Qué fácil es escribir en un titular que Doroteo Saenz de Samaniego se negó a vender tres cosechas, durante tres años consecutivos, a los vinateros de Bilbao que, a principios de los años 70, jugaban con las fluctuaciones del mercado.
Jugaban con las fluctuaciones del mercado o, mejor dicho, las manejaban a su antojo. Frente a la actitud de aquellos vinateros, resistencia, dignidad, criterio… De esta historia de crisis surgió en parte Bodegas Ostatu, que hoy dirigen cuatro de los seis hijos de María Asunción y Doroteo.
Dos cosas hay que añadir de manera inmediata sobre el asunto de las tres cosechas auto embargadas -antes de cederle la palabra al vitivinicultor de Samaniego-. Una, que aquellos años aguantó gracias al autoabastecimiento de sus huertas y sus ganados. Y dos, que de todo aquello Doroteo Saenz de Samaniego salió reforzado, no sólo anímica sino económicamente hablando.
No será este el único asunto que llamará la atención de su intensa biografía, pero la sincera conversación que el Blog ha mantenido con él, a sus 79 años de edad, dejará claro que, en cierta medida, la suya ha sido y sigue siendo…
Hace una mañana fresca de diciembre -que no fría- en Samaniego. Desde las ocho de la mañana, como es costumbre, está encendida la luz de las oficinas de Bodegas Ostatu que se proyecta sobre la carretera, que a esas horas aún permanece a oscuras.
Paso de largo para ir a desayunar a Laguardia y disfrutar a la vuelta de la belleza de la Sierra, que emerge en la Comarca con cada nuevo amanecer.
Hay tiempo hasta las 9:30h. que he quedado con Doroteo, a quienes amigos y familiares llaman con cariño y respeto «Teíto».
Cinco minutos antes de la hora prevista saludo en las oficinas de la bodega a su hijo Gonzalo, quien me recuerda que su aita ha regresado hace apenas unos días de Benidorm (Valencia), junto al Mediterráneo, donde desde hace unos diez años el matrimonio jubilado tiene una vivienda.
No sabe muy bien Teíto de qué hablaremos, pero muy pronto, rodeados de galardones a sus vinos y de fotografías familiares, ante la presencia de una pintura abstracta, aceptará como lo más natural del mundo que encienda la grabadora y mantengamos una larga conversación que interrumpirán en tres momentos distintos sus hijos Iñigo, Mariasun y Gonzalo.
.- Así que según has vuelto de Benidorm te has ido a la huerta, aquí en Samaniego.
Sí, porque otros años dejaba toda la huerta bien recogida. Pero este año, como no paraba de llover, marché a Benidorm dejando todo sin recoger. Y estos dos días que va haciendo bueno, he aprovechado para limpiarla, dejándola preparadita para que cuando vuelva, en abril o mayo, labrarla y sembrar la siguiente cosecha.
.- Después de un mes en Benidorm, ¿con qué animo vuelves a Samaniego?
Los primeros días pasas frío.
.- ¿Cómo elegisteis Benidorm?
Bueno, a mí me ha gustado viajar, eh! Lo que pasa es que no he podido hacerlo tanto como me hubiera gustado. A Benidorm empezamos a ir con escapadas de diez días a un hotel. El ambiente nos gustó, donde hay casi 10.000 vascos, con mucha gente de Rioja y de Navarra. Así que termina la vendimia y somos muchos los que vamos para allá.
.- Si te gusta viajar, he de preguntarte por tus viajes más importantes.
He recorrido cuatro o cinco países de Europa, y he estado en Chile y Argentina. Si no he viajado más es por las obligaciones.
.- ¿Qué edad tienes?
79 años, pero cuando veo un reportaje de viajes, me quedo enganchado.
.- En Chile y Argentina has viajado a zonas vitícolas
Sí. A Chile me acompañó la mujer. Alquilamos un coche y estuvimos un mes hace ya 15 años, viajamos de Santiago hasta el sur de Chile. En Argentina estuve en Mendoza. Allí me fui de mochilero
.- ¿De mochilero, eh?
