Maridaje entre grandes pintores del arte y un paisaje cultural único y excepcional // Ruth Marañón nos lleva en un tren de mágica luz por el lienzo del vino y el viñedo.
Hace ya casi ochenta años, Pío Baroja dedicaba en Canciones del suburbio unos cariñosos versos a Rioja Alavesa que bien pudieran ser pinceladas de un delicado trazo que baila entre los tonos de una variada paleta (y me refiero a la paleta de pintor, de esas bonitas y redonditas que a todos nos vienen a la cabeza cuando imaginamos al Artista, ése de boina afrancesada y pañuelo rojo al cuello).
Ruth Marañón Martínez de la Puente*
Esa imagen recurrente, ese “tópico”, nos propone el icono picassiano, la cuna del arte moderno, un París mágico y sugerente, continente y contenido de diferentes movimientos plásticos que marcaron el devenir de las décadas venideras, una historia artística que nos permitiría realizar un largo viaje de disfrute, pasión y colorido.
Pero no sólo eso. También podríamos retrotraernos unos siglos antes y comenzar esta andadura en el corazón de Italia, Países Bajos o la mismísima España. O incluso más. Hasta el Clasicisimo grecolatino y las culturas prerromanas. Un viaje en un “racimo-tren” que bien pudiéramos extrapolar a nuestra Comarca, ese recóndito rincón del País Vasco que es la luz del sur, el susurro de la tradición y la paz de la convivencia con la tierra, esa que nos da de comer (tanto en lo económico, en lo fisiológico como en lo espiritual).
Ya suena el rugir de la locomotora, ¿estamos todos/as ya? El silbido del tren es atronador y no aguarda ni un segundo más… ¡Ya salimos! Y Rioja Alavesa se nos presenta como un rico grabado griego, con esas figuras helenas de rasgos bellos, pieles suaves y una corona de parra que adorna la historia, los mitos y la cultura del vino. Un aroma dionisiaco que empieza a embaucarnos, y entre mármol y toque de cincel, esgrime las primigenias líneas de un viaje que se presenta apasionante.
Disfrutando de las primeras paradas de nuestro particular trayecto, pronto notamos que Rioja Alavesa parece un viejo episodio de Zurbarán o incluso Murillo, donde los claroscuros de las casas estallan contrastando la luz de las calles empedradas con los interiores oscuros de antiguos retablos, cuadras y recibidores a su paso por Labastida, Laguardia, Labraza o Salinillas, donde glotones niños degustan las riquezas de esta tierra.
Este paseo nos descubre que Rioja Alavesa se asemeja también a una obra de Velázquez donde las viejas fríen huevos, aliñan con arrope el pan, pelan con tesón patatas o, por supuesto, sirven una copa de buen vino (ese con nombre y apellidos); o tal vez también pudiera ser un lienzo de Rembrandt, jugando a aterciopelar los paseos nocturnos entre las calles alumbradas por el tintineo del candil, a finales del Barroco, cuidando de tradiciones que desde entonces se mantienen cada noche de Reyes cuando los auroros en Oion entonan al alba sus canciones.
Pero no nos detengamos, el viaje continúa y hasta llegar a la siguiente estación comprobaremos que Rioja Alavesa es el vivo reflejo de un cuadro impresionista, de notorios colores y mirada perspicaz, que analiza su mágica luz sobre el viñedo, tan diverso y tan vivo, tan bello y tan silencioso; el cambiante rostro de la Sierra o el latente vibrar de las aguas del sinuoso Ebro mientras saluda a Lapuebla, Mañueta o Assa.
Rioja Alavesa, por tanto, se asemejaría a un lienzo inquieto del plástico Van Gogh, con su densa pincelada, con su “ordenado galimatías” paisajístico, con sus pueblos serpenteantes que describen en temblorosas formas casitas de piedra caliza y murallas medievales que nos hablan de su pasado, bélico y vigía, una tierra fronteriza entre reinos, siempre expectante, siempre centinela desde el periodo celtíbero, aunque de manera más notoria en la Edad Media y posteriores.
El traqueteo del tren nos adormece mientras miramos por sus ventanales. ¡Imposible no descorrer las cortinas para deleitarse con semejantes vistas! Y es que… nuestra región también podría ser un Toulouse-Lautrec (“¿Y por qué no un Arrue?” –me pregunto-), con sus bellas danzas, el colorido de sus faldas, de sus medias y sus albarcas, del jolgorio y la fiesta que engendra la colectividad, el triunfo de la cotidianeidad, la orgía de lo comunal.
La Danza del Árbol, la Danza de los Pastores, la de la Cadena, la de los Patronos, la de los Ramos, la de Correcalles o el popular Txulalai, tornan colores y texturas, tejidos y frenéticas vueltas que dibujan líneas imaginarias de la cadencia móvil entre Lanciego, Villabuena, Laserna, Iekora, Navaridas, Viñaspre y Elcampillar. Entonces, se preguntará algún avispado lector, ¿por qué no parece Rioja Alavesa con su febril vibrato, un lienzo expresionista de fugaz brochazo, por ejemplo un Pollock, un Clyfford Still o un Franz Kline?
Pero al compás de la marcha, nos dejamos sorprender… porque aún hay más. Mucho más. Escondido en cada recoveco del camino, de cada leyenda ligada a Toloño, a Palomares o a San Tirso, de cada vieja tradición ligada a la enocultura o cada distinguido plato gastronómico, que inunda paladar, olfato y hasta el alma… Todos, todos, TODOS, nos llevan a revisitar el paisaje, abrazar sus avatares y disfrutar sus variaciones. Una enorme obra Land Art moteada con la pasión que cada pueblo recoge, desde el este al oeste navegando entre Moreda, Kripan, Samaniego o Elvillar. ¡Dale al botón! ¡Aquí también me quiero bajar!
