que hemos hecho.
.- Es emocionante cómo lo cuentas.
Daría años de mi vida porque mi padre viera todo esto. Me quedan pocos años, pues tengo ya 81, pero si me dijeran “en vez de diez años más, vas a vivir cinco, pero tu padre volverá para ver lo que habéis hecho”. Ahora mismo lo firmaba, y mis hermanos también.
Morir con las botas puestas
.- Sois tres hermanos.
Dos hemos sido peritos, que uno de ellos ha sido pelotari, llegando a campeón del mundo de aficionados. Y el pequeño ha sido el gerente de Casa Primicia muchos años, amigo del periodista Manu Leguineche, como sabes.
.- Pero has de contarme qué pasó con tu padre.
Mi padre se murió con 61 años mientras llenaba botellas de vino en el almacén que teníamos en Vitoria. Le dio un derrame cerebral. Se quedó seco en el acto. No se enteró. Su vida se apagó de repente.
Fue la muerte que él quería, no haciéndonos “perder” ni una noche. Para nosotros fue durísimo.
.- ¿Qué hicisteis?
Mi hermano pequeño, Juan Ramón, hizo tan solo el bachiller. Yo hice perito industrial, y mi hermano Rodolfo terminó ingeniero técnico.
Juan Ramón aprendió de mi padre, que había hecho diversos cursillos para la viña y el vino, sin abandonar nunca las viñas, porque nuestro padre estaba enamorado del campo. Lo único es que no quería esa vida para nosotros, porque pensaba que aquí no había futuro.
Tras las dificultades llegó el boom del vino
– Afortunadamente se equivocó.
Se equivocó porque luego vino el ‘boom’ del vino. Mi hermano Juan Ramón aprendió de mi padre, que en gran parte era un autodidacta. Así fue que mi hermano empezó a hacer vino, montando una bodega en Elvillar, Heredad de Baroja, que ahora la tiene Vivanco, el de Briones.
.- Es una novela del vino, Roberto.
En Vitoria estuvimos viviendo varios años los tres hermanos con mis padres en un piso con otros, con derecho a cocina. Entonces tenía yo 20 años, que le ayudaba a mi padre a repartir el vino por los sitios con un Citroën 2 CV, haciéndole de chófer.
Cuando ya había muerto mi padre, cierto día, cuando yo estaba trabajando en Bizkaia, mi hermano Juan Ramón me dijo “Yo voy a seguir con esto”
.- Menos mal que tu padre no puso en venta todo lo de Laguardia.
Espera, mi padre sí había puesto en venta la casa y las pocas viñas que tenía por medio millón de pesetas, para poder comprar un piso en Vitoria. Pero con la crisis de entonces nadie nos lo quiso comprar.
Si nos lo llegan a comprar, ahora no estaríamos tú y yo hablando. Eso nos salvó, porque, muerto mi padre, Juan Ramón nos planteó hacer una bodega en Laguardia.
El Contrato Vitalicio
.- ¿Dónde había hecho vino tu padre?
Aquí, en Casa Primicia, dentro de las murallas de Laguardia. Esto era de una señora de Madrid, un edificio que estaba hundido. Mi padre le convenció a la señora para que se lo dejara en alquiler para hacer vinos en los lagos de ahí abajo.
.- ¿Qué pasó al fallecer tu padre?
La señora le había dejado hacer vino altruístamente pagando unas 5000 pesetas al mes. Un día la señora le llamó a mi hermano para que fuera a Madrid, donde le propuso firmar un contrato vitalicio.
A los seis meses se murió la buena señora. Seguro que ella pensó que sin aquel papel, sus herederos nos echarían de la Casa. Eso es lo que sospechamos. Así que montamos la bodega aquí en el año 1985 para hacer vinos de crianza.
.- Y con el tiempo…
Con el tiempo dejamos de hacer el vino aquí, reservando la Casa para enseñar cómo era Laguardia antiguamente.
