Oct 25, 2020

Txakolis revolucionarios… y anecdóticos

Los viejos txakolis, como los cafés del Romanticismo, fueron hasta la mitad del siglo XX reunión de políticos, revolucionarios, intelectuales, poetas, literatos… En ellos se lanzaron consignas, discursos incendiarios, proclamas, programas, artículos para la discordia, peleas, retos a duelo, citas de amores clandestinos…

Txakolis de Bilbao

TXAKOLI Pantaleón, en Bilbao, muestra cierta atmósfera que relata el artículo.

Durante la convulsa etapa contemporánea, la clandestinidad organizada fue algo común. El golpismo liberal durante el siglo XIX tuvo un soporte de gran importancia en cenáculos diversos. Allí se encontraron los partidarios de opciones ideológicas de cuño revolucionario y dispusieron de un medio conspirador para trazar la aventura sociopolítica que buscaba quebrar las estructuras de poder imperantes.

María Jesús Cava Mesa*

Bilbao vivió episódicamente algunas iniciativas en el café, y mucho antes, en tabernas y txakolis. Al agruparse en ellos ciudadanos de origen y pensamiento afines, se fueron destacando como vehículo y mentidero de ideas diversas.

Txakolis de Bilbao

ROMERÍA en Bilbao, pintada por José Arrue en 1945.

Autores de cuño conservador vieron también en las romerías un cauce semejante. Un acuerdo del Concejo, macerado por las circunstancias, parece dar razón al hecho: iba fechado el 19 de julio de 1800, y por él se autorizaba discrecionalmente a las personas que habitaran en Bilbao a que salieran de la Villa con destino a romería solo bajo permiso del alcalde. El motivo estuvo seguramente más cercano a la peligrosidad de la epidemia de peste que había retornado, que a la catalizadora acción de posibles disturbios provocados, aunque al parecer, también influyó.

Con antelación remota, se cuenta que en 1556 ya se habían seguido autos contra un ciudadano, Martin de Arana, quien al parecer había expresado que en la Villa de Bilbao se “juntaban todos los martes doce necios”… por lo que “los regidores” aludidos “salieron a la injuria y dieron con él y con su compañero Martín Senz de Ibarrondo en la cárcel”.

Txakolis de Bilbao

EN TORNO a la mesa, con un txakoli, se fraguaron mil y un historias de palpitante vida.

La Villa y las anteiglesias circundantes, en pleito eterno, encontraron un elemento dinamizador –azuzador, habría que decir– en los “bandos” y en el estado social menos culto y más intransigente, de modo que en las romerías de época: San Vicente y Santiago en Abando; San Bartolomé y San Pedro, en Deusto, etc. no se acababa la fiesta sin subsiguiente querella.

Hablamos de grescas y no de matxinadas, pero la pelea estaba asegurada en cualquier caso. Estos enfrentamientos fraguaron sobre todo en txakolis y tabernas, como se confirma en los numerosos autos seguidos a posteriori. Los viejos txakolis, como los cafés del Romanticismo, fueron hasta la mitad del siglo XX reunión de políticos, revolucionarios, intelectuales, poetas, literatos, artistas, empresarios, noctívagos, timadores, conspiradores, sindicalistas y aristócratas. Fueron común denominador asimismo de clases populares –a veces espectadoras de tertulias encendidas–, otras partícipes de discusiones subidas de tono.

Txakolis de Bilbao

IMAGEN de una época en aquel Txakoli de Begoña, en Bilbao.

En ellos se lanzaron consignas, discursos incendiarios, proclamas, programas, artículos para la discordia, peleas, retos a duelo, citas de amores clandestinos… Aquellos bilbainos aficionados a entonarse con Baco encontraron ahí un acicate. Desde una faceta menos belicosa, txakolis y tabernas también fueron centros de creación de literatura popular, algo que tradicionalmente se mantuvo hasta el inicio del siglo XX.

Hubo una costumbre muy característica de la cultura local: el uso de adaptar tonadas recogidas de orígenes muy diferentes (desde villancicos, a marchas militares) mantenidas por las fiestas concejiles, procesiones y toros, desde el siglo XVI, pues todas estas festividades estuvieron acompañadas de música de trompetas, atabales, txistu y de las orquestas de “la famosa gabarra del Ayuntamiento”.

Txakolis de Bilbao

LA ALEGRÍA fue saltando en el siglo XX, mientras pudo, de romería en romería. (José Arrue).

