Jul 26, 2020

Cincuenta siglos de Historia nos contemplan

Luna-Dolmen

¡ETERNIDAD de noches con la Luna mirando dólmenes, en Rioja Alavesa!

El titular se asemeja a la supuesta frase que pudo haber pronunciado Napoleón Bonaparte cuando antes de entrar en combate, en 1798, enardeció a sus tropas junto a las pirámides de Egipto con la frase «Desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos os contemplan».

En nuestro caso hablamos del Dolmen de la Chabola de la Hechicera (Elvillar-Bilar), que se ha convertido en un icono de Rioja Alavesa, y de sus 5000 años de Historia.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

AMANECE un día de verano en el Dolmen de Elvillar…

Tierra de Dólmenes (I)

Con el Dolmen de Elvillar iniciamos un recorrido por los ocho dólmenes de Rioja Alavesa de la mano del catedrático de Prehistoria, Javier Fernández Eraso, descubriendo -uno a uno- parte de la prehistoria de la Comarca del Vino y el Viñedo. Alguien que la conociera hace miles de años pudiera haberla llamado «Tierra de dólmenes».

Javier Fernández Eraso*

El descubrimiento del megalitismo en el País Vasco se produjo en el Territorio de Álava el año 1832 (dolmen de Aizkomendi, en Eguilaz). Hubo que esperar una centuria para que Rioja Alavesa se añadiera a los lugares por los que se había extendido este fenómeno.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

DOLMEN de Aizkomendi, en Eguilaz. (Grabado de 1871).

Dolmen-primero

DOLMEN de Aizkomendi, descubierto en 1832. (Semanario Pintoresco Español. M. de Assas).

El año 1935 fue importante para este territorio emplazado al sur de Álava, pues se fundó la Sociedad de Amigos de Laguardia, cuyo fin era estudiar, difundir y proteger el riquísimo patrimonio que atesora la Cuadrilla.

Ese mismo año, como consecuencia de la labor de la Sociedad, uno de sus miembros, Álvaro de Gortázar, descubrió el dolmen de la Chabola de la Hechicera.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

ÁLVARO de Gortázar. (Foto Museo de Amigos de Laguardia).

Tal descubrimiento se puso en conocimiento de José Miguel Barandiaran, poseedor de una gran experiencia en el estudio de megalitos en el País Vasco. Barandiaran junto con Enrique Eguren había intervenido, entre otros, en los dólmenes de la estación megalítica de la Sierra de Aralar en su parte guipuzcoana. Además, con Telesforo de Aranzadi, los tres formaron el primer equipo multidisciplinar de prehistoriadores vascos que, con gran acierto, trabajó entre 1918 y 1936, de Santimamiñe a Urtiaga.

A finales de junio de 1936, antes de acudir a la cueva de Urtiaga (Itziar-Deba), donde iba a realizar la última campaña conjunta con Aranzadi y Eguren (la sublevación del 18 de julio separó este gran equipo de investigadores que ya no volvieron a reunirse nunca), Barandiaran se desplazó hasta Elvillar para visitar junto a Gortázar y Marauri, cura párroco de la villa, el dolmen, efectuando un pequeño sondeo que sirvió para testificar que aquel montón de piedras era, realmente, un dolmen.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EN la imagen, Barandiaran, Gortázar y el sacerdote Constancio Marauri en junio de 1936.

Los escasos restos recuperados en aquella intervención, junto a un croquis de la planta del dolmen y una nota, de su puño y letra en la que recoge la leyenda del dolmen que se conocía, entonces, como la Chabola de los Encantos, se encuentran hoy en el Museo de la Sociedad de Amigos de Laguardia.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

RESTOS recuperados por Barandiaran en 1936. (Museo Amigos de Laguardia).

La leyenda cuenta que en la noche de San Juan se escucha a una anciana cantar pero no se la ve y que todo aquel que mira hacia el dolmen se convierte en piedra.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

APUNTES y dibujo que Barandiaran dejó depositados en el Museo de Laguardia.

