Abr 11, 2018

La mirada del agua

Agua, alma del Paisaje (y II)

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

LAGUNA de Carralogroño. Al fondo, Laguardia. (Fotos de URA, la Agencia Vasca del Agua).

Junto al río Ebro, la Sierra de Toloño es cómplice de la singularidad del territorio de Rioja Alavesa al servir de escudo natural cuando soplan los vientos fríos del Norte, constituyendo una singular frontera bioclimática.

A pesar de su relativa cercanía al Cantábrico, Rioja Alavesa queda, en gran parte, aislada de la influencia marítima y más cercana a los caracteres de matices mediterráneos que se manifiestan en sus paisajes, clima, vegetación y ecosistemas acuáticos.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

LA misma laguna, otro día, y desde otro punto de vista. Al fondo, Laguardia

Víctor Peñas*

Paisajes que son un regalo para el visitante que busca en el presente las huellas de un pasado cargado de historia y cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Cada camino, cada pueblo, cada ermita, cada casona se muestran como un libro abierto que guarda, celosamente, la memoria del paso de los años.

Esta singular y noble tierra atesora, según las estaciones, espacios multicolor en los que el visitante podrá respirar sosiego y embriagarse con los aromas mágicos de sus vinos. La belleza de sus paisajes, naturales y humanos, junto con el calor de sus acogedoras gentes, son un verdadero regalo para los sentidos que bien merecen recorrerla y deleitarse contemplándola.

Pasear por las riberas del Ebro, en Labastida, Baños de Ebro o Lapuebla de Labarca, adentrándose en sus sotos fluviales rebosantes de vida, nos pone en comunión con el murmullo del fluir del agua y la sinfonía del bosque de ribera. Un verdadero espectáculo de música y color, para los sentidos.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

LAGUNA del Prao de la Paúl. Laguardia.

El fluir del río Ebro, yendo tierra adentro, en las proximidades de Laguardia, nos encontramos con el complejo lagunar hipersalino más septentrional de Europa y uno de los complejos lagunares palustres más singulares y de mayor biodiversidad del País Vasco.

Bajo la figura de Biotopo Protegido el complejo lagunar está formado por cuatro humedales: Carravalseca, Carralogroño, Musco, y Prao de la Paúl; siendo las tres primeras lagunas naturales mientras que la del Prao es una balsa artificial que fue construida sobre una laguna natural anterior.

También, en Navaridas, encontramos otra laguna, de carácter endorreico; es decir, que carece de drenaje hacia el exterior y no recibe más aporte que la precipitación que cae en su propia cuenca. Se trata de una laguna, poco profunda, que tiene agua de manera estacional lo que unido a la salinidad de sus aguas, hace que la biodiversidad sea muy peculiar.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

LAGUNA de Carravalseca. Laguardia.

Recorrer estos espacios húmedos nos llevará a descubrir juncales y carrizales entre los que habitan anfibios como el sapillo moteado común (Pelodytes punctatus) y el sapo corredor (Bufo calamita); pero también una prolija avifauna como la polla de agua (Gallinula chlorupus) y el Buitrón (Cisticola jundicis) y otras numerosas anátidas, especialmente, en época de migración.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

VIÑEDO en los alrededores de la laguna de Carralogroño. 

Pero no podemos hablar del agua sin hablar del territorio. El territorio, como soporte de una población que desarrolla actividades muy diversas, es, además de un espacio físico dinámico, un ámbito social y económico que demanda un conjunto diverso de recursos naturales, entre los que destaca el agua con su variada gama de funciones: ecológicas, vitales y económicas.

Ahora bien, el ciclo natural del agua en el ámbito del territorio –es decir,  la cuenca hidrográfica- está siendo perturbado, de manera creciente, por los propios usos y transformaciones del territorio (desaparición de suelo, forestación-deforestación, impermeabilización del terreno, ocupación de llanuras de inundación, rectificación de cauces, eliminación del bosque de ribera, barreras al flujo, desecación de humedales…) que condicionan la transformación de la precipitación, siempre aleatoria, en recurso hídrico.

Esta perturbación, de por sí, justifica la consideración de todo el territorio en la gestión del agua; ya que es la forma actual de ocupación y uso del territorio, con la focalización espacial de las actividades humanas y económicas, sus demandas crecientes, y las cada vez mayores redes de infraestructuras asociadas, la que es causante de la mayor crisis global que amenaza a la sociedad actual: la del Cambio Climático, con sus, aunque inciertas en el detalle espacial y temporal, consecuencias directas (cambios en precipitaciones y evapotranspiraciones) e indirectas (cambios en el poder autorregulador de las cuencas, en las escorrentías, en las demandas…) sobre la disponibilidad futura de los recursos de agua.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

RÍO Ebro. Soto fluvial. Área la Poveda. Lapuebla de Labarca.