Me fui yo solo y con una mochila. Tenía 70 años. Yo tuve un primo que se quedó huérfano y lo recogió una tía que luego se marchó a Argentina. En los años 50 volvió, estuvo con nosotros trabajando en las viñas, y acabó volviendo a Argentina de nuevo. Mi corazoncito lo quería volver a ver.
.- ¿Cómo preparaste aquel viaje?
Leí unos cuantos libros, lo que demuestra la ilusión que tenía. La verdad es que en Argentina encontré lo que me contaron en los libros. Viajé por Argentina en autobús de larga distancia, como el trayecto que hice desde Bariloche hasta Mendoza. Pero he de reconocer que me gustaron más los vinos de Chile que los de Argentina.
.- Quiero contar tu viaje vital como hijo, nieto y biznieto de vitivinicultores de Rioja Alavesa, el trabajador que has sido en Samaniego, el bodeguero en el que te convertiste…
Mis padres tuvieron cuatro hijos, tres chicas y yo. En los sesenta desaparecieron de aquí mis tres hermanas, que se casaron, y yo me quedé solo con mi padre. Años después en 1970 me hice cargo de la explotación de mi padre, que se jubiló. Yo tenía entonces 29 o 30 años, pero llevaba trabajando con mi padre desde crío.
.- Desde niño, como tantos en Rioja Alavesa.
Tal es así que a mí me ha enseñado poco la escuela. Es uno de mis defectos. A mí me ha enseñado la vida y las clases particulares que algunos maestros daban en invierno. Pero claro, a los 12 años ya estaba yo en el campo trabajando con el ganado.
Para mí “la escuela” ha sido la viña, el ganado… que hemos llegado a criar novillos para carne. De la carretera para arriba plantábamos cereal sobre todo, cuando hoy las mejores viñas que tiene Samaniego, con el Cambio Climático, están en la zona de arriba.
.- ¿Cómo recuerdas aquellos primeros trabajos con el aita?
Teníamos un caballo tan bien domesticado que andaba yo de niño con él labrando la viña como si fuera un joven de veintitantos años.
.- ¿Tienes algún reproche que hacer hoy a tu aita por no haberte mantenido en la escuela?
Ese sería mi único reproche, sí, que me tenía que haber dejado más tiempo en la escuela.
Pero pensando en mi aita, me gustaría que hubiera vivido más años (es cierto que murió ya con 86 años) para que hubiera visto la evolución que hemos tenido con la bodega Ostatu.
.- ¿Dirías que la tuya fue una infancia feliz?
Sí, por supuesto. Después yo he tenido seis hijos y no recuerdo haber pasado una mala temporada. A mí me han gustado mucho los críos. Han sido los mejores momentos de mi vida, la crianza de los hijos hasta los 14 y los 16 años. Recuerdo que cuando empecé a vender vino compramos una furgoneta, en aquel tiempo su madre preparaba una tortilla, carne empanada y tal y cual, y venga a disfrutar con mis críos por los montes.
.- ¿Qué tal si partimos de 1970, cuando con 30 años recibes la explotación de tu padre?
Tendríamos entonces unas 15 hectáreas de viña, que me habían sido cedidas por mi padre para trabajarlas. Te diré que aquí en Rioja Alavesa ha habido un defecto que yo he corregido en mi familia, como es repartir la tierras a partes iguales entre los hijos. Mis hermanas y yo cuando llegó el momento repartimos, echamos a cara y cruz.
.- A cara y cruz, eh!
Eso es. Después yo he recuperado un noventa y tanto por cien de las viñas que eran de mi padre. En el reparto yo me había quedado con cuatro hectáreas para mí, si bien el resto lo llevaba yo pagando rentas.
.- ¿Cómo fueron aquellos inicios en los 70?
Todo lo que hay ahora surgió de una crisis, como suele pasar. En los años 70 aquí vino Domecq, con la intención de comprar viñas. En Samaniego no se le vendió nada. Este es un pueblo difícil para comprar. Yo también he querido comprar más tierras y no he podido. He tenido que salir fuera, a Elciego, Laguardia, y demás. Pero al mismo tiempo que vino Domecq montaron la bodega de Elciego y las Bodegas Alavesas, Solar de Samaniego y alguna bodega así, y se dispararon los precios.
