Muralla dicen. Suena a muro infranqueable, a fortaleza inexpugnable, a ciudad sitiada que puede defenderse por sí sola. Muralla. Fría prisión que encierra a los que viven dentro.
Paseando por Laguardia he visto más de cien puertas entreabiertas. Maderas secas, cuarteadas, pintadas de colores… Brotaron de la tierra amparadas por la luz cambiante del cielo.
Julio Flor *
La villa amurallada te convida, te ofrece su altura, sus vistas, sus pórticos, sus almenas, sus bodegas. Laguardia te invita a todo lo que tiene. Sus callejas, el silencio, su aroma, la pasión. Su danza, una mirada profunda, el encuentro inesperado, un sortilegio e incluso el sí ante un altar…
Nicolás Guillén habló de hacer una muralla con las manos que llegara desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, allá sobre el horizonte. Muralla abierta a la rosa y al clavel, la paloma y el laurel, al corazón del amigo, a la yerbabuena, al ruiseñor en la flor.
Me he parado con devoción ante las puertas de Laguardia, pensando en los umbrales que vamos atravesando en la vida.
La puerta de la niñez, el colegio, la de la ermita y la catedral, los museos y hospitales, la puerta de la fiesta, el arco del amor… la puerta del cementerio. Sucesión de puertas que se abren y se cierran.
Tocan a tu puerta fértil, Rioja Alavesa. Llegan amapolas. El viento inmurallable entra por tus techos abiertos, por tus pechos de viña y olivo. Llama el silencio quedo, muy quedo. Es tu corazón. Golpea para que le dejes ver el mundo con la inocencia perdida.
Cruje, ruge, habla puerta. Canta los dos mundos, el de puertas adentro, el de puertas afuera. El fuego del hogar y el de la lluvia que cae, alimentando la fruta que vendrá.
Ya no hay muro enemigo. Es abrigo. Piedras cual testigos de la historia. Un hogar más amplio donde correr y jugar. Detrás de todas esas puertas hay una única casa con infinitas ventanas.
Un pueblo, una comarca compartida. La posibilidad de convertirse, tras una montaña de afecto en una familia única.
Laguardia es hogar. Más que belleza estética, un destino compartido. Un habitáculo común. La esperanza tallada surco a surco, esculpida casa a casa, rezo a rezo. Una muralla llena de puertas entreabiertas nunca es muralla. Cada una de ellas te convida a abrir cerrojos, a quitar candados. Debes hacerlo antes que se marchiten las amapolas.
Mi humilde corazón se detiene ante tu puerta.
*Periodista.
Suscríbete a nuestra Newsletter
Acepto que Blog Rioja Alavesa utilice mis datos para acciones de marketing
Recibe nuestras novedades
Newsletter
Acepto que Blog Rioja Alavesa utilice mis datos para acciones de marketing
Julio, transportas sentimiento teñido de hermosura.
Muchas gracias, Victoria Cañas. Tu puerta siempre abierta allí donde te halles. Elciego o Bilbao. Saludos cordiales.
La vida y la Rioja Alavesa es más bella cuando se ve con tus ojos. Muchas gracias, Julio.
Muchas gracias, Jesús Martínez Gordo, estimado amigo. Saludos cordiales.
No sé qué puertas me gustan más: las sugestivas puertas de Rioja Alavesa, las que atravesamos a lo largo de la vida. O las puertas que te llevan, como a Alicia, a un mundo poético tan sutil como poderoso
Muchas gracias, Santi Argote. Para qué elegir, no te parece. Todas esas puertas -y otras- son necesarias. Todas sugerentes. Siento que somos puerta y también muralla. El texto habla tanto de Laguardia como de la formidable Labraza. Habla de Rioja Alavesa. Al fin, habla de ti y de mí. De todos y todas habla. Ese es el poder del texto. Para eso ha sido concebido.
¡Bravo Julio! Tu prosa es magnífica. Me transportó a un sitio idílico, amén de darle un giro auténtico a lo ke creía ke era una muralla y lo has convertido en un sitio de bienvenida. Gracias. Un abrazo.
Muchas gracias, Alfredo Postlethwaite. Saludos cordiales.
Ni sé las veces que he cantado con otros la canción de la Muralla. Es tan hermosa… Cualquier día de estos la volveremos a cantar, por supuesto.
Lo que no me había dado cuenta es que la puerta de una casa puede ser frontera. Y muralla. Depende de nosotras.
Es un texto para varias lecturas. Un hallazgo. Enhorabuena!
Muchas gracias, Amaia Urreisti. «Dun dun, ¿quién es?». Abre la muralla. Un saludo de puertas abiertas.