Por entonces nos volvió a llamar la familia de Madrid para que fuéramos a hablar con los herederos de la señora. Uno de sus hijos era el embajador de Corea. “¿Qué piensan ustedes hacer con la Casa de Laguardia?”. Mi hermano les enseñó el contrato vitalicio firmado con la señora.
Vinculado al vino de corazón
.- ¿Qué se les dijo a aquellos?
Les dijimos la verdad, que pensábamos arreglarla. “¿Pero no harán unos pisos luego para pegar un pelotazo inmobiliario?”. Les dijimos que éramos de palabra. Así llegamos a un acuerdo, que todavía estamos pagando la reparación de la Casa.
Al terminar la obra les invitamos a Laguardia para venir a ver la Casa… pero nunca vinieron. Ni se han molestado en saber si hemos cumplido la palabra dada.
.- Tu vinculación con el vino es de corazón.
Por supuesto, porque nunca he estado implicado directamente, sino ayudando a través de mis hermanos y mi hijo. Soy el mayor de los hermanos, uno más de la familia, y tiro del carro.
Cuando era joven mi padre me dijo. “Oye, que no me entere yo que riñes con tus hermanos”. Eso era para él una verdadera obsesión. “Si reñís, me levanto de la tumba”.
.- El padre te estaba transmitiendo el valor de la unidad y la fraternidad.
Cariño y unidad, eso está claro. En ese sentido todos hemos luchado por la bodega, aunque hayamos trabajado en distintos sectores. Mi hermano el pelotari ha sido funcionario del Estado, yo en el hierro en Bizkaia, siendo Juan Ramón el único que ha trabajado en el vino, llevando la gerencia de la bodega, siendo el alma mater de todo esto.
Una pregunta está en el aire
.- Menudos vinazos habéis hecho!
Ahí está el premio aquel de Burdeos. Aquí no hemos repartido nunca un duro. Todo es para pagar lo invertido, que hasta ahora hemos conseguido pagarlo.
.- Tu hermano pequeño ha estado totalmente implicado, y luego la vida ha dado un salto generacional. Aquí están hoy tu hijo y uno de tus sobrinos.
Dicen que los negocios familiares los funda el abuelo, lo consolidan los hijos y los nietos los venden o lo destrozan.
.- Hay una pregunta de cara al futuro, eh!
La pregunta es qué ocurrirá cuando faltemos los tres hermanos. ¿Qué van a hacer éstos?
Los hijos de Juan Ramón no se han implicado. El relevo generacional de esta bodega no era tanto mi hijo, o el hijo de Rodolfo, sino los hijos de Juan Ramón, pero ellos no quisieron.
Mi hijo Iker empezó trabajando en un Banco…, pero era el único que hablaba idiomas. Mi mujer me decía que le dejara vivir su vida. Pero yo pensaba que había que mantener el legado de mi padre. Iker era el único que podía viajar al extranjero.
.- Yo le siento entusiasmado con el proyecto.
Ahora lo hace de corazón, pero le costó un poco. Así que ya me puedo morir tranquilo.
Hacer negocios solo con vino bueno
.- Iñaki Madrid, que se encarga del campo, es hijo de Rodolfo.
Eso es, Iñaki es de Rodolfo, el segundo de los hermanos, que lleva los viñedos. Yo les voy a ayudar a ambos hasta el final. Y sé que no me van a defraudar.
.- ¿Cuál es la diferenciación de Casa Primicia?
Recuerdo que mi hermano me hizo una gran pregunta en 1980, cuando planeábamos hacer la bodega “¿Tú que quieres, ganar dinero o hacer buen vino?”.
.- Es una buena pregunta.
No dudé ni un segundo en la respuesta. “Hombre!, hacer buen vino!”. Mi hermano me dijo que en Rioja harían grandes negocios los que hicieron comunes, tanto con vino de Rioja como con vino de La Mancha, Navarra o de Jumilla.
