Entrevista con Ignacio Gil, de Bodegas Mitarte, en Labastida. (I).
IGNACIO GIL en la balconada del singular Barrio de Bodegas de Labastida.
Le preocupa que se esté desaprovechando la riqueza que existe en el conjunto de la DO Rioja. Le inquieta que no se desarrolle todo el potencial comercial, el potencial diferencial que existe de facto, y que sólo haya tres subdenominaciones (una de ellas de Rioja Alavesa), cuando -según defiende- «debiera haber veinte o veinticinco subdenominaciones». Le preocupa que el Consejo Regulador «vaya a lo suyo» sin atender razones. Es más, Ignacio Gil, de Bodegas Mitarte, asegura que “hay que cambiar al Consejo Regulador actual, pero desde dentro”.
De todos los bodegueros que he entrevistado hasta ahora, él es el primero que está convencido de que se puede cambiar la sensibilidad del Consejo Regulador de la DOC Rioja en varios asuntos, que hay que seguir intentándolo. En ese sentido se formula a sí mismo una pregunta “¿Para qué ha venido bien el anuncio de una nueva DO en Rioja Alavesa?” Su contestación es “para que se pongan las pilas!”.
Hemos quedado con Ignacio Gil a las 15:30horas en Labastida. Nos está esperando en la mitad del pueblo, junto a la carretera, para llevarnos a las afueras, a San Ginés, donde se encuentra la bodega de la familia Gil-Orive, y su casa, desde donde se ve la belleza del perfil de Labastida entre campos de viñas, hermoso pueblo de Rioja Alavesa al amparo de la Sierra.
Después de la conversación, nos llevará al Barrio de Bodegas de Labastida, y de ahí a la viña más antigua que posee la familia, Castrijo, con cepas de 110 años dando fruto. Nos confiesa que eso es lo que hace con los importadores. Así que durante dos horas y media, el Blog ha sido un “importador de palabras”, las que Ignacio Gil, que fue un día alcalde de Labastida, nos ha dejado para compartir con las lectoras y lectores del Blog.
EL BODEGUERO de Mitarte, en San Ginés, donde tiene casa y bodega.
.- Ignacio, comencemos por conocer las raíces de Bodegas Mitarte.
Mi familia ha vivido siempre de lo que es la viña y el vino. Tengo una bodega que tiene 600 años en el Barrio de Bodegas de Labastida, que en realidad no hemos utilizado hasta hace diez años. Mi abuelo, mi padre, siempre han estado trabajando en el campo… No es que trabajaran el campo, que sí, sino que es su forma de vida. Es lo que yo he mamado. Ahí están las raíces de la bodega y las mías propias, en la agricultura, en la viticultura para ser más precisos.
.- Tu padre aún sigue trabajando en la viña, ¿verdad?
Mi padre Santiago tiene 75 años y todavía acude todos los días al campo porque es el lugar en el que más disfruta. A mi padre no le vas a ver en los bares, sino en el campo, al que acude a las 10 de la mañana y donde se queda tres o cuatro horas. Es mi gran referente por cómo es y por cómo vive lo que es la viticultura.
.- Seguro que es un buen viticultor.
No conozco mejor viticultor que mi padre. Puede que los haya tan buenos, pero no mejores. Fue lo justo a la escuela, era el mayor de los hijos, y empezó a trabajar desde muy pequeño en el campo. Pero luego él se ha preocupado por formarse. Libro que salía de viticultura, libro que compraba. Los ha leído todos. Y ha hecho pruebas. Cuando yo estaba estudiando ingeniería, vinieron a hacer unas pruebas para una serie de productos fitosanitarios. Pero esas pruebas ya las había realizado él, que es un autodidacta.
EL FUNDADOR de la Bodega, Santiago Gil, el aita de Ignacio, en las viñas de la familia Gil Orive.
.- ¿Has conocido a los abuelos?
No, por desgracia. Conocí al padre de mi madre, que tenía menos tierras, también viticultor. Hemos recibido esa herencia y ese afecto profundo por la tierra. A los 14 años yo me tiraba todos las mañanas del verano en las viñas. Te fastidiaba, eh, porque tus amigos iban a la piscina y tú no. Pero luego te das cuenta que eso forja y te enseña a querer la forma de vida que tenemos. Por suerte, mi padre quiso que yo estudiara, y he estudiado.
