Jun 13, 2021

En la panadería Torres se cuentan bellas historias

La entrevista con la panadera María José Torres López de la Calle tuvo lugar entre las 7:30 y las 8:15 de la mañana del pasado 1 de junio, tiempo en el que vinieron a por pan dieciséis personas.

Ella no interrumpió su trabajo. El Blog recogió casi todas las palabras, también las que la Marijose horneó con sus clientes.

María José López Torres de la Calle

MARÍA José en el obrador de la panadería Torres, entre los panes horneados por su hermano.

Al entrar a la villa amurallada de Laguardia por la puerta de Páganos, si giras la primera calleja a la izquierda, un olor entrañable te tomará de la mano. Pan y dulce artesano te llevarán a una panadería que atesora 160 años de historia, o más.

Altos muros, buen vino, campanas y bellos pórticos de iglesia, exquisitos guisos, hotel con encanto y trato cordial, sorprendentes calados subterráneos, un reloj con su carrillón… Todo eso, y mucho más, puede sorprenderte en la villa medieval. Pero a las 7:30 de la mañana Laguardia huele a horno y a historias de pan.

María José López Torres de la Calle

LETRERO de la panadería en la calle Mayor de Laguardia.

Historias de pan con miga (I)

Un cielo plomizo indica que una fina lluvia acariciará pronto los campos de viñedos. En la panadería Torres, la panadera es ahora mismo la cara y el alma visible de un negocio, como tantos, a los que la pandemia ha puesto en jaque.

“Llevo aquí toda mi vida, primero con mis padres, ya desde que era una niña, cuando casi no llegaba al mostrador, con 12 años. Me quedaba un ratito despachando pan para que mi madre subiera a preparar la comida”.

Esta mujer es una de las piedras que sostienen las murallas de Laguardia. Lo digo porque trabaja todos los días de la semana y, salvo tres, todos los días del año. Tal es el ‘mandato’ que ha heredado, que la panadería abrió incluso el día que se casó con Paco.

“No te lo pierdas -añade-, y el día que se murió mi padre aquí hubo pan”.

María José López Torres de la Calle

IMAGEN habitual del ventanal, en el exterior de la panadería.

La panadería tiene dos entradas, una por la calle Mayor, y la otra desde la calle Félix María de Samaniego. Dos entradas bien comunicadas con dos espacios, donde bailan juntos el despacho de pan con el obrador, donde estuvo el viejo horno de leña y ahora se enciende el eléctrico, auténtica matriz donde recoger el pan nuestro de cada día.

Está el nuevo horno. Pero cuando ella o yo pronunciamos “Viejo horno de leña”, basta con decirlo para sentir la calidez de otra época. Su fulgor.

“Han pasado cosas que nunca creí que pasarían”

.- Que tú sepas, ¿quién fue el primer panadero en este local?

Hasta donde sé, esta panadería perteneció en su día a Moisés, que tenía a mi abuelo como empleado. Pero cuando Moisés se jubiló, mi abuelo le compró la panadería…

María José López Torres de la Calle

CUANDO atraviesa el pasillo que separa las estancias, pareciera que va por el túnel del tiempo.

La Marijose va hablando mientras lleva a esta hora de la mañana el pan a una clienta. Su voz se pierde mientras se aleja de la grabadora.

“Voy Maruja”, dice desde el obrador de la panadería. Junto con su voz suena una radio musical que ordena y alegra el silencio de este lugar de la histórica villa amurallada.

.- Más o menos, ¿cuántos añitos tiene esta panadería de Laguardia?

Pues 150 o 160 años como nada, puede que más. El caso es que el primero de mi familia que la compró fue mi abuelo Luis Torres y su mujer la Satur.

.- Me han dicho que tu abuelo tenía un gran sentido del humor.

El sentido del humor era que le gustaba tomarse dos vinicos, pero es cierto que era muy salao. Era pequeñico y tenía mucha gracia. Llegó un momento en que llevó el negocio con mi padre José Luis Torres y mis tías.

