Oct 16, 2017

Un periodismo que ayude a respirar

El periodista vasco Manu Leguineche (Arratzu, 1941 – Madrid, 2014) dedicó su vida a la causa del verdadero periodismo. En su casa de Brihuega (Guadalajara) agasajaba a sus invitados con amistad, sentido del humor e inteligentes vinos de Rioja Alavesa.

Manu Leguineche

MANU LEGUINECHE con el periodista Julio Flor y el alcalde de Arratzu, Josu Sabin Olano.

Manu siempre llevó en su corazón la tierra de su infancia y sus antepasados. En uno de sus libros, “El precio del paraíso” (1995), cuando en los confines del planeta, en un lugar perdido del Amazonas boliviano, le preguntan ¿quién es?

Manu responde: “un periodista vasco que vive en Madrid”. En su corazón navegaba el pueblo de Arratzu -donde nació-, su querida Bizkaia, su familia, sus amigos, el Athletic, las partidas de mus… y los vinos de Rioja Alavesa.

Julio Flor /

Manu Leguineche

MÁQUINA a la intemperie, de las muchas que le ayudaron a escribir libros y artículos.

En los últimos años de su vida, Manu tenía el sentir de un profundo amante del aire puro, el más libre, el de los campos labrados. En su verbo palpitaba la Naturaleza, la de su pueblo natal, cercano a Gernika, donde jugó a ser Huckelberry Finn; o la de Brihuega, en la que vivió sus últimos años, en la Alcarria, rodeado de amigos cercanos, y otros muchos que le visitábamos, de sus árboles, su jardín, la huerta de Jesús, sus perritos, gatos y patos, sus miles de libros, su tonelada de periódicos amontonados con todo el acontecer del mundo.

Cuando en junio de 2007 viajé a la Alcarria con una delegación de la Asociación de la Prensa de Euskadi para entregarle el Premio Periodistas Vascos, le trasladé un sencillo interrogante:

.-¿Qué pregunta le harías como periodista al ser humano que eres?

Manu Leguineche

ESCRIBIENDO pasó una parte de su vida el periodista que hizo literatura con sus reportajes.

«Una pregunta que me hiciera decir que sólo creo en la bondad de la gente. Que al final de todo, lo que merece la pena es la buena gente, como aquí en el campo.

Lo que vale es el sonido de una campana en el silencio de la mañana, la gente que cultiva sus huertas, que cuida la Naturaleza, que mima con afecto a los suyos. La bondad: ese sí que es un gran titular».

Así era el Manu que conocí y traté entre 2006 y 2014. Hay que permanecer atento para escuchar el tañido de una campana en lo más profundo del alma.

El periodista vasco trabajó cuidando niños en París, en un hospital en Alemania, también de camarero en Inglaterra (como cuenta en sus libros)… Hasta que sufrió la prueba de fuego de ser corresponsal de guerra en Vietnam, en Bangladesh, en Irak… donde vio y sintió el espanto y el horror, la destrucción y el Apocalipsis. Siendo en su vida todo lo contrario. Un ser entrañable. Más cercanía no cabe. Un paraíso de ser humano en la tierra.

Manu Leguineche

UN SINFÍN de personalidades, de seres anónimos, de animales poblaron su vida y su obra.

“El periodismo surgió en mí de manera natural. No es un timbre de gloria. Es como una flor que nace en un lugar inesperado”, me dijo en junio de 2007 en una conversación grabada. Añadió que, entre la gente famosa o los desconocidos, él se quedaba con la gente anónima, “gente que encuentras por los caminos de la vida y te iluminan el sendero”.

Un año más tarde, en agosto de 2008, publiqué otra entrevista con Manu al reconocerle la Diputación de Bizkaia con el galardón “Bizkaitar Argia / Ilustre de Bizkaia”, en la que declaró su amor por la tierra. “Amo Bizkaia y cada cosa que veo en relación a ella, ilustres o no, me llegan al alma”.

Manu Leguineche

LA Makila «Ilustre de Bizkaia» que le entregó la Diputación en 2008, en su casa de Brihuega.

“UN ALDEANO DE BELENDIZ”

Un mes antes de que la Diputación le entregara el galardón, Manu me dictó en castellano un texto que quería se leyese en euskera el 24 de julio de 2008 en Bilbao, durante la entrega del premio al que por motivos de salud no podría asistir.

De Bizkaia recibí todo lo mejor que se supone tengo, que es la sobriedad, el sentido de la hospitalidad, el agradecimiento, la comprensión de los demás y la tenacidad para el trabajo”, comenzó a dictarme aquel discurso de entonces.