.- ¿Cuáles son tus títulos académicos?
Soy ingeniero técnico agrícola. También hice enología en su ciclo superior, y un master. He tenido esas posibilidades. Lo digo porque aquí en la Comarca ha existido esa carencia, la de la formación, lo que ha sido un error al creer que con el dinero, en época de bonanza, ya estaba todo hecho. Eso ha llevado a muchos jóvenes de 16 años a querer dejar los estudios para ponerse a trabajar.
.- ¿Estás hoy mejor formado que tu padre Santiago?
No, no. En viticultura no. En bodega, sí. Quizá sea políticamente incorrecto decirlo, pero te voy a ser sincero: en el tema bodega se ha avanzado mucho, pues la tecnología ha sido muy importante, se elaboran mejores vinos que antes, pero la viticultura… creo que se hace peor viticultura que antes. Eso creo.
.- ¿En qué te basas?
“Todo está inventado”, es una frase hecha, “pero todo se puede mejorar”, digo yo. Mucha gente dice trabajar de cierta manera porque así lo hacía su padre. Pero el mío ha dejado de hacer ciertas cosas porque se ha dado cuenta de que ya no son buenas para la viña. Así que no se ha evolucionado lo suficiente. Ahí tenemos que mejorar. Mi hermano trabaja conmigo, él en el campo, trabajamos juntos, codo con codo, llevando a cabo las enseñanzas de toda una vida.
TIERRA DE LAS VIÑAS que Mitarte tiene en Labastida, recogida del suelo con una caricia.
.- ¿Los jóvenes de hoy están cambiando esa tendencia apostando por la formación?
La última generación lo tiene claro, por fin. Saben que han de estar bien formados. Mira el ejemplo de mi padre, siempre leyendo en casa, el periódico o un libro, todos relacionados con la viticultura. Luego en la bodega, en los lagos, él hacía el vino como antes se hacía, pero lo que realmente le importaba es la viticultura.
.- ¿Cómo fueron aquellos años de tu infancia?
Desde pequeño en la viña, siempre y cuando no tuviera que estudiar. Iba un rato y les echaba una mano en lo que me pidieran. Pero sobre todo tengo un gran recuerdo de las vendimias de antes, que eran una pasada. El pueblo estaba lleno de lagos de vino fermentando, con todas las bodegas abiertas. Todos echándose una mano. Unos a otros… y eso se ha perdido. Eso era fantástico.
.- ¿Por qué se ha perdido?
Se ha perdido porque… aquella época en la que tanto valió la uva, tanto, sin diferenciar la una de la otra, fue para quitarse de en medio a muchas bodegas. Y así desaparecieron muchas bodegas. En el caso de Labastida se formó una cooperativa, que fue otra manera de enfocar la vida, y mucha gente se fue a la cooperativa y dejó de elaborar vino. Es normal, se puede entender, aunque esto no ha pasado en todos los pueblos. Muchas bodegas se han perdido por eso.
.- Veo que hubieses preferido que se mantuviera un mayor número de bodegas.
Ocurrió como ocurrió y ya está. ¿Por qué? Fue una mezcla de comodidad, obligación… no sé, muchas cosas. No quiero decir que los que hemos aguantado seamos mejores, no. No me meto en la vida de cada uno, pero sí me gustaría que en Labastida hubiera otras quince bodegas más, por lo menos.
PISAR las viñas como un destino, como una plegaria.
.- ¿Cómo es la relación de las bodegas en Labastida?
Estupenda. Con aquel nivel de ayuda entre unos y otros. Si yo necesito algo, se lo pido a otra bodega y ya está. Yo tengo varias máquinas compradas a medias con otra bodega. Son máquinas que utilizamos poco, pero que nos son necesarias, máquinas que valen bastante dinero. Te voy a decir más, he tenido para ‘vendimias’ una despalilladora a medias con otra bodega. Es cuestión de organizarse. Diría más, diría que la relación con otros pueblos es muy buena.