María José López Torres de la Calle

AH, el horno viejo de leña, con su padre José Luis y el abuelo materno, Eugenio.

.- Me han contado que tu padre, como a veces suele pasar, era una persona seria en contraposición a tu abuelo.

Mi padre era más comedido. Pero bueno, si se tomaba un vinico también le salía su alegría natural.

De mi abuelo siempre me cuentan que cuando repartía el pan en Páganos -que mi abuela era de allí-, bajaba con una burra que llevaba en los serones las barras de pan. Al llegar a Páganos le decían “Luis, vamos a tomar un vino a la bodega”, dejando a la burra con el pan a cuestas. Total, que para cuando salía de la bodega la burra se había comido todo el pan y tenía que volver a la panadería a por más barras.

.- Jajaja

Así le pasó, según se cuenta en la familia.

María José López Torres de la Calle

LUIS transportaba el pan en un cesto de esparto parecido a ése. (Foto Lorenzo Ugarte).

.- Me han dicho que la historia extraordinaria es la de los carboneros que venían en invierno con sus mulas y borricos con el carbón vegetal, del otro lado de la Sierra, de Lagrán y Pipaón, para refugiarse junto al horno de leña de la panadería.

Aquí, aquí se refugiaban, estando como estaban helados, llenos de frío. De hecho, estos años ha venido gente a la panadería para decirme: “Ah, cuando veníamos a hacer el trueque de carbón por vino, que llegábamos heladitos de la caminata a pie por la Sierra, pero gracias a Luis, que nos metía junto al horno, se nos pasaba el frío”.

.- Hoy tienes un horno eléctrico.

Aquel otro era un horno de leña. Entonces se retiraba la leña con las brasas a un huequito y se dejaba un espacio para poner el pan a cocer. Eso ya no nos lo permite Sanidad. Mira en esta foto cómo es, y mira cómo eran los sobaos, que se ve que llevamos haciéndolos montonazos de años.

María José López Torres de la Calle

EN aquel entonces se transportaba casi todo en mulas y burritos. (Foto Lorenzo Ugarte).

.- ¿Quiénes son estos dos? (le pregunto mirando un cuadro con fotografías que tiene en el despacho de pan).

Este es mi padre, este es el abuelo por parte de mi padre, y este otro es el abuelo por parte de mi madre.

.- Me han contado que tu abuelo materno cantaba jotas como nadie en Laguardia.

Siii, cantaba muy bien.

María José López Torres de la Calle

MARÍA José tiene colgado en la panadería ese cartel con fotos que guarda como oro en paño.

.- Este es tu abuelo Luis con una guitarra

Es mi abuelo Luis, sale con una guitarra, pero él no sabía tocarla. Aquí le ves la gracia que tiene, con un sombrero de papel. Y este es mi abuelo el jotero, que a veces venía a ayudarnos en la panadería. Y esa es mi madre, haciendo cocos en la panadería vieja. Ya ves. Aquí los carros de la panadería nueva.

.- Lo viejo y lo nuevo. Ay, si esta panadería hablara… Aquí estaría el “viejo horno de leña” haciendo su crónica.

Estaba aquí mismo, donde hoy está este otro horno… bueno, un poquito más a la izquierda, ocupando la centralidad. Era más grande que este horno moderno, y ocupaba casi todo el espacio del fondo.

María José López Torres de la Calle

ÁLBUM de fotos, para homenajear a los que ya no están, y ayudarse a contar historias.

.- Tienes otro cliente, Marijose.

Es mi marido. Paco, ¿cómo era de grande el horno de leña?

“¿Cuál? ¿El viejo?”, repregunta él.

Mira qué casualidades tiene la vida -sigue ella-, mi marido hizo la obra de este nuevo horno, sacando el viejo, y colocando el nuevo. ¿Ocupaba toda la pared del fondo, Paco?

