En cuatrocientos años como cuatrocientas vendimias, o como cuatrocientas vueltas completas de la Tierra alrededor del Sol, ¿cuántas nubes se han derramado en el exterior de la iglesia San Martín de Leza?
Dicen que el tiempo tiene por misión recoger con apresuramiento el ovillo de nuestra vida. ¿Cuántas horas de luz en 400 años, cuántas de luna, cuántos amaneceres camino de la siembra, cuántas palabras leídas se escucharon en cuatro siglos?
Este tiempo de existencia que todos tenemos se puede medir bien en las piedras desgastadas de la torre de la Iglesia San Martín de Leza. En su primer tramo, camino del coro, los lezatarras habrán bajado y subido miles y miles de veces pisando peldaños, en cuatrocientos años, desgastando la piedra, socavándola pisada a pisada. Pies de campesinos y campesinas que llenaron el coro de canciones, de plegarias, de esperanza a mares.
El tiempo, del que tanto hablaron los filósofos. El ayer, el hoy, el mañana. Aseguran que las obras de la torre de Leza, con su hermoso campanario, tuvieron lugar entre 1620 y 1625. Arcos de gótico retardado. Plegarias barrocas y suspiros renacentistas. Cuántas veces sonaron las campanas de la iglesia durante cuatro centurias, cuántos ojos contemplaron el retablo y las pinturas, mientras su vida se erosionaba poco a poco, como las piedras que pisaban…
Es hermoso pensar que aún caerá mucha lluvia sobre nuestro rostro, sobre las viñas y la lana de las ovejas que aún recorren la Comarca. Sabed que hay un reloj sin agujas en la escalera que sube a la torre, donde queda registrado el tiempo. Sentid que el porvenir nos traerá buenas nuevas.Que todavía mañana veremos los cien cuernos de oro con que levanta a las nubes el Sol.
Sabed que se pueden leer las letras invisibles que otros sembraron camino arriba, camino abajo, en la escalera pétrea de caracol de Leza, donde en el coro viejas voces cantan hoy en silencio una antigua plegaria.
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Las Iglesias con sus soluciones arquitectónicas y su permanencia en el tiempo nos dan lecciones de la sostenibilidad del Arte.
Gracias, Victoria. Saludos cordiales!
Preciosa descripción.
Lugar donde hay devoción, fe, recogimiento y esperanza…
Donde el alma está en calma. Y el tiempo avanza…
Gracias, Paqui. Saludos!
Puede verse el reloj que marca las horas del presente, en el exterior de la torre de la iglesia de Leza. Y ese otro reloj poético. Un reloj interior que marca el paso, la huella de 400 años. Como mirar los acantilados del mar, y ver en ellos, en su erosión, el paso de cientos de miles de años…
Eskerrik asko!
Ez horregatik, Kepa. Así es. Saludos!