.- De las uvas.
Eso. Nosotros hasta el año 71/72 elaborábamos vino en la bodega vieja del barrio de bodegas de Samaniego, donde todos los vecinos teníamos bodega. Allí se hacía el vino y se esperaba a que vinieran a comprarlo.
.- ¿En qué época había empezado a elaborar vino tu familia?
Lo hacía ya mi aitite, y mi aita también lo hizo. Mis hijos han sacado datos, remontándose en el pasado hasta 1600, que nuestros ancestros elaboraban vino. Yo no conocí a mi abuelo, que murió en 1933, y el anterior, y el anterior ya elaboraban vino en la bodega vieja, que se remonta al menos 400 años atrás. La mayoría de la gente producía más vino del que consumía.
Ya en mis tiempos venían los de la Alhóndiga de Bilbao, o los de San Sebastián, que con camiones se llevaban el vino que nos compraban.
.- A los arrieros no les llegaste a conocer.
No. Yo he conocido a los Mansos de Bergara, los Rojas de Bilbao, los Markaida… bueno, había un montón de vinateros, y todos se abastecían de aquí.
En los años 70, Domecq alquiló por cuatro perras todas las bodegas de Samaniego para dos meses, y las llenó de vino blanco… En 1970 el Consejo Regulador no tenía el control que tiene hoy. Entonces se bebía mucho más tinto que blanco, pero la producción en España era lo contrario que aquí.
.- ¿Del año 70 saltamos a qué año?
A 1972… Antes se vendía el vino por cántaras (de 16 litros), a tanto la cántara. Recuerdo que andaba sobre 175 pesetas la cántara. Había la costumbre de que a la zona venían otros que recibían una comisión y eran enviados por los que compraban el vino en realidad. Antes de venir avisaban: “Oye, que va a venir el encargado de Rojas a catar los vinos del pueblo”.
.- ¿En qué consistía el trabajo del encargado de Rojas?
Salía todo el pueblo a recibirle. Él iba de bodega en bodega. “Esto me gusta”, “Esto no me gusta”, “Esto me gusta”… Aquel año había tanta demanda que sin ni tan siquiera probar el vino nos dijo que de 175 pesetas que había valido la cántara de vino, subiría a 525 pesetas. ¡525!
.- La ley de la oferta y la demanda. Aquel año estuvisteis de enhorabuena.
Aquel día mi padre y otros no estaban en el pueblo. Al domingo siguiente ese mismo encargado volvió a contratar el vino, porque quería llevarse todo el vino del pueblo. Pero en vez de 525 pesetas, ahora nos dijo que pagaría a 500. “Páganos como a los demás, que apenas han pasado unos días, y te lo llevas”. “Que no, que no”.
El caso es que el vino bajó en poco tiempo a 175 pesetas la cántara.
.- ¿Quieres decir que aquella «buena oferta» duró solo un año?
Exacto. La cántara volvió a lo de dos años atrás. “Esto no es rentable”, nos decíamos. Algo tendría que hacer yo. Existía la costumbre de que si no habías vendido el vino para la siguiente vendimia, era primordial venderlo como fuera, para meter en bodega la siguiente cosecha de uva. Pero yo dije que no, que no tiraría el vino de esa manera.
.- ¿Y qué hiciste?
Tenía la bodega un poco grande, y aún tenía sitios. Entre finales de agosto y primeros de septiembre contraté un albañil para construir más depósitos. Sería 1972. Aquel año volvió de nuevo el segundo de Rojas, que seguía igual. “Pues nada, yo no vendo”. Así que al año siguiente tuve que contratar de nuevo al albañil para hacer más depósitos.
