En la soledad lejana de la viña un viticultor habla con las cepas en medio de un absoluto silencio.
Julio Flor.
Alguien dirá que exagero, que el agricultor realiza mecánicamente su trabajo. Que se limita a cortar los sarmientos, a dejar la cepa preparada para cuando llegue la primavera de 2020.
Desde una colina, cerca de Elvillar, le observo atentamente. Corta, es verdad. Pero de vez en cuando se detiene un instante, mira con hondura, analiza la situación y vuelve sobre su tarea… Bajo la Sierra de Toloño, este 2 de diciembre de 2019 apenas hace seis grados de temperatura. Lo que calienta la atmósfera es la emoción del agricultor de buzo azul. Y su diálogo.
La poda en las viñas de Rioja Alavesa comenzó hace unos días. Las hojas multicolores tuvieron su momento estelar, pero ahora llega ese instante creativo en el que se moldean las cepas pensando en la próxima cosecha.
Todo comienza y recomienza. Es un no parar. La poda ha vuelto para quedarse en los campos hasta finales de marzo. Los estorninos deben darse prisa para comer las racimas que aún bailan en la gran extensión del viñedo alavés.
Algunos viticultores me han contado que la poda es la labor más hermosa, pero ojo, hay que saber leer los tiempos. No se trata de cortar por cortar, hay que saber podar en función del vigor que atesore la cepa. Este año pasado ha resultado algo seco y las viñas han perdido parte de la fuerza que las caracteriza. Así que habrá que dejar algo menos de poda que un año normal, para que recobren intensidad y equilibrio.
Hay que leer las señales. En cierta manera hay que mirar a los ojos de las cepas. Hay que dialogar con todas ellas, una a una. Si escuchas atentamente, te contarán lo que necesitan. De esta manera cada viticultor dará un hondo sentido a la Agricultura. ¿Son o no son sus manos?
Dicen en Rioja Alavesa que algunos no han aprendido a podar después de llevar toda una vida “haciéndolo”. De la misma manera que cierta gente aprende poco de la vida, incluso después de haberla vivido en toda su extensión. Ellas y ellos me cuentan que hace falta sensibilidad, humildad y mucho diálogo con la Naturaleza, para finalmente saber entender lo que dice, lo que precisa…
Saber entender la viticultura, como referirse al planeta entero. Estos días en Madrid -hasta el próximo 13 de diciembre- se celebra la Cumbre mundial del Clima. La Tierra, el corazón mismo de todo lo que nos rodea, viene hablando por los cuatro costados. En cierta forma pide diálogo y, como no se la escucha, exige ser comprendida. La Naturaleza habla. Igual que hace la viña en Rioja Alavesa.
En un mundo de tecnología suprema, la Naturaleza siempre será el alma, el latido, el ser. ¿Somos o no somos el cerebro y los brazos de la MadreTierra?
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También creo que el mundo precisa diálogo en todas partes, y entendimiento.
Pero el texto me lleva a preguntarme si lo que vengo haciendo, lo hago bien. Si me he enterado de verdad. Si he descifrado como es debido las señales…
Sinceramente creo que sí, pero me lo cuestionaré de nuevo. Formidable metáfora sobre la vida que nos rodea y las mil oportunidades que nos otorga.
Muchas gracias, Begoña Tudela. Un cordial abrazo.
Ah, si les dejaran a nuestros viticultores cultivar y proteger el planeta entero!!!
Muchas gracias, Jon Mancisidor por esa certeza. No hay más que ver cómo mantienen el Patrimonio, de qué manera han hecho un paraíso extraordinario del viñedo alavés, generación tras generación, con cuánto mimo atienden la llamada de la Naturaleza. Me siento bien identificado con tus admiraciones. Aumentan mes a mes. Un cordial abrazo.
Prodigiosa tu narración. Me siento acariciada como un sarmiento
Muchas gracias, Carmen Sarmiento. Me tocan tus palabras, a la vez que me hacen sonreír. Qué buena viña la tuya. Cuántas historias has rescatado del olvido. Fluyen por nuestra memoria con justicia. La sensibilidad de tus documentales forman ya parte de nuestro ser. Nos configuran y alientan. Un cordial abrazo.