Ago 07, 2019

«Nunca he sido tan feliz como ahora”

Esta es la historia de Elías García Chasco, de 71 años, un profesor labraceño que hace un lustro retornó desde Barcelona a Labraza, tras vivir fuera más de medio siglo, sintiéndose ahora más libre y feliz que nunca.

Elias-Retrato

ELÍAS GARCÍA CHASCO se siente en Labraza, a sus 71 años, más feliz que nunca.

A veces cometemos el error de fijarnos solo en deportistas de élite, grandes empresarios, cantantes, artistas, en personas “triunfadoras de la vida”,  sin reparar en las personas humildes que nos rodean a diario y que nos hacen la vida agradable de verdad.

Personas sencillas, buena gente, de pueblo, como habitualmente se suele decir, aunque toda la vida la hayan pasado adquiriendo conocimientos en una gran urbe. Estas personas cercanas del día a día deberían figurar en la cabecera de nuestro ranking particular como prototipos de admiración.

José Ángel Chasco * 

El rostro de Elías es muy conocido en la Comarca, especialmente entre las personas mayores participantes en las Aulas de la Tercera Edad que asisten a cuantas conferencias, excursiones y comidas con baile se organizan desde la Cuadrilla de Laguardia-Rioja Alavesa.

Cuando lo veo caminar por Labraza, pienso en el escritor norteamericano Ernest Hemingway, como si hubiese retornado para visitar la vieja villa medieval amurallada. Sin embargo, él me dice que con su barba blanca tan característica, para los niños y niñas es Olentzero, el personaje «que reparte juguetes por Navidad».

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LA hermosa villa de LABRAZA, contemplada desde el pinar de Dueñas.  

La felicidad de vivir en Labraza

Elías García Chasco fue el más pequeño de cinco hermanos. Nació extramuros de la villa de Labraza, el 20 de julio de 1948. Vio la luz por primera vez en el caserío de Valdemoreda, pegante a la actual carretera de subida a Labraza y junto al arroyo, o más bien escorrentía de aguas, que baja de Villavieja, la primitiva villa de Labraza antes de su fundación.

A los diez años (1958) partió de Labraza para ingresar como estudiante seminarista en el santuario de Arantzazu, regentado por los franciscanos en el corazón de Euskal Herria. Muy cerca, a los pies de este “monte de espinos”, en la antigua Universidad de Sancti Spíritus de Oñati, se encuentra el edificio renacentista más bello del País Vasco, donde estudiaron en tiempos pasados (siglos XVII-XVIII) los hijos de las élites rurales de Rioja Alavesa.

A los dos años de estar estudiando en Arantzazu tuvo la desgracia de que fallecieran sus padres. Tras quedar huérfano a los doce años, permaneció ingresado en el santuario hasta cumplir los 22 años. Edad a la que abandonó este centro de espiritualidad, uno de los santuarios más significativos del arte vasco contemporáneo.

Santuario-Arantzazu

SANTUARIO de Arantzazu, en Gipuzkoa, donde Elías pasó 12 años de su vida…

Más tarde vinieron para Elías los estudios en Vitoria y Barcelona, en donde cursó Filosofía y Letras y Ciencias de la Educación, especializándose en psicología infantil. La vida familiar, esposo de Pilar Resa y padre de dos hijos Aitor y Javier, y la vida profesional las ha desarrollado en Cataluña tanto en la enseñanza privada como en la pública durante 38 años.

Pese a estar tantos años fuera de Labraza, nunca perdió el contacto con su pueblo natal. De crío volvía de vacaciones y de mayor hacía una visita al año de quince días en el mes de agosto.

Estando viudo y conseguida la jubilación en el año 2013 decidió retornar a su pueblo natal. Dejó la bulliciosa ciudad de Barcelona y se instaló en la tranquila villa de Labraza. Aquí, poco a poco, ha ido rebobinando el hilo de la vida tradicional. Ha recuperado el pasado, la infancia, la escuela, los castigos y las bromas de los maestros, los recuerdos del hundimiento de la escuela (1956) cuando se encontraba encima de la actual portada o arco sur de entrada a la villa amurallada.

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FOTO POSTAL de Barcelona en 1960, cuando la ciudad albergaba 1.700.000 habitantes.

Las prisas, el agobio y la vida agitada de las grandes ciudades catalanas forman parte del pasado. Ahora disfruta de la paz, de la tranquilidad y de la vida sin horarios de Labraza. Agradece la permanencia en Labraza de todas las familias que consiguieron resistir y quedarse, pese a las durísimas condiciones de la vida rural, y que no emigraron para vivir en otros lugares mejor equipados.