La cueva vieja de mi abuelo estaba a rebosar. Me junté con tres cosechas de vino, con todo lo que eso supone. Porque al no vender el vino, no obteníamos dinero. Menos mal que teníamos cerdos, gallinas, huerta, vamos la subsistencia garantizada. Alguna vez venían las bermeanas con antxoas cuando cogían muchas, pero todo lo demás era de casa.
.- Tres cosechas sin vender, Doroteo. Qué manera de resistir.
Eso hizo que empezara a buscarme la vida de otra forma. Empecé con unos amigos de Elorrio. Compré un coche R6 y me iba con mi vino a Durango, Elorrio, y por ahí, con 20 garrafones, con un total de 320 litros de vino. De esta manera traía a casa tres veces más dinero que con el otro sistema.
Te diré que yo he estado luego más de 40 años vendiendo vino por ahí y puedo presumir que nadie me debe nada, ni un duro.
.- ¿Cómo te presentabas en los bares de Elorrio, Durango…?
Iba a estilo feriante. En Elorrio ya me conocían porque mi mujer tenía una hermana viviendo allí. Recorría otros pueblos donde no me conocían, y lo que vendía, vendía; lo que no, para casa.
En Bilbao he estado en el Arenal, organizado con otros agricultores, vendiendo chiquitos. Y he estado en Santo Tomás en San Sebastián, donde por cierto he pasado mucho frío en aquella plaza… En ese plan.
.- ¿Hay gente de la que te acuerdas, gente que os echara una mano entonces?
Me acuerdo del periodista Busca Isusi, que trabajó por los caseros como ningún otro, por todos los que empezamos desde abajo. Ese nos llevaba a ferias, que si la Sociedad de Ordizia, que si ésta que si la otra, en fin.
.- Imagina que estoy en un bar de Durango, no te conozco de nada, y me hablas del negocio que te traes entre manos
Te diría que tengo vino de Samaniego, de Rioja Alavesa, un buen vino…
No lo tenía muy difícil porque en los bares estaban los vinos de la Alhóndiga. Recuerdo el bar Ceuta de Elorrio, que me compró vino, que le llamaron en euskera Eskilarape, el vino que guardan debajo de la escalera. Así fue pasando el vino de un bar a otro. Y más que yo ofreciéndome, una vez que entré en el Ceuta, el resto de los bares vinieron a pedirme a mí. Lo míos eran vinos distintos y muy bien acogidos.
.- Empezarías a vender tu vino pueblo a pueblo, herriz herriz, en 1974.
Y el vino que vendía era del 71, del 72 y del 73, algo insólito. En la bodega catábamos los vinos. Todos estaban perfectos. Vimos la manera de juntar unos con otros, para obtener mejores resultados. Los elaborábamos según creíamos que el vino caería mejor en el mercado.
.- Te quiero preguntar por tus primeras botellas de vino, quizá por la creación de vuestra bodega, la que hoy dirigen tus tres hijos y una de tus hijas…
Había gente que prefería tenerlo en garrafones, pero otros te decían que querían tenerlo en botella. Empecé a embotellar una parte de la producción en el 74 o en el 75, y sin etiqueta.
.- ¿Qué nombre llevaba tu primera etiqueta?
Quise llamar a mi vino «Saenz de Samaniego», como mi apellido, pero me lo impugnó Bodegas Alavesas, que tiene Solar de Samaniego. Así que mi primer vino se llamó Ostatu.
.- ¿Cómo nació Ostatu?
Como yo me movía por Gipuzkoa, en los pueblos más pequeños están los ostatu, que son como Casas del Pueblo. Eso me inspiró. Legalizamos el nombre, que en un principio me lo impugnó Coca Cola. Recuerdo que recurrimos.
.- Evidentemente ganasteis el recurso.
Bueno, tardaron en decirme algo, así que me fui al Ministerio de Industria, a Madrid. Cogí un autobús y me presenté allí. Pregunté a unos y otros, más amables que la leche por cierto, hasta que en una oficina expuse el caso a un señor. Le conté lo que significaba ostatu, que yo ya había empezado a vender vino, tal y cual. Total que la Coca Cola tuvo que retirarse porque el epígrafe del vino era anterior. “Chaval, me dijo el otro, vete que lo tienes conseguido”.