Ambiente alegre que estuvo adherido en sus orígenes, como decimos, a los toneles… Cantos y discusiones estrepitosas vinieron unidos -por tanto- a las generaciones de antepasados bilbainos, mercaderes de capa corta y daga, pleitistas burgueses, y también vinculados a los más astutos negociantes entreverados con una pléyade de ballesteros, bateleros, roderos y demás “gente de auxilio” en los menesteres comunales.

Aquellos, que llegada la noche se recogían pasando por las sombrías calles de entonces, en el Casco Viejo, flanqueadas de casas-torre y almacenes, escuchando sin atender posiblemente las llamadas a golpe de trompetazo de la patrulla de “veladores”, como se recordaba en las referencias de algunos periódicos cultos de Bilbao, a comienzos de siglo XX.

Txakolis de Bilbao

TXAKOLI Arbolagaña, en el barrio de Ibarrekolanda, en Deusto, justo ahora hace un siglo.

Comprobando el arancel de imposiciones, podemos deducir que el vino componía habitualmente la dieta en distintas épocas; así sucedió también con las doradas, “chirlas, guescallos”, mubles, lubinas, besugos, bacalao… (la nomenclatura de pescados es extensa desde 1500); la ordenanza revela igualmente cosas interesantes sobre el consumo de carnes.

En otro capítulo documental, el judicial y autos de policía señalan una dirección precisa, al igual que hacen las Ordenanzas, confirmando un culto a las cuchipandas generalizado. La Villa se vanagloriaba que el bienestar era un estímulo para todo tipo de empresas. El vino estuvo entre ellas. Por eso la Cofradía de San Gregorio Nacianceno fue tan importante. La Cofradía de San Gregorio Nacianceno fue una institución bilbaina, donde las hubo.

Su historia resalta la importancia de la producción de vino txakolin en los términos jurisdiccionales de la Villa desde tiempo inmemorial. El consumo de txakolin fue decisivo para las economías de muchos propietarios que se agruparon con sentido gremial, para defender la cosecha propia. El origen de esta Cofradía -por expresarlo de forma muy resumida- se identifica a partir de las Ordenanzas de Bilbao que señalaban pautas “para la conservación de los herederos propietarios, y forma de ventas y viedo que ha de aver durante el consumo de los vinos de su cosecha, con las confirmaciones de sus magestades (que santa gloria ayam) y sentencias de las Cartas ejecutorias de su razón” (sic).

Txakolis de Bilbao

ORDENANZAS de San Gregorio Nacianceno, en una impresión de 1686.

Entre las varias sentencias, hubo una, dictada por el Juez Mayor del Señorío de Bizkaia, el 12 de Febrero de 1759, mandando que la referida Noble Villa, sus alcaldes, regidores, vecinos y residentes guardasen y cumpliesen la Ordenanza de 24 de febrero de 1399 y la Carta ejecutoria de 16 de Abril de 1585, así como también el resto de Ordenanzas que prohibían la entrada de vinos foráneos, durante la cosecha de txakolin (“vino que se hace en el caserío”) bilbaino y su “dezmatorio”.

Lo crucial para la Cofradía, entre tantos asuntos, era que se cumpliesen los capítulos 4º, 6º y 12º de la Ordenanza de 1399, respecto de que NO entrase vino foráneo por mar ni por tierra en todo el término hasta que no se consumiera el vino de la cosecha de su territorio, de tal forma que ni con licencia del alcalde, ni de los regidores, ni de nadie más se pudiese introducir para su consumo, ni gasto de casa propia, y menos aún para venderlo en las tabernas más que lo permitido en la ejecutoria de 1585 “para el consumo de la tabernilla, dedicada, y destinada para solo el gasto de los enfermos” (vino rancio y vino blanco).

Pero en el siglo XVIII se “suplicó” ante el Presidente y Oidores de la Real Chancillería de Valladolid, cuyo Tribunal dictó sentencia en 1760 y revocó la dada por el Juez Mayor, condenando a los mayordomos, diputados y cofrades de la ilustre Cofradía de San Gregorio a que no impidiesen en tiempo de “viedo” a los vecinos particulares de la Villa entrar por mayor el vino foráneo necesario para el mantenimiento de sus mesas, con licencia del Ayuntamiento para que no se viera perjudicada la venta del vino txakoli.

Txakolis de Bilbao

TXAKOLI con un buena cosecha que ofrecer, pintado por José Arrue. 

Lo cierto es que la agresividad suscitada por el pleito debió ser grave, ya que al establecer el pacto, se expresaron encarecidos deseos de que la ciudadanía de la Villa y los miembros de la Cofradía no volviesen a entablar más disputas y cesaran los disturbios (sic).