La única pega que pone Elías es cuando dice que alcanzados los setenta años la vida pasa más deprisa y uno envejece más rápidamente.

Remembranzas de la vida tradicional en Labraza

Elías nos explica cómo era la vida en Labraza cuando era niño, lo que nos traslada a los demás pueblos de Rioja Alavesa de hace más de medio siglo.

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ELÍAS en el pinar de Dueñas, junto a un pino único de tres brazos.

.- ¿Qué recuerdos de tus padres te vienen a la mente?

A mi padre José le tocó luchar en la guerra civil de 1936. Se casó con mi madre María de los Ángeles. Ambos naturales de Labraza, muy cristianos, me inculcaron el amor por la iglesia de San Miguel de Labraza y el cariño por el pueblo. Tras vivir unos años en Madrid regresaron a Labraza por motivos de salud. Allí nacieron dos de mis hermanos mayores y los otros tres hemos nacido aquí.

Cuando se instalaron en Labraza, mi padre estuvo durante un lustro al cargo de un rebaño de ovejas familiar. En esa época hubo en Labraza hasta trece rebaños de ovejas con su correspondiente corral y pajar. Además existía un pastor común que llevaba el ganado de los que tenían menos ovejas.

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EL padre de Elías fue pastor en Labraza, donde hubo hasta trece rebaños de ovejas.

.- Tengo entendido que posteriormente, con el reparto de fincas, ejerció de agricultor.

Sí. Él sembraba centeno, avena, cebada y trigo gaspudo (luego vino el trigo mocho). Cultivaba viñas. En 1947 le dieron un diploma por la calidad de la uva que tenía en la viña de las Arquillas. Tuvo olivos perteneciendo al trujal San Vicente de Oyón. Tras estar varios años de alcalde de Labraza, falleció ejerciendo el cargo en 1960.

Curiosamente sobre el viñedo antiguo en Labraza aparece un término con la denominación el “Trempanillo”, ya en el año 1795, en un documento notarial, que hace alusión a viñas de uva tempranillo, una de las variedades más predominantes en Rioja Alavesa.

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DOCUMENTO donde aparece la palabra «Trempanillo», de 1795.

.- ¿Elías, qué decir de la agricultura de hace sesenta años?

Labraza entonces era un pueblo más cerealista y ganadero que de viñas y olivares. Ayudaba a segar con la hoz y la zoqueta, pero a menudo me hería la rodilla. Era un chico flacucho y débil, no estaba hecho para ser agricultor. Así que decidí marcharme a estudiar fuera.

.- ¿Cómo pasabais los chavales el tiempo en la escuela, en el recreo y en los días de fiesta?

Hasta los cinco años estuve aprendiendo en casa con los libros de mis hermanos mayores, ya que no admitían niños en la escuela hasta que no hubiesen cumplido los seis años. Para cuando fui ya sabía leer, sumar y restar. Me dieron una pizarra, un cuadernillo y unos pizarrines. Los niños-as estudiábamos por separado. Un maestro nos daba clase a los chicos y una maestra a las chicas.

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DIPLOMA que le entregaron a José García por la calidad de la uva.

En los recreos teníamos la afición de subirnos por las murallas de Labraza para coger los nidos de los pájaros (gaviones y gorriones) que criaban en los agujeros de las paredes. A nuestras madres no les gustaba que lo hiciéramos, por el peligro que entrañaba de caernos siendo unos débiles niños. Si nos pillaban, nos sacudían con un sarmiento para que no lo hiciéramos más.

.- ¿Cómo eran aquellos domingos de entonces?

Los domingos por las tardes, después del rosario, nos daban la paga y jugábamos a pillar y a la cadena por las calles de la villa, hasta que regresaban los rebaños del común. Los más taurinos y valientes azuzaban al choto o cabrón de la cabrada, que nos embestía a cabezazos teniéndonos que refugiar tras las puertas de las casas. Las cabras y chotas iban por su cuenta cada una a su casa, sin que tuvieran que ir a buscarlas los dueños. Eran animales listos y conocedores de dónde vivían.

Los músicos de Moreda subían a tocar en las fiestas de San Miguel. El baile lo hacíamos en el arco de la puerta meridional de entrada a Labraza. Para que una chica te diera baile había que pedirle permiso. En la tienda de ultramarinos de la señora Julia y Ángel comprábamos los chicos las golosinas y chuches.