Apeada en la penúltima estación, Rioja Alavesa se muestra como un imponente Rothko, con sus bravas manchas pictóricas, con su valor por el sentimiento de una “simple” magia, la de la experiencia estética, la de un conocimiento sensible que nos hace vagar por un abanico sinestésico y empírico que resuena a cada paso por Páganos, Leza, Elciego o Barriobusto. Rioja Alavesa comprende a la vez un Cézanne primoroso, un cubista Juan Gris o un Braque, un demoledor Newman, un popular art de Warhol porque a todos encandila, gusta y divierte, o un potente y expresionista San Pedro, como son los vinos de Rioja Alavesa.
Sea como fuere, nuestra Cuadrilla es inspiración, es brillo, es tesón, es alma. En cada camino, en cada dolmen, en cada cruce, en cada iglesia o ermita en la sierra, en cada aldea desaparecida, en cada lagar de dulces mostos, en cada sonido de txistu, dulzaina y tamboril… revive la historia de un lugar que dibuja un recorrido único y excepcional, irrepetible y vivo, que darán a cada estación una nota, un color, un aroma diferente: patrimonio en pura esencia.
Este viaje llega a su fin. Retumba en todos los vagones una voz: “Hurrengo geltokia!” Al descender del tren, mi maleta ahora está más llena. Repleta de ese aroma del que siempre te acuerdas si se nombra Rioja Alavesa, el sabor que siempre duerme en tu paladar, la vista que nunca jamás olvidas…
Como el maestro Pío Baroja, “largas horas monótonas contento las pasaría, viendo el volar de las nubes y sus colores que irisan, los rayos del sol poniente en las tardes que declinan” en ésta, mi querida Rioja Alavesa. Alma de vino y esencia de tradición, Arabar Errioxa es mucho más que un placer para el artista, es simplemente, su motor. Entonces ahora me pregunto… ¿Con qué andaba realmente este tren?
*Doctora en Didáctica de la Expresión Plástica por la Universidad de Granada.
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PARA UN MAYOR CONOCIMIENTO Y AMPLIACIÓN DE LA OBRA PICTÓRICA REFLEJADA EN LAS IMÁGENES, DE LA NÚMERO 1 A LA 13, DE ARRIBA ABAJO DEL ARTÍCULO, LA AUTORA OFRECE EN ESTE APUNTE UNA MAYOR INFORMACIÓN:
1.- Turner. Lluvia, humo y velocidad (1844)
2.- Foto-Ensayo compuesto por cuatro citas visuales de Murillo (Niños comiendo melón y uvas, 1650-55), Velázquez (El almuerzo, 1618-1619 y Vieja friendo huevos, 1618) y Rembrandt (La ronda de noche, 1642); y fotografías de la autora.
3.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Van Gogh (Saules têtards au coucher de soleil, 1888) y una fotografía de la autora.
4.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Toulouse-Lautrec (El baile en el Moulin Rouge, 1890) y una fotografía de la autora.
5.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Ramiro Arrúe y una fotografía de la autora.
6.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Pollock y una fotografía de la autora.
7.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Clyfford Still (PH-950, 1950) y una fotografía de la autora.
8.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Franz Kline (Intersection, 1955) y una fotografía de la autora.
9.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Heizer (Circular Planar Displacement Drawing, 1970) y una fotografía de la autora.
10.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Rothko y una fotografía de la autora.
11.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Cézanne, (Les joueurs de carte, 1892-95) y una fotografía de la autora.
12.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Barnett Newman (Dionysius, 1949) y una fotografía de la autora.
13.- Foto-Ensayo compuesto por una cita visual de Juanjo San Pedro y una fotografía de la autora.
SI NO LO HEMOS HECHO EN LOS CORRESPONDIENTES PIÉS DE FOTOGRAFÍA ES PORQUE ALGUNOS RESULTAN DEMASIADO EXTENSOS.
La autora se ha inspirado en Rioja Alavesa, su luz, la agricultura, los seres humanos… A la vez que nos inspira a los lectores con su idea y sus textos. Zorionak Ruth. Zorionak Blog!!
Doble inspiración, que compartimos. Gracias, Kepa, también por partida doble. Saludos!!
Junto a la Senda de las Damas, se encuentra el término de Regoyos.
En ese término el pintor encontró la luz y el color que le permitieron reflejar las emociones que la naturaleza expresa atendiendo a las estaciones climáticas.
Por supuesto, lugareña a ultranza, me refiero a dos términos de Elciego situados en la zona de Poniente.
Gracias, Victoria. Saludos!
Qué bonito! Mi tierra comparada y entroncada con esos grandes artistas. Una redacción tan sutil y poética de la autora que te relaja y embelesa.
Gracias, Yolanda. Saludos cordiales.
Qué artista… Ruth. Me parecen preciosas las asociaciones que has hecho, o las foto ensayos como dices. La literatura…la pintura y la fotografia. Vaya categoría para Rioja Alavesa. Merecida por otra parte, por supuesto. enhorabuena, artista.
Gracias, Karmele, por tu consideración. Saludos cordiales!
Gracias a todos/as por vuestras palabras. Rioja Alavesa es un placer (en todos los sentidos), sólo hay que saber re-descubrirla una y mil veces porque siempre nos sorprenderá.
Salud!
Exacto. Gracias, Ruth. Qué gran regalo nos has hecho. Saludos cordiales!