“No, quedaba un hueco entre el horno y la pared, pero era más grande que éste”. Sí -prosigue Marijose-, y a este lado había unos grandes cajones de madera donde se iban colocando las barras amasadas… “Se tapaban con mantas”, remata Paco.

María José López Torres de la Calle

AQUÍ están, ella en una posición que solía adoptar su padre, y el horno eléctrico tras el pan.

.- ¿Cómo hacéis ahora?

Ahora todo es distinto. Ahora, cuando preparamos la masa para que fermente, la tapamos con unos toldos, pero en aquellos tiempos las metíamos en unas cajoneras de madera, bastante grandes, donde tras preparar la masa de pan, se tapaba con aquellas mantas.

“El horno era un horno de adobe muy grande”, sigue Paco aportando datos de su memoria.

.- ¿Qué edad tenías cuando se cambió el horno de leña, Marijose?

Tendría 18 años, y ahora tengo 54… Así que hace 36 años, en el año 1985.

Llega un nuevo cliente, y Paco se dirige a la zona de venta. “Toma unas barras, si le quieres dar, que ahí ya no quedan”, le dice en alto su esposa.

María José López Torres de la Calle

VECINOS de hace 70 años, alimentados por aquel pan del viejo horno. (Foto Lorenzo Ugarte).

.- Treinta y seis años, y cuesta recordar cómo era aquel horno de leña que fabricaba pan y daba calor a los que en aquellos duros inviernos atravesaban la Sierra.

Esos treinta y seis años son los que llevo trabajando aquí en la panadería.

.- Otros en la viña o el olivar, pero tú te has criado cerquita de aquel horno de leña de adobe…

Mi ama venía a hacer las pastas y los dulces, porque el pan lo hacía mi padre, primero él solo, y luego con mi hermano. Cuando mi ama venía a trabajar a la panadería yo me quedaba en las calles cercanas. Las vecinas me conocían y me llamaban. “Sube a casa”, me decían. Mi abuela por parte de madre vivía donde yo vivo ahora, ahí cerquita, murallas adentro. Ella venía para llevarme a su casa.

María José López Torres de la Calle

AMATXU de la Marijose, elaborando los cocos que siguen haciéndose en el obrador.

.- Tu padre heredó la panadería, claro está.

Sí. La panadería, el pan, los sobaos y unas “españolas” o mostachones, un dulce que hacemos, como una magdalena. Pero las demás cosas, la incorporó mi madre.

.- ¿Desde cuándo formas parte de la panadería Torres de Laguardia?

Desde los 18 años, cuando dejé de estudiar. Pero antes, nada más salir de la escuela, cuando casi no llegaba al mostrador, ya me quedaba un ratito despachando pan para que mi madre subiese a preparar la comida. Desde los 12 estoy detrás del mostrador.

María José López Torres de la Calle

AÑOS más tarde que la foto anterior, la amatxu haciendo roscos de Reyes.

.- ¿Escuchaste hablar de otras panaderías tan antiguas o más?

Siii. Era la panadería de la Justina, más abajo de esta misma calle Mayor… aunque yo me rijo por la calle Félix María Samaniego. Así que tengo la panadería en la calle más larga, la Mayor; y la más ancha, que es la del fabulista. Es la más ancha porque en medio había una casa que se hundió.

.- “Paco”, pregunta ahora ella a su marido: “Estaba la panadería de la Justina, ¿hubo alguna otra que tú sepas?”, pero Paco pone cara de no saber.

En ese momento viene otra clienta.

No sé -dice la panadera-, quien más sabe de estas cosas es Antonio, el sacerdote. En ese instante, Paco se nos va a sus ocupaciones campesinas.

María José López Torres de la Calle

ANTONIO Mijangos en una imagen, junto a la panadería, en mayo de 2019.

.- ¿Qué te ha enseñado esta panadería, Marijose?

Que es uno de los trabajos más duros del mundo mundial. No es porque madrugue. Es que yo trabajo todos los días de la semana. Y todos los días del año, salvo tres: Navidad, Año Nuevo y Reyes.