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TOCANDO los Auroros estos años en su recuperada Labraza.

.- ¿Cómo era en general la vida en Labraza hace algo más de medio siglo?

El trabajo en el campo era muy duro. Recuerdo las tareas de labra, siembra, escarda con corquete especial de mano, siega, acarreo de la mies y trilla en las eras. Había que madrugar mucho. En la siega, los labraceños contrataban a labradores de otros pueblos y pagaban mejor jornal al que traía puchero. La bebida, agua y vino, se les regalaba.

Los haces de mies se ataban con gabijones de centeno. En la trilla mi padre me montaba encima del trillo de madera con cuchillas de hierro que, enganchado a un mulo, daba incontables vueltas por encima de la parva de la mies extendida en la era. Separaban el trigo de la paja ablentando lo trillado al aire con una pala de madera. El trigo quedaba delante y la paja detrás. El grano se llevaba a los altos de las casas y la paja se metía en el pajar junto a la era.

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EL ex profesor de Psicología Infantil, leyendo a sus paisanos las sagradas escrituras. 

.- ¿Y el trabajo en las viñas?

Recuerdo la poda, el cavar y edrar, el pasar el forcate con el ganado, la espergura, desniete, tratamientos de sulfato y azufre, vendimia, acarreo de la uva en comportas, pisa de lagos, trasiegos… Y el cuidado de las huertas, abrir las paraderas de los regajos para regar, coger los pimientos, tomates, lechugas, alubias, etc.

La vida era de mucho trabajo. Vivían de lo que el campo y los animales daban en las cuadras y corrales de la casa familiar en cada época del año. Recuerdo cómo el día de la matanza del cerdo nos reuníamos todos los familiares para ayudarnos primero y luego para degustar los productos del animal. A mí me regalaban la vejiga del cocho que inflaba con una paja de centeno, la ataba con una cuerdita y jugaba con ella como si fuese un globo. Era uno de mis juguetes preferidos.

A diario los hombres con los caballos iban a trabajar al campo y las mujeres faenaban duramente en la casa haciendo la comida, limpieza, lavado y alimentando a los animales como gallinas, conejos y cerdos, cociéndoles buenas calderetas de patatas y berzas en la cocina de fogón bajo. También hacían el pan cerniendo la harina en la artesa y cociendo la masa en los hornos de cada casa.

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EN la procesión de San Miguel, patrono de Labraza, Elías llevando la cruz parroquial.

.- Háblanos de la convivencia de los vecinos y gentes de Labraza.

El trato era excelente y toda la gente colaboraba, particularmente los familiares se ayudaban unos a otros en las labores del campo para labrar, trillar y vendimiar. Si había que comprar un carro, brabán, maquinaria, aperos o hacer un corral de ovejas lo hacían uniéndose unos con otros por lazos de familia o de amistad.

Hoy la cosa es distinta. Hay familias autónomas del campo y otras que combinan el trabajo en empresas, bodegas y fábricas con sus propias viñas, huertas, olivares y almendreras.

.- ¿Cuánta vida social se hace hoy en Labraza, y en torno a qué motivos?

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LABRACEÑOS tomando un aperitivo en la festividad de San Roque, el 16 de agosto.

La vida social en Labraza se circunscribe hoy a las grandes festividades del año como San Antón con su tradicional hoguera, San Prudencio, San Isidro, la romería a San Fausto en Bujanda, las fiestas patronales de San Miguel y los aperitivos populares de los barrios o calles de Labraza.

Los labraceños organizan cuatro lunch callejeros en los que participan todos los vecinos de cada calle o zona de Labraza. Cada casa pone su plato, pinchos o tapas con las correspondientes bebidas para que la disfruten ese día todos los habitantes y visitantes de Labraza.

El día de San Roque, el 16 de agosto, después de la misa campestre en la ermita de la Piedad, organizan el aperitivo los vecinos de la calle San Roque en plena travesía. El día de San Miguel, 29 de septiembre, les toca a los vecinos de la calle San Miguel. El día de la Virgen de la Concepción, 8 de diciembre, les corresponde a los vecinos de la calle de en medio o de la Concepción, que por mal tiempo lo suelen celebrar en el bar social.

Finalmente, los vecinos de los arrabales lo organizan junto a la ermita a la entrada de Labraza en el mes de mayo.

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EL AUTOR de la entrevista José Ángel Chasco con Elías García en Viana.

.- ¿Recuerdas alguna anécdota o travesura de la niñez?