Dice el poeta que ‘la verdadera patria de un hombre es su infancia’. O sea, que os lo debo casi todo, y por poco que haya podido hacer en mi profesión, os consta que siempre os he llevado en mi corazón».

Aquellas palabras suyas terminaban de manera afectuosa, inolvidable: “Un abrazo grande a todos. Os estoy muy agradecido y os quiero mucho”.

Manu Leguineche

BAJO el nogal del jardín de su casa, puede sentirse el cielo de toda la Alcarria.

El pasado mes de enero se cumplieron tres años de la muerte de Manu. Un grupo de amigos nos juntamos con su querida hermana Rosa Leguineche en su casa de Brihuega, donde sus casi cincuenta libros publicados dan fe de una obra sólida y formidable.

Allí está, como en tantas bibliotecas del mundo, “El Camino más corto” (1979), al que Manu tenía por su mejor libro. O “Los Topos” (1979), “La Tribu” (1981), “El precio del paraíso” (1995), “La felicidad de la tierra” (2001) o “El club de los faltos de cariño” (2007), que le valió el premio Euskadi de Literatura.

Manu Leguineche

MILES de libros bien acompañaron siempre a Manu en sus quehaceres profesionales. 

Cuando en un trabajo para este Blog, en febrero de 2017, conocí a Juan Ramón Madrid, de Bodegas Primicia, le enseñé una sencilla fotografía que yo había compuesto en Brihuega un mes antes. Allí, entre la yedra, está plantada a la intemperie (una idea de la madre de Manu, Rosa Bollar) una de sus muchas máquinas de escribir, a la que yo junté una de aquellas botellas de vino de Rioja Alavesa con las que Manu agasajaba a sus invitados.

A Juan Ramón Madrid le gustó para empezar que ambos nos declarásemos, en presente, amigos de Manu. La foto no le dejó indiferente, valorando la unión de aquella vieja máquina de escribir con una botella de la bodega que Manu, sin proclamarlo, era socio desde hacía muchos años. Algo que él nunca nos dijo.

Manu Leguineche

ESCRITURA Y VINO de la mano: Los textos de Manu. El vino de Rioja Alavesa.

.- Te voy a poner un vino, a ver qué te parece –me soltó en una ocasión con cierto aire de solemnidad-.

.- Es un vino magnífico, Manu –valoré tras olerlo y catarlo-, podría hablarte de su frescura, de la elegancia que respira, del equilibrio sutil entre la fruta y su buena fermentación… pero déjame decirte que es un vino fabuloso.

.- Me alegra mucho que sepas apreciar lo buenos que son los vinos de Rioja Alavesa.

Nada más me dijo, ni de aquel ni de otros vinos que bebimos de la misma bodega de la Casa Primicia (menudo nombre para un periodista), que sus amigos saboreamos en las visitas que le hicimos durante los siguientes años en Brihuega.

Cuando hace unos días, pedí a Juan Ramón, a través de su sobrino Iker Madrid, que escribiera unas líneas pensando en Manu, lo hice porque recordar esta historia es una manera de recordar a Manu; y segundo, porque hablando de los vinos de Rioja Alavesa, hablamos de la tierra a la que tanto amó y de los vinos con los que dimos vida a tantas tertulias bajo el sol de la Alcarria. Estas líneas del viejo amigo de Laguardia suman un sencillo homenaje del Blog a Manu Leguineche.

Manu Leguineche

IÑAKI E IKER, sobrinos de Juan Ramón Madrid, en cuyas manos está hoy Casa Primicia.

“LA AMISTAD DE MANU”

Juan Ramón Madrid /

«Conocí a Manu Leguineche en la redacción del diario vespertino vitoriano Norte Exprés. Con el seudónimo de Juan de Biasteri yo firmaba las crónicas de pelota vasca, mientras Manu cumplía el trámite obligatorio del servicio militar en el Campamento de Araca.

A pesar de la diferencia de edad y de la distancia inevitable entre un aprendiz de comentarista y un periodista famoso que había dado ya la vuelta al mundo, como lo narraba en el libro “El camino más corto”, nació una amistad cuyos lazos se fueron uniendo más y más, aunque uno abandonase la vocación literaria para dedicarse al negocio familiar de vinos y Manu Leguineche pasó a ser el corresponsal de guerra más admirado y leído, con un instinto natural privilegiado para prevenir los acontecimientos internacionales.

Manu Leguineche

JUAN RAMÓN Madrid mirando una granada de la finca de Carravalseca, en Laguardia.

Los caminos divergentes nunca desgajaron esa amistad y una tarde cualquiera, Manu me sorprende para solicitarme que acuda a una bodega de Rioja y retire sus acciones para incorporar ese dinero al accionariado de la bodega familiar de Casa Primicia. Poco tiempo después, su hermano Benigno, otro Leguineche de pro, se suma a la empresa de Laguardia.

