Mar 13, 2020

Por vosotr@s!

DESDE la pedanía de Laserna, en el término municipal de Laguardia, Carlos Estecha nos envía su mensaje sabiendo que vivimos momentos para la entereza, el esfuerzo y el sacrificio.

El enólogo Carlos Estecha acumula más de treinta vendimias en su quehacer profesional, dirigiendo actualmente su propio proyecto desde La Romántica Compañía de Vinos.

 

Desde la Euskadi en la que se han cerrado escuelas y universidades, en la que tod@s estamos viendo la mejor manera de afrontar la pandemia global del coronavirus, atendiendo la indicaciones de nuestras autoridades sanitarias, sus palabras, dirigidas a las gentes de Rioja Alavesa, me recuerdan las que estos días ha escrito en la prensa italiana la psicóloga F. Morelli:

«La única manera de salir de ésta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros un sentimiento de ayuda al prójimo, la corresponsabilidad de sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú también dependes de ellos».

Renques-SIERRA

LA VIDA siempre está llamando a las puertas. (Foto Jose Miguel Rodriguez).

Saldremos de ésta, amigas / amigos. Un fraterno abrazo!

6 respuestas a “Por vosotr@s!”

  1. Amelia dice:

    Así es.
    Hay que respetar la cuarentena.
    Somos un ecosistema, como lo es el viñedo de Rioja Alavesa.
    Un abrazo

  2. Begoña Tudela dice:

    Escucho la radio y leo el Blog. Veo todo lo que se ha anulado, cerrado, suspendido… aquí y allá. Escucho en la SER que el presidente Sánchez prepara la declaración del estado de alarma. Va a ser un fin de semana difícil, pero como decís saldremos adelante, pero cuidándonos mucho. Ánimo.

    Por cierto, qué más cosas dice la psicóloga Francesca Morelli… que me ha resultado muy interesante.

    Un gran abrazo

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Muchas gracias, Begoña Tudela.

      Atendiendo tu petición, copio el texto de la psicóloga Francesca Morelli en su integridad:

      “Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan que pensar…

      En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable. La calidad del aire que respiramos mejora, usamos mascarillas, pero no obstante seguimos respirando…

      En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquéllos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquéllos que transmiten enfermedades. Aún no teniendo ninguna culpa, aún siendo de raza blanca, occidentales y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance.

      En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, si acaso éste no se mide en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Acaso sabemos todavía cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?

      En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

      En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado?

      En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

      Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos porqué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todos ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya esté bastante en deuda y que nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia, a caro precio».

      Un cordial abrazo!

  3. Begoña Tudela dice:

    Qué gran reflexión del psicólogo. Eskerrik asko!!

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