Nos gustaba montar en los burros, pero era peligroso ya que frenaban de repente y nos tiraban al suelo por delante de las orejas.

En una ocasión con siete años encontramos unos huevos de pato entre los hierbajos de una era y los llevamos a casa para freírlos en una sartén. Quisimos echar aceite a una botella desde la aceitera de doble cántara y la desparramamos por el suelo. Pasamos el día con una escoba de brezo limpiando el suelo para no levantar sospechas entre nuestras madres.

Al final no comimos los huevos de pato, nuestras madres los devolvieron al nido de la patada en la era. La culpa sobre el desparrame del aceite se la echamos a las lechuzas, que tenían fama de bebérsela de las lámparas de la iglesia y de las tinajas de los altos de las casas en donde se guardaba.

.- Qué bueno!

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VILLA amurallada de Labraza, y el gran poder evocador que encierra.

En Labraza acostumbraban a hacer veredas, o auzolan vecinales, para hacer caminos, traer las aguas de Valdesanjuan, limpiar regadíos, etc. En una ocasión, limpiando la plaza de la iglesia aparecieron huesos y calaveras de personas y nos despacharon a todos los niños a nuestras casas para que durante la noche no tuviéramos pesadillas.

.- ¿Cómo te sientes tras la vuelta, a lo largo de este lustro que llevas viviendo de nuevo en Labraza?

El retorno ha sido muy positivo… Nunca he sido tan feliz como ahora.

Viviendo en Labraza me siento el hombre más libre y feliz del mundo. Siento una gran emoción al haber vuelto a los principios, a recuperar la identidad personal y familiar. Me he reencontrado con la historia de mi infancia rescatando los recuerdos. Vuelvo a tener raigambre en Labraza

Elias-en-Pisana

EN Pisana, uno de los viejos pueblos de la fundación de Labraza que aparece en el fuero.

Disfruto del clima, de lo sano que es el territorio. De la tranquilidad del lugar. Al no tener obligaciones y reencontrarme con el pasado me siento muy feliz. Me gustaría seguir viviendo aquí, morir en Labraza y que mis cenizas se echasen al viento desde la nevera de Las Llanas, en la sierra de Labraza ya con Aguilar de Codés, para que vuelen como el águila o Arrano Beltza del pergamino del fuero de Labraza.

Cicerone actual de Labraza

Las ocupaciones de Elías en Labraza, pese a estar jubilado, son muchas y todas relacionadas con el mundo de la cultura y vecinal de la villa. Madrugador, le gusta caminar por los términos de la amplia jurisdicción de Labraza, llegando en sus paseos hasta Azuelo, Aguilar, Yécora, Aras y Viana donde conversa con los historiadores navarros Félix Cariñanos y Juan Cruz Labeaga.

COMO cicerone en Labraza, enseñando la Fuente del Moro.

Va recogiendo todo lo que se edita y se conoce de Labraza. Le gustaría que se publicase un libro con todo el material recopilado.

Pertenece a la asociación cultural y recreativa Alepo SRC de Labraza, que organiza fiestas, excursiones y demás actos culturales y recreativos de la villa. Los fines de semana, como heredero de los conocimientos y atenciones del siempre recordado poeta y alcalde de Labraza Urbano Requibátiz Gonzáles de San Pedro, realiza labores de guía cicerone a todos los que llegan en solitario a la villa amurallada o en grupo formando parte de excursiones de autobuses desde San Sebastián, Vitoria, Logroño o de cualquier otra parte.

Las oficinas de turismo de Laguardia y de Viana canalizan la visita de estos grupos a Labraza a través de Elías.

Cenizas-al-viento

NEVERA de Las Llanas, desde donde quiere que se arrojen un día sus cenizas «para volar como el Arrano Beltza del pergamino del fuero de Labraza».

 

Los domingos y festividades de todo el año ejerce de sacristán y de celebrante de la palabra en la parroquia de San Miguel Arcángel de Labraza. Ayuda al párroco Nunilo Ceballos y en ocasiones le sustituye. Por las tardes lee, repasa escritos, acude a jugar al bar, arregla el huerto y limpia el camino de la Pochanca o realiza cualquier otra actividad…

En Labraza también reside su hermana Marichu, con la que le une una estrecha relación familiar.

Elias-Sonrie

«NUNCA he sido tan feliz como estos años en LABRAZA».