El salón del Colegio de la Compañía de Jesús fue escenario de varias reuniones para establecer la concordia en este litigante encontronazo, con el txakoli de protagonista, por la relevancia de su consumo y el dinero que movía. Una de estas reuniones tuvo lugar en 1761, con la presencia de varios abogados, el Corregidor, los Mayordomos de la Cofradía de San Gregorio Nacianceno, de los herederos Propietarios del Dezmatorio, Territorio y Campanil de Viñas, presbíteros de las parroquias y administradores de bienes pertenecientes a apellidos notables del pasado de la Villa.

Los actuales consumidores y productores de este caldo deberían saber, pues, que también existió en el Bocho una tradición cosechera como esta, y que le dio santo y seña. A finales del XIX se constata la existencia de varios afamados txakolis: el de Isidro en Deusto; en Bilbao, Lekanda; en Begoña, Orueta; Arbola-gaña en Ibarrecolanda. Chinostra en la calle Somera, Paloca en Achuri. El Amparo cerca de Cantalojas, así como el clásico chacolinero de época, Castillo. Luego, llegarían otros, como el famoso de Zollo, hasta la posguerra (años 1940)… etc.

Txakolis de Bilbao

UN 2020 sin romerías, como aquellas que pintó Javier Ziga. (Del Blog de Félix Mugurutza).

Llegado el siglo XX, las canciones populares conocidas como “bilbainadas” relataron diversos tipos de gozo lúdico-festivo. Los txakolis eran imprescindibles todavía para estas generaciones de bon vivants contemporáneos. Porque al hilo de cualquier canción-ejemplo, descubren frecuentemente el itinerario del placer gastronómico-canoro. Así, una conocida bilbainada (“De Iturribide a Bilbao”) subraya la cuesta de Zabalbide, donde había un conocido txakoli al que acudían -cito literalmente- “muchos chimbos y matxorris”.

Y como detalle habitual en uno y otro lugar del ámbito de la Ría (desde Santurce a Bilbao… etc.) también apuntan explícitamente a picardías reveladoras de dichas prácticas ociosas ligadas al consumo de vino. Una de las estrofas de la “bilbainada” dice: «De Iturribide a Begoña, han hecho una carretera, por donde suben y bajan, cada día… las lecheras».

¡Cherchez la femme! «¡Ay! Lecherita presiosa -dicen los “descaraos”- la de los ojos de sielo / dame pronto tu cariño / que me encuentro sin consuelo…».

Txakolis de Bilbao

MARÍA Jesús Cava, autora de este artículo que ha reescrito para el Blog Rioja Alavesa.

Es obvio. Los glosadores costumbristas de aquellos “amílicos” lugares encontraron allí un filón, tanto en las cuestiones del beber, como del querer. «Beber es un gran placer… el agua para bañarse y pa las ranas que nadan bien».

Pero ante todo, tengámoslo en cuenta, según las bilbainadas más cercanas a nuestro tiempo, si se quiere llegar a la «edad de Matusalén, el vino de Rioja la mejor receta». Evidentemente, frente al consumo de aquellos ancestrales aunque poco refinados txakolingorris, un buen caldo era preferible…

Así que, «¡Apaga el luz Mariluz!», y a dormir la modorrita.

Por suerte, nada que ver aquellos con los actuales txakolis, definidos por una nueva manera de entender -antes que producir- vino, en la era posmoderna. Vinos que, en la actualidad, el paladar agradece y valora progresivamente como vinos blancos de variedad y calidad excelente.

 

* Catedrática de Historia. Universidad de Deusto.

6 respuestas a “Txakolis revolucionarios… y anecdóticos”

  1. Begoña Tudela dice:

    Siempre dispuesta a aprender algo nuevo con el Blog. Buen artículo. Cultura del vino y de la ciudad de Bilbao. Me encantan las pinturas de Arrue!

  2. Kepa Urdangarin dice:

    Estupendo artículo para vincularlo a la cultura del vino, para ampliar horizontes… Muy sugerente, porque más allá de los escrito, nos lleva imaginar todo lo que sucede en los espacios públicos donde se encuentran los vasc@s, siempre en torno a una mesa, con un buen trago, unas viandas y un sinfín de conversaciones y tertulias. Por cierto, qué buenos los cuadros que lo ilustran. He visto por ahí danzando a mis amamas y mis aitites!

    Eskerrik asko!!!

  3. Jesus Mara dice:

    Maria Jesus Cava es un fenómeno a proteger institucionalmente en Bilbao.
    Un ex alumno que la admira.

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