Se puede sentir que el viticultor acaricia el fruto de la vid con su mano, con su mirada, con su cámara. Es una manifestación de vida agrupada. Bolitas verdes a punto de florecer cual pequeños susurros de vegetación en tiempos de pandemia. En unos meses serán uvas para la vendimia y el vino.
Julio Flor.
Delicadeza veo. Agradecimiento. Veo amor. Un sentimiento telúrico del campesino hermanado durante siglos con la naturaleza de la que forma parte… El incipiente racimo parece un cuerpecito humano con su cabeza, sus brazos de vino, sus piernas llenas de fruta. Es todo lo contrario de un virus…
La vida entera se explica en ese gesto de Carlos, en esa relación. Lo material e inmaterial. Ritos. Fiestas. Oraciones. Esfuerzos. Entrega. Dedicación plena. Los años que suman podas, espergura, vendimias, lagos de vino…
Los períodos del tiempo veo, los dones del viñedo, los mil y un reveses, las preocupaciones, las ofrendas de cada etapa… todo dimana de la tierra labrada y cultivada. Otras cuestiones son la insuficiente valoración a su trabajo, el poco respeto recibido en ocasiones.
Esa mano contiene todo el ciclo de la vida en danza. Su existencia agricultora da vueltas en sus viñas. Y con ellas baila alrededor del Sol. Su propio ser fue sembrado junto a las cepas plantadas por sus ancestros. Creciendo desde niño, jugando, haciéndose campesino al andar, como el poeta se hizo camino.
La tierra riojana alavesa viene entregando trigo y uvas. Pan, fuente de vida. Vino, torrente de alegría. Frutos de fortaleza y fiesta. Debemos sumar el olivo, fruto de luz y calor.
Esa mano de Carlos Faces, creedme, es con su diminuto racimo de Garnacha un pequeño altar donde se da gracias, por encima de todos los pesares que ensombrecen esta primavera de preocupaciones por la pandemia del Covid-19.
El bodeguero de Labastida Carlos Fernández, de Bodegas Tierra, valora la fotografía en la que ve “alegría, vida y un claro ejemplo de que tenemos que seguir mirando hacia adelante !!!”, resaltando sus palabras con esas tres admiraciones.
El bodeguero de Baños de Ebro, Iker Martínez, de Bodegas Altún, ve en la propia imagen que recoge en su cámara “una nueva oportunidad para hacer un gran vino”.
“También veo que es un año que vamos a tener que quitar uvas -amplía la visión Iker-, y que, con el excelente ciclo vegetativo que llevamos, si nada se tuerce, es muy probable que venga un fruto excepcional. Sentimientos encontrados ya que la previsión de dar valor a esas uvas no es buena”
Aitor Mata, de Bodegas Aimarez, observa el tiempo en su pequeño racimo, sabiendo que “en breve pasamos a la siguiente fase, pero con el temor de tormentas de granizo, fuertes vientos, fuertes lluvias… pero con esperanzas de avance”.
.- ¿Y la influencia del coronavirus? ¿Y el precio de la uva en este 2020?
Hasta que no salga la vacuna habrá que convivir con él, siempre desde el respeto, teniendo memoria, ya que no puede pasar al olvido lo que está pasando. Sobre el precio de la uva, el agricultor siempre ha estado en primera línea de batalla y ha sido el primero en pagar las consecuencias…
“Igual es buen momento para que esto cambie; para ello la mejor herramienta es la unión. ¿Será posible?”, deja Aitor la pregunta en el aire.
Desde Villabuena de Álava, el bodeguero Juan Luis Cañas ve claramente en la foto de Carlos que se trata de un pequeño racimo de Garnacha que “pronto va a florecer”.
.- ¿Qué simboliza para ti, Juan Luis?
El inicio, el aprendizaje… Es un bebé recién nacido. Vida,
El sacerdote de Laguardia, Antonio Mijangos, audaz en su respuesta, me dice rotundo que ve “la mano que recoge las uvas que nos mandan tirar al suelo. Esa mano puede ser… la Diputación de Álava, puede ser el Gobierno Vasco, puede ser la mano de l@s agricultor@s que se preguntan: “¿Y qué hago luego con esta uva que no quiero tirar?”.