.- ¿Por qué prefieres que haya más bodegas, y menos asociadas en cooperativas?
Porque las bodegas pequeñas conservan mejor la tradición de los pueblos, y conservan mejor el terruño. Y la viticultura. Todo.
.- ¿Crees que seguirán desapareciendo bodegas familiares en Rioja Alavesa?
Creo que en esto se ha tocado fondo. De hecho, antes había muchas bodegas que hacían el vino para venderlo a granel. Ahora somos muchas las bodegas que sacamos nuestra marca, y vendemos el vino en distintos mercados, hablando de nuestros pueblos, de nuestros terruños, que es lo que yo defiendo. Porque esa es otra: se ha perdido lo que antes eran los vinos de los pueblos. Mi padre o mi abuelo, antes, cataban un vino y te decían de qué pueblo era. Eso significaba una manera de ser y de hacer las cosas. El terroir, las maneras de trabajar de las gentes, todo diferente. Eso es lo que tenemos que recuperar, el vino de pueblo. El vino de Labastida, el de Laguardia, el de Elciego, el de Lapuebla… Y el viticultor auténtico.
LAS CEPAS crecen al amparo del sol y de los riojanoalaveses que las cultivan en la Comarca.
.- ¿Acaso no se hace buena viticultura en Rioja Alavesa?
Hay buena viticultura, claro. Y vuelvo a ser políticamente incorrecto: pero podría ser mejor. Hay que cuidarla. Sabemos que el viticultor quiere ganar dinero, y tener una buena vida.
.-¿Qué ha pasado?
Que ha habido penurias, porque se pagaba muy mal la uva, se han aprovechado, que es una vergüenza. Y de repente van y pagan la uva muy bien. ¿Para qué? Para arruinar a las bodegas pequeñas, y para quitárselas de en medio. Eso tuvo un efecto bastante malo. Lo que te he contado. Y luego se ha hecho una viticultura más productiva, más intensiva. Luego bajaron los precios, otra vez bajo mínimos.
.- ¿Quiénes son los culpables últimos de todo este panorama que te llevan al lamento?
Las bodegas grandes son culpables, pero no las únicas. Los grandes grupos. Vamos a ver, dicen, “voy a poner una botella que pesa 800 gramos que vale ella sola un euro. Voy a poner un corcho, como es vino crianza, que vale dos euros, y voy a etiquetar estupendamente… total, me gasto lo que haga falta”. Pero luego están peleando el precio de la uva, que se la compran a un viticultor que tiene una viña de 80 años, o de 50, y le regatean hasta el último céntimo, treinta céntimos o cuarenta céntimos. No me jodas, hombre. Págale bien al viticultor, págale bien la buena uva. Págale a tanto la uva que vas a emplear para los vinos de año, y la otra, la que va para la crianza, págala a un precio más alto. Todo eso redundará en el buen vino y en una mejor viticultura, que mantendrá una forma de vida, las raíces, la cultura… Todo.
.- ¿Qué harías tú si fueras un bodeguero de esos que compra por lo menos tres millones de kilos de uva?
Sinceramente, a los que les comprara la uva seguro que los tendría muy contentos. Seguro. Porque la uva que voy a emplear en mis mejores vinos la voy a pagar lo que realmente vale. Eso sí, les iba a exigir cómo quiero que cuiden y traten las viñas. ¿Qué me va a decir el viticultor? “Lo que tú quieras”, porque el agricultor está contento. No puede ser que porque te pago veinte céntimos más o treinta céntimos más, como hay alguna bodega por ahí, luego los tengan todos los días sacrificados. Que algunos dicen: “me voy a otra bodega que me va a pagar 20 céntimos menos, pero que no me da ningún problema”. Se están haciendo las cosas mal.
SEÑALA dónde están los responsables de que Rioja no esté en el lugar que le corresponde.
.- ¿Qué dices de esa palabra mágica que se llama “Diferenciación”?