La contienda civil supuso un parón en la actividad arqueológica en todo el Estado. Así que habrá que esperar hasta 1943 para que se reanudaran las investigaciones en Rioja Alavesa. En ese año Domingo Fernández Medrano, que así firma en sus escritos, inició una intensa labor de prospección que se plasmó en el descubrimiento de los dólmenes de El Encinal, Layaza, El Alto de la Huesera, San Martín y El Sotillo, así como la excavación en todos ellos y en la Chabola de la Hechicera

Distintas intervenciones arqueológicas

El dolmen de la Chabola de la Hechicera es un monumento funerario, un sepulcro de carácter colectivo, de los que se denominan de corredor segmentado. Consta, fundamentalmente, de tres partes o elementos característico. Una cámara funeraria en la que se depositaron los cadáveres mediante un rito de deposición en superficie, un corredor de acceso de menor altura que la cámara y un túmulo o galgal destinado a cubrir en conjunto.

Es importante destacar que el túmulo tiene varias funciones a cuál más importante. Sirve para sujetar la estructura arquitectónica del conjunto de la cámara y el corredor, de rampa sobre la que deslizar las losas de cubierta y, por último, para informar a los foráneos que la tierra que los rodea tiene propietario ancestral, por esa razón los túmulos se cubrían con calizas de color blanco para que fueran visibles.

En el dolmen se han realizado, hasta hoy, tres intervenciones arqueológicas en diferentes épocas, por distintos equipos y con metodologías cada vez más avanzadas.

La primera intervención arqueológica, en extensión, tuvo lugar el año 1947 de la mano de Domingo Fernández Medrano, Álvaro de Gortázar y Carlos Sáenz de Tejada.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EXCAVACIONES de 1947. (Foto: Museo de Amigos de Laguardia).

Esta primera intervención, según se recoge en publicaciones posteriores, se centró tanto en la cámara como en el corredor, recuperando instrumentos en sílex, cerámicas y restos humanos. Tras estos trabajos no se realizaron labores de consolidación ni de restauración.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

¡LA GRAN tarea de buscar las raíces de la Prehistoria!

En 1975 se celebró en Vitoria-Gasteiz el XIV Congreso Arqueológico Nacional, ello motivó que la Diputación Foral de Álava encargase, un año antes de su celebración, la excavación del monumento al profesor Juan María Apellániz, de la Universidad de Deusto.

Los trabajos del profesor Apellániz no solo se centraron en la cámara y corredor, sino que se extendieron a parte del túmulo. En el transcurso de la excavación s recuperaron restos de, al menos, 39 individuos, que habían sido depositados en la cámara, corredor y en el túmulo. En este último lugar se excavó el enterramiento del que procede el vaso campaniforme.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

VASO campaniforme a la derecha de la excavación. (Foto y dibujo de Apellániz).

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

FOTO realizada por el profesor Apellániz, en 1974.

Además se recuperó un importante conjunto de restos culturales en sílex, triángulos, puntas foliáceas de pedúnculo y aletas, piezas de hoz y lascas. Abundantes objetos de adorno personal como cuentas de collar de formas variadas, fabricadas en piedras verdes, azuladas o blancas, en lignito, un gran número de aretes realizados en hueso. De igual modo se recogió un fragmento de ídolo espátula quemado, tres aros o anillos de cobre o bronce y una notable cantidad de restos de cerámica.

Tras esta intervención el Servicio de Arquitectura de la Diputación Foral de Álava, bajo la dirección de Julio Herrero, realizó una primera restauración, de la que trataré más adelante.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

Objetos de adorno personal y piezas de hoz. (Foto J. Agote).

A raíz del descubrimiento en 2009 del dolmen de El Montecillo (Villabuena-Eskuernaga), debido a Roberto Ibáñez, el Servicio de Museos y Arqueología de la Diputación Foral de Álava, encargó a los profesores de la UPV/EHU, Javier Fernández Eraso y José Antonio Mujika Alustiza, la intervención en el conjunto de megalitos del Territorio Histórico de Álava.

De esta manera entre 2010 y 2012 se realizó la última intervención, hasta la fecha, en el dolmen de la Chabola de la Hechicera. Se hizo en tres fases consecutivas:

En primer lugar se repasaron todos los textos publicados, así como los cuadernos de campo depositados por el profesor Apellániz en el Museo Bibat. Se visionaron todos los documentos gráficos existentes del monumento tanto aquellas obtenidas antes de la identificación del sepulcro, fotos aéreas del vuelo de Diputación de 1933, como las procedentes de las intervenciones arqueológicas y fotos aéreas posteriores, vuelos de 1946 y 1956.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EL AUTOR del artículo, Fernández Eraso, y el profesor Mujica en el hall del Museo Británico.

La segunda fase se centró en el análisis del estado del monumento y la realización de los trabajos de campo, la limpieza del túmulo.

