Nieve en Rioja Alavesa. Blanquean las cepas y fluye la esperanza. Si cierras los ojos, el campo vestirá su desnudez con una suave caricia blanca. Luz de nieve inmaculada, agua misteriosa transformada por el frío invernal. Pareciera que, suavemente, toda la Comarca, reza con esta bendita nieve caída del cielo.
He imaginado a quienes en Rioja Alavesa han llenado la chimenea de leños, de fuego de hogar, mientras en los campos el viento arrastraba sus chales de invierno, aullando entre las más altas nubes.
Febrero ha enfriado el aire que respiras, tu aliento dibuja palabras blancas en el lienzo de la mañana. Sobre la pura nieve, la vida roja, roja de vino y palpitantes sueños de Rioja Alavesa.
Nevada trémula, callada… En un poema de Antonio Machado un caminante descubre cómo un tímido sol brilla entre la niebla cual milagro en días fríos.
Parafraseando al poeta Ángel González: “Es increíble: pero todo esto que hoy es tierra dormida bajo el frío del manto blanco”, será mañana agua corriendo regadera abajo, una explosión de viñas, trigo de pan, olivas verdes, y, en el fondo del verano, cien cuadrillas humanas recogiendo la vendimia.
Copo a copo, ella ha venido a defender con su blancura el paraíso terrenalmente existente entre la Sierra y el Ebro.
Despiertos ante este paisaje vamos soñando dulces lares y fuegos encendidos. La nieve sopesa el silencio del alma. Cae de la más alta rama del almendro cuando suena una campana.
Febrero levanta un cáliz de pájaros en exilio que, en primavera, volverán.
El hada blanca sabe que sus millones de copos son buenos para la alegría de los más pequeños, y para la viña, y la campiña entera. Necesitamos la nieve y el frío. Blanquean las cepas, se cicatriza la rama podada… Crece la esperanza.
La nieve cae, cae, cae, y tiene el sabor de la noche estrellada.
*Con imágenes fotografiadas durante este domingo, 3 de febrero de 2019, por Eva Iñiguez, César Bermúdez, Gorka Mauleon, Dounia El Kouissi, José Ángel Chasco, Pedro León, Melanie Hickman, Iker Martínez y Carlos Amador Viñegra.
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Qué bonito. Dios mío qué bonito. La nieve. Ahora veo claro que se ha hecho para los pueblos pequeños, no para las ciudades grandes. Si Rioja alavesa es ya de por sí especial, la nieve le da una belleza que encoge el corazón. Viendo esas imágenes, siento por un momento que la verdadera riqueza está al alcance de todos, de quien quiera tenerla.
Envidio a la gente de Lantziego por ejemplo, porque a ver quién puede tener un pueblo más de postal que ellos. Qué decir de Elvillar, que con ese cielo abierto parece convencerte de que sí, de que igual hay un Cielo para todos nosotros, aunque a veces cueste tanto creer en ello. Y qué elegante es Laguardia, que hasta la nieve en sus cepas tiene un color diferente, indescriptible, como sobrenatural.
Para terminar, quisiera decir lo que me ha venido a la cabeza cuando he visto la primera fotografía, bajo ese título de maravilla «Luz de nieve inmaculada, caricia blanca». Me ha emocionado esa foto, ahora entiendo la maravilla de un viñedo singular. Entiendo también las cosas que son intocables, que solo quien las ama de verdad las puede acariciar. Y he pensado en esa nieve de la foto, pura y perfecta. Y en lo que supondría unas huellas humanas ennegreciendo su blancura. Pues parecerá extraño y exagerado, pero me ha venido la idea del pecado, como un ejemplo, una lección, la mejor de las metáforas para explicar qué puede ser un gran pecado.
Ese final del artículo que habla del sabor de una noche estrellada mientras la nieve cae…le encantarían al propio Van Gogh.
Vaya artículo, Julio. Gracias.
Muchas gracias, Karmele. Es el poder de inspiración que atesoran esos pueblos, y sus gentes. Inmarchitable y perenne. Saludos cordiales.
Qué bonita la nieve que no me deja respirar….
qué bonita la nieve que sobre ella no puedo caminar…
qué bonita la nieve que en estos pueblos no puedo fotografiar…
qué bonita la nieve que desde mi casa puedo ver estas fotos, sin temblar…
Muchas gracias por estas fotos y esa poesía para la nieve, que a los viñedos servirá de manantial…
Muchas gracias a Julio y sus fotógrafos ocasionales.
Muchas gracias, Gabirel. Un abrazo.
Y otro montón de copos blancos de gracias a los “fotógrafos ocasionales” de este post. En cuanto conocí que estaba nevada la Comarca, me puse en contacto con varios ilustres, y ninguno me ha fallado. Gracias a ese contacto dominical con ell@s, he sabido que el amigo Manuel González, de Oyón-Oion, está convaleciente por neumonía en el hospital. De igual manera, con menor gravedad, el fotógrafo Pablo Cañas, de Elciego, no podía salir hoy de casa debido a un enorme trancazo.
Para ambos mi afecto, y los mejores deseos en pro de su recuperación. Sobre los copos blancos, la vida roja va.
Qué sensibilidad para recorrer esta tierra «sólo» con palabras… ¡Menudo compendio de emociones! Muy inspirador, Julio. Un abrazo
Muchas gracias, Ruth Marañón. Recuerdo bien tu magnífico artículo -«Rioja Alavesa, la luz del sur de Euskadi»- que nuestras lectoras y lectores pueden buscar y encontrar en el Blog, en el que nos llevaste en tren de mágica luz por el lienzo del vino y el viñedo. Así que uno aprende y toma nota, estimada Doctora en Didáctica de la Expresión Plástica.
Saludos cordiales
Gracias Julio porque tengo que confesar que toda la carga plástica y sentimental me ha llegado de tu mano de Sabino escritor.
Febrero el loco suele ser más nevador y este año apunta a que vamos a tener nevadas en la segunda quincena.
He estado la semana pasada en Salamanca con gente de fincas y ganados. Desde el minuto cero ya estábamos en conversaciones íntimas y he aprendido mucho. Un resumen es esta frase: “el campo o no te permite vivir o te tiene sin vivir”.
Muchas gracias, Victoria Cañas… Es decir, que el campo te da para vivir, y cómo te hace sentir, y vivir. Saludos cordiales.
Porque me conoces, Julio.
Es preciosa la fotografía con el suelo nevado y las nubes blancas bailando.
Los movimientos del Cielo inmensos.
Hará frío, Victoria, pero la nubes blancas bailan (y los vitivinicultores-as con ellas).