Oda a la cepa de Rioja Alavesa
Cuando el campesino piensa en su mejor cepa, en esa columna fértil, en la más bella escultura de sus viñas… contará que esa CEPA la plantó su abuelo, la cultivó su padre y ahora la cuida él.
Cepa desnuda, aparentemente inmóvil, dando vueltas amarrada al planeta, expuesta bajo la bóveda estrellada, llena de vida y promesas.
Miel de la tierra, madera desmenuzada, retorcida ofrenda de amor, sangre roja y blanca de un volcán extinguido, los ángeles bajan de noche con sus lágrimas verdes a llenarte de caricias con el aire de sus alas.
Cepa sin nombre, cepa solitaria. Al llenarte de brotes, de hojas diminutas, al crecer en la extensión de tus ramas, al concebir los racimos, las uvas, al colorear de verde el paisaje, eres pintora de una esperanza a mares.
Un corazón de tierra te asiste. Alimentas la vida de las personas con tu dominio creador. Hoy te he mirado, como tantas veces, pero por primera vez te he sentido latir en mi sangre.
Palabra labrada. Folio de tierra. Escritura de arte desde tus profundas raíces al extremo de tus zarcillos. Te levantas de la tierra, como el sustantivo y el verbo se levanta de la página escrita.
Faro de virtud. Canción anhelada. Chorro de belleza que emerge de la profundidad de Álava. En cada nudo está el sol que has bebido, el agua que te alimenta, la tierra que te sostiene, la mano del nieto del viticultor.
Pareces altanera, guerrera erguida, resistente y eterna, cuando todo en ti es humilde y vulnerable, quietud pura, tecla de piano a punto de sonar.
Árbol diminuto, estatua fértil. Por ti fluye la vida, la luz asomada a un rebaño infinito de viñedos. A la orilla del viejo surco levantas oraciones de silencio.
Antorcha de aire. Columna que sostiene a Rioja Alavesa. Torre. Templo digo.
Manantial de vino.
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Hermoso soporte que conduce vida, esconde savia y sostiene los sarmientos, las hojas y uvas.
Aguanta fríos, calores y sobre todo vientos que al inicio de las tormentas son huracanados por el encuentro de las bajas presiones y los frentes atlánticos.
Tiene razón Pablo Egusquiza cuando se pregunta por la influencia atlántica, esas tardes de capa de cierzo que tanta finura dan a los vinos.
Por cierto que la Sierra nos contiene y comunica la influencia del Cantábrico. Ese mar que cuando se enfada de verdad nos hace decir que cuando LLUEVE DE CIERZO, LLUEVE DE CIERTO.
Muchas gracias, Victoria. Saludos!
Eskerrik asko. Este «artículo» enmarcado bajo la pestaña «Viñedo de palabras» es un poema. Un maravilloso poema.
Zorionak !!!
Eskerrik asko, Kepa Urdangarin. Besarkada bat!
Una pasada de palabras. Da gusto desayunar con un texto tan maravilloso. Eskerrik asko. Y con esas fotos, como tres ventanales. Genialllll
Eskerrik asko zuri, Txiki. Tú sí que eres genial.