En los tiempos actuales, cuando estamos sufriendo una despoblación preocupante de las zonas rurales de la Comarca, es bien recibida cualquier incorporación poblacional a nuestros pueblos, y más si son gentes como Elías García Chasco que aporta todo el saber y experiencias de la vida. Bienvenidos sean!

 

*Etnógrafo, de Moreda.

12 respuestas a “«Nunca he sido tan feliz como ahora””

  1. Miguel Larreina dice:

    Qué grandes «seniors» o «senadores» produce Rioja Alavesa. Elías es uno de ellos. Un regalo para Labraza y la Comarca entera. Un fuerte abrazo agradecido.

  2. Jon Mancisidor dice:

    «Que -algún dia- arrojen mis cenizas para volar como el Arrano Beltza del pergamino del fuero de Labraza», nos dice Elías, que en titulares de la entrevista nos ha dicho que está viviendo los años más felices de su vida. Es curioso cómo pensamos en ese trance, también importante. Y que lo hagamos en momentos en los que somos más dichosos. Eso tenemos en común Elías y yo.

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Muchas gracias, Jon Mancisidor. Recuerdo que el magnífico periodista -y mejor persona- Mariano Ferrer, a quien tuve el gusto de conocer y tratar, dijo en noviembre de 2017 que se estaba «preparando para la muerte, que es un momento muy importante de la vida».

      Has mencionado esa confesión -que también es una petición para sus familiares y paisanos-, pero la magnífica entrevista de José Ángel Chasco es un yacimiento. Y el rico y amplio lenguaje que atesora Elías es digno de resaltar. Su memoria es un privilegio para él, y para el pueblo de su felicidad.

      Un cordial abrazo

  3. Fernando m. Bujanda dice:

    ¡¡¡ Qué gozada leer la entrevista de Elías !!!
    Enhorabuena al entrevistado y al entrevistador. Toda una lección de sociología rural.
    En el movimiento Slow Food, al que pertenezco, se le da una gran importancia a la transmisión del conocimiento.
    Vital, para no perder nuestras tradiciones y vivir con base y fundamento nuestras particuliaridades.
    Elías, demuestra día a día, que es un catedrático en el arte de llevar una vida Slow.

  4. En Elciego a la operación de separar el trigo de la laja le llamábamos aventar y teníamos el adjetivo “aventado”: gente a la que el viento le volvía un poco loco. En el fuero de Vizcaya el viento Sur era considerado como un atenuante para ciertos delitos por el perjuicio que causaba en ciertas gentes. El Mistral, en El Valle del Ródano era considerado como le démon de MIDI.

    Tenemos que recordar lo polvorientos que se volvían estos pueblos con la trilla, el acarreo de la paja dejaba regueros de polvo de paja, y en las caras de los hombres se notaba el sudor y el cansancio.

    Cualquier tiempo pasado en estos pueblos fue peor.

    Disfruta con tus actuales vecinos, Elías, y toma unas buenas copas de vino con buen aroma, brillante, un color precioso y grado y medio más.

  5. Muy amable este señor Etnógrafo, con mayúsculas: Gracias por tu amabilidad y la de los comentaristas. Que se sepa que no has aventado ninguno de mis muchos errores. Tengo un pronto que se me dispara tras las prolongadas caricias de Baco. El porrón en mis labios infantiles vuelve a menudo a mi memoria como el «curaloto» que fue. Lo mejor que me sucedió en el final del año pasado, fue estar presente en la casa de subastas de Madrid y ver por primera vez el Fuero de Labraza cuando acababa de nacer mi nieto. Lástima que el «Arrano beltza» del pergamino haya enflaquecido tanto en estos años de peregrinaje. Se nos ríen los vianeses porque el suyo está bien gordo. Es que el nuestro es más ‘mayor’. Gracias a todos.

  6. karmele dice:

    Toda una lección de vida la que se desprende de este interesante artículo.

    Cómo marca un pueblo y cómo marcan la niñez y la adolescencia. La vida de Elías de chico tuvo que ser dura, sobre todo por la tan temprana pérdida de sus padres, pero sin embargo no habla apenas de las luces de la cosmopolita ciudad de Barcelona. Nos habla mucho más de su infancia, de cómo era la vida de un pueblo hace años y de la ilusión de esta nueva vida en su tierra que le hace ser mucho más feliz que las décadas pasadas en la gran urbe.

    Me gustaría saber el significado de tantas palabras relacionadas con las labores del campo como he leído en este artículo. Creo que voy a ponerme a ello. Lo merece una gran persona como Elías. Gente como él dignifica a los pueblos y hace historia. Historia de la buena.

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