Nosotros sólo hemos hecho negocio con vino bueno, con vino de Rioja Alavesa. Quizá por eso estamos siempre endeudados, pero seguimos adelante, siempre haciendo obras o comprando maquinaria, pero sólo con vino bueno.
Crisis era la de entonces en Rioja
.- ¿La crisis actual es una crisis más, o es una crisis estructural de difícil salida?
Crisis era la de antes en Rioja, cuando aquí no había nada.
Ahora hay mucho. Hay que ser resiliente y ante la adversidad no hay que tirar la toalla. Resistir ahora es vencer. No se trata de ser el más fuerte, sino de saber adaptarse
Hay que esperar a que suene la campana (vuelve al símil del boxeo) para descansar, y luego volver al combate.
.- Sin embargo, Roberto…
Es verdad. Hay mucha gente de bien que no podrá aguantar, porque la cuerda siempre se rompe por el más débil. ¿Quién es el más débil? El agricultor, el viticultor.
Aquí han llegado multinacionales, como la que ha comprado Berberana, Campo Viejo o Ysios. Y luego está ese gol que nos metieron cuando llegó Carrión. ¿Cómo competimos con García Carrión en las grandes superficies, que ellos siempre lo tienen más barato?
.- A pesar de todo dices que no hay que tirar la toalla.
Yo soy realista, Julio, pero en ocasiones cierro los ojos para tirar hacia adelante. Soy industrial, he sufrido la reconversión, y he salido de todas. Y aquí he visto la huida de mi padre, que yo me considero un desertor del arado. Un día lo dije en una reunión y se enfadaron conmigo.
«Todo no han sido oropeles»
.- ¿Cuándo?
Cuando ABRA nos dio un premio a Bodegas Casa Primicia, creo que fue en 2013, y yo salí a recoger el premio. Dije que recogiendo el premio me consideraba un intruso y un desertor del arado, pues toda mi vida la había pasado trabajando fuera de Álava, con tanta gente entregada al vino en Elvillar, en Leza, en Navaridas… que se lo merecían mil veces más que yo.
.- Aquello lo publicaría en prensa algún periodista.
Así lo recogió un periodista del Diario Vasco: “Todo no han sido oropeles”, escribió. Y luego recogió lo que dije, entre otras cosas.
.- ¿Quién decidió poner el nombre de tu padre en una botella?
Fue mi hermano Juan Ramón… En esta conversación de hoy todo son emociones, igual termino llorando.
.- (Ambos reímos)
Mira esta botella. En la etiqueta de «Julián Madrid» está la huella digital de mi padre. Cuando me lo contaron mis hermanos en 2007 les dije que me parecía algo irreverente. Y fíjate, un día nos llamaron por teléfono desde San Francisco (USA) para decirnos que querían exponer la botella con esa etiqueta en el MOMA, el Museo de Arte de la ciudad.
Entonces me señala un cuadro situado en una de las paredes de Casa Primicia. Yo me levanto y leo:
Julián Madrid, la huella del viticultor
“Un sincero y emotivo homenaje a Julián Madrid, fundador de la bodega, que en su elaboración y crianza lleva la huella del viticultor que rescata Casa Primicia de la historia. Año tras año se convierte este vino en el mejor embajador de la bodega. Su colección de medallas de oro en las ferias internacionales no se detiene, Paris, Burdeos, Londres, Berlin, Zurick, Miami… reconocido en Tokio como el mejor vino del continente».
«La guinda la pone el MOMA. Museo de Arte Moderno de San Francisco que elige el diseño de su etiqueta como una de las más representativas de la era moderna del vino”, termino de leer.
.- Así que el vino es Arte.
El único Arte que se bebe.
.- Aquí está la huella de tu aita, Roberto.
Ahora me parece bien, pero he cambiado la mentalidad.
.- El vino Julián Madrid entra con delicadeza y dulzura hasta las estancias del alma. Es magnífico de verdad.