Hay que diferenciarse. Sabemos que Rioja tiene 67.000 hectáreas de viñas. No puede ser todo igual. Si hemos hecho vinos diferentes en unos y otros pueblos de Rioja Alavesa, ¿cómo vamos a hacer un vino igual en toda la DO Rioja? Diferenciar no quiere decir que yo sea el mejor y tú el peor, no, no. Pero somos diferentes, y hay mercado para todos. Diferentes. A ver: el Consejo Regulador, que es como es, y está mandado por los que mandan, se ha convertido en un ente que quiere que todos los vinos de Rioja sean iguales. Que Rioja sea un trasatlántico. Y no. Ese es el mayor error. Rioja puede tener unos vinos que vayan por un lado y otros que hagan su camino por otro.
.- Pon un ejemplo, por favor
Mira, yo tengo un amigo que tiene un amigo con un restaurante en Nueva York. A mi amigo le encantan mis vinos y quería que su amigo de Nueva York tuviera mis vinos. Pero en Nueva York ya tenía 20 vinos de Rioja en la carta, y de Borgoña tenía 180 vinos. ¿Sabes cuál era el problema? El problema era que el amigo de mi amigo consideraba a Rioja como una unidad, “todos de Rioja”. Y a Borgoña lo veía de otra manera, con un montón de subdenominaciones, de apelaciones…
Así que de aquí tenía distintas marcas, pero todas «Rioja». Pero de Borgoña tenía más porque eran más variadas, más diferenciados. Así que podemos sacar una conclusión: si en Rioja fuéramos como tenemos que ser, mirando a futuro, se potenciarían las subdenominaciones, pero no tres subdenominaciones, no, sino veinte o veinticinco subdenominaciones. Así de claro.
.- Distribuye subdenominaciones, por favor.
Para empezar Labastida podría ser una subdenominación con Briñas, San Vicente, Abalos y algo de Samaniego. Eso es una subdenominación perfecta de Rioja. Eso es lo que hay que hacer. Entonces la gente que tiene ganas de descubrir toda la zona de vinos Rioja lo tendría más fácil. Luego eso hay que saber venderlo. Sería pelear por los 25 subdenominaciones de Rioja, o las que sean. Eso habría que hacerlo, y hacerlo bien. Esa es la riqueza que no estamos aprovechando.
CON UNA CEPA de más de cien años de la viña de Castrijo, con quien parece estar ‘hablando’.
.- En Rioja Alavesa está sobre la mesa ahora la nueva DO Viñedos de Álava. ¿Qué dices al respecto?
Yo lo entiendo, aunque no soy partidario. No soy partidario por una cosa muy clara. Porque es ir de un Consejo Regulador a otro. Porque estoy convencido de que si se hace, que se hará, o puede que se haga, porque tienen sus razones, pero se equivocan en un cosa: eso en su día se convertirá en otro Consejo Regulador, porque al final ese “Viñedos de Álava” lo van a dominar los mismos. ¿Tenemos voces en el Consejo Rioja? Los tenemos, y si se buscan habrá más. Eso hay que intentarlo. Porque además, cómo van a dejar perder a uno que es suyo. Hay que cambiar al Consejo Regulador actual, pero desde dentro.
.- ¿Crees que se puede?, lo pregunto porque pareciera que en ABRA llevan años intentándolo y que se han agotado las vías…
Estoy convencido de que se puede cambiar. Mira, el Consejo es un “australopithecus” comandado por tres o cuatro grupos que van a lo suyo. Pero cuando les pinchas… Yo me pregunto ¿para qué ha venido bien el anuncio de una nueva DO en Rioja Alavesa? Para que se pongan las pilas. Que se las tienen que poner en muchas cosas. Que en ese ejemplo que he puesto del restaurante neoyorquino, con las pilas bien puestas en el Consejo Regulador, tendríamos al menos cien vinos, y no veinte. La España de las autonomías ha venido muy bien para sacar la cultura vitícola que hay en este país. Así que no vayamos en Rioja al revés.
.- ¿Dirías que como hijo de Santiago estabas destinado a trabajar en el mundo del vino?
Estoy convencido. Si yo he nacido aquí, era para trabajar en las viñas o en la bodega de los míos. Hoy digo que tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta. Somos pequeñas bodegas que en cuanto tenemos un duro lo invertimos en mejorar lo nuestro.