No sé con quién, hablando de esta pandemia, ayer le comentaba que la pandemia nos ha enseñado mucho.

.- ¿Qué te ha enseñado a ti?

Han pasado cosas que nunca creí que nos iban a pasar. Como estar sin vender pan toda una Semana Santa. Y aquí en Laguardia, San Blas, que se elaboran unos sobaos para bendecir… La tradición dice que la gente de Laguardia viene a la panadería, se lleva la masa madre a su casa, y allí añade aceite, azúcar, y lo que haga falta…

Luego vuelve con su masa para que yo se la cueza en el horno. Bueno, pues este año eso no se ha hecho. Atravesamos por entonces un brote muy fuerte, unos amigos míos dieron positivo y yo, por precaución, no quise llevar a cabo esa tradición. No pensé que eso nos pasara en la vida.

María José López Torres de la Calle

.- Me dijiste que abres la panadería a las 6:30 de la mañana.

Así es, para que luego venga un cliente un rato, a la media hora otro, a los 20 minutos una más, y así, un goteo de clientes, pero todos muy espaciados. Es duro… pero también es bonito, eh!

.- ¿Cuál es la hermosura de este trabajo?

Hombre, a mí el trato con la gente me gusta mucho. Que entre una y me diga “Chica, buenos días, ¿qué haces, has dormido bien?”, bueno, me gusta. De hecho, durante 32 años mi trabajo ha sido cara al público todo el rato. Venía, y aparte de tener que hacer algunas cosas, estaba todo el rato en el despacho vendiendo pan.

María José López Torres de la Calle

.- ¿Cuándo dejó tu ama de hacer los dulces?

Hace un tiempo ya, que luego empezó una tía mía por parte de mi madre. Y cuando se jubiló mi tía, entré al horno a elaborar las pastas y las cosas, contratando a unas chicas para estar en el despacho.

.- ¿Qué pasó al principio?

Que me despertaba por las mañanas y me decía “Ahí va, si no he visto a fulanita, ¿la habrá pasado algo?”, hasta que caía en la cuenta que no había estado vendiendo pan, por lo cual no pude verla.

.- ¿Cómo es una jornada vuestra de trabajo?

Varía mogollón. Además, la pandemia nos ha cambiado la vida y el trabajo.

Pero mira, aquí primero viene mi hermano con un empleado, que por cierto es nieto del señor que empezó con el negocio, Moisés, casualidad. Vienen y hacen el pan, lo más pronto hacia las 3:30 de la madrugada, empezando con el pan a las 4. Yo vengo a las 6 o 6:30 para empezar con las pastas.

Ella-Hermano

ELLA y su hermano, en un dibujo realizado por Sara Luna en el espejo de su panadería.

.- Háblanos del dulce artesano, por favor.

Nosotros hacemos, vamos a ver, de toda la vida: los hojaldres, que en realidad son un sobao, y los mostachones o españolas, que es una madalena con consistencia de rosquilla. Y luego hacemos madalenas, lazos de hojaldre, croasanes, unos triángulos que tienen dos chocolates, mantecados y cocos.

.- Pastelería y repostería, ¡caray! ¿Dónde se come vuestro pan?

Nosotros no repartimos. El que quiera comer nuestro pan ha de venir a comprarlo a Laguardia. No hemos repartido nunca en ningún pueblo. No, porque gracias a Dios Laguardia con el turismo es suficiente.

Desierta-Guardia

«EL que quiera comer nuestro pan ha de venir a comprarlo a Laguardia».

De hecho, con la pandemia hemos descubierto que con el pan no se vive, porque sin turistas somos pocos habitantes. Y como todo el mundo sabe, hoy se vende pan precocinado en el chino con un hornito de nada, cociendo de diez en diez barras, o en las gasolineras, vamos, en todos los sitios. Así que no se vive del pan.

