Desde el primer día me pareció un país diferente al resto de Álava. Un país de viñedos. De vino. Un país al que siempre se sueña con volver. Esos paisajes maravillosos que nos ofrece Rioja Alavesa deberían ser desde hace tiempo Patrimonio Mundial.
He dado recitales de música en Rioja Alavesa con Gorka Knör, hace ya muchos años. Juntos descubrimos un mundo. Desde entonces digo con orgullo que el mejor vino del mundo sale de ese paisaje y de las manos de ese paisanaje.
El otoño es el tiempo más hermoso para Rioja Alavesa, después de la vendimia, cuando empieza la hoja a marchitar. Es un paisaje inenarrable. El 27 de septiembre de 2014 realicé una caminata entre viñedos, para reforzar la Candidatura de Rioja Alavesa a Patrimonio Mundial de la UNESCO. Desde entonces estoy marcado por aquel paseo entre cepas, al comienzo del otoño. Es una joya que tenemos que mimar y cuidar, es un paisaje para la salud.
Rioja Alavesa tiene una música que es caricia. En silencio, paseando entre viñedos, a mí se me ocurriría una canción con ritmo de vals. El movimiento de las hojas cuando bailan con el viento. Esas nubes sobre la Sierra de Cantabria al dejarse caer suavemente sobre las viñas. Esas laderas… ¡Eso es un vals!
Veo esos viñedos y sé que no los ha esculpido ni Miguel Angel, ni Oteiza, ni Basterretxa ni Chillida o Mendiburu. Veo esos viñedos y pienso en el que trabajo que dan a los viticultores alaveses. Podar, mimar, cultivar, amar… Tener un viñedo de cien años en una ladera bien orientada que te entrega el mejor vino.
Ahora mismo escribo con un vino en mi copa. Yo soy muy de vino tinto con todo. Soy de tinto, como mi aita, que era de tinto para comer, para cenar, y para una última copa… Dicen que el vino es poesía. Yo digo que es Música con mayúscula.
Josean Larrañaga, Urko. Cantautor.
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