IGNACIO GIL posa para el Blog junto a unas cajas de vino de la bodega familiar.
.- ¿Disfrutas del día a día en la Comarca?
Sí, por supuesto. Me levanto cada mañana y me junto con mi hermano Antonio, que es un año mayor que yo, y analizamos el día a día. En la bodega estamos cinco: mi padre, mi hermano y yo, y luego un chico que trabaja con nosotros hace quince años, como si fuera de la familia, y desde hace un año se ha incorporado mi hermana para llevar el tema de diseño, marketing y demás. Con mi padre nos juntamos una vez a la semana, que mi padre todavía es el que manda en el campo. “A ver padre, ¿qué cosas tenemos que hacer esta semana?”. Así nos organizamos en campo, en bodega o en los viajes.
.- ¿Qué sabes de las viñas?
Voy a pisar el campo a menudo. Hace mucho tiempo que mi padre me dijo que cuando fuera a ver una viña hablara con ella. Que le preguntara cómo está. Hace treinta años que me lo dijo. Tenemos una viña de una hectárea y mi padre sabe cuántas cepas se están poniendo malas, cuáles son y dónde están. La pena es yo no voy a ser como él.
.- ¿Cuándo nació Mitarte como tal?
En 1992. Es el quinto apellido de mi padre. Sus primeros apellidos son Gil García… hasta que llegamos a Mitarte, que nos gustó a todos. Para el 92 mi hermano estaba trabajando con mi padre a pleno rendimiento. Yo estaba terminando mis estudios. Pero la familia estaba con la capacidad para embotellar, así que en vez de venderlo todo a granel, vendimos la mitad a granel y lo demás lo embotellamos como vino joven.
.- ¿Y desde entonces hasta este 2017 qué ha pasado?
De todo. Empezamos con nuestra bodega que tenía 600 años en el barrio de bodegas de Labastida, y embotellamos en una pequeña bodega que teníamos en casa. Luego vas creciendo, necesitas criar vinos, y te metes a fondo hasta hacer trece vinos diferentes… que este año sacaremos el catorce y en 2018 el quince. Cada uno con su nombre y su etiqueta diferenciada. Tenemos tres blancos y vamos a sacar el cuarto blanco. Tengo un rosado. Luego tengo un extraordinario vino de maceración carbónica, el que siempre hemos hecho, luego un vino de barrica, dos crianzas (uno de ellos de pago crianza), luego un reserva y cuatro vinos de autor de viñedos diferentes.
ALGUNAS DE LAS CEPAS que contemplan sus importadores cuando vienen a Euskadi.
.- Planificáis el futuro con antelación, según veo.
Sí. Es más, dentro de dos años sacaremos otro vino de autor de la viña que más nos gusta a mí y a mi hermano, una viña preciosa, Castrijo, que ahora vamos a hacer un estudio con ella, donde conviven más de doce variedades de uva, y voy a llegar a un acuerdo con Neiker (Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario) para saber lo que hay realmente. Esa viña la plantó un hombre que ahora tendría 136 años. La plantó el año que se casó, antes de sus treinta años. Así que mira los años que tiene. Más de cien de años. Sobre 110 años.
.- Trece vinos diferentes, eh!
Hay un vino de los hermanos. Cada etiqueta es un hermano. Cada uno tiene sus características. Se llama Tatos, que es como nos llamábamos en casa los hermanos. De los seis hermanos que somos. Seis formas de pensar, de hacer, de reír, de vivir. Pero una sola razón para hacer este vino.
Nuestro crianza especial es un vino que procede del pago La Secreta, donde tenemos varios viñedos, que es un homenaje a las mariquitas, porque ellas cuidan del viñedo, te mata los pulgones. Es un protector del viñedo. Verlas en el viñedo es saber que está sano y que va bien.
.- Seguro que alguien te habrá preguntado ¿Por qué trece vinos?