Éramos conscientes de que nos enfrentábamos a una arquitectura funerarias que ya había sido excavada y restaurada. Además en los años ochenta, del pasado siglo, se habían realizado modificaciones importantes en los trabajos de restauración ejecutados en 1975. Por ese motivo efectuamos, previamente, tres catas, dos en la zona norte del monumento detrás de la cámara, una en la zona exterior al foso que se había excavado durante la restauración de 1975, al que luego me referiré, y otra entre el foso y la cámara.

En ambos casos no se localizó resto constructivo alguno, ni restos del túmulo. La tercera cata se efectuó al pie de la gran encina al oeste del dolmen, en la parte exterior al foso. Allí se localizaron los restos del túmulo, lo que nos sirvió para establecer su diámetro original.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

FOTO cenital con las diferentes partes del monumento una vez limpiada la superficie.

Una vez comprobado el estado de la ruina se realizó la limpieza de todo el túmulo, se eliminó un murete que marcaba la separación entre el monumento y la viña que lo rodea, se vació la arena con la que, en algún momento, se había rellenado el foso y se eliminaros dos pequeñas encinas que habían crecido en la parte trasera de la cámara. Tras estas actuaciones pudimos observar varios aspectos que nos ayudaron a entender el monumento y a planificar una restauración del túmulo acorde con la realidad que verificamos.

Así, el túmulo, tenía unas dimensiones mayores de las que se le supuso en la intervención de 1974. Estaba formado por series de piedras areniscas imbricada a la inversa de como se colocan las tejas en un tejado. El foso estaba conformado por muros de hormigón. En la parte norte, tras la cámara, había desaparecido la totalidad del túmulo debido, sin duda, a las labores de cultivo de cereal, lo cual era muy visible en la fotografía aérea de 1933.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EL profesor Fernández Eraso nos enseñó en su día todos los dólmenes de la Comarca.

Durante esta segunda fase de la intervención se recuperaron, fundamentalmente en el túmulo, fragmentos de hueso, cerámicas, restos líticos y un pequeño cincel de bronce. Del interior de la cámara, bajo uno de los primeros ortostatos que la conforman, se recuperó una falange y algunos huesos humanos y bajo las piedras del túmulo un conjunto de carbones.

La tercera fase, una vez finalizada la intervención en campo, se centró en las analíticas de los diferentes elementos recuperados. Así el pequeño cincel está formado por una aleación de cobre, estaño y antimonio, lo cual resulta sorprendente ya que la presencia de este elemento no es común en los artefactos localizados al sur de Europa.

A los restos humanos recuperados durante la campaña de 1974 se les realizó un análisis de ADN, en la Universidad de Harvard, y todos, además de los carbones y los restos humanos recuperados durante nuestra intervención, se dataron mediante Carbono 14 en el laboratorio Beta Analytic de Miami (USA).

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

CUADRO de dataciones de Carbono 14.

Las restauraciones del Dolmen

El monumento ha sido restaurado en dos momentos diferentes: tras las campañas de 1974, y en 2012.

La restauración de 1975 fue desarrollada por el Servicio de Arquitectura de la Diputación Foral de Álava, siguiendo las indicaciones y datos obtenidos durante la excavación del año anterior. Así, tanto los ortostatos fracturados, como la losa de cobertera, que se localizó partida en dos mitades, se recompusieron insertándoles en su interior barras de acero.

Las grietas se rellenaros con un epoxi en cuya composición se contenían granos de arenisca de las mismas piedras. La losa de cubierta se sujetó, al borde de los ortostatos, mediante una amalgama de plomo, ya que el cemento destruye la arenisca. En aquellos lugares en los que no fue posible reponer el ortostato original se sustituyó por una losa arenisca de dimensiones y forma similares a las originales, o se construyó un pequeño murete de piedras areniscas.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

MUESTRAS datadas mediante C-14.

Por último sobre la superficie de las piedras recolocadas se implantaron musgos, líquenes y hongos similares a los que cubría las piedras originalmente antes de la intervención. Sobre el túmulo se colocaron los restos de los ortostatos que no pudieron ser restituidos a sus lugares originales.

Al exterior se excavó un foso y se rodeó el monumento con una alambrada de espino, dejando una pequeña pasarela para acceder al conjunto, a fin de realizar labores de limpieza, mediante una estrecha puerta metálica cerrada por un candado. En la parte sur se construyó un pequeño murete que separaba el dolmen del campo de cereal que existía entonces y sirvió de sustento a las barras que mantenían la alambrada.

