Comentábamos días atrás la trascendencia que tuvo Bilbao en el desarrollo de Rioja Alavesa en los siglos XVII-XX. Hoy inicio con éste una serie de artículos extraídos de mi próximo libro que trata sobre el papel que ha jugado y juega Álava y su Diputación en el desarrollo del vino de Rioja Alavesa e, inversamente, el papel de este vino en la vertebración de Álava.
Miguel Larreina González *
Empezaré recordando que el clima cálido predominante en Álava durante la Alta Edad Media le permitió tener un viñedo suficiente como para garantizar el autoabastecimiento de vino a las comarcas de Campezo, Treviño, Zambrana, Valdegobía, Ayala… e incluso a Vitoria. La Rioja Alavesa, por entonces conocida como Sonsierra de Navarra, justo tenía viña para su escasa población, pues la aridez de esos siglos X-XII comprometía la viabilidad del cultivo y, además, porque todas las comarcas que le rodeaban producían su propio vino.
Vitoria y toda la Llanada empezaron tener problemas de abastecimiento de vino según crecía su población, problemas que se agudizaron con el fuerte enfriamiento del siglo XIV que malogró los viñedos norteños. El desabastecimiento súbito de una Vitoria que había crecido hasta unos 4.000 habitantes obligó al rey de Castilla a tomar medidas excepcionales, pues, como el viñedo más próximo a Vitoria era el de la Sonsierra de Navarra, le concedió en 1283 un permiso especial para adquirir vino aquí.
Poco tiempo después, los castellanos de Logroño, Navarrete, Haro, Briones…, se quejaron sin éxito a su rey denunciando esa predilección de Vitoria por los vinos de la Sonsierra: “Et por esta razón que son ricos e poblados los logares e las villas de Navarra e que son empobrecidos e despoblados las villas e logares de nuestro regno”.
Ciertamente el abastecimiento de vino a Vitoria era un objetivo muy “goloso”, no en vano el consumo de la villa se estimaba en unas veinte mil cántaras en 1428, pero los arrieros alaveses tuvieron varias razones, además de la calidad, para decantarse por los vinos de la Sonsierra frente a otras localidades del otro lado del Ebro.
En primer lugar, nuestra comarca tenía la gran ventaja competitiva de la proximidad: el viaje de Laguardia a Lagrán, de Villabuena a Peñacerrada o de Lanciego a Corres se hacía en pocas horas y el viaje de Labastida a Vitoria se hacía en una jornada, mientras que muchos pueblos de las Merindades de Logroño o Nájera, necesitaban dos o tres jornadas para llevar sus odres de vino hasta Vitoria. Y no era cosa sólo de tiempo, la menor distancia suponía menores impuestos y portes, llegando el vino de Rioja Alavesa a Vitoria por bastante menos costo que otros vinos.
Por todas estas ventajas, surgió como una “autopista del vino medieval” entre Vitoria y Rioja Alavesa, con media docena de ramales por las que atravesaban la Sierra anualmente miles de caballerías cargadas con el preciado líquido. A la vera de esa conexión vinatera que duró siete siglos surgieron/crecieron docenas de pequeños pueblos que ayudaron en ese transporte bidireccional, pues hay que tener en cuenta que Rioja Alavesa producía buen vino pero escaseaba en casi todo lo demás y eran los pueblos alaveses, sobre todo los de la Montaña-Treviño, los que satisfacían sus necesidades de madera, carbón, caballerías, grano, hortalizas.
Era mucho dinero el que generaba cada año ese “petróleo rojo” y fueron siglos beneficiándose Álava de ese negocio millonario: ganaderos, arrieros, carboneros, madereros, herreros, funcionarios, prestamistas, mesoneros o eclesiásticos. Díaz de Durana, en su libro “Álava en la Baja Edad Media”, contaba cómo los vinos de los siglos XIV-XVI “proporcionaron a las arcas concejiles importantes sumas de dinero al recaer sobre ellos la sisa”.