Si admitimos que el cambio climático puede ser una realidad no podemos plantear la gestión del agua, en el futuro, de manera similar a como lo hemos hecho en el pasado, y ello obliga a la consideración del ámbito territorial en toda su extensión, hablemos de mitigación o hablemos de adaptación al Cambio Climático.

Existe una estrecha relación entre los usos del suelo y la disponibilidad del agua para la variada gama de funciones en las que este recurso es necesario. Por ello, es muy conveniente no sólo poner en práctica una planificación integrada de los recursos hídricos de una cuenca, sino también coordinar la misma con la planificación territorial, puesto que los usos del suelo condicionan el recurso hídrico generado, el tiempo durante el cual puede ser usado, y la demanda para las actividades humanas, sin olvidar las propias necesidades del medio natural.

Dicho de otra manera, la gestión del agua no puede plantearse, coherentemente, si no es en el marco de una estrategia territorial de referencia. Se trata, obviamente, de una estrategia territorial basada en una ocupación del territorio compatible con el mantenimiento de la funcionalidad hídrica de todas sus partes, con visos de sostenibilidad, y, por tanto, aceptando los límites impuestos por el medio natural,

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

NAVEGANDO por el río Ebro, en la cercanía de Baños de Ebro.

Es preciso abordar la gestión conjunta de agua y territorio, favoreciendo el consenso social y la participación ciudadana, con instrumentos de ordenación tendentes a gestionar, adecuadamente, ambos recursos, en el camino hacia la sostenibilidad territorial. De la misma manera, es preciso encontrar un equilibrio entre los usos del suelo y la disponibilidad del agua; de modo que el aprovechamiento no implique quebrar la salud de los ecosistemas acuáticos y la conservación sea el principal objetivo.

Así, parece lógico racionalizar los usos del suelo dimensionando la estructura productiva y ordenando el poblamiento con el objeto de adaptar el modelo de desarrollo a las características hidrológicas del territorio. Si no nos adaptamos al territorio, el agua siempre será insuficiente.

Por eso, frente a las estrategias de oferta, la gestión de la demanda -entendida como adecuación de los aprovechamientos a los límites naturales de disponibilidad sostenible del agua en un territorio, respetando criterios ambientales y sociales, así como potenciando el ahorro-, es clave en el momento actual, pero más aún lo va a ser en los escenarios venideros de previsible variabilidad de las aportaciones y, en consecuencia, de los propios recursos.

La gestión del agua debe realizarse en el marco de una estrategia territorial en la que deben converger la planificación física, socioeconómica y ambiental. De esta manera, la planificación hidrológica y la ordenación del territorio se convierten en una realidad indisociable. En la sinergia ordenada de este binomio está la clave del desarrollo sostenible.

Paisajes del agua de Rioja Alavesa

VÍCTOR Peñas, autor del artículo (dividido en 2 partes) sobre los Paisajes del Agua. 

No es posible gestionar el agua al margen del territorio, por eso, el reto de la sostenibilidad ambiental, en materia de aguas,  pasa por plantear una gestión conjunta del agua y del territorio con instrumentos de ordenación que regulen el aprovechamiento y fomenten el ahorro, la equidad, la eficiencia y la conservación.

El reto es tratar de alcanzar un equilibrio entre los intereses económicos, que giran en torno al agua,  y la realidad hidrológica y territorial de la cuenca. Sobrepasar los límites naturales que determinan la vocación de los usos del territorio supone romper relaciones y funciones naturales y entrar en una espiral de degradación, en muchos casos, irreversible.

Se impone el reto ético de generar un nuevo pensamiento hidrológico colectivo en el que la conservación de los ecosistemas fluviales sea entendida como el verdadero baluarte para el desarrollo territorial sostenible; y donde el medio hídrico recupere la identidad perdida y sea un elemento de referencia, un patrimonio de identidad y de convivencia de las regiones y los pueblos. Pero todo ello implica el reto de cuidarlo y protegerlo para que siga siendo proveedor de servicios y beneficios a la sociedades de ahora y del futuro.

Nada es comparable al agua, porque el agua como la vida es esencialmente fluir, viajar de unos lugares a otros alimentando y trenzando las distintas formas de vida en el espacio y en el tiempo.

 

*Dr. Geógrafo

2 respuestas a “La mirada del agua”

  1. Eugenia González dice:

    Muy interesante el documento. Estoy de acuerdo con la gestión del agua y el territorio de la manera que se plantea en el artículo.

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