En algún momento durante la década de los años 80 se rellenó en foso, se eliminó la puerta y la alambrada de espino.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EL dolmen tras su primera restauración. (Foto Julio Herrero).

Ciertamente la restauración que se hizo de la cámara y ortostatos fue modélica en cuanto a la técnica empleada. Sin embargo presenta una serie inexactitudes con relación a la configuración original de la cámara. La losa de cubierta no se colocó en su emplazamiento original. Nótese como al norte la losa sobresale un metro por fuera de la cámara lo que origina que no se llegue a cubrirla en su totalidad. Por otra parte la losa se apoya al sur sobe un ortostato alto que la obliga a estar inclinada hacia el cielo.

La losa, en origen, debió de apoyar en el ortostato del suroeste a la izquierda según se accede a la cámara, ya que, si se observa, se verá que está reforzado por un segundo ortostato a fin de soportar el empuje de la losa de cubierta. Pero es evidente que el dolmen de la Chabola de la Hechicera, tal y como está desde aquella restauración, se ha convertido en un icono de Rioja Alavesa y del megalitismo vasco, por lo que resulta intocable.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

La segunda restauración se realizó tras nuestra intervención en 2012, centrándonos básicamente en el túmulo ya que en el interior de cámara solo se vertió cal hidraúlica para garantizar su estabilidad. Así propusimos acometer la restauración del túmulo en toda su extensión. Tomando como límite los restos originales localizados junto a la encina del oeste pudimos calcular que el diámetro del túmulo, siempre de planta circular, era de 32 metros.

De esta manera se pudo completar la parte que faltaba al norte por acción de las labores agrícolas de antaño. Además, durante la excavación, pudimos comprobar el sistema utilizado por los constructores originarios para levantarlo. Como ya he señalado las piedras no estaban arrojadas sin orden, sino que se dispusieron imbricadas a la inversa de las tejas de un tejado. Así las piedras se sustentan unas con otras y no se desplazan por gravedad. Además con esta disposición es posible deslizar sobre su superficie las losas que deben de cubrir el recinto, cualquier otra disposición lo haría imposible. La restauración la realizó la empresa de construcciones Iris que atendió en todo momento las indicaciones de quienes lo habíamos excavado.

El resultado ha sido valorado como modélico por los más reputados especialistas en megalitismo del Estado. Es una pena que en la restauración del resto de los dólmenes la Diputación Foral de Álava no haya seguido los mismos criterios.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EL Dolmen de la Chabola de la Hechicera tras la última restauración.

Historia del dolmen de la Chabola de la Hechicera

El dolmen de la Chabola de la Hechicera se levantó a finales del Neolítico hace unos 5000 años. El Neolítico es la etapa de la Prehistoria en la que se domesticaron los primeros animales y se iniciaron las prácticas agrícolas. A nuestra tierra, a Rioja Alavesa, llegó procedente del Mediterráneo hace unos 7000 años (6720+40 es la fecha C-14 que obtuvimos en el yacimiento del abrigo de Peña Larga en Cripan).

Estas primeras gentes neolíticas habitaron en poblados al aire libre, cuyos restos no se han localizado aún en Rioja Alavesa, salvo una fecha antigua procedente del poblado del Alto de Castejón en Navaridas. Pero conocemos bien su existencia y actividad económica pues en la Sierra de Cantabria hemos podido identificar una red de abrigos redil que se utilizaron para resguardar el ganado hasta la época romana.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

EL dolmen de la Chabola de la Hechicera en 1933. (Foto desde un vuelo de Diputación).

En un principio los enterramientos se realizaban en hoyos en el interior de los poblados. Así se ha podido atestiguar en yacimientos próximos como Los Cascajos (Los Arcos, Navarra). En una fase mas avanzada del Neolítico comenzaron a erigirse construcciones megalíticas como la Chabola destinadas a contener y salvaguardar los restos de los difuntos de la comunidad.

El rito funerario que se practicaba en ellos es el de inhumación mediante la deposición del cadáver en el suelo de la cámara. El difunto era acompañado de un ajuar formado por elementos de la vida cotidiana. Cuando la cámara y, a veces el corredor, estaban ya colmatados o fuera a ser utilizado por gentes diferentes a quienes lo habían levantado, el dolmen se vacía.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

ESPERAR ese momento mágico… y fotografiarlo.