.- ¿Cómo recuerdas ahora aquellos años, con el R6 cargado de vino, llevando la viña con tu padre echándote una mano…?
Tenía a mi padre y a mi suegro que me echaban una mano, una cuñada hermana de mi mujer que iba al campo como si fuera un hombre. Mis hijos empezaban a estudiar
.- Tú sí lo tuviste claro, y quisiste que todos tus hij@s estudiaran.
Por supuesto, pero cuando llegaban las vacaciones o los domingos, se ponían a ayudar si estábamos embotellando, o lavando las botellas sin etiqueta, que entonces recuperábamos los cascos, no como ahora. Pero mi padre, mi suegro, mi cuñada, mi mujer, todos, todos hemos trabajado como negros para sacar esto adelante.
Cuando monté la primera embotelladora, compré a un empresario catalán una máquina de lavar botellas que recibía seis botellas y las devolvía lavadas, y de ella pasaban por la cinta a la máquina de embotellar. Aquel día teníamos que estar cinco personas allí, todos de casa… Hoy es otro tipo de negocio, con otra maquinaria.
.- Lo que hay que batallar, Doroteo.
Cuando yo salía con los garrafones y las botellas cargadas en el coche -y eso no se me olvida-… porque el negocio está aquí en Samaniego, pero hay que sacar el negocio adelante y hay que producir. A mí me tiraba estar en la viña… que hoy es el día que yo veo una viña con hierba, y mi corazoncito tiene la sensación de que no están bien cuidadas.
Pero como te comentaba, yo salía algunos días de viaje a vender vino, y el día que salía lloviendo –que siempre aprovechaba esos días- iba contento. Pero el día que iba de viaje y luego salía el sol y me tropezaba un tractor en la carretera, se me caían las lágrimas. Y me decía qué hago aquí si yo he de estar en mis viñas. He pasado malos ratos debido a mi afición por lo que me había enseñado mi padre de pequeño. Que llovía y nadie hacía nada, contento. Que salía de viaje y luego hacía sol, ayyy.
.- Tienes la viña en el ADN.
Así ha sido durante una gran parte de mi vida.
.- Cuando te jubilaste, ¿todo el trabajo de una vida en qué se había convertido?
No te voy a decir en todo lo que hay ahora, pero casi. Mis hijos han hecho una ampliación fuerte, las exportaciones han ido a más, pero mis hijos conmigo ya estaban metidos en el activo de la bodega familiar. Ellos ahora ya trabajan con otro volumen y otras perspectivas.
.- Pero lo que tú dejaste…
CONTINUARÁ…
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Interesantísimo este reportaje. A la gente de la generación de Doroteo habria que ponerles un micrófono y hacerles hablar durante días y días. Hasta que nos lo cuenten todo. Hasta que nos enseñen todo lo que saben, que es mucho. Gozada de entrevista .
Muchas gracias, Miguel Larreina. Saludos!!
Conocí a Doroteo hace casi 50 años, cuando trabajaba en Investigaciones Agrarias, y seleccionamos una parcela suya, en Samaniego-Villabuena, de la variedad Graciano, en un estudio de selección clonal. No sé si el se acordará.
Es de los viticultores que me ha dejado huella en mi paso de técnico en La Casa del Vino; por eso , esta fantástica entrevista, corrobora mi estima y reconocimiento de Doroteo.
Ejemplo de trabajo, ganas de mejorar, dignidad, y, por lo que a mi respecta, amigo de los amigos.
Estoy deseando de leer la segunda parte de la entrevista.
Ah, y si Doroteo lee mi comentario, ya le recuerdo que tenemos pendiente una tarde con Bengoa y con él.
Muchas gracias, Fernando M. Bujanda. Un cordial abrazo.
Qué auténtico suena todo. Qué trabajo etnográfico el de este blog Rioja Alavesa, tan humano, qué manera de poner en valor la vida que palpita en nuestros pueblos.