Es sencillo. Gracias a esta botella con su huella estuvimos en el MOMA de San Francisco, expuesto durante seis meses, junto a dos botellas en cuyas etiquetas estaban las imágenes de Marilyn Monroe y Elvis Presley.
Una botella con la etiqueta de Marilyn Monroe
.- Supongo que fuisteis a ver la botella con la huella de vuestro aita al Museo norteamericano de San Francisco.
Nos invitaron a ver el MOMA, sí, y allí fuimos los tres hermanos con nuestras respectivas esposas. En la sala donde estaba la botella con la etiqueta de Julián Madrid estaba bien acompañada por otras 99 botellas del mundo, una de ellas era Marqués de Riscal. Luego había otras de Burdeos, Borgoña, valle del Napa…
.- Muy emocionante.
Junto a nuestra botella se encontraban dos botellas, a izquierda y derecha, flanqueándola, una con la etiqueta de Elvis Presley y la otra de Marilyn Monroe.
.- Supongo que tienes esas dos botellas, con Elvis y Marilyn por aquí!
Espera. Pregunté en el Museo dónde podía encontrar la botella de Marilyn, que me costó ciento y pico dólares. “Hoy me pena no haber comprado también la de Elvis”.
.- Brindemos por vuestro aita que os entregó su vida, que tanto hizo por vosotros. Ese sí que ha sido vuestro verdadero Ángel de la Guarda.
“Sigo a tu lado, padre”, dice como si su aita estuviera con nosotros. Algún día moriré defendiendo su legado.
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La saga de los hermanos Madrid, la conozco muy bien, la amistad viene de sus padres Teresa y Julián. Hemos utilizado su casa, su piscina e incluso hemos compartido mascota, un extraordinario pastor alemán, que nos quería al vivir….
Recuerdo a Julián cuando empezó con la bodega debajo del Collao, frente a la casa de mis padres, como bien explica Roberto su padre fue una persona muy trabajadora y discreta, muy discreto pero pasaba echada la noche a nuestra casa, pasaba con dos botellas de vino y le decía a mi madre aquí vengo a tomar un vino con Ángel (mi padre) y chiquita a qué me des de cenar…, que después de estar todo el día trabajando es triste tener que cenar sólo. Mi madre siempre le decía, Julián no cenes nunca sólo aquí somos muchos y uno más no es trabajo. A veces Teresa le compraba pescado o carne que por trabajar, no cocinaba y lo traía…., luego él lamentablemente falleció pronto, pero con la viuda Teresa, con los tres hijos y los suegros de ellos he compartido muchas cenas y he sido testigo de tantos sueños… Hoy todos ellos hechos realidad, Teresa y Julián estarían llenos de gozo al ver lo que sus hijos y nietos han creado.
Tengo mil anécdotas pero una divertida es que Iñaki, hoy junto a su primo responsables de la nueva generación al mando, un verano suspendió hasta el recreo, la pubertad no la llevó bien y su madre Maribel, esposa de Rodolfo Madrid me pidió que le diera clases particulares por las tardes de aquel verano, todas las asignaturas en Euskera, y sólo había terminado tercero 🤦🏻🤦🏻🤦🏻 cuando me llamó para decirme que había aprobado todo me desinflé y ese fin de semana cuando vinieron me invitaron a cenar, una saga de trabajadores discretos, muy discretos que hoy elaboran una amplia gama de vinazos y ese magnífico aceite, les tengo mucho cariño y les admiro mucho…., quizá por todo eso que cuento no soy objetivo.
Gracias, Pedro
Cómo se disfruta con entrevistas como ésta. Qué grandes. Antropología y Humanismo en grado sumo. Zorionak!
Eskerrik asko, Kerman
Dan ganas de comentar toda la entrevista, que no tiene desperdicio alguno.
¡Qué generación más grande la de nuestros aitas y aitites, la generación palabra de vasco, de total integridad!
Eskerrik asko, Jon
Lo confieso: al leer la última frase he sentido una gran emoción. Muchas gracias a los dos, Roberto y Julio.