Después de un breve silencio, Mijangos asegura que esas manos de los viticultores de Rioja Alavesa están húmedas porque están llorando. “Lloran porque hay grandes bodegas que piden que esas uvas se tiren”.
El enólogo Roberto Vicente, de Bodegas Ysios, también ve, como algún otro: “Vida y Futuro”
.- ¿Por qué Vida y Futuro?
La naturaleza nos indica que la vida continúa a pesar de los pesares y los problemas que afrontamos. La naturaleza, de una manera u otra, se abre camino cuales quieran que sean las circunstancias. Esto es lo que debe guiar a viticultores y bodegueros: Seguir trabajando duro, más duro ahora si cabe, para que nuestros vinos y nuestras bodegas salgan fortalecidos cuando todo vuelva a la nueva normalidad.
El viticultor Julián Palacios, tiene desde Navarra una respuesta muy similar, la suya: “Veo Vida con mayúscula… Es presente y es futuro. Esperanza, miles de ilusiones y también alguna incertidumbre”.
Desde Elvillar, el viticultor y labrador César Bermúdez lo expresa con admiraciones de la siguiente forma y manera: “Para mí la uva es alegría y futuro!! Y la recompensa a nuestro ESFUERZO. Mi meta hoy es la próxima vendimia. Es además futuro a largo plazo, porque sin uvas, los viticultores no tenemos futuro”.
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Mimo, vida, mirar hacia delante, futuro, esfuerzo, y para mí un aferrarse al racimo con cariño y sin ninguna voluntad de tener que despreciar ni uno de los racimos.
Todos son igual de bellos y con calidad.
Qué bien se expresa todo lo anterior en este sensible artículo.
Muchas gracias, Fernndo M. Bujanda, que me enviaste la primera foto desde Oion, la de Carlos Faces, que inspiró este artículo. Un cordial abrazo.
Qué manera tan hermosa, e inteligente, de resultar poético en las formas y audaz en los contenidos. Quienes estamos bien informados y sensibilizados por este Blog, sabemos de la incertidumbre que ocupa una parte de la mente de nuestros vitivinicultores. Observamos la entereza, también las sonrisas a pesar de los pesares, el combate del ánimo contra el desánimo.
Hay dos palabras hoy repetidas en este artículo útil -que resume muchas de las cosas que acontecen en la Euskadi de hoy- en las que late una parte del conjuro contra el desaliento: VIDA Y FUTURO. Qué dos grandes herramientas.
He de coincidir con el autor del texto cuando habla de la danza que en la Agricultura mantienen la vid y el agricultor. Releo una vez más:
«Esa mano de Carlos Faces, creedme, es con su diminuto racimo de Garnacha un pequeño altar donde se da gracias, por encima de todos los pesares que ensombrecen esta primavera de preocupaciones por la pandemia del Covid-19».
Me atrevería a decir que este texto resume bien lo que pasa en esos campos de los que todos venimos, de los que sin duda vienen nuestros ancestros todos.
Zorionak!!!
Eskerrik asko, Kepa Urdangarin, por estar ahí y pasar por el tamiz de tu gentileza los textos de este Blog. Un Abrazo.
Qué guay!
Me encanta
Gracias, Txiki!
¡Qué maravilla, cuánto milagro alberga la Naturaleza y cuánta sabiduría quienes la trabajan día a día!
Muchas gracias, Rafael Goikoetxea. Saludos cordiales.
Qué preciosidad de racimo de Garnacha. Las fotografías son maravillosas, están vivas. Mirándolas se puede sentir la frescura del verdor de los campos.
Ya es mucha la calamidad que está suponiendo el momento que vivimos, que no se añada también climatología adversa que acabe con el ánimo del sufrido viticultor, que no lo merece en absoluto.
Por una cosecha hermosa de uva, mi fruta preferida!
Muchas gracias, Karmele. Un cordial abrazo