Ahora voy a ser un poco chulo. Porque puedo. Porque tengo viñas para esto. Nosotros tenemos un Mazuelo de 100 años. Es un rara avis, porque hay Mazuelo, que se emplea para mezclarlo con el Tempranillo. Pero nosotros los hacemos con Mazuelo, un vino muy especial. Que hago 4.000 botellas, o 5.000, pues bien, tengo algo diferente que ofrecer.
.- ¿Cuántas botellas de vino ponéis al año en circulación?
250.000 botellas. Un poco menos de la mitad es vino joven, entre el blanco y el tinto. Un 25% del total de las botellas van a la exportación internacional. Hoy yo vendo más vino en España que en el extranjero (Francia, Bélgica, Italia, Alemania, Eslovaquia, Lituania, Suecia, China o Australia), pero mi reto es vender la mitad en España y la otra mitad en el extranjero.
.- ¿Qué me dices de China?
UN BODEGUERO del siglo XXI en una bodega del siglo XVI.
En China puedes vender vino cuando quieras, siempre que sea barato. Lo complicado es vender un vino de más dos o tres euros en China. Si lo vendes a un euro y pico vendes lo que quieras. La semana que viene van a salir cuatro palés para China, un vino semicrianza blanco, al que acompañan algunos vinos caros.
.- ¿Cómo le vendes al importador chino los vinos de Mitarte?
Si puedo le traigo a Rioja Alavesa. Normalmente le conozco en una feria. Yo le cuento mi historia: que somos una familia que hacemos vino, que es lo mejor que sabemos hacer, que es nuestro modo de vida. Le hablo de las viñas extraordinarias que tenemos y del extraordinario cuidado que reciben. Después quiero que prueben el vino y, si pueden, les invito a venir a la bodega para enseñarles las viñas y hacer una cata de vinos. Tengo claro que nuestro patrimonio son las viñas. Les llevo, por ejemplo, a la viña de Castrijo, de 110 años, que es la que más me gusta. Desde allí se ve nuestro pueblo, Labastida. Una pasada. Así es como te los ganas para siempre.
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Muy interesante y didáctica exposición del sabio Ignacio. Una sola pega me plantea su propuesta de las 25 Subapelaciones: debilita la existencia real del ecosistema Rioja Alavesa-Sonsierra. Ignacio sabe bien que existe y que la estrategia de esos Grandes del Consejo que el critica es negar el terroir de Rioja Alavesa hablando de los Mil Riojas. Hablar de 25 Riojas tiene también ese riesgo, de propiciar la desaparición de Rioja Alavesa, aunque sé que ese no es el propósito último de Ignacio.
Gracias por tu comentario, Miguel. Saludos cordiales.
Gracias Miguel. Como tú bien sabes el propósito es la diferenciación… la diversidad… potenciar eso… que es la mayor riqueza que tenemos…pero eso no quiere decir perder RIOJA ALAVESA.
En cuanto a «los mil Riojas»… es un cuento de los de siempre…
De todas formas, Miguel, ya sabes que todo es matizable y debatible.
Te agradezco el comentario ?
Gracias por tu pronta respuesta, Ignacio. Saludos cordiales.
Con cada entrevista del Blog, aumenta la pluralidad de ideas, la escucha atenta de todas las propuestas. Lo que dicen unos u otros, y otras, está lleno de impulso creativo. No es aire frito. Hay sustancia. Entre unas y otras saldrá, desde el conocimiento y el debate sano, la mejor Rioja Alavesa. Y con ella, por supuesto, los mejores vinos.
Enhorabuena! Zorionak!
Esa es nuestra intención más humilde, Kepa. Eskerrik asko! Saludos.
Qué bueno el ejemplo que aporta Ignacio de la realidad de por qué en Nueva York tienen 180 Borgoñas y 20 Riojas. Es un claro ejemplo de cómo se está perdiendo parte del valor que muchos grandes vinos podrían tener por un paraguas que más que tapar y proteger de la lluvia, impide la respiración y la evolución…
Saludos!
Gracias, Iñaki. Saludos!
Es improbable encontrar a blogers con conocimientos sobre este tema , pero creo que sabes de lo que estás hablando. Gracias compartir un articulo como este.
Gracias. Saludos van para Australia!