EL CÁLIDO viñedo meridional del País Vasco.
Hace unas semanas el Blog de Rioja Alavesa trató profusamente de la DO Txakoli de Bizkaia en cinco capítulos y de su lectura me surgen las reflexiones de hoy…
…pero antes de entrar en materia debo decir que me sumo al “Zorionak” colectivo, a la felicitación a todos los que hace 25 años tuvieron un sueño, plantearon una utopía y la hicieron realidad.
Tuve el placer de conocer a muchos de ellos, unos cuantos minúsculos viticultores, algún empresario romántico, algún político patriota y valiente y un par de excelentes funcionarios forales.
Miguel Larreina *
EL FRESCO viñedo septentrional del País Vasco.
La primera reflexión surge de mi coincidencia con la idea que transmitió Asier Arrese, Director General de HAZI, en la celebración de la efeméride: “Son días de celebración, de felicitarnos todos por esta realidad que hemos construido para Bizkaiako Txakolina. Hoy en día, tanto la DO Idiazabal junto con las DO de Txakoli son proyectos de éxito obtenidos con estrategias de valor, partiendo prácticamente de cero”.
ASIER ARRESE celebrando el 25 aniversario de la DO Txakoli de Bizkaia.
Ciertamente esas tres minúsculas Denominaciones son una sola realidad vitivinícola exitosa prácticamente creada de la nada. Una realidad que arrancó con unos años de diferencia en los tres Territorios Históricos, hace treinta años la DO Txakoli de Getaria, (hoy 430 hectáreas de viñas y 4 millones de botellas/año), cinco años más tarde la de Bizkaia (hoy 415 hectáreas de viña y 40 bodegas elaborando 2,5 millones de botellas), y otros 5 años después la de Álava, (hoy 100 hectáreas y 0,5 millones de botellas).
En total, este viñedo de txakoli se extiende hoy por unas 950 hectáreas de las que se obtienen anualmente unos 7-8 millones de botellas de un vino muy mayoritariamente blanco y de Hondarrabi zuri.
Es un vino muy rápido y rentable pues sale tempranamente al mercado con un valor en bodega de unos 35 millones de euros y un valor casi triple pagado por el consumidor en hostelería y alta restauración. Mayoritariamente se consume en el País Vasco y zonas de influencia, tanto por parte de los dos millones y pico de vascos como de los tres millones de turistas que vienen a visitar Euskadi y gozar de su gastronomía, identificando al txakoli como un producto nacional, el vino vasco por antonomasia.
EL FRESCO viñedo septentrional del País Vasco.
La segunda reflexión tiene que ver con las razones de ese éxito. ¿Cómo se ha pasado en cinco lustros de producir una cantidades minúsculas de un vinillo barato, ácido y de poco grado a producir cada año millones y millones de botellas de un vino blanco muy apreciado por enófilos y gourmets, tanto locales como foráneos?
La respuesta a esta pregunta es sencilla y la expresa muy bien la fotografía adjunta referida a una cara campaña promocional que podíamos ver este diciembre y enero pasados en los autobuses urbanos de Bilbao: ese salto cualitativo y cuantitativo del txakoli solo ha sido posible gracias al enorme apoyo a la promoción y a la inversión de las tres Diputaciones Forales y del Gobierno Vasco.
POTENTE campaña promocional del txakoli en Bilbao por Navidad.
Se dejaba ver claramente ese apoyo institucional tanto pasado como futuro en las palabras de Arrese en el referido discurso inaugural: “Una clave será la diferenciación del txakoli. Tenemos nombre, uvas propias, la marca Basque Country, y nuestra propia cultura como vascos. Tendremos que colaborar entre todos en esa ‘guerra global de los mercados’. Hay que seguir trabajando para seguir celebrando el éxito creciente del Txakoli dentro de otros 25 años”.
TÍMIDO intento de promoción diferenciada de Rioja Alavesa en alguna enoteca de Bilbao.
Una tercera reflexión trata de responder a una pregunta: ¿Qué lección se puede aprender desde Rioja Alavesa de esta estrategia del txakoli que le ha llevado al éxito? Alguno podrá decirme que «no son viñedos comparables, que Rioja Alavesa tiene 13 veces más viña y vendimia, una cosecha 9 veces superior, que son realidades tan diferentes que obligan a estrategias bien distintas».
No estoy de acuerdo, veamos porqué.
CÁLIDO viñedo meridional del País Vasco.
Me habrán leído más de una vez en este blog que proclamo con datos que no existe un único vino de Rioja Alavesa, que hay dos modelos de Rioja Alavesa netamente diferenciados. En los 90 millones de litros anualmente comercializados tenemos por un lado un grupo mayoritario que supone las tres cuartas partes del total, representado por las grandes sociedades anónimas y limitadas con sede central en Cataluña, Francia, Mancha, Murcia, La Rioja, Madrid,… que no venden Rioja Alavesa genuino sino un vino producto de coupages con otras zonas de la DO Rioja.