Bienvenido es el optimismo que irradia el texto, y la fórmula que propones, sabiendo que la lucha no será fácil.
Gracias, Juan
Estoy de acuerdo: (siempre que se pueda) no hay que tirar la toalla. Y sí, es verdad, aquellos lo tuvieron muchísimo más difícil, cuando en Rioja Alavesa no había nada… ni en muchos otros sitios tampoco
Gracias, Sandra
Queridos amigos. Son muchos años de amistad, pero me he emocionado leyendo a D. Roberto. Qué maravilla de entrevista. Un fuerte abrazo para los tres y vuestras familias.
Gracias, Lorenzo
Al igual que los comentarios anteriores quiero señalar que a Julio Flor se le dan muy bien las entrevistas; se acerca, se sincera y con su perspicaz curiosidad sabe descorchar esa pasión con las personas entrevistadas, consiguiendo que fluya la sinceridad, como así ha resultado con Roberto. Más historias de vida y etnografía que nos muestran la realidad de Rioja Alavesa. En el fondo, hay mucha humanidad, algo que cada vez echamos más de menos en el mundo actual. !Enhorabuena a los dos!
Gracias, Carmen
Qué bonita historia ligada al vino!
Gracias, Daniela
«Resistir es vencer». Es buen lema para el momento actual, no solo para la vitivinicultura. El reportaje es precioso.
Algo parecido dijo en su día el escritor Camilo José Cela, «el que resiste gana». Un gran abrazo para toda la Comarca.
Gracias, Begoña
Cada vez que nos acercas a una persona con gran experiencia vital, siempre encuentro en ellos un rasgo de valentía indómita, no resignándose frente a las dificultades. Qué gran lección para todos.
En un plano más íntimo, creo que Teresa y Julián tendrán que estar orgullosos de haber dejado, junto a un extenso mar de vides, a una familia unida y trabajadora. Defensores de su memoria que saben seguir creando nueva memoria, un legado para los que vendrán. Ojalá tengan preparadas muchas botellas con las huellas dactilares de todos ellos y ellas.
Gracias, Alberto
Leyendo la entrevista de Roberto, me ha transmitido, el esfuerzo del trabajo, sacrificio, responsabilidad, arraigo a su tierra, y lo más importante, una fidelidad a la memoria de sus padres, digna de valorar.
En su lectura me ha venido varias veces a la memoria la figura de Juan Ramón, como dice Roberto un gran autodidacta en el mundo del vino, con el que me une una amistad de hace unos 50 años, cuando estuvimos juntos en el servicio militar.
Ya, en ese momento capté en Juan Ramón, los mismos sentimientos que Roberto comenta en su entrevista, sobre todo se distinguía por su cultura del trabajo, que por lo que se ve Teresa y Julián fueron los causantes de involucrar a sus tres hijos con el ejemplo de su vida.
Gracias, Fernando
Julián Madrid emigró a Vitoria no por hambre, sino pensando en el futuro de sus hijos. Rioja Alavesa sigue emigrando. Nuestros jóvenes tienen que emigrar y seguirán emigrando. El campo no es productivo y las bodegas absorben poca mano de obra.
Roberto: yo no sabía lo de la huella dactilar en la botella. Es un bonito homenaje a vuestro padre. Pero la huella dactilar de Julián y de vuestra madre (no te olvides de su huella) sois vosotros, que habéis seguido las huellas de trabajo y de amor a las viñas que ellos marcaron.
No estáis viendo los toros desde la barrera, sino en el ruedo. No entiendo de toros, pero los entendidos dicen que los buenos toreros tienen aguante enfrentándose al toro con serenidad, valentía y prudencia.
Gracias, Roberto, tus palabras me han llenado de recuerdos.
Gracias, Antonio
Interesante y amena entrevista. En la misma, ha conseguido que Roberto, (con el entusiasmo que le caracteriza) desglose episodios vitales, transmitiendo su pasión por la familia y el vino.
Gracias, Esther