Todo ese dinero que se movía gracias al vino tuvo mucho que ver con la inclusión de esta comarca en la Hermandad de Álava, hasta el punto que pudieron ser estas estrechas vinculaciones vinícolas Vitoria-Laguardia las que configuraron a principios del XVI el actual mapa de Álava, con una cincuentena de Hermandades organizadas inicialmente en seis Cuadrillas: Vitoria, Salvatierra, Laguardia, Ayala, Zuya y Mendoza. Observen el argumento que empleó Álava en un sonado pleito del año 1521 entre Laguardia (que amenazaba con volver a Navarra) y el Diputado General (que se oponía): “segregar a Laguardia sería perderla del todo, y acarrearía el desmembramiento de las mismas Hermandades”.
¡Álava no podría existir sin Rioja Alavesa, hasta tal punto era trascendente esta comarca con solo el vino!
La Rioja Alavesa fue ganando en importancia en Álava a lo largo del siglo XVI. Así, un documento de 1556 se refiere a un concierto entre el Concejo de Laguardia y los procuradores y cofrades de Nª Sra de Mendiguren y la Magdalena de la ciudad de Vitoria y de Nª Sra de Estíbaliz y de la Hermandad de Arcaya, “para que los trajineros y mulateros de las dichas cofradías bajan hasta dicha villa con sus recuas a llevar el vino de los vecinos…”.
Otra cita de 1561 deja claras las preferencias de la capital alavesa en lo que se refiere al origen del vino: “la Sosierra, que es de donde se provee esta ciudad…”. Otra cita de 1579 que recoge el informe del comisionado por el Concejo de Vitoria para comprar vino insiste en la preferencia: “En Haro creyó valía algo menos pero por no ser tan a propósito para esta Ciudad traerlo de Haro como de la Sosierra”. Otro documento de 1686 recoge el compromiso de las Juntas Generales por el que Álava adquirirá preferentemente el vino en Rioja Alavesa, pues ésta no tenía otros recursos y estaba falta de grano que, en reciprocidad, compraría en Álava.
Hay que recordar que el gran cliente de los vinos de Rioja Alavesa y Rioja Alta en el siglo XV-XVI era Álava con sus 50-60.000 habitantes, y que según Álava crecía en población y riqueza, la demanda del vino de Rioja Alavesa se disparaba e incitaba a nuevas plantaciones de viña, hasta tal punto que duplicó su producción de tres a seis millones de litros. Además, como las nuevas viñas requerían mucha mano de obra para plantar, amorgonar, podar, cavar, edrar, escardar, vendimiar… los pueblos vinateros como Elciego, Villaescuerna, Lapuebla o Lanciego, multiplicaron su población; buena parte de los recién llegados provenían del otro lado de la Sierra, como lo indican los abundantes apellidos con nombres de pueblos como Argote, Andoyo, Apellaniz, Aguillo, Araico, Berganzo, Franco, Fuidio, Marañón, Marauri, Piérola, Bujanda, Zuazo, Guereñu, Gauna, Turiso, Gibijo, Uzkiano, Urturi, Urarte…
Los últimos mil años de la historia de Rioja Alavesa hubieran ido por derroteros mucho más humildes de no ser por las gentes del otro lado de la Sierra e, inversamente, muchos pueblos del centro de Álava no hubieran sido tal de no ser por los vinos de Rioja Alavesa. Los que, desde la lejanía, hoy ven en la Sierra de Toloño-Codés un muro separador de dos culturas inconexas desconocen que, muy al contrario, fueron la Sierra y el vino el nexo de unión milenario que conformó el Territorio Histórico de Álava.
*Doctor en Ciencias Químicas.
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Es un gran artículo. Fenomenal Larreina. Todo lo que se haga por Rioja Alavesa es poco. Es raíz y origen de muchas razones del Hoy. Zorionak
Agradecemos tu valoración, Kepa Urdangarin. Saludos cordiales.
Otro excelente articulo. La relación comercial entre los pueblos de Rioja Alavesa con Vitoria y los pueblos del sur de Álava me parece una aportación significativa.
Zure liburua argitaratu zain gaude. Zorionak Miguel gure Historiari egite diozun ekarpenarengatik.
Eskerrik asko, Jesus Mari Osasuna
Gracias a ambos. Si destaco la vinculación histórico-demográfica-económica de ambos lados de la Sierra de Toloño-Codes es porque creo que es un argumento de peso a la hora de plantear a la UNESCO nuestra Candidatura a Patrimonio de la Humanidad como Paisaje Cultural Vitícola
Gracias, Miguel, por tus argumentos. Saludos cordiales.