Turistas-Ysios

“CON el pan no se vive, porque sin turistas somos pocos”. 

.- Lo de repartir se acabó con el abuelo.

Pero mi abuelo solo iba a Páganos, que está además ahí al lado. Y en aquellos tiempos se hacía mucho más pan. En Laguardia vivía mucha más gente, y no se hacía pan en todas partes. Si ahora das una patada, ya te digo, encuentras pan.

Llega otro cliente que viene a por dos barras. “Ala, chico, buen día cariño”, le dice la Marijose al despacharle.

.- Yo vengo comiendo vuestro pan hace tiempo. Es un pan riquísimo, capaz de durar días y de oler a todo lo bueno.

Me mira por el rabillo del ojo con una sonrisa, mientras saluda a otro cliente. “Hola Ignacio, buenos días”.

ABuelo-Sombrero

MIENTRAS hablamos, el abuelo Luis parece decirle que mantenga el sentido del humor.

.- ¿Es o no es el tuyo un pan distinto y especial?

Es un pan hecho con la masa madre, sin conservantes, todo bueno, es un pan natural.

Atiende a otro cliente, horneando con sus palabras un nuevo “Buenos días”. Mientras en su cabeza, lo noto, veo que está pensando qué más decirme para hablar de su pan.

Para mí es el mejor pan del mundo. Solo te digo que cuando la gente viene de fuera flipa en colores. Alucina al ver las hogazas grandes de pan. La gente de fuera me pregunta si es pan de horno de leña. Les digo que los hornos de leña ya no existen por aquí, porque Sanidad no lo permite.

Bandeja-Panes

.- En Castilla sí existen. Conozco al menos una panadería con horno de leña… Se llama precisamente “Horno Viejo”.

¿Y se puede meter el pan en el horno donde ha estado la leña?

.- Son cámaras distintas, separadas, debajo está la zona de la leña, la combustión, y en la parte de arriba la de cocción, en Hoyos del Espino, cerca de la Sierra de Gredos.

Aquí entonces todo estaba en el mismo lugar. Recuerdo que sacaban las barras de pan del horno y quedaban trocitos de leña adheridos al pan. Mi padre metía un palo con un trapo humedecido para barrer esa parte del horno.

.- Estoy viendo a los carboneros calentado sus cuerpos ateridos junto al horno, con las manos extendidas, recuperando su tono vital, con el frío que tenían que haber chupado en las zonas altas de la Sierra. Eso es un patrimonio de esta panadería.

Carboneros-UNO

CARBONERAS de carbón vegetal, parecidas a ésta, en Pipaón y Lagrán.

Lo de los carboneros a mí no me tocó, pero sigue funcionando una hermandad, un día de agosto, entre las gentes de Lagrán y Laguardia. Se dice en agosto “hoy vienen los carboneros”, y se hace un intercambio de regalos. Vienen unos treinta andando desde Lagrán, y se les recibe en la plaza.

Aquí en la panadería son bonitos los días de San Blas, el 3 de febrero.

.- A ver, cuenta, cuenta.

Tres días antes o tres días después les tengo que ir cociendo los hojaldres a cada una, poniendo en cada cual que este es de fulana, o de mengana. Es una tradición que ahora se está recuperando. A esto se apuntan unas treinta mujeres, quizá alguna más.

Espero que el próximo 3 de febrero de 2022 se pueda celebrar, porque madre mía, esto ha sido muy fuerte.

.- ¿Qué es lo que más les sorprende a los turistas de tu panadería, además de la belleza de estos panes?

Para empezar les sorprende la misma panadería, y el olor.

.- Desde que entras por la puerta de Páganos se huele ya tu panadería, convirtiéndose en un escándalo cuando se entra, al doblar la esquina, en la calle de Félix María Samaniego.

Muros-Panaderia

«A los turistas le sorprende la panadería en sí, y su olor».