Admiro muchas de las cosas que dice y que hizo Doroteo en su vida… Y eso que Doroteo Saenz de Samaniego no tiene estudios. Menos mal que está doctorado en viñas, huerta, bodegas, originalidad, familia, ideas, resistencia…
Y aquel viaje como mochilero, él solo, recorriendo Argentina con 70 años. Qué ganas me han entrado de comprometerme conmigo misma para hacer un viaje así cuando cumpla los 65!
Muchas gracias, Begoña Tudela. Saludos cordiales.
Me ha encantado. Soy de Barcelona y hace años q vamos a buscar el vino allí. ¿Para cuándo la segunda parte?
Saludos
Muchas gracias, Marta. Publicaremos la II Parte el próximo miércoles 22 de enero. Saludos cordiales.
Reportaje precioso describiendo una manera de entender con pasión la dura profesión de viticultor y bodeguero.
Colaboré durante muchos años con la familia Saenz de Samaniego ayudando a exportar sus maravillosos vinos y siempre he sentido una admiración por el trabajo que han desarrollado y la anticipación al mercado, quizás debido a los miles de kilómetros recorridos por Doroteo conociendo al consumidor final.
Un fuerte abrazo para toda la familia.
Muchas gracias, Juan Trincado. Un cordial abrazo.
Estoy muy de acuerdo con lo que se dice en los comentarios, pero…
Como nadie lo comenta, decir que cuando Doroteo habla de su «corazoncito», con esa palabra, me traslada una gran ternura. La del agricultor que se enfrenta con coraje a las fuerzas de la Naturaleza, y a los tiburones de ciudad que se aprovechaban del trabajo del campo, y que a la vez es aita de seis hijos, con todo el amor que eso provoca. Cuando habla de su corazoncito sigo viendo al niño viticultor de la fotografía en sepia. Qué buen equilibrio, la fuerza y la ternura. Presiento que ahí hay un gran ser humano. Uno de esos que sigue agrandando su sabiduría y su gran intuición… a la vez que mantiene intacto su corazón
Muchas gracias, Arene Amezaga. Un cordial abrazo.
LO de Eskilarape edo Eskilarapeko, el «vino de lujo» de la casa, el que se guarda bajo la eskalera, «el de debajo de la escalera», eskilalaren azpian, me parece una historia maravillosa, mundial que yo digo. A partir de ahora preguntaré en bares y asadores qué guardan bajo la escalera, lo mejor de lo mejor, lo que ocultan sin yo saberlo, ja. Quién no tiene ese mejor vino, ese mejor mantel y mejores platos…!!! Pues señores y señoras, ese es el de Rioja Alavesa, en este caso de Samaniego, de Saenz de Samaniego. Txori Onak!
Eskerrik asko, Txiki. Qué resalada y ocurrente eres. Saludos cordiales!
Julio, muchas gracias por esta entrañable entrevista, y todos los comentarios. Mi aita y mi ama se han emocionado, así me lo han transmitido esta mañana.
Detrás del Paisaje, y los vinos de Rioja Alavesa, hay muchas historias como ésta, historias de coraje, superación y resistencia, ese es también el valor que tenemos que saber trasladar a nuestros vinos.
Te animo a que sigas dándonos a conocer estas grandes historias, pues siempre hay que recordar el camino recorrido.
Fernando, te traslado de parte de mi aita, que la cita pendiente hay que organizarla.
Muchas gracias, Mariasun Saenz de Samaniego. Lo estáis haciendo. Lo de trasladar el coraje -de quienes os precedieron- a vuestros vinos; ¿sabes por qué?, porque los Teodoro y las Mª Asunción plantaron sus orígenes con el cariño y la convicción de una tierra de viñas, vino y tantas otras hermosuras. Bien lo saben vuestro aita y vuestra ama. Y tantas y tantos más
Que Doroteo y Mª Asun se hayan emocionado al leer la fantástica entrevista no es nada más que una demostración de la calidad humana de nuestras y nuestros viticultores que, con tanto esfuerzo y mimo, nos han dejado toda una lección de amor a Rioja Alavesa.
Muchas gracias, F. Bujanda Ciordia. Un cordial abrazo