Cuando alguien se informaba de esa conexión, siempre me preguntaban ¿por qué la bodega no se aprovechaba de las buenas relaciones periodísticas y de la figura de Manu para abrir puertas? Nunca lo hicimos. Hubiese sido traicionar una amistad espontánea y auténtica.

Manu Leguineche

EN LAS VIÑAS de Rioja Alavesa, Juan Ramón (dcha. de la foto) con sus hermanos y sobrinos.

Cuando Manu se refugia en Brihuega, muchos compañeros y amigos que le visitan son agasajados con vinos de la bodega, como el Viña Diezmo, el Carravalseca o el Julián Madrid. Ahí queda la foto recuerdo en el jardín, con la vieja máquina de escribir con la que ofreció “primicias”, y una botella, saboreada con deleite de Viña Diezmo, compartida en una amena tertulia en la que Manu desmenuzaba aventuras como si fuese un protagonista de una novela de Pío Baroja.

Todo comenzó en la calle Manuel Iradier de Vitoria, en la redacción del Norte Exprés. Manu Leguineche, el periodista que aprendió el oficio de la mano de Miguel Delibes, aconsejó con sencillez y sabiduría a un mozalbete que escribía crónicas de pelota. Y me ganó para siempre».

Manu Leguineche

ROSA Leguineche (izq.), en el homenaje que el pasado 10 de octubre le dedicó la Asociación Periodistas Vascos y el Colegio Vasco de Periodistas a Manu (Foto Oskar González).

Manu Leguineche

MANU LEGUINECHE con Miguel Delibes, director y maestro suyo en el Norte de Castilla.

Cuando la Asociación de Periodistas Vascos pidió en 2007 al escritor Miguel Delibes unas palabras para homenajearle en vida, Delibes escribió que “bajo los renglones de Manu subyace la vida, la bondad y el amor que están dentro de él”.

Esos renglones nos siguen iluminado hoy, tres años y nueve meses después de su muerte, al leer o releer los libros del que se presentaba como “un aldeano de Belendiz”, brindando por él y por el verdadero periodismo que sigue representando.

Frente a tanto periodismo que ahoga, Manu hacía un periodismo que ayuda a respirar.

8 respuestas a “Un periodismo que ayude a respirar”

  1. Rosa leguineche dice:

    Qué destino el encontraros. Ha sido también para nosotros, el sentiros tan afines, un motivo de poder brindar por la vida con esas Viñas que para Manu significaban tanto !

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Alegría y fortuna. Siendo todos periodistas, los caminos tenían que cruzarse tarde o temprano. Ojalá hubiera sido antes, Rosa. Abrazos para toda la familia!

  2. “Una pregunta que me hiciera decir que sólo creo en la bondad de la gente…”

  3. Eneko dice:

    Manu Leguineche, probablemente uno de los mejores periodistas de guerra que hayamos leído, al que llaman el Kapuscinski en castellano…un enamorado de Rioja Alavesa! Qué gran embajador de los valores de esta nuestra comarca!
    Cuánto se echan de menos esas visiones desapasionadas, profesionales y sin tacha alguna en estos momentos de zozobra y pensamiento único.

    Abramos un Rioja Alavesa y brindemos in memoriam!

    Gabon

  4. Kepa Urdangarin dice:

    Apenas he leído un par de libros de Manu Leguineche. Prometo leer algunos más. Pero sí he de decir a su colega y amigo de Manu, Julio Flor, que el trabajo de este artículo es impagable… Una maravilla que va a resonar entre la Alcarria y Euskadi… pasando por el Amanzonas boliviano.

    Es impagable por el buen nombre de Rioja Alavesa y Euskadi entera, porque muestra a las claras, como dijo Kapucinski que para ser buen periodista hay que ser una buena persona…

    Y porque leer este «Viñedo de palabras», diría que me ha hecho sentirme inspirado para eso que dice Manu, la tenacidad de la obra.

    Además, por si fuera poco, ha resucitado la escritura de Juan de Biasteri, que no es poco. Menudo saque hasta casi besar la línea 7!

    Zorionak!!!!

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Eskerrik asko, Kepa. Seguir leyendo a Manu es una sabia decisión. Además, se están reeditando sus libros en Ediciones B. Lo más curioso es que suenan muy actuales, lo cual le crearía al periodista una paradoja, la satisfacción de haber leído correctamente la cruda realidad y la reiteración humana del error y la guerra. Y el circo mediático que se organiza a su alrededor «como si fuera Disneylandia», que decía él. Saludos cordiales!!!

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