LAS pequeñas bodegas familiares presentan similitudes con las bodegas del txakoli.
Además de otro pequeño grupo de medianas bodegas, hay un grupo minoritario en volumen pero mayoritario desde el punto de vista sociológico en la Comarca que me interesa resaltar; me estoy refiriendo a esas “doscientas y poco” pequeñas bodegas familiares que venden unas 12 millones de botellas al año procedentes de sus viñedos de Rioja Alavesa, mayoritariamente un tinto joven, aunque también hagan algo de blanco y vino de crianza.
Ese colectivo de pequeñas bodegas familiares sí que tiene grandes semejanzas cuantitativas y socioeconómicas con el sector del txakoli.
¿Cómo afrontan esas pequeñas bodegas alavesas “la guerra global de los mercados” de la que hablaba Asier Arrese? En mi opinión, aunque un porcentaje importante de ellas ha tenido una evolución positiva en estos 25 años, el colectivo en su conjunto evidencia una gran fragilidad cara al futuro, como apuntan algunos datos muy expresivos.
Las pequeñas bodegas familiares y otras entidades alavesas tienen escaso peso en la DO Rioja.
Por ejemplo, es evidente que poco a poco ha ido decreciendo el número de esas pequeñas bodegas familiares, como ha ido ligeramente a la baja su superficie global de viñedo productivo, con producciones propias también estancadas ( y sin posibilidad alguna de crecer por la falta de tierra plantable), con escaso valor de la marca familiar, precios medios de la botella relativamente bajos (más bajos que el precio medio de la botella de txakoli), costes de comercialización crecientes por pérdida paulatina del mercado vasco y de proximidad que les obliga ir a vender a mercados lejanos y volubles, con escaso y menguante peso en el Consejo Regulador de la Denominación,…
En mi libro “Rioja Alavesa en la encrucijada” resumía estas reflexiones con la siguiente propuesta cara al futuro: “Se propone para las pequeñas bodegas familiares de Rioja Alavesa como modelo de empuje de la Administración Vasca lo hecho por ésta con el txakoli: se propició el nacimiento de tres pequeñas Denominaciones de Origen, se identificó el producto con el País, se le promocionó, se creyó en él, hasta el punto de que hoy mueve cifras de facturación y beneficios superiores a las que mueve el conjunto de las pequeñas bodegas familiares del sur de Álava. Si el País Vasco con su Administración ha sabido hacer del txakoli su vino blanco joven, con mayor razón podrá hacer del Rioja Alavesa genuino su vino tinto”.
LO hecho con el Txakoli puede ser un modelo para las bodegas familiares de Rioja Alavesa.
¿Cómo hacerlo? Con estrategias de valor, como decía el Director de HAZI del que retomo su discurso, limitándome a cambiar de la palabra “ txakoli” por “Rioja Alavesa”: “Una clave será la diferenciación del “Rioja Alavesa”. Tenemos nombre, uvas propias, la marca Basque Country, y nuestra propia cultura como vascos. Tendremos que colaborar entre todos en esa ‘guerra global de los mercados’. Hay que seguir trabajando para celebrar el éxito creciente de “Rioja Alavesa” dentro de otros 25 años”.
RIOJA ALAVESA, el otro gran vino del País Vasco.
En definitiva, creo que el País Vasco puede promocionar e impulsar al unísono, tanto entre la ciudadanía vasca como en el número creciente de millones de turistas que nos visitan, esos dos vinos tan diferentes y poco competitivos entre sí, ese blanco tan especial llamado txakoli y ese tinto Rioja Alavesa genuino de las pequeñas bodegas familiares.
Juntos, Rioja Alavesa y Txakoli, suman una cifra baja, poco más de 20 millones de botellas, ambos son “Basque Country”, uno es la fresca expresión del País Vasco norteño de clima atlántico, y otro la cálida expresión del País Vasco meridional de clima mediterráneo.
* Master en Viticultura y Enología / miguel.larreina@gmail.com
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Gracias Miguel por tu acertado artículo. Saludos cordiales.
Muchas gracias, Francisco Mtz de Cañas. Saludos!
Por el éxito de esos dos vinos tan diferentes y que no se hacen la competencia. Por Basque Country y por Rioja Alavesa. Que las pequeñas bodegas familiares, tan importantes, no sigan decreciendo porque sería una pérdida de un bien inestimable. Lo genuino debe mantenerse por encima de que sean otras mezclas las que prevalezcan.
Vaya maravilla de viñedos, por cierto. Viendo esas fotos se respira mucho más que oxígeno.
Muchas gracias, Karmele. Leyéndote se respira el oxígeno preciso y limpio. Saludos cordiales