La música de la radio no ha dejado de sonar con canciones del mundo entero. Serán cerca de las ocho de la mañana. Siguen llegando los clientes de uno en uno, muy espaciados.

.- ¿Cuántas barras quieres, Ramontxu?

“Las que tú quieras”.

.- ¿Lo que yo quiera?, pues te doy cincuenta barras.

No reímos Ramontxu y yo.

 

CONTINUARÁ…

16 respuestas a “En la panadería Torres se cuentan bellas historias”

  1. Arene Amezaga dice:

    Ese aroma de la panadería de Laguardia llega, por evocación, hasta el balcón de mi casa donde leo la entrevista… y sus historias de pan. Iré a comprar todo lo suyo cuando vaya a Laguardia.

    Que me perdone María José, pero qué ganas me dan de decirla que se tomen unas vacaciones como Dios manda, o al menos quince días al año. Me lleva a ello sentirla atada a la panadería, como si remara encadenada con su marido y su hermano en un galeón romano. Que busque el mes propicio, pero que vayan y gocen, por Dios, que la vida no puede ser solo trabajo. Su parroquia les valorará aún más cuando les echen de menos…

    Un abrazo para ella y para el abuelo que casose con la de Páganos.

  2. Antton Guridi dice:

    Qué historias, qué panes y qué fotos de Lorenzo Ugarte… maravillosos burritos, como Platero.

  3. Kepa Urdangarin dice:

    La historia de los carboneros del otro lado de la Sierra que se guarecían del frío, que se refugiaban junto al maternal horno viejo de leña, me tiene fascinado. La generosidad del abuelo Luis Sierra, su cercanía, me emociona. No es un asunto menor el trueque de vino por carbón vegetal. Quién pudiera volver por ese túnel del tiempo de su pasillo en penumbra para ver aquel sencillo acontecimiento del pasado!

    Eskerrik asko!!!

  4. Antonio Mijangos Martinez dice:

    Marijose: He sido tu vecino de enfrente durante muchísimos años. Me he despertado oliendo tu pan a la mañana. He comprado tu pan y hemos hablado mucho de la vida, la historia de nuestro pueblo al que queremos los dos, aunque a causa de la pandemia, teníamos que hacer cola y no había tiempo para charlar. Siempre he admirado tu trabajo constante, tu saber hablar con todos tus clientes, informar a los turistas. Continúa así, aunque no puedas ir de vacaciones. Creo que te aburrirías sin tus clientes, tu pan y tus dulces para todos. Eres parte de la historia de Laguardia

  5. Luisa Saavedra dice:

    Escribo desde Madrid… El pan de esa panadería centenaria está riquíiiiisimo, y unos días después no pierde ni aroma ni sabor. Tostado es increíble. Bien, pero los sobados, croasanes y magdalenas son de traca final!!!

    ¡Qué ganas de volver un fin de semana a uno de los pueblos más bonitos de España

  6. LUIS MURUA dice:

    Qué recuerdos tan paralelos de nuestro horno de leña en Elciego, además de conocer a tus padres y haber estado en numerosas ocasiones en vuestro «horno viejo», qué tiempos!!. Espero que sigáis disfrutando a pesar de los esfuerzos que estáis realizando.

  7. Dori Ibáñez Villambiste dice:

    Aupa Marijo!!!!
    Eres una txapeldun!!!!

  8. Manu Lezama dice:

    Sin lugar a dudas la panadería Torres es de lo mejor de Laguardia. Llevo ya 51 años pasando el verano, la semana Santa y los fines de semana, y el trato que recibo es siempre de cariño y simpatía.

    Me acuerdo de una anécdota que me ocurrió contigo. Un año me presenté en Laguardia con una barba enorme y me dijiste que estaba muy feo, al día siguiente me la afeité, pero cuando me viste, no me dijiste que estaba bien sin la barba, sino cómo se me había ocurrido quitármela. Te quiero MariJose y espero seguir visitando la panadería Torres que para mí, ya es parte de mi vida.

    Hasta pronto

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