En la Chabola pudimos comprobar este hecho y determinar su empleo en, al menos, tres fases diferentes: una inicial durante el Neolítico, otra que se desarrolló a lo largo del Calcolítico y una última durante el comienzo de la Edad del Bronce. Cuando un osario se vacía es muy fácil que huesos pequeños permanezcan en lugares residuales y su presencia pase desapercibida. Esto debió de ocurrir en la Chabola pues los restos humanos recuperados durante la excavación de 1974 proporcionaron datas que se adscriben al Calcolítico y la Edad del Bronce.

Sin embargo una falange que recogimos durante nuestros trabajos en la cámara al pie de los ortostatos doble, que antes he mencionado, y los carbones infratumulares entregaron dataciones del final del Neolítico como puede verse en el cuadro adjunto (más arriba publicado). Ello indica que antes de utilizar el recinto como enterramiento para las gentes calcolíticas fue vaciado. Durante la excavación de 1974 se localizó un enterramiento campaniforme en el túmulo, no en el interior de la cámara.

Dolmen de la Chabola de la Hechicera

En trabajos publicados recientemente sobre ADN humano, que cuenta con restos procedentes de los dólmenes de La Chabola, Alto de la Huesera y el Sotillo se señala la existencia de una sustitución de población por gentes procedentes del Este. El dato parece que viene a corroborar una sospecha que manteníamos desde hacía años y es que durante las excavaciones en los abrigos de la Sierra de Cantabria encontrábamos rediles calcolíticos de época campaniforme emplazados sobre enterramientos calcolíticos precampaniformes. Parecía lógico pensar en un cambio de gentes pues nadie sitúa un redil en el lugar en el que tiene enterrados a sus ancestros.

Hoy sabemos que el dolmen de la Chabola de la Hechicera estuvo en uso durante dos mil años. Que se levantó para guardar los restos de una comunidad y para servir de aviso a los foráneos de que aquel territorio tenía propietario. Sabemos qué hacían, cómo enterraban, cómo fabricaron sus artefactos, qué ritos practicaron, de dónde procedían y más.

La leyenda de la Hechicera pregonando quincalla nos transporta a un mundo onírico lleno de misterio y encanto que, de alguna manera, supo dar respuesta a un montón de grandes piedras que nadie sabía ni quiénes, ni cuándo las pusieron.

 

*Catedrático de Prehistoria. Profesor Honorífico de la UPV/EHU.

14 respuestas a “Cincuenta siglos de Historia nos contemplan”

  1. Kepa Urdangarin dice:

    Prehistoria e Historia. Apasionantes siempre. Maravilloso artículo del profesor Fernández Eraso. Estupendas imágenes.

    Eskerrik asko!!

  2. Sole Raya dice:

    ¡Qué belleza, y cuánta historia guardan las cicatrices de la tierra!! Gracias, mi abrazo desde el Sur.

    • Blog Rioja Alavesa dice:

      Muchas gracias a ti, Sole Raya. Cicatrices, sí, eso dicen algunas imágenes del artículo. También son surcos del pasado, sementeras de futuro. Un cordial abrazo.

  3. Patxi Alonso Pesquer dice:

    He pertenecido al equipo de excavación de Javier Fernández Eraso y ha sido una experiencia única. Por su profesionalidad y sobre todo por el exquisito trato a sus colaboradores.

  4. Una de Elvillar/Bilar dice:

    El profesor Eraso también ha dejado huella en Elvillar. Han sido muchos veranos que ha pasado en nuestro pueblo, y siempre se ha mostrado muy cercano. Con él hemos sentido que la prehistoria es apasionante, y que nos une a aquellos que levantaron dólmenes

  5. Rafael Goikoetxea dice:

    Bonito relato de nuestra Historia!

  6. Amaia Goikoetxea dice:

    Un placer leer los hallazgos e investigaciones del profesor Fernández Eraso. Eskerrik asko por toda una vida de investigación y docencia. Mila esker por la excelencia de sus trabajos.

    Esa Luna, y ese Sol, mirando el Dólmen, hablan del discurrir de los milenios, del canto de eternidad que porta en su viaje.

  7. Jose dice:

    Las sucesivas retauraciones han dejado un momumento que dista bastante de lo que se aprecia en la foto de Barandiaran. Incluso hay arqueólogos que dudan que la piedra superior cubriera el dolmen y estaría en el lateral. Creo que se han cometido errores.

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